sábado, 23 de enero de 2021

Solo guerras perdidas, de Pascual García


Tantas guerras perdidas. La guerra de cada uno de nosotros y la guerra de todos. También lo que yo hago es una guerra, aunque deba recibir un nombre aún más sucio.

Esta es una de las reflexiones más duras y más verdaderas que, ya hacia el final de la obra, escuchamos desde el interior del protagonista de Solo guerras perdidas (Alfaqueque Ediciones, 2010). Su nombre es Aníbal Salinas, y lo conocimos en Nunca olvidaré tu nombre como el personaje que, a las puertas de la muerte, regresa a su tierra natal para cumplir con sus dos últimas misiones en la vida.

En esta ocasión, Aníbal vuelve a su comarca de origen, tiempo antes de su vuelta definitiva en Nunca olvidaré tu nombre, para cumplir con la tarea que se le ha encomendado por parte de sus superiores: aniquilar a los escasos miembros de una resistencia que no supone riesgo pero molesta. Conoce el terreno, a sus habitantes y sus modos de vida, por lo que resulta la apuesta más segura para el éxito de la misión. Conforme los pasos de Aníbal lo van guiando a través de senderos y parajes recónditos de la tierra agreste que fue testigo de su juventud (en las sierras que rodean Los Olmos y Puerto Errado, escenarios tan propios del autor), mientras improvisa estrategias, empuña su astra o hunde la navaja en la carne de sus objetivos, su memoria y su alma llena de nadas caminarán las sendas del pasado de manera errática. Rememorará los viajes junto a su padre que anteriormente le llevaron a contemplar los mismos paisajes y los nombres de mujer que una vez le hicieron suponer que el paraíso era, de algún modo, posible. Las recordará con la mente y con la carne, pues volverá a encontrarse con ellas y las poseerá como ya las poseyó en un ayer ya lejano, y serán estos encuentros sexuales el último reducto de su humanidad perdida y de su alma vaciada por el horror de la guerra.

Dureza absoluta y belleza más absoluta todavía (va por ti, maestro) en una narración tensísima que, gracias a la habilidad de Pascual García, el lector podrá disfrutar con los cinco sentidos: escuchará los muelles de las navajas y la percusión de las armas, percibirá el olor de la sangre entremezclada con el aroma del tomillo y la ajedrea, el tacto de las pieles que se encienden, el frío de fuera y el de dentro. Descripciones bellísimas y minuciosas de los escenarios, de sus características y de sus costumbres más arraigadas. A las reflexiones del narrador de unen las propias de los personajes (marcadas en cursiva, y qué cursiva tan poderosa), reflexiones amargas como la hiel que nos permiten vislumbrar lo verdaderamente importante en la prosa de Pascual García: el universo interior luctuoso, torturado, oscuro como la noche, de los personajes que pueblan sus páginas. 

Sublime en todo. Mayúsculo en general. Carne y alma de poeta. Pascual García. 

"Le parecía mentira tanta belleza en aquel paisaje, tantos hombres emboscados que seguían creyendo en el hombre y, en cambio, él venía a desbaratarlo todo, como un ángel de la muerte. Traía su testamento y su venganza." (p. 79)

Hermoso y amargo.

3 comentarios:

  1. Nadie ha leído hasta ahora con tanta inteligencia y tanta sensibilidad un libro mio. Gracias por leerme. Ha sido un gran placer
    Iidad

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    1. Gracias a ti, Pascual, por regalarle al mundo tu talento. El placer mío, como siempre que te leo.😊

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  2. No estar pendiente del móvil, desengancharse de las redes sociales dejar el agobio de la hiperconexion, es lo que se consigue leyendo a Pascual Garcia, pq sus libros tienen parte de su alma y el alma de quien los ha leído y soñado con ellos, en estos tiempos complicados y de confinamientos.«Como diría otro escritor. ..allá por las estrellas

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