jueves, 19 de mayo de 2022

La rosa de Naran II. El destino de Aekya, de Saray Santiago

 


 Los que me seguís o me conocéis, sabréis ya de sobra que la fantasía es uno de mis terrenos favoritos. Lo que quizá no sabéis es que siento verdadera pasión por los elfos. Seguramente los conoceréis como esos seres bellísimos y longevos como la Galadriel de El Señor de los Anillos pero, en realidad, hay más tipos de elfos, y algunos no son tan guapos.Los drow o elfos oscuros (Dökkálfar o Svartálfar en nórdico antiguo) son criaturas mitológicas del folklore nórdico cuyas características son parecidas a las de los enanos (ya que intentan evitar la luz, aunque no sean necesariamente subterráneos), y constituyen por lo general el contrapunto de los elfos de la luz (los Ljósálfar).Aunque originariamente encarnaran el papel de guardianes ancestrales protectores del pueblo (con algo de mal genio si se sentían tratados de forma grosera), en la literatura fantástica asumen comúnmente el rol de malvado o antihéroe. Por ejemplo, en El Silmarilion de J.R. Tolkien, al principio se identifican con los Moriquendi (aquellos elfos que no vieron la luz de los árboles de Valinor). Después, en el período de exilio de los Noldor, se asocian a los Avari (los elfos de la Tierra Media que no pertenecen a los Noldor ni a los Sindar), para finalmente pasar a denominar definitivamente a los elfos capturados por Melkor, cuya sangre sería utilizada para crear una raza superior de malvados orcos. En el universo de Reinos Olvidados, escenario de campaña para Dungeons & Dragons y marco ambiental de novelas como El elfo oscuro de R.A. Salvatore, los drow son una raza mezquina incapaz de soportar la luz del sol. En Warhammer, se les define como criaturas que dieron la espalda a los Cadai (los dioses buenos) y comenzaron a adorar a los Citharay (los dioses oscuros). En La rosa de Naran, Saray Santiago continúa la tradición a este respecto adscribiendo a los drow a la raza de los renegados, forzados a emigrar de las tierras mágicas de la luz y asentarse en el inhóspito territorio de Infierno Oscuro. Ah, claro, qué despiste. Se me olvidaba mencionar que toda esta erudición sobre estas versátiles criaturas viene por haber terminado la segunda entrega de la saga de esta maravillosa escritora almeriense. 

 En la contraportada de La rosa de Naran II. El destino de Aekya (Ediciones Arcanas, 2019) ya se nos avisa de que, en ocasiones, es necesario viajar al pasado para comprender el futuro. Es por ello que Saray Santiago, la autora, utiliza la dolorosa historia de Aekya, paladina de la Guardiana de la Tierra de Zailën, para ilustrarnos sobre el origen de la rosa de Naran (un poderoso objeto mágico que, combinado con la daga azul, es capaz de destruir a los Guardianes y, por tanto, el mundo de la luz) y las repercusiones que podría tener en el futuro (lo averiguaremos cuando por fin tengamos en nuestras manos la tercera entrega de la saga). Aekya, hija del cruel Tharsus, jefe supremo de un clan de elfos drow, es distinta al resto de su especie. No disfruta matando, ni torturando, y ello le cuesta, ya desde muy pequeña, sufrir despiadados castigos por parte de los suyos. Cerca ya de su madurez, del momento en que se convertirá en mujer y recibirá sus dones mágicos, ha de tomar una difícil decisión: huir de aquel mundo sádico que detesta o salvar a su madre. Opta por lo segundo, y para ello deberá fingir ser quien no es: una guerrera feroz e implacable al servicio del tirano de su padre. Arduas sesiones de entrenamiento y seguir a pies juntillas el principal consejo que le da su progenitora pronto la convierten en un elemento indispensable para el cumplimiento de ambiciones del megalómano Tharsus: aunar a todos los clanes drow (bajo su mandato, por supuesto), encontrar los objetos mágicos que les permitan acabar con los arrogantes Guardianes que los mantienen encerrados en Infierno Oscuro y poder vengarse así, por fin, de los odiosos elfos de la luz. Mientras tanto, llora a escondidas cada trozo de alma que va perdiendo con cada muerte, y se refugia en la Torre de la Luna, lugar que le dará la clave para entender por qué es tan distinta a los demás. Por el camino, encontrará también un elemento con el que no contaba y que la hace si cabe más vulnerable: el amor. ¿Logrará Aekya alcanzar sus objetivos sin corromperse? ¿Perderá su alma en el siniestro camino que le ha sido marcado? ¿Qué destino la aguarda? Para saberlo, evidentemente, tendrán que leerla, pues no se la voy a contar yo. 

 Saray Santiago vuelve, en esta segunda entrega de La rosa de Naran, a otorgar al amor (en todas sus dimensiones) un papel central en la obra. Vuelve a mostrarnos unos personajes completos y complejos a la vez que desarrolla una trama bien engranada y con la tensión dramática pautada a la perfección. Nos habla de lazos familiares, de sentimientos, de dudas pero, sobre todo, nos habla de la importancia de ser uno mismo, de honestidad e integridad, de fuerza de voluntad. Y nos hace sufrir, vaya que sí. Aunque, claro, como decía mi abuelo, palos con gusto no duelen, y aquí estoy yo deseando que salga ya la siguiente entrega. Saray, por favor, no tardes...

lunes, 9 de mayo de 2022

La rosa de Naran, de Saray Santiago Fernández

 “No creamos un mundo de fantasía para escapar de la realidad. Lo creamos para poder quedarnos”. Son palabras de Lynda Barry, autora y dibujante estadounidense, y yo, desde el punto de vista lector, las suscribo totalmente. Parecerá extraño, incluso paradójico, pero la magia y la fantasía pueden convertirse en refugios que actúen de elementos de anclaje a la realidad que a cada uno nos ha tocado vivir. Quizá sea porque en ellas podemos proyectar nuestros sueños, nuestros anhelos más profundos e intangibles, jugar con ellos y disfrutarlos sin censura. O, tal vez, puede que el atractivo de la fantasía resida en que obtiene el máximo rendimiento del arma más poderosa a disposición de los humanos: la imaginación. Sean cuales sean los motivos, lo cierto es que el género fantástico es uno de mis favoritos.

Hará unos tres años, en la Feria del Libro de Almería, tuve la suerte de encontrarme con el stand de Ediciones Arcanas, una pequeña editorial almeriense que apuesta fuerte por la fantasía. Allí compré, entre otros títulos, La rosa de Naran (cuya primera edición fue publicada por Ediciones Atlantis en 2014 y la segunda, por Ediciones Arcanas en 2016), de Saray Santiago. Es el cuarto título que leo bajo el sello de Arcanas y, al igual que los tres anteriores, me deja con ganas de más (por suerte, tengo la segunda parte esperándome en la mesa del despacho). En La rosa de Naran, Saray Santiago nos lleva hasta Zailën, territorio inventado donde seres mágicos y humanos viven separados desde hace milenios. La historia comienza con una pareja de humanos que recibe un regalo inesperado: una preciosa bebé en la puerta de su casa, junto a dos cartas y un anillo que atestiguan la identidad de la pequeña. Kat –así se llama la niña– crecerá feliz junto sus padres adoptivos, y será poseedora de un don especial que mantendrá en secreto para no ser señalada. Un buen día, mientras trabaja junto a su padre, se cruzará en su camino Will, un apuesto joven que de inmediato le robará el corazón pero le dará el suyo a cambio. Kat y Will comenzarán a soñar con un futuro juntos lleno de amor y de niños pero, la misma noche en que nuestra protagonista cumple dieciocho años, le será desvelado su origen y se desencadenará una serie de acontecimientos que cambiarán su vida para siempre. Junto a su amado y con la ayuda de su recién descubierta madre, se verá obligada a huir y llegar a la tierra mágica de Esmelina, donde tendrá que aprender con rapidez a controlar sus poderes para evitar que estos la destruyan. Allí estará a salvo y no caerá en las garras del malvado Atarrán, un hechicero mezquino que ansía dominar el mundo mágico y el humano, pero... Pero nada, si les ha picado la curiosidad y quieren saber más, tendrán que leerla.

Apta para todos los públicos, La rosa de Naran atrapará al lector prácticamente desde la primera página. En ella, Saray Santiago combina a la perfección elementos y estructuras del cuento tradicional con un cambio en la relevancia de los roles femeninos.  Dibuja en profundidad a la mayoría de personajes, por lo que tiene la empatía del lector garantizada. Y su manejo de la tensión dramática, soberbio. Una excelente historia fantástica narrada con mucha magia. No se la pierdan.


domingo, 1 de mayo de 2022

El proyecto Escipión, Roberto Villareal

En el año 218 a. C., y con el objetivo de interrumpir la línea de suministro de Aníbal y sus cartagineses, se produce el primer desembarco de romanos en el noreste del territorio español. A partir de ese momento, dará comienzo el proceso largo y tedioso (casi dos siglos duró) de la romanización de la Península Ibérica, que pasaría a denominarse Hispania. La civilización romana, mucho más avanzada y refinada que las culturas que habitaban la península en aquel momento, sometió sin cortapisas   a la población autóctona (como en todas las invasiones), imponiendo sobre ella su religión, sus leyes, sus costumbres y, en general, el modo de vida de Roma. La influencia romana se extendió por todas las ciudades que ya existían a su llegada, pero tuvo especial repercusión urbanística en los asentamientos de nueva construcción, tales como Augusta Emerita (Mérida), Itálica (ahora Santiponce, en Sevilla) y Tarraco (a la que hoy conocemos por el nombre de Tarragona). Conservamos de aquella época centenares de infraestructuras, monumentos, costumbres y leyes (véase el Derecho Romano). Sin embargo, lo más relevante en cuanto a esta entrada se refiere, es la posibilidad que ofrece a escritores (de este y de todos los tiempos) de inspirarles obras como la novela que nos ocupa y cuyo escenario no es ni más ni menos que Tarraco, la ciudad milenaria que mora en los subterráneos de la actual Tarragona.

El proyecto Escipión, escrita por Roberto Villareal y publicada por Roca Editorial hace poco más de quince días (abril 2022), bebe de la cultura romana mientras desgrana una historia policíaca en la que nada es lo que parece (o sí, pero no del todo). El principal protagonista es Néstor, un joven tímido y apocado que, sin vocación alguna, ejerce de policía local en la capital tarraconense. Una noche, mientras hace la guardia nocturna junto a su primo Juanjo, debe acudir a inspeccionar la villa romana de Els Munts ya que, al parecer, unos gamberros han saltado la valla. Lo que encontrarán en el interior de la villa, concretamente en donde antiguamente se ubicaban las letrinas, los dejará sin aliento. Poco después, un nuevo crimen en otro de los lugares emblemáticos de la ciudad, donde se encuentra trabajando Faustino, su mejor amigo, plantará en nuestro inexperto investigador la semilla de un planteamiento que ya no le abandonará: el asesino sigue una pauta que, muy probablemente, esté muy relacionada con los usos y costumbres de la civilización que levantó Tarraco. Junto a Faustino, Pepe Miralles –un periodista retirado— y la joven bibliotecaria que le ha robado el corazón, iniciará una investigación que lo empujará a terreno peligroso. Dicha investigación le hará también enfrentarse a un pasado del que intenta alejarse, marcado por el suicidio de su padre cuando tenía 8 años, su vuelta a tierras vascas junto a su ama y una niñez y adolescencia envenenadas por continuos episodios de bullying. Dichas circunstancias lo impulsan a buscar refugio en la biblioteca de la casona donde trabaja su madre, y le convertirán en un apasionado de la historia y la estrategia militar, lo que le resultará muy útil ante los acontecimientos en los que se involucrará más tarde. Al final... Ya saben, si les ha picado la curiosidad, léanlo, no se lo voy a destripar yo.

El proyecto Escipión, como se indica ya en la cubierta de la obra, "resucita el legado más oscuro de la Roma imperial" dos milenios después de su existencia. El autor juega a menudo con el lector, modulando con frecuencia la tensión dramática mediante la aportación de gran cantidad de información histórica, arquitectónica y arqueológica que dotará a la milenaria ciudad de Tarraco y sus vestigios en la actualidad de una solidez igual a la del resto de personajes de carne y hueso. Misterio, intriga, algo de amor y, sobre todo, mucha Roma. 

Aurora no se durmió, de Judith Romero

Cuando era pequeña me encantaba que me contaran cuentos. Mi madre me enseñó a leer muy pronto y comencé a leerlos a una velocida...