domingo, 15 de diciembre de 2024

Aurora no se durmió, de Judith Romero


Cuando era pequeña me encantaba que me contaran cuentos. Mi madre me enseñó a leer muy pronto y comencé a leerlos a una velocidad endiablada. Habitualmente me encantaban todos los que leía hasta que, no recuerdo a qué edad, me encontré con el de La Bella Durmiente. No sé si fue primero el cuento o la película de Disney, la verdad, pero no me convenció en absoluto. Una princesa que se llamaba como yo y cuya única gesta se resumía en pincharse con una aguja y dormirse todo el cuento hasta que el maravilloso príncipe azul venía y la despertaba con un beso. Pues no, oye, no me conformaba. Al menos que se raspara las rodillas o se llenara el vestido de barro, ya que se llamaba como yo. Siempre me pareció un cuento de lo más ñoño, y casi casi se había perdido en mi memoria, hasta cruzarme con la novela que acabo de leer. 

Aurora no se durmió (Knowmadas Books, 2023), de Judith Romero, es, en efecto, un fantástico (en todos los sentidos de la palabra) retelling de la historia que Walt Disney llevó a la pantalla allá por 1959. La introducción a la trama de Judith Romero comienza con la desdichada sentencia que las Hadas Supremas (máximo y único órgano de gobierno del mundo feérico) imponen a un hada y un humano que han transgredido sus ancestrales reglas de forma aberrante (según ellas, claro está). Una parte de esencia perdida, dos corazones rotos y una maldición que despertará a una criatura letal, la Durmiente. Un contrahechizo que logrará salvar a una criatura que no incurrió en culpa alguna, pero que condenará a un siglo de sueño al resto de su familia... Muchos años después, en Inveraray, Escocia, Aurora, una chica congelada en los 15 años a causa de una maldición, busca junto a sus tres tías hadas (Fauna, Flora y Primavera), la clave para deshacerla y despertar a su familia del sueño al que fueron condenados el día de su decimoquinto cumpleaños. Un buen día, el segundo reloj de arena de un amuleto –que hasta la fecha desconocía– se pone en marcha, y las tres hadas y Aurora, acompañada sin poder evitarlo de su mejor amiga Daracha, tendrán que viajar hasta otro enclave escocés para hallar a la segunda víctima de la maldición e intentar detenerla a tiempo. A partir de ese momento, el ritmo de la acción comenzará a ser frenético, pues no solo deberán convencer a la víctima y a su tío (un tipo de armas tomar) para que las ayuden, sino que tendrán que protegerse al mismo tiempo de criaturas sacadas directamente de sus peores pesadillas. El tiempo se agota, y aún deberán averiguar la identidad de la tercera víctima para que la maldición no sea irreversible y sus consecuencias nefastas. Mientras tanto, los ojos de Aurora se encuentran con el azul de los de Calem, que le van a descolocar todo lo que hasta ese momento creía seguro. El clímax del argumento tendrá lugar en el castillo de Glamis, un lugar repleto de mentiras, secretos y magia. ¿Lograrán detener a la Durmiente y romper la maldición? ¿Lo harán de una sola pieza? Para saber... tendréis que leer.

Judith Romero combina en Aurora no se durmió todos los elementos necesarios para poner en manos del lector una buena historia, y lo hace combinando con mucho acierto tradición y originalidad. Personajes muy bien construidos, un argumento sólido y, como no, la magia de las hadas que hechiza los ojos lectores desde la primera página. El personaje de Aurora vira maravillosamente de princesa durmiente a pelirroja guerrera en un mundo al que tiene que ocultar su realidad. No puede permitirse ciertas licencias que para el resto de sus congéneres son tan comunes, como por ejemplo enamorarse...Hasta que se hace inevitable. Quienes me conocéis sabéis que yo de literatura romántica, poco, pero he de reconocer que...bueno, no, mejor no, que esto se queda escrito. Solo diré que muy buen trabajo el de la autora en ese aspecto en concreto. Y la galería de personajes, ¡impresionante! Mi debilidad son los seres fantásticos de toda índole, así que ya podréis imaginar que he disfrutado como una enana entre hadas, elfos, hombres lobo, fantasmas y algunos más. Si os apetece un buen rato de lectura y magia, ya sabéis...

domingo, 8 de diciembre de 2024

Siervos de la guadaña, de Víctor Morata


Empiezo a escribir esta reseña y la primera palabra que me viene a la cabeza es SUERTE, así, con mayúsculas. Descubrir autores nuevos que superen con creces las expectativas iniciales es una suerte. Si encima el mago de la pluma es de tu tierra, la fortuna viene aderezada con una dosis extra de orgullo patrio del que no suelo hacer gala. Conocí a Víctor Morata el verano pasado en un evento literario, me pareció un escritor interesante y compré la novela que justo hace un rato que acabo de concluir. Repito, qué suerte la mía. Porque ya os digo que, a pesar de ser su opera prima, se nota a leguas en cada página que el autor lleva a sus espaldas muchas horas de vuelo, como lector y como escritor. 

Quienes me conocéis sabéis que las etiquetas de género se me dan regular (básicamente porque me dan bastante igual), pero, a efectos pragmáticos, podríamos encuadrar Siervos de la Guadaña (Amazon KDP, 2021) en el amplio espectro del thriller negro con trasfondo y tinte sobrenatural. Su protagonista se llama Eladio Jones, es inspector de policía en la población ficticia de Corralas de San Juan y, si hubiera que definirlo con dos palabras, esas serían CULPA y REMORDIMIENTO, hijas de un truculento pasado del que de ningún modo logra huir. Repudiado por sus compañeros de profesión (con motivos más que de sobra), se enfrenta al que probablemente sea su último caso, pues su "jubilación" (de una manera y otra) está próxima. El suceso que le toca investigar es de lo más extraño y radica, sin que él tenga ni pajolera idea, en su propio pasado. Con el único apoyo de su siempre leal ayudante, Tolino, el inspector Jones deberá indagar en las pistas de unos asesinatos que tienen toda la pinta de ejecuciones. Las víctimas se ofrecen mansamente al criminal, y Jones tendrá que esclarecer tanto el motivo como la identidad del verdugo de la gabardina negra (al más puro estilo de Matrix). En paralelo a la investigación, y puede que muy relacionado con ella, el lector irá descubriendo más detalles sobre ese pasado que le rompió el alma al inspector, sobre su pésima relación con su ex-mujer, y será testigo del naufragio anunciado de su paternidad irresponsable, que lo mortificará más aún si cabe (su relación con Marina, su única hija, se va a pique y no encuentra faro que lo guíe). La novela se irá moviendo paso a paso, página a página, hacia el hallazgo de una sociedad secreta, una telaraña cuyos letales hilos comprenden desde las élites hasta los más bajos fondos de la sociedad. ¿Logrará el inspector Jones encontrar quién y por qué? ¿Conseguirá Eladio redimirse de su atroz pretérito? Ya sabéis, si os ha picado la curiosidad, tendréis que leer para saber. 

Siervos de la guadaña ha sido una de las obras más originales en cuanto a su argumento que he leído hasta la fecha. Además de los buenos ingredientes con los que Víctor Morata articula la trama y los personajes tan bien construidos en torno a los cuales gira, cabría destacar la calidad de la prosa del autor. Morata utiliza un lenguaje cuidado, preciso, y su registro siempre va en consonancia con el contexto del pasaje en el que se desenvuelva. Además, es muy habilidoso en su forma de implementar la injerencia de lo sobrenatural en la apariencia de realidad sobre la que se asienta nuestro mundo conocido. Lo que os digo, un auténtico descubrimiento por el que me siento muy afortunada. Si podéis, no os lo perdáis. De verdad merece la pena y vais a disfrutar. 

domingo, 24 de noviembre de 2024

A propósito de tu hijo, de José Antonio Jiménez-Barbero


Tengo la fortuna de haber convivido, desde mi más tierna infancia, con víctimas de la maldición de la marginalidad incómoda. Etnia diferente, baja (o subterránea) extracción social y otras circunstancias les garantizaban total desprecio y rechazo social. Sin embargo, mis ojos de niña no percibían el motivo del sesgo y crecí mirando a las personas como personas y valorándolas como tales. En los primeros años de mi edad del pavo coincidí, en un jardín cercano a mi casa, con unos monitores, voluntarios y familiares que sacaban a que les diera el sol a un grupo de niñas y niños con necesidades especiales. Unos de mi edad, otros bastante más pequeños. Parálisis cerebral, síndrome de Down, trastornos del espectro autista en varios grados... No entraré en detalles para no alargar mucho esta entrada, pero a partir de ese día volví todos los sábados al jardín para estar con ellos y que ellos estuvieran conmigo. Ha pasado la friolera de casi 30 años, pero los recuerdo como si fuera ayer, y no puedo evitar emocionarme al reconocerlos cuando me los cruzo por la calle. Jose Francisco tenía síndrome de Down y una mirada dulce y llena de luz. Jose Antonio, parálisis cerebral y, aunque no podía comunicarse, gorjeaba de manera diferente cuando le acariciaban. Pepe y Rocío eran hermanos con diferente grado de retraso mental y sonrisas infinitas que adoraban los abrazos. A Álvaro su autismo severo le impedía el contacto físico, pero nos sentábamos en un muro a observar los coches que pasaban y solo me miraba cuando pasaban coches rojos... De ellos llevo en el corazón muchas cosas bonitas, y de aquellos años quedan en mi memoria otras menos agradables: las miradas de la gente, como si estuvieran contemplando una manada de criaturas extrañas que les provocaban aprensión. También me acuerdo de que muchos giraban la cabeza para no vernos. Éramos seres incómodos en su afán de ignorar la diferencia y no tener que hacerle frente a la vida. ¿Que por qué os cuento todo esto si se supone que escribo una reseña? Porque tiene mucho que ver con la novela que acabo de terminar, que lleva el sello inconfundible de una de mis plumas favoritas, un autor experto en abordar temas espinosos, ciertamente molestos pero de alta relevancia social, apelando como nadie a la emoción del lector.

A propósito de tu hijo (Tirano Banderas, 2024) es una obra de Jose Antonio Jiménez-Barbero que leí en su día como manuscrito y me arrancó más de un par de lágrimas. Ahora, como novela publicada con afán puramente benéfico (auspiciada por el Colegio Oficial de Enfermería de Murcia), me ha hecho llorar lo mismo o más. La dedicatoria al principio de la obra ya aprieta fuerte la garganta: «Dedicado a mis sobrinos, Alicia y Rodrigo, y a todos los niños que luchan a diario por vencer las barreras que los adultos nos empeñamos en construir».
«A aquel niño le pasaba algo». Es la primera frase de la novela, que ya empieza generando expectación. Esa aseveración procede de los pensamientos de Alicia, una de las protagonistas, que tiene 13 años y un retraso mental leve, en el momento en que ve por primera vez a Santiago, el otro protagonista, un niño con autismo leve que acaba de empezar la ESO cambiando de un colegio de educación especial a un centro público "inclusivo" (nótese la ironía implícita en las comillas, por favor). Santiago tiene una crisis porque se ha agotado la batería de su tablet, su único refugio frente a un mundo cuyo exceso de estímulos a menudo lo apabulla y que en muchas ocasiones no comprende. Puede que Alicia sea muy lenta a la hora de leer o que tarde más tiempo que el resto en procesar ciertas cosas, pero es experta en detectar sentimientos y emociones en los demás, y su corazón sincero exige apoyar a aquel niño que por algún motivo no se encuentra bien. Página tras página, Alicia irá conociendo a Santiago, y Santiago a Alicia, y el lector a los dos, a sus resilientes padres que viven por y para ellos, y al resto de pobladores de las aulas y los pasillos del colegio Campo Verde. Será testigo de la falta de preparación (cuando no incompetencia manifiesta) de las instituciones a la hora de lidiar con la diversidad y la diferencia de capacidades, de la incomprensión y la animadversión de parte del profesorado y del alumnado. Sin embargo, también contemplará la dulzura y las ganas de Susana, la profesora del aula de apoyo, y la empatía y el buen corazón de Elena, la alumna "empollona" que se erigirá en guía y protectora de ambos. Como barquitas en medio de un mar de hostilidades, Santiago y Alicia se refugiarán el uno en el otro para resistir, siendo el candor de la niña su faro en multitud de ocasiones. 

Jiménez-Barbero nos ofrece de nuevo en A propósito de tu hijo una novela de excelente factura y muy didáctica, donde conjuga de manera habilidosa la realidad de un mundo que no acepta la diferencia, muchas veces por puro temor a lo desconocido, con la explicación precisa y sencilla de dos casos concretos de necesidades especiales. Con pulso firme y sin edulcorantes innecesarios, sumerge al lector en la trama y le hace preguntarse qué haría él/ella si se encontrara en determinadas situaciones. Y le horada la fibra más sensible con preguntas como esta, con la que pongo el punto final a la reseña: 
«Yo quiero a todo el mundo, mami. ¿Por qué ellos no me quieren a mí?»

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Jaque al psicoanalista, de John Katzenbach


...los vencedores siempre están convencidos de que son inmunes. Nunca creen que el juego pueda no haber terminado.

La venganza es seguramente uno de los conceptos más antiguos de la historia y ha sido sobre todo utilizado como recurso propagandístico y como subterfugio de inquinas varias. Como sentimiento, tiene un significado un tanto complejo y en ocasiones inabarcable. En general, se considera un acto retributivo hacia una persona que ha dañado previamente a uno o más individuos, y habitualmente consiste en hacer padecer al sujeto en cuestión al menos el mismo dolor que propició a sus víctimas. Pero todos sabemos que a veces va mucho más alla, y el agravio sufrido es susceptible de aumentar en progresión geométrica. Y como todo lo que es relevante en el mundo, la venganza resulta un tópico tremendamente jugoso que la literatura ha sabido conjugar bien a su antojo. John Katzenbach es un buen ejemplo de ello, pues la coloca en el foco de El psicoanalista y de su continuación, que es precisamente la novela que acabo de terminar, un thriller psicológico cuya trama vuelve a girar en torno a una venganza que se gestó tiempo ha y vuelve a trastocar la vida de un personaje ya para mí memorable.

En Jaque al psicoanalista (Ediciones B, 2018), Katzenbach sitúa la trama cinco años después de los acontecimientos narrados en la entrega anterior, que aún le ocasionan a su protagonista pesadillas recurrentes. En un intento de comenzar de cero, el psicoanalista Frederick Starks se ha instalado en Miami, donde reparte su labor profesional entre una pequeña consulta donde solo atiende a pacientes adinerados y el ala de psiquiatría de un hospital donde presta sus servicios de manera altruista, en una suerte de redención de algún pecado que la inexperiencia le llevó a cometer en el pasado. Un día cualquiera, al volver a casa tras terminar su jornada de trabajo, se encuentra, tumbado en el diván de su consulta, al señor R, el individuo que intentó acabar con su vida en la entrega anterior y del que ya creía haberse librado. El señor R le "pide" amablemente su ayuda, a punta de pistola, para salvar la vida de sus hermanos. El asunto es sencillo. Si falla en su cometido, pierde la vida. El doctor Starks tendrá que descubrir la identidad del potencial asesino y resolver el supuesto crimen antes de que ocurra. Su reto supone una carrera contrarreloj en la que carece prácticamente de posibilidades. Significa situarse deliberadamente entre el cazador y su presa. ¿Por qué arriesgarse por las personas que le arrebataron su vida anterior? En el macabro ajedrez al que le obligan a jugar, muerte se paga con muerte pero, ¿existe la posibilidad de hallar un equilibrio? Si quieren saber, tendrán que leer...

Aunque Jaque al psicoanalista es sin duda una novela entretenida que mantiene al lector en tensión, el desarrollo argumental de Katzenbach en esta segunda entrega responde exactamente al mismo patrón que ya utilizara en su antecesora (protagonista amenazado, carrera contrarreloj, quién es quién con el asesino, el intento de adelantarse a sus acciones...) en detrimento de la originalidad y de cierto grado de factor sorpresa. Katzenbach vuelve a colocar el foco de la narración única y exclusivamente sobre el Dr. Starks, privando al lector de la perspectiva de otros personajes, ciertamente secundarios pero que aportan la frescura de la que su protagonista ya carece. Eso sí, el personaje central está hábilmente construido a nivel psicológico y garantiza al lector barra libre de sus cavilaciones, por lo que entenderá a la perfección el por qué de sus decisiones. Katzenbach vuelve hacer gala de un estilo sencillo y de una prosa concisa en la que abundan las descripciones detalladas. Sin embargo, el peso del diálogo en esta segunda entrega es bastante mayor que en la primera, lo que provoca un ritmo más acentuado y, cómo no, un aumento de la tensión y el suspense mientras nos vamos acercando a un final que, no sé los demás lectores, pero yo de algún modo me esperaba. Os dejo una frase de la obra que me ha gustado mucho: 

La muerte es como cualquier deuda de dudoso cobro. Al final hay que pagarla.

viernes, 8 de noviembre de 2024

A un lado de la carretera, de Paul Pen

La mente y el alma humana son y serán sin duda grandes enigmas cada vez más lejos de ser descifrados. Como una moneda cualquiera, son capaces de albergar en su seno cara y cruz, luz y oscuridad. La naturaleza morbosa del ser humano provoca que no se interese demasiado por la luz, pero ay de las sombras... Cuánto más altas sean las cuotas de mezquindad de un alma, más atención atrae, sobre todo en los lectores devotos del género negro. Y negra como la boca del lobo es la novela que acabo de terminar, que sumerge al lector en situaciones que quizá su mente (la mía tampoco, por supuesto) no esté preparada para absorber. Solo comentaros que entre sus páginas hay escenas que dudo que consiga olvidar con facilidad. 

La trama de A un lado de la carretera (HarperCollins, 2024), de Paul Pen, sitúa al lector en un área de servicio perdida en medio de ninguna parte, en el Hotel Restaurante Plácido, que hace honor a todo menos a su nombre. Hasta allí se ha trasladado el escritor (o proyecto de escritor) Lucas Falena, como Truman Capote en A sangre fría, para escribir lo que en su mente se perfila como una gran novela de true crime, basada en un horrendo crimen que pocos días atrás tuvo lugar en una de las habitaciones del hotel y cuyo protagonista es la familia propietaria. Un padrastro muerto, una madre agonizante y una hermana herida. Y la sangre reina de la escena. Rodeado del ambiente sobre el que escribe, Lucas Falena irá conociendo a la familia protagonista, y entablará una suerte de amistad con Coral, una de las víctimas, una niña especial, de carácter extremadamente reservado, con los ojos llenos de noche y sus pocos años repletos de misterio. Su interés radica no en el morbo truculento que ha atraído la atención incluso a nivel nacional, sino en retratar el dolor humano que hay detrás de los crímenes y sobre las siniestras profundidades del alma humana. Pero ello no evitará que la gente lo perciba como un carroñero, alguien que se aprovecha de la desgracia ajena en su propio beneficio. Lo que Lucas no espera es que, su presencia en el lugar de los hechos y esa relación que mantiene con Coral, acaben por convertirlo también en protagonista de una historia cuyo final es tan escabroso como inesperado.

Una de las cosas que más llama la atención de A un lado de la carretera es el aislamiento y la desolación que se desprende de la propia ambientación de la novela. Asimismo, es curioso que el macrocontexto de este domestic noir sea puramente metaliterario: una novela sobre la creación de una novela. Aunque el principio quizá sea un poco lento, está impregnado de una calma tensa que impulsa al lector a querer saber. Narrativa muy visual, la mayor parte en primera persona, desde la perspectiva de Lucas Falena, lo que nos permite empatizar con sus motivaciones. Si bien es cierto que en la novela apenas tiene peso el diálogo, el ritmo irá siempre en aumento, al igual que el suspense y la tensión, para lo cual el autor usa como arma la brevedad de los capítulos y las frases. La trama es profundamente conmovedora e impactante y los personajes creados por Paul Pen para esta historia están irremisiblemente rotos, marcados a fuego por la crueldad y la desesperación. Como no quiero extenderme más, solo me queda recomendaros su lectura. Disfrutadla si tenéis la oportunidad.

viernes, 1 de noviembre de 2024

La isla de las últimas voces, de Mikel Santiago


Si hay un autor experto en crear ambientes claustrofóbicos y elevar la tensión por encima de niveles soportables, ese es Mikel Santiago. Hoy he terminado la última de sus cuatro primeras novelas, anteriores a su Trilogía de Illumbe y, si bien no es la que más me ha gustado, sí debo decir que me ha atrapado desde la primera página.

En La isla de las últimas voces, Mikel Santiago sitúa al lector en los días previos a Navidad en St. Kilda, una isla perteneciente a Escocia perdida en el inhóspito Mar del Norte, lejos de la civilización, de donde la mayor parte de sus habitantes huyen a bordo del último ferry antes de que una tormenta de magnitud previsiblemente considerable los aisle del resto del mundo. Solo unas pocas almas, por diferentes motivos, han decidido quedarse, con la esperanza de que la amenaza climatológica sea menos catastrófica de lo previsto. Entre ellas se encuentra Carmen, una mujer española que se refugia en la isla huyendo de su demoledor pasado y que vive y trabaja en el Kirkwall, el único hotel de la isla,  regentado por Amelia Doyle. Las primeras páginas de la novela son realmente claustrofóbicas, pues comienza en la bodega de un avión donde viaja, en misión absolutamente secreta, el sargento Dave Dupree junto a otros militares y un par de científicos, custodiando un peculiar contenedor, un reefer al que se refieren como "la Caja". Mientras sobrevuelan la isla de St. Kilda, les sorprende una tormenta que provoca que el avión caiga al mar. Dave es el único superviviente, pero no es capaz de cumplir sus órdenes y destruir la Caja, que flota en el mar hasta que unos pescadores la encuentran y la remolcan hasta St. Kilda. Este misterioso hallazgo trastornará a los pocos habitantes que permanecen en la isla. Bajo un feroz temporal que cortará todo tipo de comunicaciones con el continente, y bajo el influjo de aquello que habita el interior de la enigmática Caja, los acontecimientos en St. Kilda adquirirán un cariz dramático y peligroso para Carmen y los que, junto a ella, conforman la resistencia.

Con una narración a varias voces, Mikel Santiago tensa y tensa la cuerda hasta llevar al lector a una situación inquietante y perturbadora que le hará vivir casi en carne propia las escenas y el ambiente atroz y violento que invade hasta el último rincón de la isla. La trama de La isla de las últimas voces es trepidante y dinámica, con capítulos cortos, narrados por sus protagonistas principales, gracias a los cuales podemos conocer sus pensamientos y sentimientos en cada momento de la historia. La intriga y el suspense van aumentando de forma constante, con muchos giros que mantienen el ritmo de la lectura hasta el final. Como en la mayoría de novelas del autor, la ambientación es un lujazo,  con unas descripciones magníficas que intensifican la tensión dramática, contagiando al lector de oscuridad, frío, viento e incluso terror. Sin duda, un buen thriller, aunque me hubiese gustado que me hubiera explicado un poco más ciertas cosas. 

domingo, 27 de octubre de 2024

Bajo la bruma del silencio, de Miguel Santos


En ocasiones la vida es solo ese monótono transcurrir de momentos y situaciones tan parecidos entre sí que se confunden entre ellos y con el gris plomizo que viste el cielo algunas mañanas de otoño. Con cierta desgana nos dejamos mecer por la rutina, respiramos y vivimos, sin percatarnos de lo valioso de cada uno de esos momentos cotidianos. Dice la sabiduría popular que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, y qué cierto es a veces. Tienen que irrumpir en nuestras vidas la debacle, el dolor, el adiós o el miedo, marcando un hito en nuestra memoria, para que nuestros ojos se abran de verdad y comprendamos el valor de lo esencial. Preguntadle si no a los supervivientes de una tragedia si no cambiarían todo lo que tienen por regresar a esa tan denostada a veces normalidad. Y si hablamos de tragedia, dejando aparte las ignominiosas guerras, los primeros puestos del ránking del dolor y la desgracia están sin duda copados por las catástrofes naturales. La novela que acabo de terminar trata precisamente de uno de esos cataclismos, relatado desde el punto de vista de dos personajes muy distintos entre sí pero cuyas voces quedan irremediablemente hermanadas por el mero hecho de haber sobrevivido a la hecatombe. 

En Bajo la bruma del silencio (Knowmadas Books, 2024), Miguel Santos sitúa al lector en 1970 en la localidad peruana de Santo Domingo de Yungay, a casi dos mil quinientos metros de altura sobre el nivel del mar. El último día de mayo de aquel año, la pequeña población se prepara para vivir un evento inolvidablemente festivo: por primera vez un circo, el circo Berolina, levanta su carpa en el lugar. En las semanas y los días previos, se respira en la localidad un ambiente agitado, que conocemos gracias a la voz de la niña Ariela. Mientras, a más de 400 kilómetros de allí, en Lima, Armando Peña recibe una oferta para que el payaso Cucharita vuelva a hacer reír al público bajo la carpa del circo Berolina, que acepta de buen grado tanto por vocación como por posible solución a sus problemas económicos. Sin embargo, el domingo 31 de mayo de 1970, día fijado para la inauguración, será recordado por motivos lamentablemente bien distintos: a las 15:23, un seísmo de magnitud 7.9 en la escala Richter, con epicentro en el mar de Áncash, sembraría el caos y la destrucción en esta región y en algunas otras colindantes, dejando un indecente número de víctimas. Además, el terremoto originó el desprendimiento de uno de los picos de la montaña Huascarán, sepultando en minutos la población de Yungay bajo un alud de fango y piedra. La primera función del circo estaba a punto de comenzar, y Armando, el payaso Cucharita, deberá dar lo mejor de sí mismo para salvar a los trescientos niños y algún adulto que en ese instante aguardaban el gran momento bajo la carpa, dirigiéndolos a un cerro cercano e intentando allí que la tragedia no golpeara a los más pequeños con toda su fuerza. En el otro extremo del pueblo, han sobrevivido quienes buscaron refugio en el cementerio, entre los que se encuentra Ariela, que misteriosamente se despierta allí tras haber sido arrollada por la histérica estampida de quienes trataban de escapar del alud, acompañada por una enigmática figura que la cuida y la reconforta. En uno y otro emplazamiento el lector será testigo de la desolación, del dolor y el miedo, pero también de la esperanza que suele acompañarlos.

A caballo entre la realidad y la ficción, con un toque incluso de realismo mágico, Miguel Santos y Knowmadas Books nos ofrecen en Bajo la bruma del silencio la historia emotiva, sin deleitarse en lo escabroso, de los supervivientes de una de las mayores tragedias acaecidas en tierras peruanas. Una historia de supervivencia y sufrimiento donde tiene cabida la luz de la esperanza. Un relato con un final sorprendente y unas últimas páginas que dejan en las yemas de los dedos el cálido tacto de la inocencia. Aquí os dejo un par de frases de la novela que me han encantado:

La magia es como el amor, hay que creer en ella para que funcione. Ese es el único secreto. (p. 223)

...el peor horror con el que alguien puede convivir es, con diferencia, el provocado por la incertidumbre. Es esa sensación que se gesta en tu interior y de manera silenciosa te consume, te desangra con lentitud... (p. 227)

Aurora no se durmió, de Judith Romero

Cuando era pequeña me encantaba que me contaran cuentos. Mi madre me enseñó a leer muy pronto y comencé a leerlos a una velocida...