domingo, 31 de marzo de 2024

La última noche en Tremore Beach, de Mikel Santiago


Una melodía es algo que todo el mundo ve, pero que muy pocos atrapan. Como si fuera una mariposa huidiza...

Las tormentas son fenómenos naturales que despiertan sensaciones contradictorias. Hay quien se siente atemorizado ante su fuerza imprevisible, mientras que a otros les fascina semejante espectáculo de la naturaleza. Los antiguos habitantes del mundo las consideraban como manifestaciones del poder divino. En todas las grandes civilizaciones se ha señalado a dioses como responsables de ellas: Raijin en Japón, Vajrapani para los budistas, para los hinduistas Paryania, Zeus en la mitología griega, Júpiter Fulgurator o Summanus en la romana, en la mitología nórdica estaba Thor y su martillo, y así muchos otros. Más adelante, otros pueblos buscarían una explicación más racional a estos fenómenos (por ejemplo, los etruscos del siglo VII a.C. creían que los rayos estaban causados por el choque entre las nubes), pero no sería hasta mediados del siglo XVIII cuando Benjamin Franklin comprendiera la naturaleza eléctrica del rayo... Pero, ¿todas las tormentas se pueden explicar en términos científicos? ¿Qué hay de esotérico en algunas? ¿Llegan en momentos concretos como señal de algo o con algún propósito concreto? ¿Cómo nos puede cambiar la vida una tormenta? Todas esas preguntas podría intentar responderlas, con mayor o menor probabilidad de éxito, Peter Harper, el protagonista de la novela que he terminado de leer esta madrugada, y que ha conseguido algo que echaba de menos desde hace tiempo: no me duermo hasta que no sepa cómo termina esta historia.

La última noche en Tremore Beach (Ediciones B, 2014), de Mikel Santiago, es un thriller psicológico en toda regla, un verdadero page turner que he devorado en poco más de un día. Su principal protagonista, Peter Harper, es un reconocido compositor de bandas sonoras que, tras un traumático divorcio y la pérdida de su inspiración, decide dejar su rutina de Amsterdam y buscar refugio en una casa de Tremore Beach, una solitaria playa irlandesa. Con este exilio voluntario tratará de poner su vida en orden y recuperar el favor de las musas que lo abandonaron en plena espiral de amargura. No tardará mucho en ganarse la amistad de sus únicos dos vecinos —Leo y Marie—, y comenzará una relación sentimental (sin etiquetar) con la preciosa Judie, que regenta una tienda y la única pensión para los turistas que visitan el lugar. Parece que, aunque no está siendo productivo a la hora de retomar sus composiciones, al menos ha conseguido la vida tranquila que buscaba hasta que, una noche, todo se le tuerce al ser atravesado por un rayo y sobrevivir de puro milagro. Al parecer, además, Peter ha recibido como herencia materna una especie de don que le avisa de situaciones de peligro. Él se resiste a reconocerlo, a hacer caso a esa voz interior que le dice lo que debería o no hacer. Después de salvarse milagrosamente del rayo, comienza a tener visiones donde ve que sus hijos –que han venido a pasar con él parte de las vacaciones—, sus vecinos y Judie están en peligro. Para los diferentes médicos que lo tratan no son más que pesadillas o alucinaciones causadas por el alto voltaje del rayo, pero él percibe que esas visiones son una aviso de algo... ¿Será todo producto de su mente o habrá algo de cierto en que Peter está intuyendo una amenaza futura? La intriga es enorme y desconcertante en ocasiones. Se difuminan las fronteras entre lo real y lo irreal. 

Peter será el encargado de narrar la historia en primera persona, lo que hace conocer mejor al protagonista y empatizar más con él. Durante la historia te pones en su piel de tal manera que hasta parece que te está ocurriendo a ti. Los demás personajes, aunque descritos en breves pinceladas, están llenos de vida; no son meros personajes secundarios, sino que todos tienen su papel. Las algo más de 400 páginas de la obra debut de Mikel Santiago están repletas de una intriga y una tensión excelentemente dosificadas y enganchan al lector desde el minuto cero. Como siempre digo de las novelas de Mikel, la ambientación es absolutamente perfecta. Ha sabido impregnar las páginas que desarrollan su historia del olor a turba mojada, del aullido del viento en sus paisajes agrestes, del frío de las solitarias costas norteñas y del calor de la chimenea de una pequeña taberna, incluso del sabor de una buena pinta de cerveza. Y lo hace con maestría, consiguiendo un realismo que hace que el lector se sumerja a pleno pulmón en la historia, un realismo que no se resiente cuando entran en juego los elementos sobrenaturales de la misma. Hace encajar lo misterioso de forma natural y sin fisuras. Con una prosa sencilla y rápida donde abunda el diálogo, Mikel Santiago nos mete de lleno de un adictivo thriller de misterio ambientado en un escenario realmente impresionante. ¿Os lo vais a perder?



viernes, 29 de marzo de 2024

Mejor muerto, de Susana Rodríguez Lezaun

Qué ganas tenía de reencontrarme con ella. Con la poli experta en saltarse las reglas y seguir su instinto y su sentido de la justicia ignorando las más que probables consecuencias. Con el ser frágil que esconde sus heridas bajo el tatuaje de un árbol seco y unos cuervos que ya no alzarán el vuelo. Con la mujer que halla paz en las tormentas probablemente porque su fragor y el ruido del trueno acallen en parte la voz de sus propios demonios. Qué ganas tenía de volver a leer a Susana Rodríguez Lezaun y a sentir a Marcela Pieldelobo, aunque a veces me enfade con ella porque esa criatura literaria me saca de mis casillas en ciertos momentos. Treintañera, con un carácter muy particular y poco agradable, y una trayectoria repleta de dolor. Aun así, caigo rendida ante su testarudez, su temeridad y su manera de transgredir las normas cuando la situación lo precisa. Me encandiló en Bajo la piel, me enganchó en En la sangre y ahora, con esta tercera entrega, me confirma que tengo motivos de sobra para seguirla hasta donde ella quiera.

En Mejor muerto (Harper Collins, 2024), Susana nos devuelve a una inspectora Pieldelobo al borde del abismo. Ya no puede apoyarse en su fiel compañero y amigo Bonachera pues, por razones que se explican en la anterior entrega, ha sido apartado del Cuerpo y se ha trasladado a Barcelona. Su lugar lo ocupa el subinspector Vila, cuya vida personal dará mucho juego y pondrá el punto de morbo en la novela. En esta ocasión, el tándem Pieldelobo-Vila deberá concentrar toda su atención y energía en resolver el secuestro de Francisco Sarasola, un conocido empresario del sector inmobiliario pamplonica. Poco tiempo después de denunciar su desaparición, la familia al completo recibe en sus dispositivos móviles un vídeo en el que se aprecia a Sarasola malherido en el suelo. Dos hijos de su primer matrimonio, una exmujer ofendida, un tercer hijo menor de edad de su actual esposa, fiel creyente del tarot... Conforme avance la investigación, quedará claro que a su familia le resulta tan sencillo vivir sin él... ¿Qué tipo de individuo es Sarasola para que los que se supone que deben quererlo solo estén de acuerdo en una cosa: en que estaría mejor muerto? Una investigación a contrarreloj, chantajes varios, rencillas y violencia son algunos de los ingredientes de la trama policial de esta obra.

En su vertiente personal, al principio de la novela parece que la relación sentimental de Marcela y el foral Damen Andueza se ha consolidado, pero pronto podremos ver que el interior de Marcela es un verdadero campo de batalla en el que cada vez tiene menos posibilidades de resultar vencedora. Ahí es justo donde se me clava en el alma y me hace sufrir lo indecible. Su pasado no termina de marcharse nunca y la lucha contra el dolor, contra sus miedos y sus dudas es extenuante y no le permite disfrutar del amor que siente (porque lo siente) y del que recibe (porque lo recibe). Se me encoge el corazón al pensar, y a veces se me olvida que Marcela es un personaje literario...

En Mejor muerto, Susana Rodríguez se mantiene fiel a su estilo sencillo y directo, a un ritmo narrativo que mantiene en vilo al lector a base de capítulos cortos y un manejo impecable de la tensión dramática, obteniendo como resultado un thriller intenso y altamente adictivo. Podría seguir, pero no quiero hacer esto más largo, que seguramente tendreis muchas páginas que leer. Os dejo unos cuantos fragmentos de la obra que me han hecho sentir...bueno, leedlos y sacad vuestras propias conclusiones:

Estaba cansada de dejarse el alma. Nunca había nada fácil. Sintió el peso de sus hombros, la debilidad de sus brazos. Se estaba rindiendo. Pensó que quizá no estuviera mal aceptar la realidad y dejarse llevar, admitir que no había nada que pudiera hacer y tirar la toalla. Solo por una vez, ¿qué más daba? ¿A quién le importaban sus esfuerzos, sus desvelos, las cicatrices de su cuerpo?

Por último —seguía tras el murmullo de protesta—, está la amistad por la virtud, por lo bueno. No se busca sacar provecho, no se busca pasarlo bien, sino que se siente un aprecio sincero por la otra persona. Es la amistad del corazón. Ojalá encontréis a alguien a quien llamar amigo de verdad.

—Más importante que callarse —dijo ella— es saber con quién estás hablando.

lunes, 25 de marzo de 2024

Un millón de gotas, de Víctor del Árbol

¿Qué es el océano, sino un millón de gotas?

Qué difícil es a veces escribir sobre una novela cuando te ha gustado tanto que ha marcado un antes y un después. En el fondo, sientes temor a no hacerle justicia, a no ser capaz de transmitir todo lo que te han hecho sentir sus páginas, todo lo que te ha revuelto por dentro y lo que, pese a la dureza y al dolor inherentes a su lectura, has disfrutado con ella. Nunca había leído nada de Víctor del Árbol —lo cierto es que la novela cayó en mis manos por recomendación más que explícita—, y esta primera aproximación al autor ha sido toda una revelación, gozada y sufrida a partes iguales.

En Un millón de gotas (Ediciones Destino, 2014) encontramos un thriller de gran intensidad articulado en torno a la traición, la venganza, el amor, el deseo y el miedo, entre otros. Ya desde las primeras páginas nos vamos a sentir atrapados por la historia, ya que Víctor del Árbol arranca la trama de modo brutal (en el sentido literal de la palabra), con el asesinato de un niño y el consecuente proceso de autodestrucción de su madre. Puede que a priori este inicio no sea originalísimo, pero pronto nos enteramos de que ella, Laura, es policía y se deja la piel en una investigación que intenta destapar una red de trata de blancas, abuso infantil, corrupción, etc. Cuando encuentren el cadáver del presunto asesino de su hijo, será señalada y acusada como principal sospechosa. Tras la desaparición de esta, su hermano Gonzalo, un abogado anodino cuya propia vida le es ajena y vive bajo la sombra de su omnipotente suegro, recibirá el testigo de seguir con la investigación y poner fin a la Matrioshka, una organización cuyos ramificaciones enturbian hasta los más altos niveles de la élite. Pero esto no es más que el principio. Si en algún momento pensáis que tenéis delante una trama sencilla, os equivocais, porque a lo largo de sus páginas se desarrolla una novela compleja, llena de misterios y secretos, cuyo final queda atado y bien atado de una forma totalmente coherente. Víctor del Árbol alterna en la narración dos periodos temporales diferentes, uno que empieza en el año 1933 y del que el protagonista principal, aunque no el único, es Elías Gil (padre de Laura y Gonzalo), y  otro que se desarrolla a partir del año 2002 como resultado y consecuencia del anterior. Los personajes de la novela, aunque a simple vista puedan parecer simples (el ingenuo, el anodino, el malvado...) son en realidad totalmente poliédricos, repletos de aristas y matices, y muchos de ellos se esconden tras una fachada creada con un propósito concreto, demostrando fehacientemente que todo lo que reluce no es oro.

Si tuviera que quedarme con un aspecto concreto de Un millón de gotas, lo tendría francamente difícil. Me ha encantado la forma de escribir del autor, su manera de hilvanar y ambientar la historia, su modo de engranar todos los elementos para construir con ellos una de las mejores lecturas que ha pasado por mis manos hasta la fecha. Me gusta cómo explora el tema de la maldad, que habitualmente endosamos a seres enfermos o despiadados, pero que quizá no nos sea tan ajena como pensamos. Victor del Árbol expone de manera magistral las pasiones y lo que conllevan. La venganza que perdura a través del tiempo. El amor fraternal. El amor que nunca se borra. El amor incondicional que se niega a ver la sombra de maldad que acecha al ser amado. El amor puro y simple del que no espera nada. Y por si no teníamos suficiente, el autor dosifica muy bien, a lo largo de la trama, pinceladas de misterio, de secretos familiares que hacen la historia más atractiva todavía. A pesar de que el ritmo narrativo va creciendo y nos genera la necesidad de seguir, no queremos hacerlo demasiado rápido, por si se nos escapara algún detalle. Se le agradece al autor también la prosa certera, sencilla y directa, y su habilidad para transmitir con ella el profundo horror que destilan algunas escenas sin necesidad de recrearse demasiado en lo escabroso o lo grotesco. Lo cierto es que consigue que duela igual o más incluso. Creo que no es necesario seguir, ¿no? ¿Habéis captado ya que os la recomiendo? 

Pues os dejo unos cuantos fragmentos de la novela que se quedan dentro de mí: 

Todo se pone en marcha con un simple gesto. La primera gota que cae es la que empieza a quebrar la piedra, ¿no es cierto?

...entonces cruzó aquella línea roja que ella misma había trazado: puedes fantasear con las vidas que quieras, pero ésta es la que tienes, la que has elegido y por la que debes pelear

Las cosas importantes no necesitan decirse para ser ciertas, y a veces el silencio es la única verdad posible.

¿...cómo se quema lo que te arde por dentro? ¿Qué hacer con las cenizas si, por mucho que uno se empeñe en esparcirlas, el viento las deja una y otra vez amontonadas en la puerta de tu casa?

Uno sabe cuándo camina hacia la destrucción, pero no tiene voluntad para impedirlo

Las palabras mienten, pero la mentira puede ser el único consuelo posible.

Nadie puede imaginar hasta qué punto llega a ser retorcido el ser humano cuando se le otorga el papel de verdugo, qué grado de sadismo y placer encuentra en el martirio de sus víctimas. 

Lo bueno que tiene el miedo, Gonzalo, es que cuando te libras de él es como si nunca hubiera estado doblándote la espald







martes, 12 de marzo de 2024

El caso Alaska Sanders, de Joël Dicker


Ya lo habré dicho antes pero, sin lugar a dudas, sé que algo me gusta cuando quiero más, y lo cierto es que me encanta cómo escribe Joël Dicker. Hablamos de un autor con un estilo inconfundible y una habilidad asombrosa para sorprender al lector y mantenerlo pegado a las páginas de forma casi patológica. Dicker es un mago contador de historias, un prestidigitador del engaño, un maestro del trampantojo. Un experto en el arte de las máscaras capaz de envolver a cualquier lector en sus narraciones. Y, por si eso fuera poco, las musas de las letras le han concedido el don de tocar el corazón como pocos. La novela que acabo de terminar es un thriller que demuestra, una vez más, que el suizo domina a la perfección los entresijos del suspense. 

Con un estilo sencillo, efectivo y una narración impoluta, en El caso Alaska Sanders (Debolsillo, de Penguin, 2023) Dicker logra mantener al lector hechizado durante las 590 páginas de la obra. Aunque cronológicamemte fuese publicada en último lugar en la trilogía protagonizada por Marcus Goldman, es la continuación de La verdad sobre el caso Harry Quebert, no porque la trama tenga nada que ver, sino por las continuas alusiones tanto a la obra anterior como a los acontecimientos que en ella se relatan. Principios de abril de 1999. El cadáver de una preciosa joven, de nombre Alaska Sanders, es hallado a orillas del lago de Mount Pleasant, una pequeña localidad de New Hampshire. En el bolsillo de su pantalón, un trozo de papel con el siguiente mensaje: «Sé lo que has hecho». En su día, el caso se cerró con rapidez debido a que ambos culpables confesaron. Once años después, en 2010, uno de ellos cumple cadena perpetua, pero una dolorosa muerte y una carta anónima darán pie a que Marcus Goldman, el famoso escritor, y el sargento Perry Gahalowood se unan de nuevo para emprender una investigación oficiosa y descubrir al verdadero culpable de aquel crimen que pesa en ciertas almas como una losa. Para colmo, Marcus arrastra la pena de haber perdido a su amigo Harry, pues tras los sucesos que aclararan la muerte de Nola Kellergan, este le hizo una visita fugaz en su piso de Nueva York y después desapareció como si se lo hubiese tragado la tierra. Y...y nada, si queréis saber más, lo leeis, faltaría más.

Una vez más, Dicker navega entre el presente y el pasado, entre lo que ocurrió en 2010 y lo acontecido en 1999, manejando con pulcritud los tiempos a golpe de flashback, desvelando momentos del pasado de sus personajes para construir, pieza a pieza, un puzle de acontecimientos con un enfoque narrativo múltiple, tanto en primera persona, de la mano de Marcus, como en tercera, con la voz de un narrador omnisciente. Con una prosa cuidada y asequible, a buen ritmo generado a golpe de capítulos de corta extensión, Dicker nos ofrece de nuevo una lectura fluida que provoca el ansia (sí, el ansia viva) de leer el siguiente capítulo para ver si en él se despeja alguna incógnita. El genio suizo tiene la habilidad de crear un constante clima de tensión, de intriga, en parte gracias a los constantes giros que se van presentando a medida que la trama avanza y al reguero de pistas y sospechosos que nos va dejando página a página. No cabe duda de que Dicker ha construido en El caso Alaska Sanders una novela magnética, una historia fértil con giros argumentales originales en la que se cuestiona en parte un sistema judicial imperfecto que condena tras investigaciones clausuradas de manera poco ortodoxa y juicios apresurados. Muy recomendable.

Aquí os dejo unos cuantos fragmentos que me han robado el corazón: 

«Cuando se quiere, se quiere a pesar de uno mismo; es para siempre»

«Un amigo no se busca, un amigo se revela como tal»

«No sé si tiene arreglo, escritor. ¿Y sabe qué le digo? Que mejor que no lo tenga. Eso quiere decir que hemos amado de verdad. Duele mucho, pero le presta todo su sentido a nuestra corta vida»

«...he entendido sobre todo que nuestros demonios no desaparecen nunca. Nos acostumbramos a ellos y acaban por compartir nuestra vida cotidiana sin mayores trabas»









jueves, 7 de marzo de 2024

El libro de los Baltimore, de Joël Dicker

Hay lecturas por las que una lectora pondría en pausa la vida y se dedicaría exclusivamente a devorarlas, obviando menesteres tales como dormir o comer (imaginaos los otros menos placenteros). Son obras que nos enganchan tanto los ojos y el cerebro como el corazón. Historias que te mantienen despierta aunque haga horas que el sueño ha llamado a tu puerta, solo para saber un poquito más de unos personajes que sabes a ciencia cierta que van a quedarse contigo mucho más allá de la última página. Y no te queda más que disfrutarlas y dar las gracias de corazón a quien te las recomendó.

El libro de los Baltimore (Debolsillo, de Penguin, 2018, con traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego), de Joël Dicker, supuso el regreso del personaje Marcus Goldman a las vidas de los lectores tras haber puesto patas arriba la pequeña población de Aurora en La verdad sobre el caso Harry Quebert. En esta obra,  ambientada simultáneamente antes y después de los hechos de esa primera novela, Goldman viajará de su presente de 2012 a los años de su infancia, adolescencia y primera juventud, en saltos temporales que irán cerrando círculos. La trama comienza cuando Marcus recibe una llamada telefónica de su tío Saul, el mismo día en que su primo Woody ha de ingresar en prisión, instándole a desplazarse hasta Baltimore porque ha sucedido algo grave. Es el 24 de octubre 2004 y está a punto de desencadenarse el "Drama" que marcará su vida para siempre. Mediante una deliciosa narración en primera persona, Goldman rememorará sus experiencias dentro de La banda de los Goldman, junto a sus primos Hillel y Woody (este último un chico conflictivo pero de gran corazón al que acogen los tíos de Marcus). La infancia, adolescencia y edad adulta de Marcus se irán construyendo en torno a los secretos de familia, los engaños y el amor. Conoceremos la envidia que profesaban los Goldman-de-Montclair hacia los Goldman-de-Baltimore, más ricos, más atractivos, más seguros de sí mismos. Y cómo idolatraba Marcus a su tío Saul, abogado de prestigio, y a su tía Anita. La relación fraternal de Hillel y Woody. La aparición de Alexandra y el amor al mismo tiempo. Hasta el gran "Drama" de 2004, cuando todos los sueños y todos los lazos se hacen añicos. En su presente de 2012, seremos testigos de cómo Marcus relata su historia a su vecino Leo Horowitz al tiempo que intenta recuperar como sea el amor que perdió. ¿Lo logrará? ¿Sanarán sus heridas? Si quereis saberlo, tendreis que leer...

En El libro de los Baltimore encontramos una novela perfecta, con una trama magnífica y bien hilada, llena de intriga y sentimientos. Como buen suizo, Dicker engrana todas las piezas con la precisión de un reloj. Las risas, la tensión, los miedos, los rencores, los secretos, las envidias, la inocencia, el amor… está todo tan bien narrado que es imposible no enamorarse de sus letras. Y los personajes están ideados para que asalten el corazón de los lectores sin pedir perdón ni permiso. Dicker muestra una habilidad pasmosa para engancharnos tanto a nivel literario como emocional. La historia que relata es muy potente, a ratos divertida y cruda en otros momentos. Nos hace reflexionar sobre dónde están los límites de nuestros instintos más primarios: el sexo, el odio, la envidia… pero es también una oda al amor que hace sombra a todo lo demás y nos lleva a sacrificarnos por las personas a las que queremos. Una lectura más que recomendable.




lunes, 4 de marzo de 2024

Flores en el ático, de V.C. Andrews

¿Qué es la familia? ¿Qué es una madre? ¿Qué es en realidad lo que mueve el mundo, el amor o el dinero? ¿Hasta dónde pueden llegar la ambición y la crueldad de una persona? ¿Cómo se transforman las flores de la dulzura y la inocencia en ponzoñosas espinas de dolor? Es fascinante como puede una historia encoger hasta tal punto el corazón de los lectores; es asombroso cómo es capaz una ficción de provocar la empatía de esta lectora y que esta tenga que cerrar el libro porque no le cabe una gota más de angustia. Sí, esto es lo que me ha ocurrido con la novela que acabo de terminar, disfrutada y sufrida a partes iguales.

Flores en el Ático (Ediciones Orbis, 1995, aunque la primera edición vio la luz en 1979), de V. C. Andrews, es la primera entrega de la saga Dollanganger y es, hasta la fecha, una de las obras más tristes y desgarradoras que he leído, el relato del padecimiento de cuatro niños encerrados a causa de un pecado que jamás cometieron. Al principio de la novela, se nos presenta a la familia Dollanganger como la familia ideal. Rubios, perfectos, amorosos, en excelente posición económica gracias al trabajo de un abnegado padre que solo pasa en casa los fines de semana. La voz de Cathy, la hija mayor, es la que narra la historia, la que cuenta cómo llegan al mundo sus dos hermanos pequeños, a los que primero detesta y luego querrá con locura. La que le relata al lector la rotura de la burbuja de ensueño en la que viven al fallecer su padre, en un accidente de tráfico, el mismo día en que hubiese cumplido 36 años. Una vez transcurrido el duelo y agotados los recursos económicos, Corrine, la madre, decide volver a casa de sus acaudalados padres, quienes la tacharon como hija a los 18 años por haber cometido un "delito" imperdonable. Contra todo pronóstico, la abuela acepta ayudarla, y los cinco se trasladan allí mientras Corrine consigue trabajo y dinero para mantener por sí sola a la familia. Corrine les explica a sus hijos que ellos tendrán que vivir en clausura en el ático de la enorme casa mientras ella logra que su padre la perdone y la incluya de nuevo en el testamento. Solo una noche, solo unos días... que se prolongarán durante años de indecible maltrato para unas criaturas que nada tuvieron que ver en la mácula del deshonor de su madre. Hasta aquí puedo contar para no hacer excesivo spoiler. 

Flores en el ático es adictiva a más no poder. El lector siempre piensa que nada puede empeorar para estos chiquillos, pero luego descubre que sí, que puede, y que lo hará, haciendo trizas el alma. El villano de la historia será la abuela, una implacable fanática religiosa que odia a sus nietos por el mero hecho de haber nacido y los considera hijos del diablo. La dulzura e inocencia de los niños se muestran en clara contraposición al mal y los prejuicios encarnados en los adultos. El lector será testigo de cómo esa inocencia infantil se irá corrompiendo ante la duda y la mentira, y acompañará a la joven narradora en la encrucijada que les parte el alma y los sitúa al borde del abismo entre el resentimiento y la capacidad infinita de amor de unos hijos hacia la que les dio la vida. Miles de preguntas (muchas sin respuesta) rondarán la mente lectora. ¿Qué es más deleznable, el azote o el olvido? V. C. Andrews también nos deja ver en sus páginas la dolorosa llama de la esperanza vestida de flores de papel que adornarán el ático y las ilusiones de los niños, y transmitirá la importancia de mantenerse fuerte hasta en los momentos más oscuros. Sin embargo, no escatimará en recursos para mostrar a todo color el abuso emocional, físico y verbal que recibirán los pequeños, y que generará en el lector una terrible sensación de impotencia. Uno de los puntos clave de la novela es, sin duda, el magnífico desarrollo y evolución de los personajes, cómo va forjándose poco a poco su carácter y su modo de pensar conforme transcurre la historia. La ambientación claustrofóbica y la descripción de las emociones también son soberbias. Es un hecho que te rompe el corazón y, al finalizar la lectura, una parte de él se ha quedado entre los pequeños y las flores del ático. 


Aurora no se durmió, de Judith Romero

Cuando era pequeña me encantaba que me contaran cuentos. Mi madre me enseñó a leer muy pronto y comencé a leerlos a una velocida...