domingo, 21 de noviembre de 2021

El tiempo de las palabras azules, de Pedro Brotini Villa


El mundo está lleno de tesoros. Solo es necesario estar en el lugar adecuado y en el momento preciso para hallarlos. El azar puede ponerlos en nuestro camino un día cualquiera en el instante menos esperado y cambiar, a partir de ahí, la configuración del multiverso que habitamos. No es un secreto para nadie que esta lectora ha encontrado la mayoría de sus tesoros más importantes entre las páginas de un libro, y que alguno de ellos la ha cautivado hasta tal punto que ha hecho que sus ojos apreciaran en el cielo colores nuevos que hasta ese momento no había percibido. Descubrir una obra y que su autor sea capaz de reconfigurar las emociones que se se asocian a un color es, sencillamente, un regalo que no esperaba.

El sábado gris de ayer me obsequió con la oportunidad de descubrir El tiempo de las palabras azules, de Pedro Brotini, ganadora del IV Premio Volkswagen Qué Leer y publicada en 2011 por MC Ediciones. En esta primera novela, de corte psicológico, Brotini nos relata de manera exquisita una historia donde la melancolía y la esperanza brillan a partes iguales. Con una prosa cuidada, elegante y sosegada, nos cuenta cómo Angélica, tras toda una vida de apacible matrimonio, queda viuda y en una situación económica preocupante. Su única opción, vender el Volkswagen 1500 modelo 3 a medio restaurar que había sido la gran pasión de su difunto marido. Para ello contará con la inestimable ayuda de su amigo y abogado, Martín. En su búsqueda de la persona capacitada para continuar con la restauración de la joya automovilística, sus pasos los llevan a la puerta de Abel, un antiguo aprendiz del difunto en cuyo pecho late una historia de amor inconclusa que le aparta del mundo y de cualquier perspectiva de futuro. Durante el proceso de compostura del vehículo, surgirá entre Angélica y Abel un precioso vínculo de amistad que les llevará a ambos a desatar los nudos que les aprietan el pecho y les bloquean la esperanza. Además, alguien descubre la verdadera historia del automóvil que intentan vender (conectada a una celebridad mundial) y las expectativas crecen exponencialmente para lectores y personajes. Una verdadera delicia de historia que suaviza los contornos oscuros y afilados de la pérdida e instala al lector en el regazo de una calma apacible y deseada.

Desgranada en capítulos cortos que procuran una lectura ágil y al mismo tiempo tranquila, sin grandes sobresaltos, sin grandes dramas, sin estridencias, El tiempo de las palabras azules es, por el momento, la lectura más tierna que ha pasado por mis manos. Sus páginas destilan una dulzura y una emoción que, de algún modo, quedan adheridas a las yemas de los dedos y permean la piel hasta introducirse en ese espacio inconcreto al que llamamos alma. Un auténtico placer y una experiencia inolvidable.

Os dejo uno de los fragmentos que más me han gustado (pinchad encima de Palabras azules):

Palabras azules



sábado, 20 de noviembre de 2021

El Quinto Sol, de Andrés Cánovas Izquierdo

A lo largo de la historia, las diversas culturas se han aplicado en erigir y dar forma precisa a una cosmogonía que de respuesta al origen del universo y de la propia humanidad. Los mexicas, escindidos de los aztecas en algún punto indeterminado del tiempo, creían que, desde su creación, la Tierra y el Universo que la contiene habían pasado por cinco etapas, regidas cada una por un sol. Según ellos, ahora estaríamos en la era del Quinto Sol, y un día concreto de un año concreto sería necesario un sacrificio que posibilitara la continuidad de nuestra existencia.

En esta leyenda mexica se basa Andrés Cánovas Izquierdo para la construcción de su primera novela (y espero sinceramente que haya más) , que lleva precisamente el título de El Quinto Sol y ha sido publicada por los servicios editoriales de la Asociación Palin hace poco más de un mes. En sus algo más de 400 páginas, Andrés Cánovas le ofrece al lector una novela negra casi arquetípica con ciertos matices que la anclan sin lugar a dudas a nuestra era tecnológica. Geográficamente, sitúa la trama en la Región de Murcia, concretamente en Mazarrón y alrededores ya que, debido a su trayectoria personal y profesional, conoce bien la zona. El preámbulo de la obra, inquietante y absolutamente desasosegador, ya vaticina la tensión dramática de las páginas que vendrán a continuación. En el primer capítulo nos presenta al cabo de la PJ de la Guardia Civil León Montalbán, temporalmente suspendido de empleo y sueldo y al borde del colapso personal. Pronto conoceremos a su fiel compañero Chente y a Elena, una novata en el cuerpo que será toda una caja de sorpresas. El catalizador de la acción: una mujer que aparece en la playa con un corazón y unos mechones de pelo humano y afirma que solo hablará con el cabo Montalbán. A partir de ese momento, la tríada protagonista tendrá que ponerse manos a la obra para descubrir de dónde proceden los restos humanos y evitar nuevas muertes antes del ocaso del Quinto Sol pero... Pero, ¿de verdad esperan que se lo cuente? De eso nada. La leen y sufren como yo.

Intriga, mucha tensión, mentiras y medias verdades acompañarán al lector durante la mayor parte de la obra. Otras veces transitará, envuelto en un halo de tristeza, las sendas del remordimiento y la culpa, buscando el ansiado olvido en el fondo de una copa o de muchas. A menudo navegará también por la mente del asesino y de su inseparable hermano, y con él volverá al pasado anhelando encontrar alguna clave. Al autor se le da bien jugar con la perspectiva y, con mucho tino, otorga a cada uno de sus personajes la voz y el espacio necesarios para dinamizar y dramatizar una trama que atrapará al lector prácticamente desde el primer instante. Por otro lado, la portada de la novela es sencillamente espectacular, llena de fuerza y con mucho simbolismo (que apreciarán, sin duda, cuando terminen de leer la obra y vuelvan a mirarla con detenimiento). ¿Se la van a perder? 

domingo, 14 de noviembre de 2021

Descenso al abismo, de Javier Marín

Hay autores expertos en crear intriga y mantenerla durante toda la obra. Hay otros maestros de los giros argumentales que te dejan con la boca abierta. Y hay otros que combinan las dos facetas con tanto arte que mantienen al lector boquiabierto, ojiplático y con taquicardia la mayor parte de la obra. Entre estos últimos, podríamos citar, por ejemplo, al pinatarense Javier Marín, al que todavía tengo que decidir si aprecio u odio. Es bueno en lo suyo, desde luego, pero no sé si puedo perdonarle el haber estado a punto de volver a morderme las uñas.

En Tablero mortal ya dejó patente su valía como autor de novela negra, y vuelve a hacer gala de ella en Descenso al abismo, la segunda entrega de la serie Marco Duarte, autopublicada este mismo 2021.En esta última, que empieza unos meses después de haber cerrado el caso del asesino invisible, que mantuvo en jaque a toda la ciudad durante semanas en Tablero Mortal, Marco Duarte y su equipo se enfrentarán a un nuevo y macabro reto: descubrir la identidad del criminal que va dejando un rastro de cadáveres femeninos cuyo único factor común es que son mujeres, que viven solas, y la amputación post mortem de un dedo meñique. Hilos de los que tirar, entre pocos y ningunos. Tiempo, en negativo si quieren evitar un reguero de muerte. La prensa, para variar, no ayuda mucho y, por si faltaba algo, hay un topo en la comisaría. La perspicacia de un nuevo miembro del equipo les dará la clave para conseguir detener al asesino, pero mientras... Mientras, tendrán que leerla si es que acaso les picara la curiosidad porque, desde luego, no seré yo quien les vaya a hacer spoiler.

Carreras contra reloj, nervios, desesperación y angustia, y una luz al final del camino. Dramas personales, personajes intrigantes y alguna nota de amor. Letras de canciones (me encanta que el autor las incluya) y una pizca de magia. El conjunto de todo lo anterior junto a la narración ágil, dinámica, convierten a Descenso al abismo en una lectura adictiva no apta para lectores con cardiopatías. Sin embargo, lo que esta humilde lectora destacaría, por encima de todo, de esta novela es la maravillosa habilidad del autor para engranar tramas y subtramas de manera natural, encaminándolas sin dificultad alguna hacia su punto de convergencia, y sus asombrosos giros argumentales (que serían, sin duda, aplaudidos por el mismísimo Jeffrey Deaver). Léanla y me cuentan. 

lunes, 1 de noviembre de 2021

Cuentos de terror, de Sheridan Le Fanu

Hay veces que una coge una obra con mucha ilusión y, cuando acaba, se queda más fría que una mañana de enero. Eso es justo lo que me ha pasado con los Cuentos de Terror de Sheridan Le Fanu. Quiero pensar que la culpa la tengo yo por haber elegido una edición "barata" (la de Plutón Ediciones) con una traducción que deja bastante que desear (pesimísima a ratos, diría yo), porque me parece imposible que el autor de mi adorada Carmilla me haya dejado tan indiferente.

Aun así, pensaré en los aspectos positivos para que la decepción no sea completa. Un punto a favor de Le Fanu es la ambientación de los relatos: los sitúa en el frondoso paisaje de su Irlanda natal, de un lujurioso verde durante el día y una siniestra oscuridad durante las horas nocturnas. Inmersos en lluvia, bruma y misterio. El atrezzo victoriano de escenarios y personajes también ayuda bastante, pero...

Ay, son muchos peros. Por un lado, Le Fanu basa sus relatos en el folklore irlandés, riquísimo en mitos y leyendas, por lo que me extraña y casi me ofende que sean tan repetitivos en cuanto a personajes y situaciones: disputas por herencias, vidas descarriadas y apariciones fantasmales que casi en su totalidad, conducen a la muerte. Pocos cuentos se salvan de este patrón. Por otro lado, la traducción es a ratos tan mala que, en lugar de inquietud, lo que me ha provocado ha sido una confusión mayúscula y algún bostezo de aburrimiento.

Dentro de un tiempo, tendré que volver a esta obra en versión original a ver si mejora algo. De momento, ustedes alejense de esta edición y no pierdan su precioso tiempo. 

Aurora no se durmió, de Judith Romero

Cuando era pequeña me encantaba que me contaran cuentos. Mi madre me enseñó a leer muy pronto y comencé a leerlos a una velocida...