domingo, 23 de junio de 2024

El enigma de la habitación 622, de Joël Dicker

¿Qué somos capaces de hacer para defender a las personas a las que queremos? Ese es el rasero por el que medimos el sentido de nuestra propia vida.

En mi humilde opinión, las mejores obras siempre dejan poso en el lector. Una tormenta de preguntas para las que probablemente no ha nacido respuesta. Un cúmulo de reflexiones, de sentimientos y emociones que, al menos a mí, me cuesta bastante concretar en palabras. El extracto que encabeza esta entrada pertenece a la novela que acabo de terminar y no para de darme vueltas en la cabeza. ¿Hasta donde seríamos capaces de llegar para proteger a aquellos a quienes realmente amamos? ¿Qué entregaríamos a cambio de su bienestar y su seguridad? ¿Con qué diablo pactaríamos para salvaguardar a cualquier precio el tesoro de su risa? Quizás estas respuestas no sean sencillas de expresar con palabras (o nos provoquen un miedo atroz), pero os aseguro que, si AMÁIS, ya las conocéis. Para algunos autores, el amor parece ser la fuerza que mueve el mundo, y Joël Dicker es el mago más devoto de este credo que conozco. 

En El enigma de la habitación 622 (Alfaguara, 2020), Dicker se sirve de su Suiza natal como escenario de una investigación a dos tiempos y de un triángulo amoroso con aristas espinosas. Supone la primera autoficción dickeriana que llega a mis manos y, sinceramente, espero que vengan más. Supone también un homenaje a su editor, Bernard de Fallois, fallecido poco antes de esta obra, tributo que procurará al lector los momentos más emotivos y sinceros de sus más de 600 páginas. La trama de El enigma de la habitación 622 se inicia con Joél Dicker protagonista refugiándose en la habitación 621 de un idílico hotel alpino, el Palace de Verbier, tras la reciente muerte de su editor y la posterior ruptura sentimental con su vecina Sloane. Allí conocerá a Scarlett Leonas, una atractiva huésped que se aloja en la 621 bis y que casi le obligará a investigar el motivo de que no exista en el hotel una habitación 622 y escribir un libro sobre ello. Paso a paso, y a pesar de las reticencias iniciales de los interrogados, descubrirán que en el pasado sí existió ese número de habitación, hasta que una mañana un empleado halló en ella un cadáver, justo después de la desastrosa celebración anual del prestigioso Banco Ebezner donde se suponía se conocería la identidad de su nuevo presidente (cargo al parecer bastante reñido). Scarlett y Joël averiguarán que la investigación de lo que ocurrió aquella noche nunca tuvo una conclusión definitiva pero, ¿llegarán Scarlett y Dicker a esclarecer el crimen? 

El enigma de la habitación 622 es una novela muy ágil de planteamiento original que se articula en torno a un triángulo amoroso. Una obra que mezcla la comedia (surrealista a veces, reconozcámoslo) con altas dosis de intriga, pues hasta la última parte se ignora tanto la identidad del asesino como la del finado. Dicker vuelve a hilar muy bien todos los cabos y deja más que patente su habilidad para desgranar  una historia en varios tiempos. En este caso, el lector viajará a través de tres líneas temporales: la investigación que Joël y Scarlett (que se autoproclama como su nueva asistente, llevan a cabo en el presente; el pasado en el que ocurrió el asesinato, y lo acaecido con 15 años de anterioridad al crimen, durante la juventud de los protagonistas. A pesar de que podría resultar algo confuso, Dicker siempre se las arregla para que el lector no se pierda en esta telaraña temporal. Las sorpresas y los giros argumentales que va urdiendo el genio suizo nos mantienen en vilo (y enganchadísimos) hasta la última página. Además, sus personajes se acercan en ocasiones a lo caricaturesco, sobre todo uno de ellos. Si queréis descubrir más, ya sabéis lo que os toca... Merece la pena, de verdad.

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