Serendipia: f. Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual.
Bendita serendipia. Creo que una de las cosas más bonitas del mundo es reconocer cuando alguien hace algo maravilloso y hacérselo saber. En mi pequeño gran universo de letras, corazón y algún suspiro, ciertos obsequios son recompensados con una gratitud infinita: que me hagan reír, que me sorprendan y que me obliguen a devorar un libro como si no hubiese un mañana. Por eso, aprovecho estas líneas para agradecerle a Gema Tacón el haberme regalado las tres cosas. Estamos a mitad de agosto, y ya me atrevo a decir que con Kate Warne y su autora he encontrado el tesoro del año. Cierto es que me vuelven loca y a veces me dan ganas de matarlas un poquito, pero en ello reside parte de su encanto. Gracias también a todos aquellos que con vuestras reseñas y vuestra insistencia me habéis llevado a descubrirla. Y dejo ya el terreno de lo empalagoso (que cuando la vena moñas hace pop ya no hay stop), porque lo que yo venía a contarles es cuánto he disfrutado con la novela que acabo de terminar.
Se trata de la tercera entrega de la saga Susurros de la gaditana Gema Tacón (hombre, no iba a ponerme ahora, después del momento moñas, a escribir sobre el libro de otro) y se titula Ola de silencio (primera edición 2023). Esta vez, la autora sitúa la trama en la tranquila isla de Tabarca (tranquila hasta que ella la escribe, claro). La ya ex policía Kate Warne (aunque no sea oficial, ella ya no se considera tal), con el alma rotísima tras el desenlace de El Apóstol de la muerte y con la semillita de su gremlin creciendo en su interior, decide tomarse un respiro lejos de los suyos para encontrarse a sí misma y convertirse en la mujer madre que realmente quiere ser. La noticia en un diario de la desaparición de una joven en la isla de Tabarca la lleva a hacer el equipaje y trasladarse hasta allí. Solo para ayudar un poco, se dice y, como siempre, se mete hasta un poquito más arriba del cuello. En colaboración (obligada) con la capitana Barrera, de una comisaría de Alicante, se verá inmersa en una investigación de lo más accidentado rodeada de un varioponto elenco de personajes, desde la cotilla del pueblo, pasando por un párroco con talante y nombre pelín inquisitorial, un par de polis poco espabilados a la primera vista y un simpático camarero que le hará tilín donde hacía ya tiempo no sonaba ninguna campana. Contarán con la impagable ayuda de la cerebrito Penélope García y con un cuarteto de individuos insólitos como poco cuyo dominio no es de este mundo. ¿Lograrán salir sanas y salvas y descubrir al criminal? Tendrán que averiguarlo ustedes, si acaso la curiosidad les pica.
Sangre, intriga, tensión, acción, cocktail de emociones, magia y alguna criatura onírica son algunos de los ingredientes de Ola de silencio que me han hecho disfrutarla al máximo. Suelo sentirme afortunada porque voy disfrutando de los autores y obras que elijo (o que me eligen, vaya usted a saber), pero es difícil igualar la conexión total que siento con las páginas de la gaditana. Su desparpajo, su manera desenfadada de escribir y provocarme una carcajada para que me miren raro mis vecinos de sombrilla. Su modo de desgarrar un corazón con frases cortas y punzantes. No diré más, que bastante me he alargado ya. Leedla. Merece la pena.
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