sábado, 12 de agosto de 2023

El Apóstol de la muerte, de Gema Tacón

Que no, que puedes irte a beber agua a la cocina, que no se te va a esacapar el malo. Que no, que a ti no te quiere eliminar ningún francotirador oculto desde un tejado. Que no aprietes un acelerador que no tienes bajo el pie porque nadie va a llegar más rápido a ningún lugar. Deja ya de hiperventilar, poramordediosbendito, y relaja las mandíbulas, que luego te va a doler la cabeza. Que no, que a ti no se te ha roto el corazón (o sí, pero será por otros motivos).

Que todo eso no te ha pasado a ti, sino a Kate Warne, y tú solo eres el lector o lectora que acaba de terminar El Apóstol de la muerte de Gema Tacón (la segunda edición de 2023, que la primera es de 2019), y ahora no sabes, dada la improbable situación de tenerla enfrente, si le plantarías un beso en los morros o le darías un bofetón épico. Por esta segunda entrega de la saga Susurros, la gaditana sería merecedora del Nobel del Sadismo porque, vamos, la forma metódica y concienzuda de causar sufrimiento al lector... La trama de El Apóstol de la muerte se inicia un par de años después de los hechos narrados en El último susurro, que aún van a dar algún coletazo que otro para complicarle la vida a Kate Warne, ahora ya capitana de la comisaría tras la resolución del caso anterior. Acostumbrada a la acción y a una vida disoluta, Warne se ahoga por momentos entre las cuatro paredes de su despacho y en la relación consolidada con Joseph Bell, hasta que el destino decide volver a jugar con ella a los dados y la nueva incorporación a su equipo —una rubia despampanante que le va a dar algún quebradero de cabeza— entra en tromba en su despacho para anunciar la desaparición de cinco mujeres que, al investigar un poco, resultan no existir. A la llamada de una desconocida que asegura que las desapariciones no son tales le sigue el asesinato en modo barbacoa de uno de los cinco denunciantes y, a partir de ahí, la trama va dando unos giros que traerán de cabeza (o de culo, según se mire) al equipo de Warne. Para colmo, al sur de la ciudad, un ángel exterminador con delirio megalómano —al que los medios pronto bautizarán como el Apóstol de la muerte— pretenderá purificar las calles eliminando a pecadores tales como prostitutas, drogadictos, mendigos y homosexuales. Con dos frentes abiertos de tal calado, a Kate Warne no le será posible tomar decisiones con la cabeza y, tanto ella como otros miembros de su equipo de verán expuestos a situaciones límite que acabarán... Si, hombre, que lo voy a contar todo. A sufrir como yo si quieren saber.

El Apóstol de la muerte es una obra sencillamente brutal. No entiendo por qué, pero al comenzar a leer no es que empatice con Kate Warne, sino que, mediante algún tipo de magia negra, de repente es su piel la que me cubre los huesos. En capítulos cortos y con un nivel Dios de tensión en cada uno, Gema Tacón consigue que el lector no quiera dejar de leer en ningún momento. Ni se imaginan la lucha que he mantenido conmigo misma para no saltar hasta las últimas páginas y que todo se arreglase, que fuese una confusión, un mal sueño, lo que fuera. Mientras perpetro esta reseña ( o este ejercicio de enajenación mental necesario para mantener la cordura) aún noto los latidos de un corazón que parece querer salírseme por la boca.

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