lunes, 28 de junio de 2021

El abismo verde, de Manuel Moyano

Volver a las letras de Manuel Moyano tras un par de semanas leyendo otras cosas es algo así como regresar al paraíso de la excelencia literaria (honestamente, he bajado el ritmo de lectura de sus obras porque quiero dosificar y prolongar al máximo el placer de seguir descubriéndolas). El abismo verde (Menoscuarto Ediciones, 2017) ha supuesto, pues, mi retorno al oasis de la "prosa moyaniana" (perdón), a su precisión y perfección de reloj suizo, a su magnífica elección de adjetivos y a su estilo impecable. 

«Dios somete a pruebas implacables a sus emisarios; por eso acabé apartándome de Él.»

Esas son las primeras palabras del Padrecito, protagonista de esta novela de aventuras narrada en primera persona que nos trae inevitablemente a la memoria a los grandes clásicos del género. Conrad, Stevenson, H. R. Haggard, Wells (entre otros) pueblan sus páginas tanto explícita como implícitamente. En El Abismo verde, encontraremos a un sacerdote asediado por dudas teológicas (las primeras palabras de la novela dan buena cuenta de ello), destinado a guiar las almas de los habitantes de un pequeño poblado sito en mitad de la selva amazónica. Objetivo complicado, pues las ovejas que deberá pastorear son un puñado de leñadores mestizos con el cerebro sofrito en alcohol de caña. Nuestro sacerdote descubrirá con horror a qué tipo de actividad de esparcimiento dedican sus ovejitas los sábados por la noche y decidirá emprender por su cuenta una santa cruzada contra el maligno y sus representantes en la tierra. Hasta aquí puedo contar de la trama. Lo demás lo tendrán que averiguar ustedes si así lo desean.

Moyano vuelve a demostrarnos en El abismo verde su solvencia indiscutible como narrador, atrapando al lector en su telaraña de acción y suspense bien dosificados, salpicados por interesantes reflexiones sobre la fe (religiosa), el pecado, el miedo, el desánimo o el sexo. Maestro es también en la descripción de escenarios y en la creación de atmósferas inquietantes, sin olvidar la minuciosa construcción del perfil psicológico de sus personajes principales. 
En definitiva, Manuel Moyano. No hay mucho más que se pueda añadir salvo que no pierdan la oportunidad y corran a leerlo.

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