Agotadísima mentalmente por circunstancias varias, huyo de este mundo que ahora mismo no comprendo y me refugio entre las letras de El lobo de Periago (Natursport, 2004) de Manuel Moyano, su tercera obra de corte antropológico (etnológico al menos). Voy leyendo página tras página y desaparece el tiempo. Cuando vengo a darme cuenta, me lo he bebido entero, y se me queda en las manos cierto aroma a melancolía.
El subtítulo de la obra, Historias de la Murcia rural, ya permite al lector intuir que va a pasear con Moyano por parajes remotos (remotísimos, y en su gran mayoría desconocidos para el común de los mortales) y a entablar conversación con individuos de algún modo excepcionales. Y son precisamente esos paisanos, con nombres y apellidos (o apodo) los que van a relatarnos anécdotas, costumbres, geografías y demografías con su verbo idiosincrático y rural (confieso que he tenido que recurrir en varias ocasiones a un diccionario, pues eran muchos los términos que no comprendía), pues así lo quiso el autor para dar un toque si cabe más genuino a la narración. Encontraremos retazos de vidas en completa conexión con la naturaleza, existencias casi aisladas, trabajo arduo a cambio de un pedazo insuficiente de pan. Hallaremos también la alegría del humilde ante las cosas sencillas, y la melancolía del que sabe a ciencia cierta que su modo de vida no tardará en caer en el olvido.
Caminante incansable, Moyano nos ofrece en la última parte de la obra tres magníficos textos (no sé si me recuerdan a Delibes, pero prácticamente con toda seguridad a Cela) donde detalla de manera deliciosa (qué descripciones, por favor) vivencias propias extraídas de sus excursiones a pie.
El lobo de Periago es, pues, además del último lobo que dicen se mató en Murcia, la metáfora perfecta y nostálgica de un mundo que, inevitablemente, se sumirá más pronto que tarde en los abismos del tiempo donde la memoria no llega. Sin embargo, es de agradecer que permanezca eternamente, indeleble, entre las páginas de Manuel Moyano, del cronista de los mundos olvidados.
Me encanta la forma en que estás adentrándote en el mundo Moyano. Verás que es inagotable, fascinante... y sigue en expansión.
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