“Él es consciente de que el final siempre llega, de un modo u otro, pero esa idea no le impide albergar la esperanza de que dure un poco más.”
Ya han pasado dos años desde la presentación oficial. El tiempo vuela y se nos escapa de las manos, pero, por suerte, las cosas que merecen la pena dejan una marca indeleble en la memoria.
Lo esperé durante lo que pareció ser una eternidad. Cuando lo tuve en las manos la primera vez, el día del unboxing, no podía creerlo. Cuando fue mío, menos todavía. En todo momento estuve segura de que la espera valdría la pena y hoy, dos años después, me reafirmo en lo dicho.
¿Qué harías si después de 6 años vuelve de entre los muertos tu peor pesadilla, el pozo más oscuro de tu angustia, el catalizador del cambio más drástico en tu vida? ¿Por qué a ti? ¿Por qué lloran los demonios? La vida y la muerte bailando en la cuerda floja mientras el pasado viene a sacudirla.
Personajes construidos con minuciosidad y maestría que salen del libro para sentarse junto a ti en el sofá. Solvencia y soltura narrativa. Y esa voz en off...
Inolvidable también la sensación al terminar de leerla. Al igual que me ocurrió con su hermana mayor, La Pieza Invisible, al voltear la última página no tenía claro si me caía bien el autor o si, por el contrario, lo detestaba por vapulearme así a nivel emocional, por no dejarme dormir hasta acabarlo, por hacerme sentir tan vulnerable. Creo que todavía no he hallado la respuesta.
Si no la habéis leído todavía, ¿a qué estáis esperando?
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