miércoles, 23 de septiembre de 2020

Hegel en el tranvía, de Rubén Castillo.


En mayo de 2008, fecha de la primera edición de esta obra, esta lectora vivía a varios cientos de kilómetros de Murcia, por lo que no pudo ni montar en tranvía ni ser obsequiada con este pequeño gran tesoro. Hoy, más de doce años después, y tras acabar de leerlo por tercera vez (es cortito, ¿eh? De verdad que hago otras cosas), y sin haber puesto pie alguno en el susodicho medio de transporte, debo concluir que viajar en tranvía (o en patinete, o en burro) en compañía de la pluma de este autor es una verdadera delicia.

Hegel en el tranvía no es nada más ni nada menos que una colección de cuentos elaborados con materia prima (literaria, entiéndase) de primera calidad. En los primeros relatos (agrupados bajo el título "Hegel en el tranvía") nos regala una buena dosis de perspectivismo. "Tesis" y "Antítesis" son dos perspectivas divergentes, y "Síntesis" llega para desvelarnos la ¿realidad? de la situación. "Cuento 1" y "Cuento 2" (dentro de "Dos cuentos para que usted los escriba") son verdaderos ejercicios de estilo [atentos al autor entre corchetes]. "Alucinaciones" y "La Sorpresa"… no diré más para no incurrir en redundancia. Onirismo, surrealismo de realidades y ficciones que se enredan en insólitos finales. Y como colofón, la mejor (y de verdad verdadera) "Frase para la Historia".

Cuentos que nos muestran la magia de la literatura en su estado más puro, que irradian la luz de un dominio apabullante del estilo, que susurran a gritos su sensibilidad, su originalidad y el alma creativa que los hizo florecer. Añadamos a eso el impresionante bagaje literario del escritor, su sentido del humor, la dulzura de su prosa (si los sintagmas se pudiesen abrazar, los «zapatos fricativos» se llevarían el premio) y voilà… Si hallan la fórmula matemática que sea capaz de dividir el porcentaje de talento y de genialidad por milímetro cuadrado de página, muy probablemente el resultado sea esta joya de tamaño reducido pero valor descomunal.

P. D. Se me han quedado en el tintero muchas cosas que era mi intención decir pero, como me preocupa que esta entrada se haga más larga que la obra en sí, aquí lo dejo. LEED Y SENTID. LEAN Y SIENTAN.

 

2 comentarios:

  1. Me siento en deuda con una lectora tan amable, tan perspicaz y tan constante. Que los dioses del Olimpo literario te lo paguen como mereces. Saludos agradecidos.

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