Se abre el telón. Es invierno en las calles y en las pieles despojadas de abrazos que ayer fueron flama imperecedera. Una ráfaga gélida cercena, inmisericorde, un hilo de esperanza. Una daga herrumbrosa asesta, implacable, una puñalada de realidad a un sueño. Una luz mortecina ilumina el proscenio y en el centro, él, el personaje probablemente más apreciado, más temido y más odiado desde que el mundo es mundo. Se alza, ufano y desafiante, sobre las tablas que rigen el destino de millones de almas que ni por asomo son conscientes de su poder. ¿Adivinais la identidad del todopoderoso carácter?
A veces un lector necesita cambiar de aires y zambullirse en mares poco frecuentados, y es entonces cuando encuentra, por casualidad, obras que le hacen recordar otros tiempos, otras épocas ya casi olvidadas. Hacía bastante que no leía teatro, y cruzarme con Ora pro nobis y otras piezas de amor y desamor, de Teresa Pérez Landa (2023) ha sido toda una revelación. Es una obra cortita, de cerca de 80 páginas, lo que me ha posibilitado combinarla con el proyecto (absorbente) que llevo entre manos ahora mismo. Ora pro nobis... es una recopilación de siete escenas teatrales que, cada una a su manera, versan, como su propio título anuncia, sobre amor y desamor, y la magnitud trágica que llega su antagonismo a alcanzar; a esta dicotomía por excelencia se suma la exploración otros temas, no menos universales y atemporales, como los celos, la duda, la amistad, la familia o la muerte. Desde el simbolismo más puro del absurdo beckettiano, pasando por reminiscencias lorquianas, isabelinas y un homenaje al neblinoso Valle-Inclán, hasta alcanzar el realismo más despiadado de los sueños rotos, Teresa Pérez Landa sumerge al lector en situaciones en las que podrá, sin duda, reconocerse.
He disfrutado mucho la lectura de las siete escenas pero, claro, cada lector tiene sus debilidades, y las mías están claras como el agua. La Ofelia shakesperiana transmutada a Ofelia perdida en el Madrid del s. XXI me parece un ejercicio soberbio de metaliteratura y reinterpretación del personaje. Me encantaría saber la cara que se le hubiese quedado al gran Sófocles al presenciar la despedida de Antígona y Hemón. Y por último, el final trágico del romance imposible entre la niña Aurora y Juan, propiciado por el filo de una hoja de luna.
Se baja el telón. Y ya sabéis, ahora que se acerca por ahí Cupido con sus flechas, mucho ojo, que no las reparte gratis.
Reseñaza!!!! Muchas gracias por tu tiempo, por leerme y me alegro infinito de que te haya gustado tanto. ❤️ Teresa Perez Landa
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