jueves, 21 de octubre de 2021

El último barco a América, de Paco López Mengual

Algunos personajes de ficción son tan entrañables que, cuando el lector termina la última página de la novela, sabe que no va a tardar mucho en echarlos de menos. Eso es lo que me ha ocurrido a mí con Marcial, protagonista de El último barco a América (Temas de hoy, 2011), de Paco López Mengual, una obra que me ha encandilado ya desde la primera frase: «La noche de los disparos presentaba el típico cielo de un agosto moribundo, con sucesión de nubes amenazantes y claros estrellados». Un anticipo perfecto de la calidad de la prosa que vendrá a continuación.

En las 220 páginas de El último barco a América, Paco López Mengual relata la entrada fortuita de Marcial, un pastor adolescente, en el mundo de los adultos al comienzo de la Guerra Civil española. Huérfano a una edad muy temprana, Marcial vive con su hermano mayor, Negrillo, y su perro Fetén en el monte, de un lado a otro, sin hogar. El pastor que los acogió al morir sus padres emigró a  América, les dejó como legado un rebaño de ovejas y un cayado, y plantó en el corazón de Marcial la semilla de dos sueños: una nueva vida en el Nuevo Continente y el amor de una mujer. Una noche, mientras duermen, llega hasta ellos el barullo y el sonido de los disparos de un pelotón de fusilamiento. Corre el rumor en el pueblo de que han "ajusticiado" a once republicanos, pero esas cosas es mejor no saberlas. El terreno del que se sirven como clandestina sepultura adquiere, a ojos de nuestro inocente zagal, la forma del continente americano, avivando su sueño de partir un día hacia aquellas tierras. Pocas noches después, oye voces en la fosa y, al acercarse para ver qué ocurre, asiste boquiabierto a la aparición de los espectros de los once fusilados. El hallazgo de una alianza donde aparece grabado el nombre de la esposa de uno de ellos es para Marcial señal inequívoca de que el finado se la cede para su uso y disfrute. Esta pasión arrebatadora, junto al sueño americano, será un palo en la rueda de la maquinaria puesta en marcha por la incorpórea hueste para apoyar desde ultratumba al legítimo gobierno de la República. Conflictos éticos, decisiones complicadas y primeras experiencias pondrán a Marcial en el portal de la edad adulta pero, ¿hará realidad alguno de sus dos sueños? No piensen que les voy a desvelar yo aquí esta incógnita. De eso ni hablar. Léanlo.

Paco López Mengual lo consigue de nuevo. Vuelve a embelesarme desde el primer párrafo. Vuelve a envolverme en su prosa fresca y ligera de paso, teñida de humor a veces y velada de drama otras (la escena donde obligan a los muchachos a ahorcar a su perro me dejó de regalo un tenso nudo en la garganta). Su galería de personajes pintorescos es asombrosa y, junto con un realismo mágico que se combina página tras página con un guerracivilismo incoloro, casi dulce, hacen del relato en primera persona de Marcial una experiencia literaria deliciosa y plástica. Les invito a disfrutarla. 

2 comentarios:

Aurora no se durmió, de Judith Romero

Cuando era pequeña me encantaba que me contaran cuentos. Mi madre me enseñó a leer muy pronto y comencé a leerlos a una velocida...