Qué ocurre tras la muerte es una de las preguntas que más han espoleado la curiosidad (y quizá atribulado) de la humanidad desde el principio de los tiempos. Según diferentes tradiciones religiosas, entre ellas la cristiana, de la que principalmente bebemos en Occidente, todo se resume en una estancia eterna en algún Cielo o Infierno, y el ticket de entrada a uno u otro depende de ciertos criterios morales articulados básicamente en torno a la sempiterna dicotomía bien vs. mal. Lo cierto es que, aunque teológicamente no me interese en demasía, es un tema que da mucho juego a nivel literario, sobre todo en el terreno de la fantasía. La novela que acabo de terminar (y que me tiene intrigada hasta que salga la segunda parte) establece un curioso mecanismo mediante el cual los humanos efectuamos ese último viaje en compañía de unas figuras muy interesantes que combinan a la perfección su faceta humana con la sobrenatural.
Hija de la Muerte (Knowmadas Books, 2024), de Alba Cayuelas, mezcla en una lectura muy entretenida fantasía urbana y romántica en una trama repleta de misterio y alguna pincelada de ironía. Su protagonista, Libby Skelett, es una joven que anhela cumplir los dieciocho para cambiar su vida radicalmente. No tiene nada realmente claro, con excepción de dos cosas: por un lado, es hija de la Muerte y, como consecuencia, desea alejarse completamente de su influencia y seguir su propio camino. Sin embargo, pocas veces los planes resultan como proyectamos, y la desaparición de su padre provoca tanto un cambio radical en sus planteamientos como el descubrimiento de que su existencia hasta la fecha no ha sido más que un cúmulo de mentiras o medias verdades. En lugar de la ansiada normalidad a la que aspira Libby, su horizonte futuro se plaga de incógnitas que irá resolviendo en parte conforme avancen las páginas de la novela. Con la ayuda de Ángel, personaje con el que sentirá una conexión tan profunda y sincera como imposible, una poderosa médium y una comunidad de Muertes (humanos destinados a acompañar a las almas en su ascenso al Cielo), averiguará que su mera existencia es un desafío a las reglas del Plan establecido y que, por más que se empeñe, no podrá cambiar su destino, pues este está escrito. Descubrirá también una posible red de intrigas y traiciones orquestadas para derrocar el Plan del Guardián, y conocerá el sentimiento más terrible e inevitable que padecen los humanos. ¿Cuál será? ¿Logrará Libby encontrar a su padre y despejar por fin todas sus dudas? ¿Será Libby una Muerte como su progenitor? ¿Encajará por fin en algún sitio? Si queréis saberlo, no os quedará más remedio que leer, puesto que yo no os voy a contar más.
Narrada a varias voces, que permiten al lector conocer la perspectiva de diferentes personajes, Hija de la Muerte amalgama los mejores ingredientes de una buena lectura para los amantes de la fantasía que se permiten disfrutar también de una dosis de romántica de cuando en cuando (ni os cuento ya si sois aficionados a la romántica). La trama es una excelente mezcla entre luz y oscuridad, y la ambientación es bastante potente también. Como os he dicho al principio, me ha enganchado tanto que estoy deseando que llegue la segunda parte para satisfacer mi curiosidad lectora. Si queréis disfrutar de unos ratitos de buena lectura, ya sabéis, a por ella.
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