Dicen que somos de los lugares a los que siempre volvemos, que nuestro verdadero hogar es donde anhelamos refugiarnos cuando la tormenta arrecia y hace tambalearse los cimientos del mundo. Si tal afirmación fuese cierta, el hogar de esta lectora difícilmente podría localizarse en un mapa, y sería más aconsejable buscarlo entre las páginas de un libro. No se sorprendan si la hallan encaramada a la grupa de alguna bestia fantabulosa, o recuperándose de los efectos de un hechizo mal pronunciado, o cantándole una nana a algún unicornio insomne.
Su último domicilio conocido lleva por título Ecos de los 12 mundos (Ediciones Arcanas, 2017) y, si no me equivoco, fue la primera de las antologías del Fantasy Club en ver la luz. Doce reinos, doce autores, doce relatos que transportarán al lector a los dominios de la fantasía, donde afortunadamente es imposible contagiarse de ninguna realidad. Conocerá de primera mano las terribles consecuencias de aliarse con un fuego fatuo en "Pacto de fuego". Sonreirá, sin duda, con las desternillantes e inverosímiles aventuras de cama de Empino el Trovador. Será testigo de la tragedia entre los sólidos muros de la Torre Armenta en "El legado de los presagios". Se compadecerá de los recuerdos de amor y desamor de un dragón en "Serendipia". Presenciará las batallas entre yozaks y gnomos en "Memorias de Eléniak" y el regreso eterno de la muerte de un guerrero en "Corazón implacable". Se le encogerán las tripas con la tensión de "El pozo del tiempo" y gozará de la fortuna de ver por vez primera "La luna esmeralda". Verá trabajar a un maestro orfebre en "Un trabajo delicado" y aprenderá, como "El hada de la primavera", una lección inolvidable. Si se queda hasta el final, descubrirá el secreto, guardado durante siglos, de "Los señores de Ël-Zilbaranän" y escuchará la melancólica balada de Adrien de Melater.
Doce historias muy bien hilvanadas con personajes escogidos con acierto. Dragones, ninfas, unicornios, elfos y otras criaturas fantásticas campan a sus anchas entre sus 279 páginas para deleite de lectores de cualquier edad. Que nunca nos falte la magia.
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