domingo, 9 de abril de 2023

Las lágrimas de Kaiu, de Mónica Cueto y David Espada

Leer sobre un lugar en el que nunca hemos estado activa, sin lugar a dudas, nuestra imaginación. Hacerlo sobre un territorio fantástico no solo la activa, sino que la hace volar. Desplazarse mentalmente a un mundo imaginario, contemplar sus fortalezas, sus montañas escarpadas y sus paisajes repletos de color supone, para unos, un mero ejercicio intelectual. Para otros, entre los que me incluyo, es más un acto de amor incondicional, una necesidad imperiosa de confirmar que la magia existe más allá del recóndito enclave –accesible para pocos– donde la protegemos, cual llama olímpica, de la grisura, del tedio, de lo anodino y de lo ordinario. Estas mini-vacaciones he aprovechado para practicar algo de «turismo fantástico» y mis alas me han llevado hasta tierras de Ostrom, legendarium concebido y desarrollado a cuatro manos por Mónica Cueto y David Espada.

Las lágrimas de Kaiu, que vio la luz en 2021, es otro de los ejemplos que demuestran que la autopublicación (en este caso en Amazon) no está reñida con la corrección y la calidad literarias. Esta obra de fantasía épica –juvenil, es decir, para lectores de cualquier edad, insisto– es el inicio de una saga que se promete interesante y cautivadora llena de magia, de intrigas políticas que persiguen el poder y de personajes bien construidos que harán las delicias (y las angustias) de los lectores. Mónica Cueto y David Espada nos sitúan en el territorio de Ostrom, dividido en cinco reinos –Roresland, Reiver, Fivoria, Ashtia y Dekyria– que conviven en una relativa paz y armonía desde hace más de un siglo. En el prólogo, se nos narra la última batalla, acaecida cien años atrás, y se nos presenta a los Guerreros Legendarios, dejando la intriga y las ganas de saber más flotando en el aire. En el primer capítulo de la obra, ya se nos informa de los dos elementos de peso que van a regir el macrocontexto de la la trama. Por un lado, asistimos a un Año del Juicio, enigmático acontecimiento que se repite cada 56 años y que parece consistir en que determinados individuos –los señalados– contraen una misteriosa enfermedad que les depara o bien la muerte o bien la adquisición de unos dones excepcionales de naturaleza esotérica. La facción religiosa, por supuesto, tendrá algo que decir al respecto e intentará, para variar, subyugar a la población por la vía del miedo. Por otro lado, y también ya en el primer capítulo, seremos testigos de la muerte del rey Ulcaraz Cuthrane, soberano del reino de Roresland –el más fuerte, militarmente hablando, de los cinco reinos– que pondrá en riesgo la estabilidad política del territorio de Ostrom ante una inminente guerra de venganza. En este contexto irán apareciendo los personajes clave de la historia: Tae'sha, una joven dekyriana que se ve obligada a huir de su hogar para evitar una más que segura sentencia de muerte; Hargar, un herrero con un pasado misterioso que aborrece todo aquello que huela a militar; y Kardán, ex-miembro de una orden de asesinos cuyo objetivo último es encontrar a La Voz que asesinó a su familia. Los caminos de estos tres protagonistas se cruzarán entre sí y, junto a otros personajes secundarios, deberán hacer frente a la amenaza inminente que se cierne sobre sus vidas.

En Las lágrimas de Kaiu encontramos todos los elementos que hacen atractiva una novela de fantasía. Aventuras, magia, lucha, amistad, lealtad y, cómo no, su medida dosis de amor. Los autores manejan bien la tensión y la intriga, relajándola por momentos para que el lector pueda permitirse el lujo de respirar. Le añaden a la trama incluso un punto cómico protagonizado por unas curiosas criaturas fantásticas –los gorgim– cuya interacción provocará más de una sonrisa. Juegan muy bien con los personajes para que, aunque ausentes, nunca dejen de estar presentes. Y provocan, en general, la sensación que me confirma que algo me gusta: las ganas de más.

P.D. Gracias, Miguel, por tu insistencia prolongada en el tiempo (más de un año dándome la tabarra para que la leyera), por conocerme como nadie y por alimentar la llamita de magia que me hace ser quien soy.


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