domingo, 25 de diciembre de 2022

La cordura del idiota, de Marto Pariente

«No fue por una trágica amargura
esta alma errante desgajada y rota; 
purga un pecado ajeno: la cordura,
la terrible cordura del idiota».

Estas líneas de "Un loco", poema de Antonio Machado, le sirvieron de inspiración al escritor Marto Pariente para el título de la novela que acabo de terminar. Galardonada con el IV Premio de Novela en la edición de Cartagena Negra 2020, se trata de una obra peculiar donde las haya. En el prólogo ya se la califica, con bastante acierto, como "country pulp". Efectivamente, la trama no transcurre en un entorno urbano, sino en pueblo perdido de Guadalajara, y los personajes, los diálogos y las escenas pertenecen al pulp más tarantiniano.

La cordura del idiota (Versátil, 2019) de Marto Pariente sitúa al lector en la tranquila población de Ascuas, «donde nunca pasa nada. Hasta que pasa». El protagonista, Toni Trinidad (curioso el nombrecito), un poli de pueblo sin mucha madera de madero aquejado de hematofobia (vamos, que se desmaya ante la visión de una sola gotita de sangre) ve su apacible existencia severamente alterada con el supuesto suicidio de su único amigo, el loco del pueblo, apodado el Triste. Quizá tenga algo que ver con unos letreros colocados en su finca que, de manera soez, exhortan al malogrado individuo a vender sus terrenos. Para colmo de males, la hermana del poli sin pistola, Vega, le busca las cosquillas al Colmenero, mafioso manchego propietario de una numerosa colección de dedos conservados en formol. De la tranquilidad de patrullar las calles y los alrededores del pueblo sin más pena ni gloria y deleitarse con alguno de los reality shows televisivos, pasará a verse envuelto en una disparatada trama que lo enfrentará a narcotraficantes, sicarios, corruptelas varias y sangre, mucha sangre.

Distinta a los planteamientos convencionales de la novela negra, La cordura del idiota presenta todo un reto lector: ser capaz de pasar páginas y cerrar la boca al mismo tiempo. En capítulos cortos, que imprimen buen ritmo a la obra, y sin entrar en descripciones ni digresiones innecesarias, Marto Pariente utiliza la narración en primera, segunda y tercera persona para marcar con claridad la voz que relata. Alterna la narración en presente con el flashback que permite conocer al lector la primera infancia de los hermanos Trinidad, dura, durísima. En contraste, el carácter pulp de las situaciones y los diálogos convierte a muchos de ellos en momentos de hilaridad perpleja (y yo siempre agradezco que me hagan reir). Si tuviera que quedarme con algo de la novela elegiría el elenco de personajes que dan vida a las páginas de La cordura del idiota (cada cual más particular y descabellado que el anterior) y, sobre todo y sin lugar a dudas, con los exleñadores, psicópatas y vascos, fanáticos de Mecano.



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