que la cultura es diversa,
que siempre aporta más de lo que recibe,
que es solidaria,
que hay mucho talento en el sureste
y que la generosidad tampoco escasea.
Una de las cosas que más aprecio desde que era niña es que me sorprendan (en positivo, entiéndase bien) y que me ilustren acerca de temas sobre los que no sé prácticamente nada (que son muchos, por lo que las posibilidades son infinitas). Si, además, puedo aunar sorpresa y aprendizaje con mi mayor vicio confesable, la lectura, el escenario es ya de lo más prometedor. Si encima colaboro en cierta medida con un proyecto solidario destinado a fomentar la lectura entre los sectores más vulnerables, ¿qué más puedo pedir?
Pues todo eso precisamente se conjuga cuando una pasea serena, con los ojos y la mente bien abiertos, por las páginas de La otra historia. Un libro para sorprenderse, una obra solidaria integrada por treinta y tres artículos de divulgación aportados, editados y distribuidos de manera completamente altruista por autores, editores y gestores, cuyos beneficios van dedicados íntegramente a repartir esa justicia social que tanto parece escasear en estos tiempos, concretamente a la compra de lectores de libros electrónicos para mantener los clubes de lectura inclusivos que impulsa la ONG Solidarios para el Desarrollo. Artículos escritos con solvencia por parte de treinta y tres figuras relacionadas de uno u otro modo con la cultura de nuestra región y que abarcan temáticas diversas desde un enfoque lúdico a veces, didáctico en su mayoría.
La obra se abre con un interesante texto sobre la enigmática historia de parafilia romántica de un (parece ser) conocido radiólogo alemán. A partir de ahí, se desgrana todo un abanico de anécdotas, acontecimientos, formas de ver la vida, biografías de personajes conocidos o no tanto, inventos o patentes, historia, literatura, música, geografía y otros tantos asuntos cuya relevancia radica no solamente en los objetos de estudio, sino también en las reflexiones que indefectiblemente surgen durante la lectura y, con toda probabilidad, en momentos posteriores a la misma. De todos ellos me queda la satisfacción de haber aprendido algo que no sabía (no es difícil, ya lo he dicho, pues cada día soy más devota del planteamiento cartesiano y solo sé que no sé nada), pero destacaría quizá la magnífica reflexión de José de Paco acerca de "Cine y revisionismo" (ay de los ofendiditos que buscan la ofensa con la descontextualización por bandera), el artículo titulado "De fronteras, medianeras y otros dominios" (José Antonio García Ayala me ha dejado, francamente, con la boca abierta por la información que aporta), el relato de cómo "García Lorca dibujó su muerte" (cuando sepan quién es el autor no tendrán ni que preguntarse por qué)... y paro el carro porque esto se está haciendo tremendamente largo.
Resumiendo, una oportunidad inmejorable para conjugar lectura, aprendizaje y justicia social, de la mano de Pedro Quílez, la Asociación Palin de Creadores y Ediciones Dokusou.
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