Dicen que de la lectura de una buena historia no se sale ileso. Sus letras se escurren entre nuestros dedos y forman parte, durante un tiempo, del paisaje de nuestra piel. Asimismo es inevitable que las emociones que provocan dejen, de algún modo, marcas en el alma. Seguro que algún día la ciencia más avanzada desarrolla un escáner capaz de detectar el mapa de nuestras cicatrices lectoras. Si ahora mismo inspeccionaran la mía, después de la novela que acabo de terminar, encontrarían en ella un escenario que solo un puñado de autores pueden igualar. Hallarían sin duda esquirlas de dolor, rastros de alguna lágrima, profundos surcos arañados por la tensión y tintes de la más negra abyección moral. Y es que este autor es un maestro, tanto a la hora de escribir como a la de retorcer las tripas y el estómago al lector.
El hombre gris (Knowmadas Books, 2025), flamante ganadora del primer Philip Marlowe otorgado por Cartagena Negra, ha sido la última obra de Jose Antonio Jiménez Barbero en ver la luz. En ella, el autor se aleja de los soleados paisajes del sur a los que nos tiene habituados y transporta al lector a las raíces musgosas y oscuras de los bosques gallegos en una trama de verdades silenciadas y de monstruos que se mudaron hace tiempo de su lúgubre guarida bajo la cama y se ocultan bajo máscaras de respetable apariencia. Pero los secretos, más tarde o más temprano, suelen salir a la luz, y en ocasiones lo hacen de maneras verdaderamente crueles. La novela comienza con Samuel Ermida, juez retirado y enfermo de cáncer, cuyo buzón recibe un día el dedo amputado de una niña. Poco después es hallado el cadáver de su propietaria, abriéndose entonces para Ermida las puertas de un infierno accesible sin necesidad de muerte previa. El pasado vuelve a cobrarse su venganza, haciendo regresar de entre las sombras del olvido al Hombre Gris, asesino de niñas que aterrorizó a Galicia casi cuatro décadas atrás, y cuyo caso quedó sin resolver. Serán la capitana Teresa Rull y el teniente Padilla (cada uno con su maleta de sufrimiento ocasionado por los malditos prejuicios nacidos de una supina estulticia) los encargados de indagar y sacar a la luz los entresijos de una cadena de crímenes tanto o más viles que los que propician la investigación. Bajo estratos de ignominiosa indigencia moral, surge una historia oscura hilada por silencios culpables de unos y de otros, una vida de horror del que eriza la piel y hace descender al lector al pozo sin fondo, negro y siniestro, de la maldad humana.
No haré hincapié en las bondades de la prosa de José Antonio Jiménez Barbero, porque el hecho de su autoría es sencillamente sinónimo de calidad literaria, pero sí insistiré una vez más en su habilidad para crear historias donde la tensión y el suspense se respiran en cada página, tramas profundamente humanas donde el autor explora y profundiza en conceptos de alta relevancia social con validez universal y atemporal. Abandono, omisión ,malos tratos,abuso sexual, homofobia y violencia vicaria son algunas de las hebras con las que el autor trenza el entramado de El hombre gris. Si disfrutáis con buenos ratos de lectura y no os importa en exceso que os pellizquen el corazón y os retuerzan un poquitín las entrañas, esta es vuestra novela. Palabra de lectora.
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