viernes, 4 de febrero de 2022

Imperia. La unión, de Carola Vercaigne

Seis días. Seis días intensos y agotadores han transcurrido desde que comenzara la lectura de esta obra hasta la última página. Algunos más desde que empecé la saga y sigo enganchadísima a Imperia y a sus Predestinados. A pesar de las complicaciones y las turbulencias de estas semanas, y a pesar de todo el cansancio, he buscado cualquier momento, por pequeñito que fuera, para poder navegar y dejarme llevar por la magia (literal y metafórica) de sus más de 600 páginas.

Imperia. La unión es el título de la tercera entrega de la saga fantástica escrita por Carola Vercaigne y, al igual que los dos títulos anteriores, se trata de un verdadero regalo para todos aquellos lectores ávidos de fantasía. El relato de La Unión parte justo del momento culminante de la anterior, Portadores de luz: nuestros cinco protagonistas, los Predestinados, están de vuelta en Imperia y, gracias a la gran inteligencia y capacidad analítica de uno de ellos, logran encontrar la clave de la salvación de los imperianos que aguardan petrificados en el Santuario. Sin embargo, solo parece haberse cumplido uno de los objetivos de la misión para la que fueron elegidos, puesto que la esperada unión que vendría después del milagro se esfuma ante sus ojos como humo en un día de viento. Los Ságritos hacen a los imperianos volver a sus sectores y a sus vidas anteriores a lo que acaba denominándose "el aturdimiento".  El único que tiene tiempo de narrar a los adultos de su sector sus peripecias antes de que una pulsera dorada les selle los labios es Daniel Zarco, y eso le granjea la incomprensión, el desprecio y la enemistad de un gran número de Hijos del Dragón. En el territorio de los Hijos del Leviatán, Nathan suma una dolorosa ruptura amorosa a su obligado mutismo, lo que desemboca en un par de descubrimientos poco menos que espectaculares, protagonizados por su propia hermana y la criatura mítica del sector. En el sector de los Hijos del Unicornio, Yered ha de enfrentarse al mayor dolor sufrido en su corta existencia, que había dejado en standby por todo lo acontecido en su viaje: la muerte de su caballo y la asignación de uno nuevo, con sorpresa incluida. Por el contrario, en el bosque de los Hijos de la Libélula, se operan ciertos cambios en beneficio de Eris, que mitigan en cierto modo su sufrimiento por tener lejos a su amor. Cuando todos piensan que su gran logro no ha servido para nada, que están condenados a vivir tras sus murallas y a perder, con el tiempo, el afecto de los otros Predestinados, una decisión de los Ságritos provoca un giro sorprendente en los acontecimientos: los elegidos podrán contar lo que pasó, pero únicamente a los jóvenes de Imperia. Así, reúnen a la juventud imperiana durante tres días en el único terreno neutro del que disponen: el Santuario. ¿Qué saldrá de esa congregación de enemigos desde la cuna? ¿Unión o desunión? ¿Sueños cumplidos o ilusiones rotas? ¿Podrán los imperianos volver a la tranquilidad? Muchas preguntas, lo sé, pero tendrán que leer para averiguar.

Tensión dramática a espuertas en una obra bien cimentada y excelentemente construida. Con gran acierto, Carola Vercaigne salpica la narración de los hechos con páginas del diario escrito por Tarsis Zyla, que irán dando sentido a todo lo descubierto por los protagonistas a la vez que generan nuevas intrigas. ¿Y el final? Les aseguro que de infarto. Ya saben: si gustan, pasen y lean. 

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