Los que me conocéis o me seguís desde hace tiempo sabéis que, aunque disfruto de todo tipo de lecturas, mis géneros predilectos son la fantasía y la novela negra. Por eso, cuando encuentro un autor o una obra que combina ambos, mis expectativas son altísimas. En el caso de la novela que acabo de terminar, una distopía fantástica combinada con un negro muy hardboiled, debo decir que las ha superado con creces. Me ha enganchado tanto que me la he tenido que beber a tragos largos.
En Calles de Chatarra (Palabras de Agua, 2013), Alejandro Guardiola construye un escenario distópico y totalmente ficticio conformado por diferentes "polis" diseminadas por el territorio y bastante aisladas entre ellas. Estas polis están habitadas por humanos e inhumanos, que han vivido durante décadas en una paz tensa tras los acuerdos alcanzados tras la gran guerra que estuvo a punto de destruir su civilización. En el prólogo, el autor nos muestra a un matrimonio que discute a grandes voces pensándose aislados de sus hijas por el volumen de la tele. Nadia, la mayor, e Irina, la pequeña, oyen la discusión entre sus padres y, mientras Irina se come la cena para que no se enfaden más, Nadia la rebelde se niega y acaba castigada en su habitación. «Me da igual que venga un hombre del saco y me coma...porque no existen». Eso grita la ofuscada Nadia. Esa misma noche, Irina se despierta por unos ruidos en la cama donde duerme su hermana mayor, y es testigo, muda de terror, de cómo esta es devorada por el monstruo que más niños ha asustado. La trama comienza aproximadamente veinte años después con una Irina Gryzina ya adulta que, como detective del Departamento de Inhumanos de la polis de Semura, encabezará la investigación del homicidio de una ninfa, crimen que pondrá en riesgo la paz cogida con alfileres en la que viven humanos e inhumanos. Sin embargo, alguien intentará boicotear a Irina y poner piedras en su camino para que no avance en su investigación. Por otro lado, Mark Hombre del Norte, un troll que acaba de regresar a Semura tras veinte años de ausencia, buscará ajustar cuentas con el mafioso responsable de la muerte de su padre, y no dudará en bajar hasta el mismo infierno para lograrlo. En paralelo, a modo de flashback, Alejandro Guardiola irá desgranando parte del pasado de Irina, aquel que la conecta con Mich, su ex-compañero, amigo, amante, el gran amor de su vida. Cadáver tras cadáver, la situación empeora, e Irina se encontrará en graves aprietos. El destino de Mark tampoco se presenta nada halagüeño. ¿Lograrán ambos personajes sus objetivos a pesar de los reveses que les tiene preparada la suerte? ¿Quién asesina a individuos y les destroza el cuello a dentelladas? Si os ha picado la curiosidad, ya sabéis...a leer.
Fusionando con habilidad noir y fantasía, Alejandro Guardiola sitúa la trama de Calles de Chatarra en una localización desconocida para el lector, pero que bien podría coincidir con cualquier ciudad norteamericana de los años 30 aderezada con algo de tecnología: bajos fondos, líderes mafiosos, antros poco o nada recomendables, tráfico de drogas, alcohol, trata de humanas e inhumanas y toneladas de corrupción en todos los estratos de la sociedad. Con bastante tino e inteligencia, el autor mezcla los elementos típicos del hardboiled con demonios del pasado de los personajes, amores perdidos que siguen escociendo en el presente y racismo de ida y vuelta. Lo anterior, junto a la ambientación distópica y una galería de personajes sacados directamente de los cuentos de hadas, le hace marcar distancias con las clásicas historias de gangsters y policías. En definitiva, lectura muy recomendable, sobre todo si, como yo, sois amantes de ambos géneros.