sábado, 27 de diciembre de 2025

La hija de las mareas, de Pilar Sánchez Vicente


Leer una novela bien escrita es una cosa. Vivirla, sentirla, gozarla y sufrirla, otra muy distinta. Eso me ha ocurrido con la obra que acabo de terminar (no sé por qué, pero he continuado con histórica. Lo mismo le estoy pillando el truco, o es que estoy teniendo mucha suerte), una novela que, desde el primer párrafo, sumerge al lector en un universo donde la fuerza salvaje del mar, protagonista silencioso, se entrelaza con la de sus personajes, dando vida a una trama que late con inusitada y genuina intensidad, una trama que fluye como las olas meciendo a personajes con un alma única.

La hija de las mareas (Roca Editorial, 2021), de Pilar Sánchez Vicente, es una magnífica novela de ficción histórica que destaca principalmente por rescatar del olvido la voz de las mujeres en una época muy convulsa a nivel social y político. Ambientada entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, en plena desintegración del Antiguo Régimen en Europa, la obra tiene como protagonista en primera persona a Andrea Carbayo de Jovellanos, a quien apodarán "la Gabacha", una supuesta hija ilegítima del ilustrado asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos. A través de la vida de Andrea, su madre y su abuela, la autora construye una saga de mujeres pertenecientes a una familia marcada por la mala suerte y un acoso que pasa de generación en generación, pero que desafían a los tiempos que les tocó vivir, a las leyes de Dios y de los hombres. El relato hará al lector recorrer escenarios diversos como Gijón, Oviedo, Oxford y París, para regresar nuevamente a la maravillosa tierra asturiana que vio nacer tanto a la protagonista como a su autora.

En La hija de las mareas, Pilar Sánchez Vicente combina con maestría el pasado y el presente, tejiendo una narración que viaja entre generaciones. La protagonista, marcada por secretos familiares, ansias de libertad e independencia y por la llamada incesante del mar, emprende un viaje personal que es tanto físico como emocional. La autora consigue que cada capítulo avance con el ritmo de las mareas: unas veces sereno, otras veces turbulento, pero siempre llevando al lector hacia adelante. Uno de los mayores aciertos de la obra es sin duda el modo de construir a los personajes. No se limitan a ser meras figuras que cumplen un papel en la trama, sino que abundan en complejidad, en luces y en sombras, y destilan verdad. Cada uno tiene su propia voz y sus diálogos fluyen con naturalidad, como si presenciásemos conversaciones reales. Más que utilizar el mar como un escenario, Pilar Sánchez Vicente lo convierte en un personaje en sí mismo, una metáfora de la memoria, la libertad y, en ocasiones, el peligro. Sus descripciones son tan vívidas que casi se puede oler la sal y sentir el viento en la piel. Este elemento simbólico refuerza el tono poético de la narración y conecta profundamente con la identidad de la historia. La prosa de Sánchez Vicente es cercana, cuidada y envolvente, y su estilo atrapa. Sabe a la perfección cuándo detenerse en un detalle y cuándo dejar que la acción avance sin freno. El equilibrio entre emoción y tensión narrativa mantiene al lector enganchado hasta la última página. En definitiva, La hija de las mareas es una novela que habla de raíces, de secretos y de la fuerza imparable de la verdad, a la par que un homenaje a la invisibilidad femenina. Es un viaje emocional que deja huella, que logra mantener el interés tanto por su trama aventurera como por su valor histórico y que gustará a quienes buscan historias con alma y escenarios que se sienten tan reales como los recuerdos.

domingo, 14 de diciembre de 2025

La primera mestiza, de Carmen Sánchez-Risco


La autora de la novela que acabo de terminar nació en Trujillo (Badajoz), cuna de los Pizarro, conquistadores del Perú, y la imagen cincelada en piedra de un rostro en el Palacio de la Conquista la acompañó y despertó su curiosidad desde la más tierna infancia. ¿Que cuál fue ese rostro? El de Francisca Pizarro Yupanqui, una de las hijas bastardas del conquistador Francisco Pizarro, una mujer fuerte e inteligente que unía en sí misma la sangre de dos mundos y que tuvo que enfrentarse al dolor, a las pérdidas y a las conjuras, pero que dejó un legado inolvidable. En esta obra, la autora nos mostrará su niñez, su juventud, sus matrimonios, y su vida tanto en Lima como en España.

La primera mestiza (Harper Collins, 2023), de la extremeña Carmen Sánchez-Risco, es una novela histórica apasionante y rigurosamente documentada que narra la vida de Francisca Pizarro Yupanqui, la primera mestiza noble del Perú, combinando imperialismo, intriga y drama personal en la transición entre dos mundos. La obra se narra en primera persona desde el Madrid de 1597 y, como ya he mencionado, relata la vida de Francisca Pizarro Yupanqui, hija de Francisco Pizarro y de la princesa inca Quispe Sisa. Como primera mestiza noble del Perú, heredera de ambos linajes —el conquistador español y la estirpe imperial inca—, Francisca es un personaje central en el tablero político de la Conquista. Desde su infancia en Lima, marcada por el asesinato de su padre y la huida con su hermano para salvar sus vidas, hasta su llegada a la corte de Felipe II, la protagonista contará al lector su experiencia vital, en la que se entrelazan amor, traición, ambición y lucha por la memoria familiar. La historia refleja tanto los conflictos políticos y sociales del Virreinato del Perú, como la vida cotidiana y la fortaleza de las mujeres, españolas e indígenas, que conforman su entorno, tema en el que Carmen Sánchez-Risco incide particularmente. Además de Francisca, la novela explora a varios personajes que influyen en su vida: su hermano Francisco, su primer marido Hernando Pizarro en un matrimonio de conveniencia, y su segundo esposo, Pedro Arias de Portocarrero, con quien mantiene una relación basada en afecto y respeto. Personajes de especial relevancia serán sobre todo mujeres como Inés Muñoz y su aya Catalina de la Cueva, figuras de protección y sabiduría que acompañan siempre a la protagonista. La narración resalta el poder de las mujeres en la sociedad colonial y su tremenda fuerza frente a estructuras patriarcales y coronas europeas.

Carmen Sánchez-Risco combina en La primera mestiza rigor documental y ficción narrativa, apoyándose en saltos temporales y descripciones detalladas de eventos históricos, lo que permite reconstruir la época y dotar de verosimilitud a la trama. La autora se centra en los conflictos de poder, las intrigas de la corte y la convivencia de culturas, ofreciendo una mirada privilegiada del mestizaje y del papel de la mujer en la Conquista. La narración en primera persona enriquece la obra, otorgando intimidad y autenticidad a la voz de Francisca, mientras que mapas y referencias históricas complementan la lectura. Una de las cosas que más valoro de la novela es, más allá de su rigurosidad histórica, es su prosa muy bien cuidada y su capacidad de humanizar un periodo complejo, reconociendo a la protagonista no solo como descendiente de conquistadores o de la realeza inca, sino como una mujer fuerte, astuta y resiliente, cuyas decisiones y acciones reflejan la tensión entre libertad individual y legado familiar. Así, la obra constituye un aporte importante a la narrativa histórica latinoamericana y al reconocimiento del papel de la mujer durante la colonización. En definitiva, La primera mestiza es una lectura muy recomendable para quienes gustan de la historia dramatizada, los personajes femeninos complejos y un contexto histórico detallado, que entrelaza la historia personal de Francisca Pizarro Yupanqui con los grandes eventos de la Conquista del Perú. 

miércoles, 3 de diciembre de 2025

La ley del hambre, de Ana Ballabriga y David Zaplana


Candasnos es un pequeño municipio de la provincia de Huesca que destila historia por los cuatro costados. Situado en la comarca del Bajo Cinca, cerca de importantes vías de comunicación, ha constituido, desde tiempos antiguos, un punto de paso y encuentro, de intercambio y descanso. Uno de sus grandes tesoros es la naturaleza que lo rodea: horizontes abiertos, campos de cultivo y cercanía de espacios naturales conforman sin duda un paisaje digno de admirar. Candasnos es el lugar que vio nacer a Ana Ballabriga, co-autora de la novela que acabo de terminar, y el escenario elegido para ambientar la obra, una obra vibrante y profundamente humana que combina entretenimiento, crítica social y personajes memorables.

La ley del hambre (Editorial Contraluz, 2023), escrita a cuatro manos por Ana Ballabriga y David Zaplana, es una novela coral donde secretos ancestrales, una conspiración económica y unos personajes que se enfrentarán a su destino hilvanan los hilos que darán forma a la trama, tres hilos situados en tres líneas temporales que confluyen en Candasnos y que, aunque son ficción, están inspiradas en hechos reales. Por un lado, una noche en mitad de una terrible tormenta, una bestia monstruoso emerge de la Balsa Buena de Candasnos dejando tras de sí un brazo humano. El cabo de la guardia civil Caín Álvarez, inmerso en una situación personal dolorosa y tremendamente complicada, deberá averiguar la identidad de la víctima y la naturaleza de la criatura a la que se enfrentan. Por otro lado, en Barcelona, Vera, una joven periodista, es despedida del medio en el que trabaja, Ecológica Digital, por negarse a revelar las fuentes que le proporcionaron información para publicar un artículo donde denuncia las malas praxis de una empresa de semillas. Y, en tercer lugar, aunque cuarenta años atrás, en torno a 1974, Calixta, una joven que ha servido hasta la fecha a la familia de los Crispos, los caciques del pueblo, es violada por su marido en la noche de bodas e inicia una nueva vida en Barcelona, pero una maldición parece perseguirla desde que vio algo terrible en la casa donde trabajaba. Con una prosa directa y trepidante, y usando de base temas tan universales como el conflicto de clases, la lucha por la independencia de la mujer y el medioambiente, Ballabriga y Zaplana trenzan estos tres ramales, con Candasnos como centro neurálgico de una siniestra telaraña de misterios y secretos, hasta llegar a un final que... Sí, hombre, que os voy a desvelar siquiera una migaja del final... Si os ha picado la curiosidad, ya sabéis: a leerla.

En La ley del hambre, Ana Ballabriga y David Zaplana nos sumergen en una trama intensa que combina intriga, crítica social y un ritmo narrativo que no da tregua. Desde las primeras páginas, la novela atrapa con una atmósfera cargada de tensión. Arranca con fuerza y mantiene un pulso narrativo constante. La historia, que desgarra conciencias a dentellada limpia, se desarrolla en un contexto marcado por la desigualdad y la lucha por la supervivencia, trasfondo social que le aporta una capa extra de profundidad. Los autores no se limitan a contar una historia de suspense; también ponen sobre la mesa preguntas incómodas sobre el poder, la corrupción y hasta dónde puede llegar una persona cuando el hambre —literal o metafórica— aprieta. Uno de los puntos más fuertes de la novela, en mi humilde opinión, es la construcción de sus protagonistas. No hay héroes perfectos ni villanos planos: todos tienen aristas, contradicciones y heridas que los hacen creíbles. Aquí no hay estereotipos fáciles. Los protagonistas están llenos de matices: sus virtudes y defectos se entrelazan, y sus decisiones, a veces cuestionables, los vuelven más reales. La alternancia de puntos de vista permite conocer sus motivaciones más íntimas y entender que, en este mundo, nadie es completamente inocente. Los autores manejan con destreza el suspense, dosificando la información y cerrando cada capítulo con un gancho que obliga a seguir leyendo. La prosa es ágil, directa y sin adornos innecesarios, lo que potencia la tensión y mantiene la atención hasta el final. En resumen, La ley del hambre no es solo un thriller muy bien construido; es también un espejo incómodo que refleja realidades que preferimos ignorar. Es una lectura que entretiene, pero que también deja un poso de reflexión sobre la condición humana y las reglas invisibles que rigen nuestra sociedad. Muy recomendable. Palabra de lectora.

lunes, 1 de diciembre de 2025

Los perseguidos, de Fernando Benzo

Hay novelas que no solo se leen, sino que se respiran. Novelas donde, desde sus primeras páginas, el lector se ve arrastrado a un territorio donde la tensión late en cada diálogo y el pasado se convierte en una sombra que nunca deja de acechar. Obras que combinan el pulso del thriller con la hondura emocional de un drama humano, logrando que cada capítulo sea una invitación —y a la vez un desafío— a seguir adelante. Universos narrativos donde los personajes, en lugar de ser meros testigos de los acontecimiento, son piezas vivas de un engranaje marcado por la culpa, la lealtad y la necesidad de redención. Es en estos universos donde las historias se despliegan como mapas de heridas abiertas, donde cada decisión tiene un precio y cada silencio esconde una verdad incómoda. Ese es justo el caso de la novela que acabo de terminar, con la que también estreno autor.

Los perseguidos (Planeta, 2023), de Fernando Benzo, traslada al lector a un Madrid en dos tiempos, en los setenta-ochenta y en la actualidad, convirtiendo ambos en territorios donde las certezas se desmoronan y nadie parece estar a salvo. Una de las protagonistas, Daniela Lozano, es una periodista que sospecha que la muerte del abogado con el que mantiene una relación sentimental no ha sido un accidente, sino un asesinato en toda regla. Con toneladas de valentía y otras tantas de imprudencia, incluso desafiando al establishment, Daniela se embarca en una investigación que sacará a la luz un intrincado laberinto de criminalidad que incluye corrupción policial a todos los niveles, mafias internacionales y hasta al mismísimo ministro del Interior. Contará para ello con dos apoyos fundamentales. Por un lado, su pasión por la verdad y la justicia. Por otro, el testimonio y la compañía de Peyo, un hombre marcado por un pasado que intenta dejar atrás, y que se verá arrastrado a una red de intrigas y peligros cuando viejas cuentas pendientes vuelvan a llamar a su puerta. Alrededor de ambos, las vidas de otros personajes se entrelazan en un juego de lealtades, traiciones y supervivencia. La trama sigue a hombres y mujeres que, sin buscarlo, han quedado atrapados en una cacería implacable. No son figuras heroicas ni villanos de manual: son seres humanos con cicatrices, atrapados en un juego de engaños, traiciones y decisiones que pesan como losas. Las persecuciones literales a las que se ven sometidos son también un espejo donde se reflejan sus propias batallas internas. Cada paso que dan los protagonistas los acerca tanto a la salvación como a su propia ruina. La justicia y la venganza se confunden, y la línea que las separa se difumina hasta desaparecer. Fernando Benzo construye un thriller que late con la urgencia de la acción, pero que también se adentra en la fragilidad de la condición humana. Aquí, el peligro no solo acecha en las calles o en las sombras, sino en los rincones más oscuros de la conciencia. Porque, al final, lo más aterrador no es quién nos persigue… sino aquello de lo que intentamos huir dentro de nosotros mismos.

En Los perseguidos, Fernando Benzo ofrece al lector un thriller tan emocional como de suspense que atrapa desde la primera línea. Con una prosa atractiva y envolvente, el autor explora el modo en que las sombras del pasado pueden condicionar el presente, incluso cuando creemos haberlas dejado atrás. La trama nos sumerge en la vida de personajes que cargan con culpas, secretos y heridas abiertas. Cada uno de ellos se mueve en un terreno moral ambiguo, en las antípodas del maniqueísmo, donde las decisiones nunca son simples y las consecuencias siempre pesan más de lo esperado. Benzo maneja con maestría esta complejidad, construyendo un relato que no solo intriga, sino que también invita a reflexionar. El ritmo es ágil, pero no apresurado. Las escenas están cargadas de tensión, y los diálogos, precisos y naturales, transmiten tanto como las descripciones. El autor sabe cuándo acelerar la acción y cuándo detenerse para que el lector respire… o se inquiete aún más. Uno de los puntos más destacados es la atmósfera: densa, realista y casi cinematográfica. Benzo no se limita a contar lo que ocurre; nos hace sentirlo. El silencio incómodo, la mirada que evita otra, el peso de una verdad que amenaza con salir a la luz… todo está ahí, palpable. En definitiva, Los perseguidos es mucho más que una novela de intriga. Es un retrato humano sobre la memoria, la culpa y la necesidad —o el miedo— de enfrentarse a lo que nos persigue. Una lectura intensa, bien escrita y con un poso emocional que perdura mucho después de pasar la última página. Yo de vosotros no me la perdería.

viernes, 21 de noviembre de 2025

Donde se queman los hombres, de Carmen Clara Balmaseda


¿Cuánto dolor cabe en las páginas de un libro? ¿Cuánto miedo? ¿Cuánta culpa? Preguntas retóricas, lo sé, pero de algún modo esta lectora tiene que dejar salir su asombro (bendito asombro) ante el poder de unas letras para remover y conmover. Para construir puentes entre la tristeza y el anhelo de verdad. La novela que acabo de terminar es capaz de eso y mucho más y su autora, otro auténtico descubrimiento al que indudablemente le seguiremos la pista.

Donde se queman los hombres (AdN Editorial, 2024), de Carmen Clara Balmaseda, sitúa al lector en el Badajoz del año 1983, casi recién estrenada la democracia (en unos sitios más que en otros). La trama comienza cuando Miguel Expósito, pacense de nacimiento y abogado de profesión, es requerido para asumir la defensa del presunto asesino de su propio hermano, Julián Expósito. A este último lo mataron diez años atrás, pero el crimen sigue sin resolverse. Ahora nuevas evidencias han salido a la luz y apuntan directamente a Gonzalo Vegas, que en el pasado fuera el mejor amigo de la víctima y a quien ya se investigó como principal sospechoso en su momento. Miguel, marcado a fuego por la muerte y también la vida de su hermano, regresa a Badajoz, de donde huyó precisamente para escapar del pasado y de sí mismo, con un dolorosísimo dilema moral. ¿Debería renunciar inmediatamente a la defensa de Gonzalo Vegas o al menos debería escucharlo para intentar descubrir algún atisbo de verdad en su alegato de inocencia? Empujado por las dudas, la inquietud y un ineludible sentimiento de culpabilidad, se embarcará en una investigación cuyos interrogantes irán en aumento con cada nuevo descubrimiento. Contará para ello con la ayuda (aunque ni él mismo termine de creérselo), de Melania Gallardo, la fiscal empeñada en meter a su defendido entre rejas y con la que, además, no mantuvo muy buena relación en el pasado. La trama de investigación, combinada con analepsis en capítulos alternos, resulta en un viaje por la historia que transcurre desde los albores del franquismo hasta los primeros años de la democracia, mostrando al lector las repercusiones a nivel social y a nivel familiar de la costumbre y la moralidad de la época. Conoceremos así la vida del asesinado, Julián Expósito, su conflictiva relación con el principal sospechoso, el desafío que le supuso su homosexualidad en todos los terrenos, su paso por el ejército y su forzado destierro en Madrid. ¿Será finalmente Gonzalo Vegas el asesino? ¿Lograrán sacar a la luz una verdad tanto tiempo oculta? Ya sabéis, para averiguarlo... tendréis que leerla.

La prosa de Carmen Clara Balmaseda denota el gran dominio de la autora sobre el lenguaje. Muy pulida, profunda, penetrante y evocadora de humanidad en todas sus vertientes, dibuja con mucha habilidad la epopeya de Miguel Expósito, y ofrece al lector una historia que le sirve de marco para reflexionar sobre la represión, el exilio y el anhelo de libertad que marcarían a generaciones enteras a causa de la dictadura franquista. La trama de la novela está entretejida con mucha maestría a partir de la complejidad de las relaciones humanas y los vínculos familiares y la dimensión social de la historia política. Una excelente novela que, sin duda, os recomiendo.

jueves, 13 de noviembre de 2025

El juego de los crímenes perfectos, de Reyes Calderón

El año 2020 quedará sin duda registrado en los anales de la historia (como un año nefasto), pues el mundo entero experimentó una situación insólita hasta ese momento: una pandemia global que puso boca arriba nuestros días y nuestras noches, nos despojó de nuestra certeza de invulnerabilidad y se cobró la vida de miles y miles de personas a lo largo y ancho del planeta. La mayoría prefiere tratar de olvidar ese lapso de tiempo gobernado por la oscuridad y la incertidumbre. Otros, en cambio, lo utilizan como materia prima para fabricar historias. Y ese es justo el caso de la novela que acabo de terminar.

El juego de los crímenes perfectos (Planeta, 2022), de Reyes Calderón, se ambienta en un Madrid recién salido de la época más dura de la pandemia de Covid. Los primeros meses de la pandemia sumieron a la capital española en el caos. Miles de muertos sobrepasaron por mucho la capacidad de respuesta funeraria de la cuidad, y los Palacios de Hielo tuvieron que habilitarse temporalmente como morgues provisionales. La trama de la novela comienza cuando en el Palacio de Hielo de Madrid queda un cadáver que nadie reclama, por lo que no pueden devolver la infraestructura al uso para el que fue concebida. Alertada la Policía Nacional, se descubre que, dentro del ataúd donde se suponía que debía descansar una mujer, en realidad reposa un varón. Lo que podría en principio parecer una confusión derivada del caos y la saturación de un sistema montado a marchas forzadas, pronto empieza a suscitar dudas e incertidumbre, y el inspector Salado, junto al novato y atractivísimo Javier Jaso y la "impecable" guía de un juez instructor supersticioso a más no poder, deberán investigar la causa de un error que poco a poco se va transformando en un macabro misterio relacionado con un caso antiguo que sigue abierto. Misterio que, por otro lado, afectará también a la joven doctora Padierna que, agotada tras jornadas maratonianas de trabajo patrocinadas por el Covid, solo sueña con poder irse de vacaciones. Sin embargo, sus ansias de relax se verán truncadas por circunstancias personales, familiares y profesionales insólitas para ella hasta la fecha. Un criminal que antaño fue víctima, psicopatía transmitida y altas dosis de sadismo son algunos de los ingredientes de esta novela, ganadora del Premio de Novela de Cartagena Negra en 2023.

Reyes Calderón aprovecha hábilmente la situación de saturación del sistema sanitario en los meses iniciales de la pandemia para generar tanto el hilo de la trama como la atmósfera de El juego de los crímenes perfectos, logrando crear una historia compleja y muy original, bien articulada y escrita con solvencia, que despierta el interés del lector y lo mantiene hasta la última página. Si tenéis oportunidad, leedla.

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Bruja fracasada busca demente que la aguante, de Gema Tacón


Y bien. Aquí creo que termina todo. Estoy dentro de un ataúd con un vibrador rosa fluorescente como única fuente de luz, y me da que a ese cacharro no le queda mucha luminiscencia. El sudor me resbala por la espalda y se mezcla con el olor rancio del plástico caliente. Tengo una rodilla dormida y la otra empieza a latir con un cosquilleo odioso. No sé si me han enterrado viva, si esto es parte de un hechizo fallido o simplemente lunes.

Cuando una novela empieza así, ya sobra cualquier introducción en la reseña. Cara de asombro seguida de la primera carcajada. Cuando piensas que ya no puede sorprenderte con situaciones más rocambolescas e hilarantes, llega ella y te demuestra que sí, que su imaginación desbordante, su cachaza y su talento dan para eso y para más. Cada novela suya es un constante desafío a las cremas antiarrugas, porque las de la risa se marcan bien marcadas. ¿Que de quién hablo? Pues de Gema Tacón, evidentemente. 

Su última novela, recién salidita del horno, se titula Bruja fracasada busca demente que la aguante y es casi un pulso al último vestigio de cordura que pueda quedar en la mente de la gaditana. La autora la ha definido como cozy mistery, pero yo creo que le han bailado un poco las letras porque en realidad quería decir crazy (pero muy crazy) mistery. Su protagonista, Minerva, es una treintañera con una configuración mental poco normativa (vamos, que está como una maraca), limpiadora de profesión y con una tendencia natural a verse envuelta en saraos no exentos de riesgo. Cuando era pequeña descubrió (y robó, todo sea dicho) en la biblioteca un manual de brujería y, desde entonces, su principal misión en la vida es despertar sus supuestos poderes brujeriles y ser aceptada en algún aquelarre. Dos sucesos vendrán, de forma casi simultánea, a poner patas arriba su ya de por sí excéntrica existencia. En primer lugar, encontrará una adorable mofeta en un contenedor y sin pensarlo dos veces la adoptará como mascota, bautizándola como Belcebú, porque sin duda es un ser demoníaco, un familiar de bruja o algo por el estilo (viva la colección de mascotas raras de la Tacón). Poco después llegará un nuevo vecino al piso de enfrente del suyo, y su acertadísimo instinto la advertirá de que es un ser sobrenatural, y centrará sus esfuerzos en desenmascararlo, provocando algún que otro desastre, entre ellos enamorarse perdidamente de él. Bruno, que así se llama el vecino, empezará a trabajar en uno de los tanatorios de la localidad, y ambos se verán envueltos en una trama llena de misterio (y de riesgo) de muertos y negocios de vivos. Como ellos solos no van a salir sanos y salvos del entuerto, precisarán la ayuda de refuerzos familiares, y vaya refuerzos. Romance, mofeta, cadáveres, maquiávelicas ex, madres de hierro, alguna asiática ninfómana y un comando de señoras que ni los GEOs se combinarán para no dejaros dormir hasta que no os acabéis la novela.

¿Es que os tengo que decir más todavía para que la leáis? No creo...

viernes, 31 de octubre de 2025

El balanceo del Alacrán, de Eduardo Fernán-López


Este vaise i aquel vaise,
e todos, todos se van,
Galicia, sin homes quedas
que te poidan traballar.
Tés, en cambio, orfos e orfas
e campos de soledad,
e nais que non teñen fillos
e fillos que non tén pais.
E tés corazóns que sufren
longas ausencias mortás,
viudas de vivos e mortos
que ninguén consolará. (Rosalía de Castro)

El 15 de febrero de 2022, durante una gran tempestad, el arrastrero español Villa de Pitanxo fue engullido por el Atlántico a 250 millas de las costas canadienses de Terranova y Labrador. De sus 24 tripulantes, sobrevivieron únicamente tres. Aunque la investigación sigue abierta, todo parece apuntar a un error humano del capitán al intentar recoger las redes durante el temporal y dar tarde la orden de evacuación del barco. Estos datos, fríos y asépticos, son en realidad el negro sobre blanco de una ignominiosa tragedia, del aciago destino que acecha siempre a las gentes del mar, y este caso real es el germen de la novela que acabo de terminar. Su autor utiliza el naufragio del Villa de Pitanxo, ficcionando algunos de sus elementos, como punto de partida de una historia de crimen y misterio.

En El balanceo del Alacrán (Destino, 2025), de Eduardo Fernán-López, el pesquero se llama Alacrán y solo dos son los supervivientes del naufragio acaecido en las mismas aguas. Siete meses después de que comience el juicio que trate de encontrar las causas del accidente y depurar responsabilidades, alguien asesina a Raúl Barros, presidente del grupo empresarial propietario del pesquero, y a su hija, con la que este no parecía mantener muy buena relación. Para intentar esclarecer este doble crimen, el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Vigo, encabezado por el inspector Tristán Negreira y la subinspectora Virginia Almada, tendrá que emplearse a fondo. A los pocos hilos de los que tirar se unirá el hermetismo del entorno de la naviera, cuya junta directiva está demasiado ocupada en una lucha intestina por el control de la empresa. Quizá la prensa tenga la clave para resolver este caso...¿Tendrán los asesinatos de Barros e hija relación con el naufragio del Alacrán? ¿Cuál es la razón de la inexistente relación entre padre e hija? ¿Y por qué, si llevaban mucho tiempo sin hablarse, estaba ella en esa vivienda la noche de autos? Ya sabéis... Si os ha picado la curiosidad, tendréis que leerla.

Dos voces narrativas se alternan en El balanceo del Alacrán para trenzar una historia que atrapa pronto al lector. Por un lado, un narrador omnisciente desvelará los pormenores de la investigación, de la relación paterno filial y del modo en que se gestan ciertas noticias bomba que aparecerán en la prensa. Asimismo, nos dibujará, con calma y unos diálogos muy potentes, las luces y las sombras de unos personajes profundamente humanos y muy verosímiles. Por otro lado, una voz en primera persona nos narrará un pasado de lucha, de reivindicación, de dolor y de venganza. Con una prosa muy correcta y muy medida, sencilla y directa, Eduardo Fernán-López ofrece al lector una novela con una atmósfera conseguida con mucha habilidad que llevará al lector a querer saber más y más, a devorar con ganas cada página hasta alcanzar la resolución del misterio. Si os gusta la novela negra, yo no me la perdería. Palabra de lectora.

miércoles, 29 de octubre de 2025

Sin latido, de Yolanda Cruz Ayala


Libridinosum sigue descubriendo a autores nuevos. En este caso le toca el turno a Yolanda Cruz Ayala, escritora gibraltareña afincada en La Línea de la Concepción (Cádiz). Llevaba tiempo leyendo muy buenas reseñas de su última obra publicada, y la lectura conjunta del mes de octubre del grupo Ladrones de Libros ha propiciado que me pusiera con ella mucho antes de lo previsto (esa lista de pendientes que no hace más que aumentar...). Siempre resulta muy agradable que una novela cumpla con las expectativas generadas a priori, y si las supera ni os cuento. En este caso, se trata de una obra con ingredientes muy atractivos combinados de manera muy equilibrada que seguro harán disfrutar a los lectores de novela negra/policíaca.

Sin latido (NdeNovela, 2024), de Yolanda Cruz Ayala, está ambientada en La Línea de la Concepción (Cádiz), aunque en la historia el lector hará alguna escapada a Marbella e incluso a Londres. Podría decirse que es una novela coral, pues son varias las perspectivas de personaje que se abordan y muchos de ellos juegan un papel destacable. La novela comienza con una joven en una sala de interrogatorios. Se llama Celeste Blanch, y está a punto de realizar su declaración a causa de la muerte de uno de sus mejores amigos. Dos páginas después, la escritora nos lleva a 2017, y al personaje de Olivia Fernández, una psicóloga linense que atraviesa un mal momento personal y profesional a causa de la decisión que tomó uno de sus pacientes al salir de su consulta. Una mañana, al revisar el correo electrónico, ve que en su bandeja de entrada tiene un mensaje de Celeste Blanch, con quien tuvo relación en la infancia y en la adolescencia pero de quien los años la fueron separando hasta perderle la pista. El correo le indica que le gustaría tratar con ella un asunto del pasado para lograr llegar a la verdad. Esa misma mañana, su vecina le hace entrega del portátil que le ha enviado Celeste, por si a ella le pasara algo y para que Olivia pueda leer un relato que ha escrito sobre aquellos años y los posteriores y que atañe al hermano de Olivia y a otro amigo con el que la psicóloga mantuvo una relación sentimental en el pasado. Asombrada y algo preocupada, Olivia acude a casa de Celeste para hablar con ella, pero no es posible porque lo único que encuentra es su cadáver. Sobredosis de benzodiazepinas, al parecer. Aquí entra en juego ya el equipo de investigación, encabezado por Rodrigo Ugalde y su inseparable María Infantes, de la UDEV. Pese a que todo parece apuntar a un suicidio, la intuición de Ugalde no compra esa hipótesis, y hará todo lo humanamente posible para indagar en la verdadera causa de la muerte de Celeste Blanch, pese a tener muchas de las circunstancias en contra. Olivia irá leyendo poco a poco el relato de Celeste, que ahonda en unos sucesos del pasado que marcaron la vida de unos cuantos y ofrece una perspectiva sobre Alex Fernández que su hermana Olivia desconocía. En paralelo a la trama de investigación, y muy relacionado con ella, Yolanda Cruz nos irá mostrando las facetas íntimas de los personajes, que atraviesan momentos y situaciones complicadas. El pasado va extendiendo sus tentáculos haciéndose muy presente. ¿Han asesinado a Celeste? Si así fuera, ¿quién? ¿Estará la intuición de Rodrigo equivocada y estamos ante un siempre triste caso de suicidio? Si queréis saber, tendréis que leer, porque yo no pienso contar nada más.

Los 67 capítulos en los que está estructurado el desarollo de la trama de Sin latido son en su gran mayoría breves y dan poca tregua al lector, invitándole en todo momento a averiguar quién o qué ha causado la muerte de Celeste Blanch, y a ir encajando las piezas de un puzle a todas luces complejo y que no estará completo hasta casi el mismo final. Final que, personalmente, no vi venir por ningún sitio, porque a Yolanda Cruz se le da genial jugar al despiste y generar un amplio abanico de sospechosos. El relato combina la tercera persona de un narrador omnisciente con la primera persona de la voz de Celeste Blanch a través de esa suerte de diario que hace llegar a Olivia, y ese cambio de perspectiva en la narración resulta por un lado atractivo y, por otro, muy efectivo de cara a atrapar al lector entre sus páginas. Con una prosa elegante y perfecta, Yolanda Cruz ofrece al lector una historia de pérdida, de ausencias, de sueños rotos y trenes perdidos, de almas desportilladas por un pasado que de ningún modo fue mejor, combinada con grandes dosis de intriga y suspense. Yo de vosotros no la dejaría pasar y en cuanto pudiera le hincaría el diente. Merece la pena. Palabra de lectora.

viernes, 17 de octubre de 2025

La dentellada, de Eduardo Fernán-López


Quienes me leéis de vez en cuando sabéis que una de las cosas que me apasiona es descubrir autores nuevos. Cuando vi que este escritor publicitaba su segunda obra y esta llamó mi atención, caí en la cuenta de dos cosas. La primera, que no sabía que escribía (me lo había cruzado en un par de festivales de novela negra, pero pensaba que era prensa o blogger). La segunda, que me apetecía leerlo. Y ¿cómo suele empezarse casi todo? Pues por el principio, claro, así que busqué la primera novela que había publicado, la adelanté unos cuantos cientos de puestos en la lista de pendientes y hace unos minutos acabo de terminarla. Y vaya opera prima. Solo os digo que nada más terminarla he pedido la que acaba de publicar, porque algo en su forma de escribir me ha atrapado.

La dentellada (Editorial Titanium, 2021), así se titula la primera obra de Eduardo Fernán-López, y tiene todos los ingredientes necesarios (y alguno más) para hacer disfrutar a los amantes de la novela negra. Ambientada en Zamora (creo que es la primera vez que leo una historia ambientada allí), la trama de la novela comienza con el hallazgo del cadáver de una joven, desnuda de cintura para abajo y amordazada con cinta de embalaje, en las proximidades del bosque de Valorio. El gallego Martín Brétema será el inspector encargado, junto a su equipo, de la investigación del asesinato, pero el camino se le va a poner muy cuesta arriba cuando su pareja, Adriana Mateos, firme a la mañana siguiente en La Opinión de Zamora, diario para el que trabaja, un artículo sobre el crimen detallando información que, en esos momentos, está supuestamente bajo secreto de sumario. Os podréis imaginar que la mayoría de ojos van a posarse en la figura de Brétema como responsable de las filtraciones, y que algunos van a aprovechar la coyuntura para exacerbar la inquina que le profesan y obtener rédito de ello. Situación complicada en comisaría, pues se crean dos bandos totalmente polarizados, lo que no va a ayudar a una investigación que no marcha precisamente bien. Y mientras, en la calle, la ciudad de Zamora se revuelve contra sus dirigentes en continuas manifestaciones contra la venta de una antigua fábrica harinera, que debiera ser conservada como patrimonio histórico, a un grupo inversor asiático que pretende convertirla en un centro comercial.

Como digo muchas veces, y en La dentellada se cumple cien por cien, no es solo lo que el autor cuenta, sino también y sobre todo cómo lo cuenta. La prosa de Eduardo Fernán-López es sencilla y directa, pero ello no le resta ni un ápice de potencia. Gracias a la brevedad de los capítulos y al continuo cambio de escenarios y personajes, el ritmo de la novela es vertiginoso, lo que sumado a los giros argumentales que nos depara la trama, hace que los lectores devoremos con gana página tras página hasta llegar a un final... dejémoslo en impactante para no dar ninguna pista. Otro gran acierto de Eduardo Fernán-López en La dentellada es, sin ningún tipo de duda, la construcción del protagonista, Martín Brétema. El gallego escapa del clásico cliché de héroe o anti-héroe profundamente marcado por un pasado turbulento. Es un tipo normal, que nunca ha tomado una gran decisión en su vida, sino que ha ido asumiendo lo que llegaba con más o menos naturalidad o resignación, hasta que se enamora de la periodista Adriana Mateos y decide dejarlo todo atrás y empezar una nueva vida con ella. Esta relación permite al escritor enriquecer su historia con el permanente conflicto que suelen mantener policía y prensa, al tiempo que construye dos líneas de investigación paralelas: la oficial —que debe en todo momento ajustarse a ley– y la periodística, más independiente y sin trabas procedimentales. Además, he leído en su biografía que Eduardo Fernán-López es historiador, y esa faceta también está presente en la novela, ya que, sin ser excesivamente profuso en detalles, contribuirá a la ambientación con algún episodio importante en el pasado de la ciudad. No me extiendo más y os recomiendo que la leáis, porque menudo debut literario.

lunes, 13 de octubre de 2025

El mundo acabará en viernes, de Manuel Moyano

Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, "Aquel que es, que era y que va a venir", el Todopoderoso. (Apocalipsis 1,8)

La semana pasada, en la presentación de la novela que acabo de terminar que tuvo lugar en la Feria del Libro de Murcia, el entrevistador le hizo al autor dos preguntas que se me quedaron rondando en la cabeza y a las que aún no he conseguido dar respuesta. La primera fue que si pudiera resucitar a un autor y pasar con él/ella una velada, a quién elegiría. No supo bien qué contestar, pero nombró el indisoluble binomio Bukowski-alcohol. Yo, ni idea, en blanco. La segunda cuestión: ¿qué haría, a qué se dedicaría, si supiera que el mundo se acababa el viernes siguiente? Comer, beber, paseos por el monte, familia, dijo él. Yo, más en blanco todavía, y por más vueltas que le doy creo que no seré capaz de hallar una respuesta que me proporcione un mínimo de satisfacción ni de consuelo. Espero no tener que decidir nunca...

El mundo acabará en viernes (Menoscuarto Ediciones, 2025) es el sugerente título de la nueva novela de Manuel Moyano, una sátira sui generi del temido armagedón cristiano escrita de la forma en que solo él podría escribirla. La novela comienza con John Ekaverya, un psiquiatra de Idaho con ancestros vascos que compagina su profesión con la escritura y está a punto de presentar la novela que, según su ego desmedido, le coronará con los laureles del éxito. Ekaverya decide hacerse cargo del paciente de un colega que presenta un extraño delirio, pues habla y actúa como un escritor mundialmente famoso. En Tel Aviv, Myriam Shejav, empleada de una productora audiovisual, acoge en su casa a un individuo, extraño pero bien parecido, mientras está inmersa en los preparativos de un evento musical televisivo que será retransmitido a todo el planeta. En algún lugar de Londres, Mihir Boshu, un fotógrafo siempre a la caza del famoso pero con ínfulas de artista, descubre con asombro a un personaje que de seguro causará un gran revuelo mediático y engrosará las cifras de su cuenta bancaria. Mientras tanto, una criatura con forma de gusano pergeña desde las nubes la criba de justos e injustos según el manual de instrucciones del apocalipsis y otro engendro de igual forma repelente intentará impedirlo apelando a la naturaleza hedonista del ser humano. Una plaga de langostas, volcanes en erupción simultánea, la amenaza de impacto de un meteorito y una pandemia de resurrecciones anuncian que el final está cerca. Si queréis verificar si ponemos el THE END o no, tendréis que leerlo. Vamos, digo yo...

Como siempre, en El mundo acabará en viernes, Moyano hace gala de una prosa como pocas. Ágil, precisa y pluscuamperfecta. Como siempre, su ingenio, su imaginación desbordante y esa mirada que capta matices que a otros pasarían desapercibidos, convierten el bíblico y archiconocido armagedón en novedosa y primera calidad literaria. Esta vez lo hace en una novela coral cuyas variopintas voces enriquecen más si cabe el complejo e inquietante escenario global que la ambienta. Por si fuera poco, hay diálogos absolutamente brillantes, para enmarcar, lo mismo que construir al mandamás supremo en forma de gusano gordo y petulante. No digo más. Leedla y disfrutaréis. Y ahora, después de El evangelio de Judas y esta versión satírica e iconoclasta del Apocalipsis... ¿qué toca, Manuel Moyano?


jueves, 9 de octubre de 2025

Cita con la muerte, de Elia Barceló


Qué momento, tan emocional e intelectualmente complejo, llegar al final de la última entrega de una saga literaria que se ha disfrutado muchísimo. Cerca de mil quinientas páginas entre las cuatro novelas, muchas horas sonriendo, maquinando, reflexionando y poniéndome en la piel de personajes variopintos que ya son casi familia... dan para mucho. Pero todo principio conocido halla en algún punto su fin y a la vuelta de cada otoño espera un invierno más o menos definitivo. Y es la luz invernal del Mediterráneo, esos momentos de resguardo, de recarga y renovación de la energía, cargados de la promesa y la esperanza de una nueva primavera, la que ambienta climatológica y emocionalmente la novela que acabo de terminar, magnífico broche a la serie de Santa Rita. 

Cita con la muerte (Roca Editorial, 2025) es el esperadísimo cierre de la serie Muerte en Santa Rita, el escenario lleno de magia y realidad al mismo tiempo creado por Elia Barceló y donde a muchos nos encantaría poder refugiarnos de vez en cuando. Tras el otoño movidito de La soga de cristal, llega el agradable invierno mediterráneo a cambiar los colores de los jardines de Santa Rita mientras el misterio y la intriga continúan acechando tanto a inquilinos como a lectores. Por un lado, la inspectora Lola Galindo recibe en comisaría la visita de la hija de Marcial, uno de los residentes de Santa Rita, que confiesa haber asesinado a su ex marido, un impresentable productor de cine condenado por haber abusado sexualmente de la hija de ambos cuando esta tenía cinco años. Algo en la confesión de la mujer escama a la inspectora que, junto a su compañero Marino, tendrá que averiguar si es cierto todo lo que cuenta o está encubriendo algo. Por otro lado, el ex comisario Robles detectará ciertos comportamientos inusuales en dos de las mujeres de Santa Rita, lo que le llevará a concluir que están maquinando un crimen que, por el bien de todos, deberá impedir a toda costa. Por último, la labor de investigación de la historia familiar conducirá a Greta a la generación fundadora de Santa Rita y al origen de una maldición lanzada contra las mujeres de su linaje hasta la cuarta generación. El suspense está servido...

En primer lugar, y aunque las historias son autoconclusivas, me gustaría recomendar que, si os ha llamado la atención la reseña de alguna de las novelas de esta saga, las leáis en orden, puesto que a nivel evolución de personajes e historia familiar es importante. Como en las entregas anteriores, Elia Barceló combina la trama de investigación del presente con la reconstrucción del pasado, y debo confesar que, en este caso, la trama de los Salvatierra-Montagut ha vuelto a atraparme tanto como las del presente. Aparte de reiterar la delicia que supone leer la prosa de la autora y disfrutar de sus personajes excelentemente construidos y de sus tramas engranadas a la perfección, quiero recalcar una vez más la relevancia de su crítica social en la obra. Como en las novelas anteriores, el papel de la mujer es uno de los temas principales de la historia. Sus protagonistas son femeninas, estandartes de la herida abierta que durante generaciones ha lacerado el alma y la carne de la mujer por el simple hecho de serlo. Si podéis, aprovechad y leedla, no solo esta, sino la serie completa. Os va a encantar.

jueves, 2 de octubre de 2025

La soga de cristal, de Elia Barceló


Ay, el otoño. Una de mis estaciones del año favoritas. Tránsito a paso tranquilo entre la luminosidad y la algarabía del verano y la quietud y el recogimiento del invierno. La vida se tiñe de ocres y dorados y su ritmo parece que se ralentice. Unas criaturas pierden hojas, flores y verdes. Otras preparan su cuerpo para dormir un largo invierno. Se relaja el universo y se debilitan las fronteras entre lo tangible y lo intangible. El velo que separa la vida de la muerte se vuelve más frágil, por ello es la época más proclive a lo sobrenatural. Calabazas y ánimas calientan motores a la luz perezosa de miles de velas en las proximidades de Halloween y el Día de Difuntos. ¿Os he dicho ya que me encanta el otoño? Pues imaginaos ciertas novelas con una magnífica y conseguida ambientación otoñal, justo como la que acabo de terminar. La tercera parte de una saga que me tiene atrapada. Muerte en Santa Rita transcurre en primavera; Amores que matan, en verano y...

La soga de cristal (Roca Editorial, 2024), de Elia Barceló, ambienta su trama en otoño. En esta novela, Santa Rita y sus habitantes se preparan para una gran fiesta en la casa: Halloween, el Día de Difuntos, y el decimoctavo cumpleaños de la nieta de Ascen, una de las residentes de la comunidad. Sin embargo, el destino parece tener otros planes menos agradables, y la celebración se trunca debido a la desaparición ipso facto de la cumpleañera. Al cumplir los dieciocho, se ha marchado de casa por propia voluntad para ingresar en la secta que la adoctrinaba desde su más tierna infancia en las aulas de un colegio de élite. A los pocos días de este suceso, la propia secta llama a la policía, puesto que ha desaparecido su líder, el Maestro, cuyo cadáver no tardarán en hallar en una playa privada anexa al complejo donde residen. Lola Galindo, habitante ya de pleno derecho de Santa Rita, y su compañero Marino serán los encargados de investigar el caso, en el que parecen esconderse asuntos más que turbios. Por otra parte, Greta, la sobrina heredera de la propietaria de Santa Rita, sigue indagando entre polvorientos recuerdos y ajados papeles para desentrañar la historia de su propia familia, que le resulta tan desconocida como la de cualquier otro. En este caso, sus pasos la encaminarán a descubrir la existencia de un antiguo invernadero, estilo jardín botánico, en las tierras de Santa Rita. Junto al incombustible ex-comisario Robles, visitará las exuberantes ruinas de la antigua edificación y hallará, a muchos metros de altura, colgada de la rama de un crecidísimo ficus, una soga cortada que abrirá un nuevo capítulo en la intricada historia familiar. Conoceremos así a la prima Lidia, un alma que no descansa en paz, a su madre Matilde y los terribles sucesos que propiciaron su muerte. Tumbas, huesos, secretos y más secretos se ocultan bajo la tierra y en las paredes de nuestra idílica comunidad. ¿Llegaremos a saber las verdades que han dormido ocultas durante años? Ahhhhh, si os ha picado la curiosidad, tendréis que leerla.

Aparte de la prosa exquisita y la habilidad narrativa que caracteriza las novelas que llevo leídas de Elia Barceló, en La soga de cristal destacaría especialmente la ambientación fabulosa, amable pero llena de misterio, que consigue, trenzando a la perfección los diferentes hilos que conforman la trama: la investigación criminal, las pesquisas sobre la familia que derivan en tintes góticos y las situaciones personales de los personajes. Página tras página, Elia Barceló explora también en esta novela temas universales y atemporales, como el poder que tiene la fe o la importancia de la búsqueda de la verdad. Y, como no podía ser de otro modo, tampoco falta en la obra la crítica social contundente, aspecto en el que vuelven a ser las mujeres las grandes protagonistas, puesto que ellas han sido las que han soportado vejaciones y maltratos de todo tipo, en este caso enmarcados en el ámbito de la crítica a las sectas. Una magnífica novela para comenzar un otoño que se promete interesante. Si podéis, hincadle el diente. La vais a disfrutar.

jueves, 25 de septiembre de 2025

La mirada de los galgos, de Héctor Bastida


Quien ha conocido el amor en los ojos de un animal sabe perfectamente que las palabras no alcanzan a describir el sentimiento. Late fuerte dentro como el redoble del tambor de la alegría. Huele a inocencia, a la lealtad y la confianza más verdaderas. Pura magia, inexplicable pero cierta. Si lo habéis experimentado, sabréis perfectamente de lo que hablo. Si no, quizá deberiais probarlo. Por desgracia, hay engendros de alma podrida que los maltratan y los hacen sufrir deliberadamente por mero capricho. Tradiciones, así las llaman. Costumbres, así las llaman. Maltrato y tortura, así se llaman de verdad. De entre todas las especies que sufren en manos despiadadas, merecen mención especial los galgos, condenados en su mayoría a soportar terribles miserias debido a su consideración de "armas de caza", y por eso mismo no amparados por las leyes de protección animal. Precisamente, España ha sido varias veces señalada como el país europeo más cruel en el trato dispensado a esta raza canina. ¿Os habéis fijado alguna vez en la mirada de un galgo? Héctor Bastida, autor murciano de nacimiento y habitante del mundo por elección, sí lo ha hecho, y nos lo cuenta en una magnífica novela desde una sensibilidad y un amor incomparables.

En La mirada de los galgos (Raspabook, 2024), Héctor Bastida desteje con mimo y delicadeza el tejido de la realidad para imbricarle fragmentos de una magia cósmica y universal para que nos cale todavía más hondo. En las primeras páginas conoceremos a Ramón, un anciano viudo hundido en una depresión al no superar el fallecimiento de una esposa con la que había compartido toda una vida. Como consecuencia de tirar la toalla, acaba en ingresado en un hospital, donde conocerá a Gala, responsable de una protectora señalada por el dedo implacable de la tragedia. Como último intento para permanecer en el mundo de los vivos, Ramón comienza a colaborar como voluntario en la protectora, y allí, en un momento mágico y emotivo como pocos, su alma quedará irremediablemente unida a la de Trenza, una galga cuyos ojos son puro enigma. Una noche cualquiera, Trenza desaparece sin dejar rastro, comunicándose con Ramón alma a alma en ocasiones, revelándole su paradero en algunos momentos, y mostrándole la cruda realidad que viven habitualmente los de su especie. Ramón irá contándole sus vivencias a su fallecida esposa, a la vez que rememora fragmentos de su vida juntos. ¿Podrán Ramón y Gala encontrar a Trenza y salvarla del atroz destino que se escribió para ella? Si queréis saber, tendréis que leer.

Con una prosa cuidada que roza a veces el lirismo, Héctor Bastida nos ofrece en La mirada de los galgos una historia conmovedora. Pura realidad aliñada con realismo mágico y altas dosis de sensibilidad. Arte y creatividad que ayudan a sanar a un mundo herido de muerte por la falta de amor. No me extiendo más porque hay que leerla para comprender. Solo os dejo la dedicatoria con la que el autor encabeza la obra, que toca el alma de forma suave pero contundente: 

Para todas las protectoras de animales y sus voluntarios. 
Por sacrificarse en tiempo y alma para mantener el equilibrio de un mundo agonizante.
Por negarse a rendirse.
Por no apartar la mirada.
Sobran más palabras. Leedla, por favor.

domingo, 21 de septiembre de 2025

Amores que matan, de Elia Barceló


Hay lugares a donde uno siempre quisiera volver, aunque ya no sea posible porque tan solo existen en nuestros recuerdos. Unos están hechos de sal, espuma y arena. Otros, de un primer beso en una tarde de lluvia. Postales de un ayer que siempre extrañaremos. Por suerte, hay otros a los que podemos regresar siempre que lo deseemos y nos acogen con los brazos abiertos. En el caso de esta lectora, esos lugares están sólidamente construidos con letras, por lo que son imperecederos, refugios para almas rebeldes que huyen, quizá cobardes, de realidades y circunstancias. Como a la mayoría de personajes de la novela que acabo de terminar, a mí también me gusta volver a la Santa Rita nacida de la imaginación de Elia Barceló. Pasear por sus jardines, recorrer sus estancias y escuchar a sus gentes. Afortunados los que hallamos cobijo en tierra ficticia. 

La segunda parte de la saga de Elia Barceló ambientada en Santa Rita se titula Amores que matan (Roca Editorial, 2023) y sigue la estela de la anterior, Muerte en Santa Rita. Tras los sucesos acaecidos en la primavera, estación durante la que transcurre la primera entrega, llega el verano y la comunidad que habita el espacio quasi mágico (tocado sin duda por la diosa de la justicia poética) tampoco podrá afrontarlo con normalidad, puesto que, al hacer unas obras en uno de los pabellones del recinto, aparecen, emparedados en una minúscula habitación, unas pinturas que se suponen de gran valor junto con el cadáver de un bebé nacido al menos ochenta años antes. Los cuadros parecen pertenecer a la escuela Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), un grupo de pintores expresionistas fundado por Kandinsky en los primeros años del S. XX. Para verificar su autenticidad, vendrá un profesor suizo experto en la época y el movimiento, acompañado de su bella "asistente", mientras que la esposa del profesor deberá hacer frente a la mayor derrota de su vida... Todo se complicará cuando este experto aparezca brutalmente asesinado en la misma puerta de su habitación de hotel. La inspectora Lola Galindo, que ya vive desde hace un par de meses en Santa Rita, será la encargada de investigar tanto el asesinato del suizo como la procedencia de los huesos del recién nacido, y lo tendrá francamente difícil. Mientras tanto, Greta, sobrina y heredera de la propietaria de Santa Rita, irá descubriendo que la historia de su familia no es tan dulce e idílica como se la habían contado... 

En Amores que matan, el lector disfrutará de una trama muy bien construida, de una prosa elegante, cuidada y muy inteligente, repleta de matices, y de un transfondo de crítica social contundente pero exquisita. A pesar de que el nudo central de la historia se centre en la investigación del asesinato, la perspectiva del lector será diferente, puesto que conocerá desde el inicio la identidad y los motivos de la persona responsable de esa muerte. Sin embargo, esto no restará ni pizca de intriga y suspense a la trama, pues el nivel de expectativa siempre se mantiene alto. La ambientación de la novela es magnífica y se percibe que, aunque el lugar es ficiticio, Elia Barceló conoce a la perfección la localización geográfica y el ambiente mediterráneo en los que se inspira. Sus personajes son, en su gran mayoría, profundamente humanos y entrañables, alejados de cualquier atisbo de maniqueísmo. Con respecto a la crítica social, destacaría especialmente la denuncia, implícita y explícita, de la opresión de la mujer en todos los aspectos de su vida, desde la pura obliteración de su condición de ser pensante y sintiente hasta el abuso y el maltrato más sangrantes. Especial relevancia adquiere la reivindicación del papel de la mujer (ignorado, obviado, cuando no intencionadamente oculto) en el arte. En definitiva, Amores que matan es una novela amable donde, además de la trama de investigación, se tratan temas tan humanos y universales como el amor, la esperanza o el futuro. Una obra que, sin duda alguna, disfrutaréis. Palabra de lectora.

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Muerte en Santa Rita, de Elia Barceló


Siempre digo que, en términos generales, hay autoras/es que son excelentes escritoras/es y otras/os que son maravillosas/os narradoras/es. ¿Y cuando en una misma pluma se combinan ambos dones? Claro y nítido: el placer lector es indescriptible (pero doble). Este es el caso de la autora de la novela que acabo de terminar de leer hace escasos minutos, una obra completa y redonda, que ilumina los ojos de quienes la leen con la inigualable luz del Mediterráneo y matiza el noir con el embriagador aroma de las flores y de las clásicas novelas de misterio. 

Muerte en Santa Rita (Roca Editorial, 2022), de Elia Barceló, está ambientada en la ficticia localidad de Benalfaro, que la autora concibe muy cercana a Elche (Alicante). Allí nos sumerge en la agradable y peculiar atmósfera de Santa Rita, un lugar que nació como balneario en la segunda mitad del S.XIX, luego devino sanatorio mental para mujeres y, actualmente, es la residencia de Sofía O'Rourke, una anciana escritora hispano inglesa, y de una comunidad transgeneracional cercana a la utopía. En el incomparable marco de ese oasis de mimosas, buganvillas y colores mediterráneos, todos y cada uno de los cerca de treinta habitantes de Santa Rita tiene el compromiso de contribuir al bien común haciendo lo que mejor sabe o aprendiendo lo necesario para hacerlo. Los albores de la primavera traen a Greta, sobrina y única heredera de Sofía, que se acaba de separar y necesita poner orden en su mente y pensar hacia dónde encaminar sus pasos, de vuelta a Santa Rita después de una ausencia de décadas. Sin embargo, la paz y la tranquilidad que se respiran en Santa Rita le durarán poco, debido a la aparición en escena de Moncho Riquelme, un desagradable parásito, amigo de Sofía desde hace muchos años, que tiene sus propios planes (nada comunitarios, por cierto) para el lugar. De la noche a la mañana, Sofía y Moncho anuncian su compromiso e inminente boda, pero sus planes quedan irremediablemente truncados al aparecer, a la mañana siguiente, el cadáver del fulano flotando en la alberca de riego. Está claro que su desaparición supone un alivio para todos y cada uno de los moradores de Santa Rita pero, ¿quién habrá tenido las suficientes agallas para solucionar el problema de forma tan expeditiva? Muchos de los miembros de la comunidad parecen guardar un secreto al menos... Si os apetece descubrirlos, ya sabéis, tendréis que leerla.

En Muerte en Santa Rita, Elia Barceló crea una trama que, en principio, parece simple, pero en realidad está llena de resquicios que generan una amplia gama de posibilidades. Para ello se apoya en unos personajes muy bien dibujados con sus idiosincrasias, brillantes, muy humanos en sus luces y sus sombras. Muerte en Santa Rita es una novela coral en la que todos parecen guardar secretos o esforzarse en ocultar algo, y el lector irá descrubriendo todos esos misterios a la vez que la recién llegada Greta. Así, conoceremos a Candy, personal assistant y confidente de Sofía, al ex comisario de policía Robles, y al resto de habitantes de Santa Rita. Dentro de la narración, hay ciertos movimientos hacia el pasado que nos ayudarán a conocer mejor a algunos personajes, sobre todo a Sofía, y entender en cierto modo cómo han llegado a ser lo que son. La prosa de Elia Barceló es deliciosamente pulcra y está magníficamente trabajada, y la historia está construida con solidez y perfección. Como trasfondo a la ficción, Elia Barceló trata con mucha delicadeza pero sin ambages unos cuantos temas universales y atemporales: la dignidad en la vejez, la enfermedad y el modo de enfrentarse a ella, el maltrato, el rol de la mujer, y algunos otros. No me extiendo más, solo os recomiendo que la leáis, porque merece la pena. Palabra de lectora.

sábado, 13 de septiembre de 2025

Después de la derrota, de Paco Gómez Escribano


Y me pregunto, como he hecho tantas otras veces, que qué será lo que queda después de la derrota. Y lo veo claro. Después de la derrota están las ruinas de la derrota. Y después de eso, la nada, la puta nada infinita.

Realista e inapelable, esta reflexión cruza los pensamientos del protagonista hacia el final de la novela que acabo de terminar. Su autor, Paco Gómez Escribano, madrileño del barrio de Canillejas, ambienta todas sus historias en el barrio que lo vio nacer, crecer y, en cierto modo, desencantarse del mundo. Porque dicen por ahí que todos los caminos llevan a Roma, pero en ciertos lugares pareciera que todas las calles, salvo contadas excepciones, fueran la crónica de una debacle colectiva y anunciada.

Después de la derrota (Editorial Alrevés, 2024) es la undécima novela publicada de Paco Gómez Escribano, experto en dar voz, en negro sobre blanco, a todos aquellos cuyas voces no alcanzaron ni alcanzarán a alzarse sobre el ignominioso silencio de la peor de las miserias, la de habitar callejones sin salida, la de recibir siempre las peores cartas en la partida, la de la falta de oportunidades licuada en una asquerosa cucharilla o sublimada junto a pequeñas partículas de polvo obstinadas en perforar el tabique nasal. Al protagonista lo bautizaron como Cipriano pero, como era un nombre que sonaba a antiguo, se autonombró Zip. Un día fue periodista, y escribió sensacionales artículos sobre un atracador de su propio barrio, pero sus adicciones y la catadura moral de algunos de sus coetáneos le cercenaron las alas y las posibilidades, y ahora regenta un hostal de tercera, heredado de sus tíos, que sobrevive gracias a las remesas de obreros que llegan a trabajar en la "capi". En el momento en que empieza la novela, Zip vuelve del funeral del Chule (el otro personaje principal de la historia, el atracador objeto de sus artículos periodísticos del pasado con quien fue forjando una relación de amistad) y decide que el momento es tan bueno como cualquier otro para pasarse por el banco. Una vez dentro, su pésima estrella le ofrenda el papel de rehén en un atraco a mano armada. Ironías del destino, el líder de los yonquis-desquiciados-atracadores, perdedores también por herencia genética, es el Nico, hijo del Chule, quien le pidió que lo cuidara en su lecho de muerte. Como buen defensor de las causas perdidas, Zip se erige como intermediario entre los delincuentes y la policía. Por un lado, nos narrará en presente el devenir del suceso, que transcurre en plena pandemia. Por otro, nos narrará en pasado cómo comenzó a escribir los artículos sobre el Chule y cómo fue surgiendo su amistad. Asimismo, y en segunda persona, le hablará al fallecido como si estuviera presente, haciendo un recorrido por su trayectoria y vivencias en diferentes prisiones del país, y exponiendo con claridad y sin tapujos las sórdidas atrocidades que durante muchas décadas se cometieron en el sistema penitenciario español (no solamente en el tardofranquismo, sino también auspiciadas, sorprendentemente, por el gobierno de izquierdas de González) de las que, por conveniencia, se ha hablado poco o nada.

Aunque Después de la derrota está relatado desde la perspectiva de Zip, su estructura narrativa podría resultar compleja si no fuera por la habilidad del autor, que consigue que el lector nunca pierda el hilo ni se enrede en él. Su estilo es directísimo, coloquial y genuino, pues conoce a la perfección el barro que modela y le da forma a su antojo. Gómez Escribano nos ofrece una narración cruda, áspera y realista, pero no exenta de pinceladas de ternura y de humor negro negrísimo. Como en títulos anteriores, Gómez Escribano radiografía con precisión y humanidad el espíritu del barrio de Canillejas, transfiriendo a sus páginas la atmósfera de sus espacios, las idas y venidas de la gente de a pie que los habita. Si hay algo que me gusta particularmente del autor es la sinceridad y la naturalidad con las que mira y describe un abismo que pocos esquivan. Otra cosa que admiro de este autor es su manera de crear personajes secundarios inolvidables, que nacen con la derrota tatuada en cada milímetro de la piel. En esta novela se las conoce como la Marga y la Cari, dos amigas yonquis, enganchadas al jaco, cuya maxima aspiración es huir del mono a como de lugar. Después de la derrota es una historia de historias, de fracasos pretéritos y futuribles, de poca justicia y muchos pecadores por herencia, de malas muertes y peores vidas. Un relato de un infierno como tantos otros, sin aspavientos ni culpas. 

jueves, 11 de septiembre de 2025

Luna, de Carlos Bassas del Rey


En el vasto y diverso espacio de la literatura podemos distinguir grandes escritores, grandes narradores y unos pocos agraciados con ambos dones. Asimismo, hay autores que escriben, otros que dibujan historias y alguna rara avis que cincela universos a golpe de palabra y con precisión quirúrgica. Este último es el caso de Carlos Bassas, autor de la novela que acabo de terminar, donde esculpe sin tapujos el rostro y la esencia de la maldad. Sin excusa. Sin justificación. Maldad genuina que no rinde pleitesía a la norma consuetudinaria. 

Luna (Ediciones Alrevés, 2024) es la segunda novela que leo (y disfruto mucho) de Carlos Bassas. Ambientada en una imaginaria población manchega, y liderada por caracteres eminentemente femeninos, lo cierto es que me ha recordado mucho a alguna película de Almodóvar. Como reza la sinopsis, Luna es la historia de tres mujeres, Dora, Sara y Luna. Abuela, hija y nieta. Tres generaciones de la misma familia obligadas por las circunstancias a convivir y a caminar por la cuerda floja de sus enigmas con pericia de acróbata. Un hogar que dejó de serlo a fuerza de silencio y de olvido, de una ausencia muy presente que habita el limbo de los secretos que hay que proteger a toda costa. Corre el verano de 1982. Mientras Naranjito aparece en todas las televisiones españolas, la moral católica nacional se resiente tras la aprobación de la Ley del Divorcio. Sin embargo, para Sara supone una oportunidad de escapar de las garras de un marido maltratador, y a la vez el suplicio de volver a una casa de donde huyó en cuanto pudo. Con ella lleva a su hija, Luna, una adolescente de catorce años y perturbadores ojos azules muy distinta al resto. Sara y Dora, su madre, tampoco encajan bien con el resto de la población. Viven marcadas por la pérdida de Juan, marido de Dora y padre de Sara, en circunstancias muy confusas. Amparadas en falsos recuerdos que ocultan una verdad que las arrollará al revelarse. Por su parte, Luna trata de ponerle nombre y darle entidad a una pulsión interna que la devora, a un deseo que debe satisfacer, mientras establece una relación sui generis con Toño, un chaval del pueblo. Y como en la mayoría de novelas negras, un asesinato conmociona la tranquilidad de erial de la población. Desaparece Javier, el chico "mongolo" (recordemos que aquella no era una etapa de corrección política), y encuentran su cadáver atrapado en un cepo y con la cabeza machacada con una piedra. No tardarán los avispados vecinos en encontrar un culpable: Miguel, el maricón, el sararasa, el invertido. Seguro que ha sido él. Nadie escapa del pecado, de la culpa y la condena cuando hay sentencia del pueblo. Celos, envidia y odios ancestrales en medio de un secarral. 

Luna es una novela negra, sin duda, pero el misterio y la intriga no apuntan hacia el presente. El lector sabe perfectamente quién ha cometido el asesinato, porque lo ha presenciado. El misterio y la intriga nos acechan, pues, desde el pasado. En forma de fantasma, espíritu o espectro. Impregna el aire viciado y amenazador del hoy el aroma de un fuego purificador del ayer. La prosa de Carlos Bassas es ágil y lírica a la vez, y su yuxtaposición un auténtico tesoro. Sus personajes son totalmente poliédricos, llenos de aristas y recovecos, de pecados y de culpas, a excepción de Luna, que parece aceptar su condición con inmensa naturalidad. El pueblo, su voz, su inquina y sus miserias, se transforman en las páginas en un personaje colectivo que ejerce su poder con fuerza y con saña, inasequible a la empatía y a la clemencia. En una telaraña de relaciones ya heridas desde un inicio tendrán que desenvolverse sus protagonistas que, en cierto modo, también me han traído a la memoria a Bernarda Alba y a sus hijas, pues encarnan en su propia existencia el drama de las mujeres en los entornos rurales de España. Violencia implícita y explícita, maldad sin disfraz, todo narrado con una deliciosa sensibilidad. Si tenéis la oportunidad, haceos con ella.

martes, 9 de septiembre de 2025

Tinta y fuego, de Benito Olmo


Es más que conocido el hecho de que, durante la Segunda Guerra Mundial, el robo y saqueo de libros fue una práctica sistemática de los nazis, principalmente contra las bibliotecas y colecciones de titularidad judía, así como de otras minorías y personas non gratas para el régimen. Con ello pretendían eliminar la cultura y la memoria de los pueblos perseguidos. Si bien algunas obras fueron quemadas en público, muchas se incautaron y fueron a parar a colecciones privadas de algunos privilegiados. Tiempo después de la guerra, se iniciaron esfuerzos internacionales para recuperar y devolver los libros a sus legítimos propietarios o sus herederos. Interesante, ¿verdad? Pues esa es justo la materia prima temática que sirve de base a la novela que acabo de terminar, una obra adictiva y muy bien escrita que combina el thriller, la aventura y un trasfondo histórico donde se entrelazan la búsqueda de libros poco comunes y un misterio que llevará al lector a la época del expolio literario que perpetraron los nazis.

La protagonista de Tinta y fuego (Planeta, 2024), de Benito Olmo, se llama Greta y es una buscadora y tasadora de libros que pasa por un mal momento económico resultado de una caída de su reputación al haber desaparecido tiempo atrás un manuscrito de Borges que estaba tasando. A causa de esta situación, se ve obligada a aceptar el insólito encargo de rastrear y encontrar la biblioteca de una adinerada familia que los nazis incautaron durante la Segunda Guerra Mundial. Los primeros pasos de esa investigación la llevarán a Berlín, donde conocerá a Oleg y descubrirá la verdadera dimensión de los robos de libros que perpetraron los nazis. Asimismo, se contagiará del afán de Oleg por encontrar la mítica Biblioteca de la Comunidad Judía de Roma, pero todo se complicará cuando averigüen que alguien está asesinando a bibliófilos y coleccionistas para hacerse con los ejemplares que formaron parte de esta bliblioteca y poder reconstruirla... ¿Quién es el ladrón de libros capaz de asesinar para conseguirlos? ¿Logrará Greta completar con éxito su encargo? Ya sabéis...Si os ha picado la curiosidad, tendréis que leerla.

Uno de los aspectos más destacados de Tinta y fuego es la fusión del thriller noir con la novela histórica, lo que da lugar a una obra intensa y emocionante que trasciende los géneros tradicionales. Benito Olmo ha debido de realizar sin duda una exhaustiva labor de documentación previa a la escritura, por lo que sumerge al lector en escenarios históricos y contemporáneos con un alto grado de verosimilitud. El ritmo al que se desarrolla la trama es el justo y necesario, ágil y adictivo pero equilibrado, y su estilo descriptivo se catacteriza por la precisión. Así, el interés y la atención del lector están garantizados. En cuanto a los personajes, Greta es una protagonista complicada, llena de aristas y muy lejos del arquetipo de heroína que conocemos, pero tiene un lado tan frágil que enseguida cae bien al lector. Si os gusta la novela negra pero también la histórica, o las tramas de aventuras, acción y misterio, o la pasión desmedida por los libros, o si simplemente queréis disfrutar de buenos ratos de lectura, no os la perdáis, porque merece realmente la pena. Palabra de lectora.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Lo que oculta la noche, de May R. Ayamonte


Todos sabemos que, en ocasiones, la realidad supera con creces la ficción, que ocurren cosas en nuestro entorno que nos dejan boquiabiertos y que nos parecen increíbles, pero son. Y también sabemos que hay personas con un talento especial para entretejer esos mimbres de realidad con hilos de imaginación creando así una urdimbre literaria que nos atrapa y nos mantiene en vilo hasta que ellos deciden liberarnos. Cuenta la hemeroteca que allá por 1990 un suceso oscuro y turbio sorprendió a los habitantes de la ciudad de Granada: la aparición del cadáver de una mujer, tras un supuesto exorcismo, en una vivienda del barrio del Albaicín. El caso siempre estuvo envuelto en un halo de misterio y nunca llegó a conocerse a ciencia cierta la verdad de lo que ocurrió. Ese es el punto de partida de la novela que acabo de terminar, cuya autora conserva en ella lo esencial de aquel acontecimiento y lo integra a la perfección en una trama repleta de misterio y oscuridad.

En Lo que oculta la noche (Contraluz, 2025), May R. Ayamonte se sirve de dos líneas temporales separadas por un margen muy pequeño. Por un lado, la primera trama cronológicamente hablando se sitúa en 1987 y la protagoniza Dolores García, una granadina del barrio del Albaicín que, harta de la vida que lleva en la que ella no ha elegido nada, decide fugarse con su amante cubano y establecerse en Cuba, donde creerá rozar la libertad con la punta de los dedos. Dolores, mujer profundamente creyente en Dios y en otros asuntos paranormales, descubrirá la santería, una muestra de sincretismo religioso proveniente de la diáspora africana muy extendida en la isla y que combina deidades yorubas con santos católicos. El lector será testigo en las páginas que conforman este hilo de la evolución y el desenlace del sueño cubano. La línea temporal más cercana al presente comienza en Granada a principios de 1990. Aquella misma Dolores García fallece en el hospital tras un extraño episodio de violencia que la voz popular asimila a un exorcismo. Polet Hatero, una joven subinspectora, lesbiana y madre soltera, será la encargada de investigar el caso con el apoyo del inspector Luis Rodríguez, su superior y amigo, que opina que este caso le viene como un guante porque Polet es una feminista comprometida con la causa. Aunque todos los indicios apuntan al mencionado exorcismo, Polet, mujer racional donde las haya, no puede asumir la intervención de lo paranormal en este crimen, e intentará averiguar la verdad empírica a toda costa, a pesar de que la familia de la fallecida, que parece ocultar algún secreto, no se lo vaya a poner fácil. ¿Conseguirá tirar de los hilos hasta llegar al ovillo? En paralelo a la investigación, Polet también tendrá que enfrentarse a los sentimientos que le despierta Teresa, componente del equipo forense, y... Nada, si queréis saber más, la tendréis que leer.

Lo que oculta la noche sería, entonces, una combinación de hechos reales e investigación ficcionada aderezada con toques esotéricos y paranormales, enriquecida sin duda por una gran sensibilidad social presente en cada una de sus páginas y rodeada de una atmósfera muy lograda por parte de la autora. La estructura dual de la novela es un plus a la tensión narrativa. Los capítulos se nos presentan como piezas de un puzle que casi sabemos cómo encajar pero difícil de completar porque falta la pieza clave, ya que May se mueve con soltura entre lo visible y lo que queda oculto. Sus protagonistas, eminentemente femeninas, son muy distintas entre sí, pero ambas tienen un nexo común: ser mujeres que luchan contra la opresión a la que las somete el mundo. Su prosa es sencilla y asequible, pero también se apoya en ciertos fragmentos no exentos de lirismo y hace muy fácil sumergirse en el plano emocional de los personajes. En resumen, una lectura muy recomendable. 

miércoles, 27 de agosto de 2025

Los hijos malditos, de May R. Ayamonte

Habitualmente, los afortunados primermundistas que vivimos alejados de escenarios de guerra o violencia extrema, exceptuando el riesgo de las cada vez más frecuentes pero imprevisibles catástrofes naturales y los estigmas sociales en aumento progresivo, nos sentimos a salvo. Nos levantamos cada día dando por garantizada nuestra invulnerabilidad, como si fuera algo permanente e inmutable. Pero, ¿qué ocurriría si un buen día nuestra seguridad y la de todo nuestro entorno se vieran seriamente amenazadas por un crimen y una bomba, acompañados de un manifiesto que deja entrever que se destruirán las iglesias más simbólicas de nuestra ciudad? ¿Y si para evitarlo necesitáramos a una periodista con un carácter de mil demonios proclive a estar en el epicentro de las situaciones más inverosímiles? Pues eso es justo lo que sucede en la novela que acabo de terminar, una novela negra en la que su autora demuestra su gran habilidad en crear situaciones de alta tensión.

Los hijos malditos (Contraluz, 2024), de May R. Ayamonte, es la tercera entrega de la trilogía protagonizada por la periodista Jimena Cruz. Aunque yo recomiendo siempre leer las entregas por orden, por no perderse nada de la evolución de los personajes y sus circunstancias, lo cierto es que se puede leer como novela independiente, puesto que la autora aporta continuamente datos importantes sobre ellos e información que tuviera relevancia en pasado y presente para comprender el trasfondo y las motivaciones de los principales personajes. Al igual que en las entregas anteriores, May nos sumerge profundamente en las luces y las sombras de Granada, con una protagonista en precario equilibrio entre su necesidad de recuperarse de las secuelas psicológicas de los casos anteriores y sus ganas instintivas de investigar los terribles sucesos que vuelven a poner en jaque la paz de la capital granadina. La historia comienza en plena Semana Santa, mientras Jimena acompaña a su hermana y a la familia de esta a disfrutar de la célebre Procesión del Silencio. De repente, entre el gentío, la emoción más o menos contenida, el olor a cera de las velas y las capas de los penitentes, alguien comienza a gritar de forma desgarradora, y el foco de una cámara ilumina fugazmente el cuerpo de una mujer con hábito de monja colgada del campanario de la iglesia de San Pedro y San Pablo. Este será solo el punto de inicio de una cadena de atentados perpetrados por lo que parece una secta religiosa que ha publicado en redes un manifiesto en el que amenaza la integridad de las iglesias más significativas de la ciudad. A pesar de su voluntad de no implicarse en el caso, por salvaguardar los avances que ha conseguido en terapia, la situación y el animal investigador que lleva dentro obligarán a Jimena a meterse de lleno en la investigación, lo que la llevará a establecer relación con Zacarías Lara, un teólogo granadino afincado en Nueva York que volverá a suponer un desafío a su estabilidad. En paralelo a esto, Jimena seguirá buscando a su familia biológica y alejada de sus padres adoptivos. En medio de la investigación, una llamada de la clínica estadounidense donde envió su ADN la informa de una posible coincidencia con una persona que también vive en Granada. Por otro lado, su compañero de investigación le despierta sentimientos que rechaza, mucho más cuando descubra ciertas sorpresas que se ha guardado en la manga... Todos estos hilos mantendrán en vilo tanto a la periodista como a los lectores, que se verán envueltos en una trama tensa cuya intensidad se agudiza hacia el final.

Los hijos malditos, siguiendo el canon de la novela negra clásica, está contado por un narrador omnisciente que va dosificando el suspense a lo largo de las páginas. A nivel estructural, la obra está dividida en varias partes, encabezadas por un capítulo donde se ofrece al lector la perspectiva interna de la secta religiosa, en un tono muy críptico y lleno de enigmas, lo que refuerza el aura misteriosa de la historia. Como he dicho al principio, si hay algo en lo que destaca May R. Ayamonte es en plasmar sobre el papel situaciones con mucha tensión, lo que provoca que el lector viva momentos de alto impacto emocional. Eñ primer capítulo de esta novela ya lo deja claro y nítido. Otro de sus puntos fuertes es la creación de su protagonista, Jimena, quien, a pesar de que a veces dan ganas de abofetearla o directamente matarla, es un gran personaje. Mal hablada, disfuncional, profundamente marcada por su pasado y autodestructiva en muchos sentidos, Jimena encarna muchos de los rasgos del investigador de la novela negra tradicional. Por otra parte, la ciudad de Granada no es solo el escenario donde se desarrolla la trama, sino un personaje más que respira en las descripciones magníficamente detalladas de la autora y enriquece la narración. La centenaria Granada, rica en historia, y su trasfondo religioso, proporciona la ambientación perfecta a una trama que, como en las novelas anteriores, explora temas universales e imperecederos: la religión y su impacto social, la familia, el sentimiento de pertenencia, la lacra del machismo o cómo la mayoría de veces el pasado extiende sus tentáculos hasta el presente son algunos de ellos. En definitiva, Los hijos malditos es una novela que cumple con las expectativas de los amantes del misterio y del suspense, rica en matices y con una lectura muy asequible que atrapa desde el inicio. Si podéis, no dejéis de leerla.

sábado, 23 de agosto de 2025

Las aguas sagradas, de May R. Ayamonte


Dijo el filósofo George Santayana que «quienes no aprenden de la historia están condenados a repetirla». La historia nos proporciona lecciones valiosas sobre el comportamiento humano y las consecuencias de determinadas acciones. Si hacemos caso omiso de estas lecciones, como suele ser el caso, corremos el peligro de cometer los mismos errores en un futuro. Por eso hay autores y autoras que, aparte de practicar el noble arte de la literatura, dedican su tiempo y su talento a rescatar la memoria de las garras del olvido. La novela que acabo de terminar es fruto de esa admirable labor y, además, de la innegable capacidad de su autora para integrarla en una trama donde el suspense está servido. 

Las aguas sagradas (Contraluz, 2023), de May R. Ayamonte, es una novela negra con alta carga histórica, social y política. En ella, y aunque se trata de una historia independiente, el lector volverá a encontrarse con Jimena Cruz, protagonista de Las niñas salvajes, cuatro años después de la resolución del caso de la Asesina de la Cruz. Gracias a horas de terapia, la periodista ha sido capaz de encontrar un cierto equilibrio, superar sus adicciones y afrontar las consecuencias del varapalo emocional que le supuso descubrir la dolorosa verdad. Como en la novela anterior, May R. Ayamonte juega con dos líneas temporales. Breves y misteriosos flashbacks nos remitirán a la Granada de los 50, los 60 y los 70, donde conoceremos a un personaje sin nombre que sufrió en sus carnes las aciagas consecuencias de una desgracia. El hilo del presente comienza en enero de 2021, cuando Jimena recibe una llamada de la policía de Granada solicitando sus servicios y su experiencia, pues ha aparecido en el centro de la ciudad un cadáver y la disposición de la escena del crimen evoca ciertas reminiscencias de los escenarios de la Asesina de la Cruz. Para poder encarar la investigación, la periodista solicitará trabajar en equipo con expertos en otras áreas. Así, contará con la colaboración de Gari Atxa, reputado criminólogo con el que surgirá una relación más allá de lo laboral, y con Fátima Suárez, la otra protagonista de esta novela, historiadora en proceso de acabar su tesis en la Universidad de Granada y con una situación personal compleja y delicada, ya que está intentando ser madre y no lo consigue. Pronto descubrirán que atrapar a este asesino es más complejo de lo que esperaban, y tendrán que emprender una carrera contrarreloj, pues aparecen unas pancartas en lugares señalados de la ciudad que parecen anunciar nuevas muertes. El asesino marca sus tiempos y deja una serie de pistas que tendrán que interpretar... Y no os cuento más porque merece la pena adentrarse en la novela con la mínima información posible. 

Como he avanzado al principio, en Las aguas sagradas el lector encontrará una combinación equilibrada entre la trama de novela negra, memoria histórica (pues una de las protagonistas es un bebé robado en los 80) y cuestiones de actualidad como, por ejemplo, la reproducción asistida y lo que ella implica, el patrimonio histórico y los secretos ocultos de una ciudad que fue y será siempre cruce de culturas. Se apreciará también la diferencia entre las voces de las dos protagonistas, dos mujeres muy diferentes que crearán entre ellas un vínculo genuino y sincero. Si queréis saber más, ya sabéis, a leerla.

La hija de las mareas, de Pilar Sánchez Vicente

Leer una novela bien escrita es una cosa. Vivirla, sentirla, gozarla y sufrirla, otra muy distinta. Eso me ha ocurrido con la ob...