martes, 16 de abril de 2024

Mientras cae la lluvia, de Teresa Pérez Landa



Lluvia y amor son hijos de la misma madre. Ambos son melancolía. Ambos son inevitables. Ambos pueden calarnos hasta los huesos en el momento y el modo más inesperados. La diferencia es que del segundo no hay paraguas ni techo que nos proteja. Nada como disfrutar de una apacible tarde de lluvia tras los cristales, o dejar que nos moje y sonreír dando gracias por el regalo. Pero, ¿y si la tormenta es tan cruel y devastadora que arrasa con todo? ¿Y si acaso llueve donde algún dios prohibió que el cielo se derramara? ¿Sabéis lo que es amar a quien no debéis? ¿Sabéis lo que se siente al tenerlo/a cerca y no poder tocarlo/a? Duelen los besos huérfanos y las manos vacías como duele la tierra seca. ¿Sabéis lo que es marchitarse de tristeza y angustia y renacer al calor de un beso? ¿Subsistir día tras día y noche tras noche aferrados a la endeble esperanza de que se obre el milagro? Ojalá no lo sepáis o el tiempo se lo haya llevado a rincones donde no alcanza la memoria. Los que sí lo saben son los personajes de la novela que acabo de terminar. Lo llevan tatuado a fuego. Les llueve por dentro, y empapa tanto sus palabras como sus silencios. 

Ambientada entre la lejana Rusia y Madrid, Mientras cae la lluvia (2023), de Teresa Pérez Landa, es una historia de AMOR (así, con mayúsculas) y suspense conjugada en varios tiempos y un millón de lágrimas. Teresa y Joel Valls son una pareja de escritores cuyo matrimonio no atraviesa precisamente sus mejores horas. El declive personal de Joel parece haber llevado la relación a un punto insostenible, que se agrava cuando este recibe el encargo de escribir la biografía de la gran bailarina Tatiana Vasiliev, sueño que lleva persiguiendo durante años. Dicen que todos tenemos un Santo Grial, y Tatiana es el suyo desde que, a la edad de 10 años, lo fascinara mientras impartía una clase de baile. La ya anciana gloria de la danza le exige como condición para contarle su historia que se instale en su casa y viva allí hasta que termine de escribirla. A pesar de la insistencia de Teresa en contra, Joel no tarda en hacer la maleta y mudarse, sin ser muy consciente de que está cruzando una línea roja que no podrá ya jamás volverse de otro color. Teresa se queda sola y aturdida, y quién mejor para consolarla que Seth Brown, su editor, que bebe los vientos por ella desde que la vio por primera vez. Con estas premisas, la tormenta que se avecina no es pequeña. Ya en casa de Tatiana, la vida de Joel volverá a cruzarse con la de Natasha, su espina clavada en el corazón desde hace tres años, el catalizador de su descenso al infierno. Otra tormenta en el horizonte. Mientras tanto, Joel, Natasha y la propia Tatiana irán desgranando la vida de esta última haciendo viajar al lector a la fría y áspera Rusia de Stalin. Tatiana, Nikolay, María, un triángulo amoroso tan intenso como destructivo que oculta un misterio que pocos conocen. Dosis de sufrimiento de las que no es posible salir ileso. Una vida de guardar las apariencias mientras las heridas sangran a borbotones. Dos matrimonios. Una hija fallecida en accidente de tráfico. Conforme vaya avanzando la trama, alguno de los personajes irá haciendo descubrimientos que darán a su existencia un giro radical. Una historia de personas que aman con todas las consecuencias. 

Además del atractivo que ofrece la trama a priori, la forma de contarla de Teresa Pérez Landa escapa de los caminos convencionales por los que suele discurrir la novela y lo hace de manera tremendamente efectiva y eficiente. La narración se estructura en escenas encabezadas por el nombre del personaje o personajes que las protagonizan. A través de diálogos de una fuerza impresionante y monólogos interiores de una crudeza que a ratos te exige respirar profundo, la autora logra desde el primer instante que el lector entre de lleno en la historia y la viva, junto a los personajes, de forma muy intensa. Mientras cae la lluvia transcribe, en negro sobre blanco, un laberinto de emociones y sentimientos realistas, sin edulcorar, un laberinto donde el finísimo haz de luz de la esperanza gana la batalla al tinte fatalista que se agudiza con cada giro de la trama. Además, como toda buena obra (según mi criterio, faltaría más, así que no se me ofenda nadie), al acabarla deja un poso, un cierto sabor de boca ciertamente agridulce. Una reflexión sobre qué es en realidad el amor, y una única certeza: que amar de verdad implica desear sinceramente la felicidad del otro, incluso si las circunstancias no nos incluyen a nosotros en la foto. Lectura muy recomendable de la que os dejo unos fragmentos que me siguen lloviendo por dentro:

Nuestras miradas se cruzaron mientras caía la lluvia y fue cuando lo entendí todo, a veces las miradas son como palabras, y las palabras cárceles para nuestros sentimientos.

Tenías razón, es como una maldición, amarte es estar en un círculo que nunca se rompe. No puedo salir de él pero tú siempre estás fuera, al otro lado, donde no puedo alcanzarte.

El amor no puede explicarse. Nace y extiende sus ramas por todas las venas de mi cuerpo, se derrite dentro y pasa a formar parte de mí de tal forma que ya no puedo desprenderme del eco que has dejado en mí.

La vida es el tiempo de espera que hay entre revés y revés y nosotros los juguetes rotos que provoca.


 

jueves, 11 de abril de 2024

Un animal salvaje, de Joël Dicker

Es de sobra conocido que las apariencias en ocasiones engañan. Que el exterior de las personas y las cosas es susceptible de contribuir a generar una opinión por lo general equivocada. Hay corrientes de resaca en mares aparentemente en calma y sonrisas que disfrazan almas en ruinas. Fachadas opulentas que ocultan a la mirada indiscreta la más abyecta de las miserias. Cuando comenzamos la lectura de una novela negra, policíaca o de misterio, ya partimos de la premisa de que, muy probablemente, nada va a ser lo que parezca, pero hay autores extremadamente habilidosos que llevan el trampantojo a sus últimas consecuencias. Apariencias, engaños, medias verdades y estudiados giros argumentales son parte de la materia prima de la novela que acabo de terminar. Sí, señores, el maestro Dicker lo ha vuelto a hacer. Secuestrarme entre sus páginas y no dejarme respirar hasta haber alcanzado la última.

Un animal salvaje (Alfaguara, 2024), de Joël Dicker, salió la la venta hoy hace justo una semana, y esta lectora no ha podido resistirse a saltarse toda la cola de títulos pendientes y devorarlo con deleite. En esta ocasión, el genio suizo nos ofrece la historia de un atraco que huele a gato encerrado, con cinco personajes que sin duda sorprenderán al lector. La trama de Un animal salvaje comienza el 2 de julio de 2022 con dos individuos que van a cometer un atraco inminente en una importante joyería de Ginebra. A partir de ese momento se desliza hacia el pasado —hacia diferentes pasados, como es habitual en Dicker— y nos presenta a los personajes semanas antes de lo que ya se intuye no va a ser un vulgar robo. Dos familias que, si no se rasca la superficie, no abandonan nunca la cuadrícula que impone la norma. Un lobo solitario que reaparece en el escenario de unas vidas modélicas para desordenarlas. Mentiras, secretos, obsesiones, pasiones difíciles de satisfacer y una investigación que discurre por cauces poco o nada ortodoxos. No os voy a contar más, porque es preciso adentrarse en la obra con la mínima información posible.

En Un animal salvaje el lector se enfrentará a una lectura marcada por un ritmo trepidante, el habitual estilo dickeriano a varios tiempos y algunos giros de tuerca que tirarán por tierra las hipótesis que vayan formándose en su cabeza. Barra libre de emoción y suspense, como en todo lo que hasta la fecha he leído del mago helvético. Y una interesante reflexión sobre el amor, la pasión y las consecuencias que de ella se derivan. No podéis perderosla. Palabra de lectora.

lunes, 8 de abril de 2024

Nadie en esta tierra, de Víctor del Árbol




Aunque llevo muchos años leyendo (la bromita va ya casi para cuarenta), nunca dejará de sorprenderme el hecho de que en unas cuantas páginas puedan vivir tantas historias, tantos personajes, tantos sentimientos y tantas emociones. Tampoco deja de asombrarme la habilidad de los buenos autores que logran que me sumerja de tal forma en la historia que de vez en cuando necesite recordarme que es solo ficción. Ni que haya obras que tenga que leer despacito, a paso lento pero seguro, primero porque no quiera que se me escape ningún detalle, y segundo porque haga falta respirar profundo para poder continuar con lo que venga. La novela que acabo de terminar es una de esas obras para gozar y sufrir a sorbitos, para quedarte pensando después de voltear la última página y admirar al autor que durante días te ha hecho viajar a otros días y otras vidas.

Nadie en esta tierra (Ediciones Destino, 2023) ha sido la última novela de Víctor del Árbol en ver la luz (según comentan los que entienden de esto, la más negra hasta la fecha). Ambientada entre Barcelona y Galicia, la trama arranca con una premisa que capta enseguida la atención del lector. El inspector de la Policía Judicial Julián Leal –suspendido del servicio y en espera de juicio por secuestrar y propinar una brutal paliza a un empresario y ciudadano "ejemplar"– vuelve a la remota aldea gallega que le vio nacer tras tres décadas de ausencia. Su vida se acerca peligrosamente a la meta debido a un cáncer de riñón y, antes de mirar a la cara a la muerte, quiere enfrentarse a un pasado que en realidad nunca ha dejado atrás. Su estancia allí y los días posteriores coinciden con la muerte de una serie de personas relacionadas con su infancia. Todos los indicios lo señalan como principal sospechoso, mucho más cuando, por inquina personal, su superior pone todo el empeño en que así sea. Su ex-compañera Virginia, quien también atraviesa un momento personal delicado, y el subinspector Soria (quien no guarda mucho aprecio a Leal) deberán investigar el caso y se darán cuenta de que... Ah, no, de eso nada. Si queréis saber, leedlo. La amistad, los remordimientos, la culpa, la traición y la lealtad, la venganza y la justicia, seran los ejes temáticos alrededor de los cuales se articula una historia donde se entrelazan el presente, el pasado y las pesadillas que el tiempo no gobierna.
 
Es indiscutible que la prosa de Víctor del Árbol es magnífica, y con esa hermosa herramienta lleva a cabo una narración efectista a lo largo de la cual le irá presentando al lector las aristas de unos personajes que están rotos por la vida, tan rotos como los sueños que albergaron en otros tiempos. No es difícil conectar con muchos de ellos a nivel emocional.  Otra de las habilidades a admirar del autor es su capacidad de crear imágenes vívidas y llenas de emoción con unas pocas palabras, sin recurrir al aspaviento ni al dramatismo excesivo. Uno de los elementos que más me ha gustado de Nadie en esta tierra es la voz del misterioso personaje que comienza a oírse en el prólogo, y que luego seguirá los pasos del protagonista y otros personajes importantes, los acompañará como una sombra, ofreciendo al lector su versión de los hechos en primera persona. Resumiendo, que no quiero que esto se alargue más de lo necesario, Nadie en esta tierra es una novela que nos hace reflexionar sobre nuestro conceptos de héroe y de villano. Puede que su ritmo no sea frenético, pero la tensión y la intensidad son tal palpables que no permiten que el interés lector decaiga. Entre sus páginas se hallan frases y fragmentos que procurar una experiencia de lectura memorable. Aquí os dejo algunos:

Cuando llueve, como llueve hoy, cuando las tardes ya se alejan hacia el otoño, es mejor no escuchar cierta música, mejor no invocar ciertos recuerdos, mejor no escribir ciertas cosas y dejar que sea el silencio el que hable de lo que debe ser callado.

Uno necesita tiempo para cometer errores y luego desear no haberlos cometido.

El mundo era un Excel, un balance donde se buscaba el equilibrio entre gasto e ingreso, entre riesgo y beneficio. Ganancias y pérdidas. No había más.

Tenía en los ojos mil lunas vistas. 

Pocos entienden que un sueño es lo que te acompaña cuando estás despierto.

jueves, 4 de abril de 2024

El nido del lobo, de Gema Tacón


Como esta semana pintaba medio regular nada más ( y demasiado bien pintaba para como está saliendo), decidí apostar por lo seguro, por una lectura que, fuera del tipo que fuera, en algún momento me provocara una sonrisa cuando no una carcajada directa. A riesgo de ser reiterativa, insistente e "intensita", diré que, en ocasiones, una sonrisa nos salva de muchas cosas. Sin más dilación, lo consulté con mi asesor almohadil y lo tuvo claro: Gema Tacón. Y entonces mi TOC cronológico me susurró dulcemente al oído: taconea lo que quieras, pero por donde toca. Y no tocaba uno de risa, no, tocaba uno de muertecitos y muchos. Sin embargo, la Tacón tiene estilo propio y te ríes quieras o no, aunque estés mirando a la misma muerte a los ojos.

El nido del lobo (2018) ,de Gema Tacón, no pienso ni intentar etiquetarlo. Thriller seguro. ¿Negro? ¿Paranormal? ¿De misterio? Acabamos antes: de todo un poco. La novela está ambientada en Ochagavía, un tranquilo pueblecito del Valle de Salazar, en la sierra navarra donde se supone que todos se conocen y donde pocas cosas se salen de lo ordinario (pues menos mal). La trama comienza cuando Blanca, una gaditana treintañera cuyo destino la obliga a cambiar de aires, llega a Ochagavía a realizar sus prácticas en las "instalaciones" forenses de la localidad. Su supervisor, un buenorro de catálogo que responde al nombre de Haize. Sus primeras impresiones sobre el lugar y lo que allí percibe son ciertamente inquietantes pero ¿quién no pierde un poco el oremus la primera vez en una morgue? La primera noche que pasa en la casa que ha alquilado, Blanca será víctima de un sueño aterrador cuya protagonista es Aintzira, una joven del pueblo que murió ahogada en una cascada cercana al mismo una mañana que salió a correr. ¿No es la chica cuyo expediente estaba en la oficina y alguien hizo desaparecer? ¿Y si no ocurrió como cuentan y ese sueño significa algo? A Blanca, que no es ni un poquito cabezota (irony mode on), se le mete entre ceja y ceja desentrañar lo que considera un crimen sin resolver, incluso poniendo en riesgo su propia vida. De su salud mental ya ni hablamos, porque el tictac de un reloj la introduce siempre en un mundo de pesadillas del que su cuerpo siempre sale malparado. Secretos oscuros, aliados y enemigos simultáneos que aportan luz u oscuridad dependiendo de la página, suspense, terror y alguna escena espeluznante serán algunos de los ingredientes de esta original historia donde nada es lo que parece a primera vista. 

Con una prosa sencilla y directa, sin fuegos artificiales pero precisa en cuanto, por ejemplo, a términos técnicos, Gema Tacón le ofrece al lector en El nido del lobo una novela que engancha desde el inquietante prólogo. La autora juega muy bien con los personajes y la tensión, haciendo la lectura, ágil, amena y de una irreverencia genéticamente taconiana que tiñe de humor incluso la situación más tensa. Y que no digo nada más, que la leais y ya está.

martes, 2 de abril de 2024

La sirena roja, de Noelia Lorenzo Pino


Aquella mañana, temprano, una extraña sirena salió de las profundidades del mar...El cuerpo desnudo estaba sobre la arena y, como si se tratase de una variedad exótica de pez, todo, excepto la cabeza, estaba recubierto por una especie de tono rojizo.

La etimología de la palabra "tatuaje" procede de Tahití, una isla del archipiélago de Samoa, y deriva de la raíz "ta-" o "tattau-", que significa dibujar. Fue el capitán James Cook quien la introdujo en la lengua inglesa y de esta se extendió a otras. A lo largo de los siglos, el tatuaje ha acuñado varios significados o simbolismos. ¿Sabiaís que el origen de los tatuajes se remonta a cinco milenios atrás? Diversos descubrimientos arqueológicos demuestran que, ya en el Neolítico, el ser humano llevaba la piel tatuada, bien por razones relacionadas con lo místico, como ritos de paso, o como símbolo de lucha y ferocidad. Otras teorías apuntan a que el primer tatuaje de la historia se encuentra en el antiguo Egipto, donde las mujeres se tatuaban por motivos religiosos. Por otro lado, en la Antigua Grecia, y por herencia persa, los tatuajes eran la señal distintiva que identificaba con eficacia a esclavos y a criminales, práctica que también se adoptó en la Antigua Roma para marcar a los mercenarios de los que se nutrían sus ejércitos. Hoy en día, el tatuaje, aparte de su función simbólica (personal e intransferible) cumple, sin duda, un objetivo estético. Algunos son pura belleza, auténticas obras de arte que adornan el museo de nuestra piel. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien se obsesiona con estas manifestaciones artísticas o con el artista que las alumbra? Que se lo pregunten a los personajes de la novela que acabo de terminar...

La sirena roja (Erein, 2015), de Noelia Lorenzo Pino, es la primera entrega de una serie de novelas que se desarrollan en San Sebastián y cuyos protagonistas son la agente de la Ertzaintza, Eider Chassereau y el sub-oficial Jon Ander Macua. La crítica de esta obra era muy buena, y lo cierto es que, para esta lectora, ha superado las expectativas. La trama se inicia con la aparición de un cadáver al que le han desollado la espalda y le han envuelto la cabeza en film transparente, cual embutido en nevera. Bajo las órdenes de la oficial Juncal Baraibar, una mujer algo estirada que parece esconder algún secreto, los ertzainas Eider y Jon Ander comenzarán entonces a investigar el caso más importante de sus carreras, que adquirirá una nueva dimensión con el hallazgo del segundo cadáver, esta vez el de una jovel a la que han arrancado la piel de los hombros. Tras hablar con la familia de esta segunda víctima, se percatarán de que el nexo común entre ambas es que les han arrancado los tatuajes, lo que les conduce hasta Lorena Artiga, la mejor tatuadora de Donosti, en cuyo entorno descubrirán una antigua denuncia de malos tratos y una orden de alejamiento. Además, para mayor complejidad, se abren otras vías de investigación relacionadas una con un grupo religioso, y otra con un pariente de Lorena que se obsesionó con ella en el pasado. Eider y Jon Ander dedicarán la mayoría de su tiempo y sus energías al caso, puesto que es el más relevante en el que se han visto inmersos, lo que, sobre todo en el caso de Eider, tendrá consecuencias sobre sus vidas personales. A Eider, que no lleva ni medio año en la Unidad de Investigación Criminal, a veces le cuesta mucho controlar sus emociones. Su compañero Jon Ander es muy distinto, por carácter y por experiencia, y en ocasiones no le importa obviar las reglas si con ello consigue que la investigación avance. 

Esta es una de las cosas que me ha encantado de La sirena roja, lo bien que retrata Noelia el lado humano de sus personajes. El lector puede sentir cierta angustia ante las dificultades que atraviesa el matrimonio de Eider: incompatibilidad de horarios, cansancio, preocupación... Además, la ertzaina cuenta con la presión añadida de haber acogido a su sobrina, una adolescente poco comunicativa hija de una hermana fallecida por sobredosis hace años. Por su parte, Jon Ander está separado de su mujer y echa mucho de menos su hogar y a su pequeño... Honestamente, durante toda la lectura he sentido que estaba siendo testigo de la historia de personas reales, de carne y hueso. Otro punto a favor de la novela es la banda sonora rockera de la misma (he buscado algunos de los temas que no conocía, y me han encantado), y el tema de los tatuajes me ha picado aún más la curiosidad (a ver si va a ser porque me acabo de hacer el primero...)

Con respecto a sus aspectos narrativos, la historia está escrita en tercera persona de forma lineal casi en su totalidad, en capítulos cortos fechados que abarcan un mes desde la aparición del primer cadáver. Alternados en la narración aparecen también pasajes en primera persona donde el lector tendrá acceso a la voz del asesino, que le desvelará fragmentos de una infancia llena de crudeza, dolor y miedo que fue modelando al monstruo en el que se ha convertido hoy. A esto hay que añadir que Noelia Lorenzo le imprime a la obra un ritmo que, sin ser para morderse las uñas, no permite que ni la intriga ni el interés del lector decaigan en ningún momento, y que su estilo sencillo y directo, donde abunda el diálogo, hace posible que la lectura avance sin más escollos. La sirena roja es, sin duda, la historia de una obsesión que no deberían perderse.



domingo, 31 de marzo de 2024

La última noche en Tremore Beach, de Mikel Santiago


Una melodía es algo que todo el mundo ve, pero que muy pocos atrapan. Como si fuera una mariposa huidiza...

Las tormentas son fenómenos naturales que despiertan sensaciones contradictorias. Hay quien se siente atemorizado ante su fuerza imprevisible, mientras que a otros les fascina semejante espectáculo de la naturaleza. Los antiguos habitantes del mundo las consideraban como manifestaciones del poder divino. En todas las grandes civilizaciones se ha señalado a dioses como responsables de ellas: Raijin en Japón, Vajrapani para los budistas, para los hinduistas Paryania, Zeus en la mitología griega, Júpiter Fulgurator o Summanus en la romana, en la mitología nórdica estaba Thor y su martillo, y así muchos otros. Más adelante, otros pueblos buscarían una explicación más racional a estos fenómenos (por ejemplo, los etruscos del siglo VII a.C. creían que los rayos estaban causados por el choque entre las nubes), pero no sería hasta mediados del siglo XVIII cuando Benjamin Franklin comprendiera la naturaleza eléctrica del rayo... Pero, ¿todas las tormentas se pueden explicar en términos científicos? ¿Qué hay de esotérico en algunas? ¿Llegan en momentos concretos como señal de algo o con algún propósito concreto? ¿Cómo nos puede cambiar la vida una tormenta? Todas esas preguntas podría intentar responderlas, con mayor o menor probabilidad de éxito, Peter Harper, el protagonista de la novela que he terminado de leer esta madrugada, y que ha conseguido algo que echaba de menos desde hace tiempo: no me duermo hasta que no sepa cómo termina esta historia.

La última noche en Tremore Beach (Ediciones B, 2014), de Mikel Santiago, es un thriller psicológico en toda regla, un verdadero page turner que he devorado en poco más de un día. Su principal protagonista, Peter Harper, es un reconocido compositor de bandas sonoras que, tras un traumático divorcio y la pérdida de su inspiración, decide dejar su rutina de Amsterdam y buscar refugio en una casa de Tremore Beach, una solitaria playa irlandesa. Con este exilio voluntario tratará de poner su vida en orden y recuperar el favor de las musas que lo abandonaron en plena espiral de amargura. No tardará mucho en ganarse la amistad de sus únicos dos vecinos —Leo y Marie—, y comenzará una relación sentimental (sin etiquetar) con la preciosa Judie, que regenta una tienda y la única pensión para los turistas que visitan el lugar. Parece que, aunque no está siendo productivo a la hora de retomar sus composiciones, al menos ha conseguido la vida tranquila que buscaba hasta que, una noche, todo se le tuerce al ser atravesado por un rayo y sobrevivir de puro milagro. Al parecer, además, Peter ha recibido como herencia materna una especie de don que le avisa de situaciones de peligro. Él se resiste a reconocerlo, a hacer caso a esa voz interior que le dice lo que debería o no hacer. Después de salvarse milagrosamente del rayo, comienza a tener visiones donde ve que sus hijos –que han venido a pasar con él parte de las vacaciones—, sus vecinos y Judie están en peligro. Para los diferentes médicos que lo tratan no son más que pesadillas o alucinaciones causadas por el alto voltaje del rayo, pero él percibe que esas visiones son una aviso de algo... ¿Será todo producto de su mente o habrá algo de cierto en que Peter está intuyendo una amenaza futura? La intriga es enorme y desconcertante en ocasiones. Se difuminan las fronteras entre lo real y lo irreal. 

Peter será el encargado de narrar la historia en primera persona, lo que hace conocer mejor al protagonista y empatizar más con él. Durante la historia te pones en su piel de tal manera que hasta parece que te está ocurriendo a ti. Los demás personajes, aunque descritos en breves pinceladas, están llenos de vida; no son meros personajes secundarios, sino que todos tienen su papel. Las algo más de 400 páginas de la obra debut de Mikel Santiago están repletas de una intriga y una tensión excelentemente dosificadas y enganchan al lector desde el minuto cero. Como siempre digo de las novelas de Mikel, la ambientación es absolutamente perfecta. Ha sabido impregnar las páginas que desarrollan su historia del olor a turba mojada, del aullido del viento en sus paisajes agrestes, del frío de las solitarias costas norteñas y del calor de la chimenea de una pequeña taberna, incluso del sabor de una buena pinta de cerveza. Y lo hace con maestría, consiguiendo un realismo que hace que el lector se sumerja a pleno pulmón en la historia, un realismo que no se resiente cuando entran en juego los elementos sobrenaturales de la misma. Hace encajar lo misterioso de forma natural y sin fisuras. Con una prosa sencilla y rápida donde abunda el diálogo, Mikel Santiago nos mete de lleno de un adictivo thriller de misterio ambientado en un escenario realmente impresionante. ¿Os lo vais a perder?



viernes, 29 de marzo de 2024

Mejor muerto, de Susana Rodríguez Lezaun

Qué ganas tenía de reencontrarme con ella. Con la poli experta en saltarse las reglas y seguir su instinto y su sentido de la justicia ignorando las más que probables consecuencias. Con el ser frágil que esconde sus heridas bajo el tatuaje de un árbol seco y unos cuervos que ya no alzarán el vuelo. Con la mujer que halla paz en las tormentas probablemente porque su fragor y el ruido del trueno acallen en parte la voz de sus propios demonios. Qué ganas tenía de volver a leer a Susana Rodríguez Lezaun y a sentir a Marcela Pieldelobo, aunque a veces me enfade con ella porque esa criatura literaria me saca de mis casillas en ciertos momentos. Treintañera, con un carácter muy particular y poco agradable, y una trayectoria repleta de dolor. Aun así, caigo rendida ante su testarudez, su temeridad y su manera de transgredir las normas cuando la situación lo precisa. Me encandiló en Bajo la piel, me enganchó en En la sangre y ahora, con esta tercera entrega, me confirma que tengo motivos de sobra para seguirla hasta donde ella quiera.

En Mejor muerto (Harper Collins, 2024), Susana nos devuelve a una inspectora Pieldelobo al borde del abismo. Ya no puede apoyarse en su fiel compañero y amigo Bonachera pues, por razones que se explican en la anterior entrega, ha sido apartado del Cuerpo y se ha trasladado a Barcelona. Su lugar lo ocupa el subinspector Vila, cuya vida personal dará mucho juego y pondrá el punto de morbo en la novela. En esta ocasión, el tándem Pieldelobo-Vila deberá concentrar toda su atención y energía en resolver el secuestro de Francisco Sarasola, un conocido empresario del sector inmobiliario pamplonica. Poco tiempo después de denunciar su desaparición, la familia al completo recibe en sus dispositivos móviles un vídeo en el que se aprecia a Sarasola malherido en el suelo. Dos hijos de su primer matrimonio, una exmujer ofendida, un tercer hijo menor de edad de su actual esposa, fiel creyente del tarot... Conforme avance la investigación, quedará claro que a su familia le resulta tan sencillo vivir sin él... ¿Qué tipo de individuo es Sarasola para que los que se supone que deben quererlo solo estén de acuerdo en una cosa: en que estaría mejor muerto? Una investigación a contrarreloj, chantajes varios, rencillas y violencia son algunos de los ingredientes de la trama policial de esta obra.

En su vertiente personal, al principio de la novela parece que la relación sentimental de Marcela y el foral Damen Andueza se ha consolidado, pero pronto podremos ver que el interior de Marcela es un verdadero campo de batalla en el que cada vez tiene menos posibilidades de resultar vencedora. Ahí es justo donde se me clava en el alma y me hace sufrir lo indecible. Su pasado no termina de marcharse nunca y la lucha contra el dolor, contra sus miedos y sus dudas es extenuante y no le permite disfrutar del amor que siente (porque lo siente) y del que recibe (porque lo recibe). Se me encoge el corazón al pensar, y a veces se me olvida que Marcela es un personaje literario...

En Mejor muerto, Susana Rodríguez se mantiene fiel a su estilo sencillo y directo, a un ritmo narrativo que mantiene en vilo al lector a base de capítulos cortos y un manejo impecable de la tensión dramática, obteniendo como resultado un thriller intenso y altamente adictivo. Podría seguir, pero no quiero hacer esto más largo, que seguramente tendreis muchas páginas que leer. Os dejo unos cuantos fragmentos de la obra que me han hecho sentir...bueno, leedlos y sacad vuestras propias conclusiones:

Estaba cansada de dejarse el alma. Nunca había nada fácil. Sintió el peso de sus hombros, la debilidad de sus brazos. Se estaba rindiendo. Pensó que quizá no estuviera mal aceptar la realidad y dejarse llevar, admitir que no había nada que pudiera hacer y tirar la toalla. Solo por una vez, ¿qué más daba? ¿A quién le importaban sus esfuerzos, sus desvelos, las cicatrices de su cuerpo?

Por último —seguía tras el murmullo de protesta—, está la amistad por la virtud, por lo bueno. No se busca sacar provecho, no se busca pasarlo bien, sino que se siente un aprecio sincero por la otra persona. Es la amistad del corazón. Ojalá encontréis a alguien a quien llamar amigo de verdad.

—Más importante que callarse —dijo ella— es saber con quién estás hablando.

Mientras cae la lluvia, de Teresa Pérez Landa

Lluvia y amor son hijos de la misma madre. Ambos son melancolía. Ambos son inevitables. Ambos pueden calarnos hasta los huesos e...