jueves, 26 de agosto de 2021

Perdedores, de Anabel Rodríguez

Los monstruos deberían dar señales de lo que esconden, pero no es así; sus casas son normales, sus vidas son normales, sus vidas pasan desapercibidas.

Buscando información para la que fue su primera novela, Azaría (Ediciones del Serbal, 2015), Anabel Rodríguez encontró una foto de principios de siglo que le picó la curiosidad. Investigando sobre los individuos que figuraban en aquella imagen, germinó en su mente la simiente de Perdedores, obra publicada por Ediciones Dokusou el pasado otoño y que esta servidora acaba de leer por segunda vez (tercera si contamos el primer borrador). Cada lectura ha sido distinta por razones varias, pero las preguntas y las emociones al acabar son siempre las mismas. Y es que la novela plantea tantas cuestiones, tantos retos éticos, morales (y legales) que no sé si alguna vez seré capaz de encontrar respuestas.

Perdedores se ambienta en el Madrid de principios del siglo XX y nos narra la historia, basada en hechos reales (léase sobre el crimen del capitán Sánchez), de un pleito que conmocionó profundamente a la sociedad madrileña de 1913 y supuso un escándalo mediático de proporciones colosales. Vicente Agrelo, militar, y Virtudes Agrelo, hija mayor de este pero menor de edad, se hallan en prisión a la espera de juicio. ¿El crimen? Haber matado, robado y despedazado al supuesto pretendiente de la hija. Los abogados Gaspar Santana y Zenón Cardenal serán los encargados tanto de defender a los acusados como de mostrarle al lector los entresijos del sistema judicial del momento y las circunstancias de la familia Agrelo, una familia marcada por el abuso, la violencia, el estupro, la miseria. Sujetos con el dolor grabado a fuego en el alma.

La narración es brutal y contundente, sin llegar al ensañamiento morboso. Anabel Rodríguez combina el relato de un narrador omnisciente con el monólogo interior (estremecedor y sumamente nítido) de Virginia, la hija pequeña de la familia y mantiene el interés del lector durante las algo más de trescientas páginas. Tanto la contextualización histórica de la trama (todo un catálogo de usos y costumbres del Madrid de principios del siglo pasado) como la articulación del contenido relativo al sistema judicial son fruto de un arduo y concienzudo trabajo de investigación por parte de la autora.

Y, como podría seguir hablando maravillas de la obra pero no quiero que esto se haga más largo, solo me queda recomendarla. Leed esta obra, esta historia en la que, al final, todos resultan Perdedores

jueves, 19 de agosto de 2021

Los reinos de Otrora, de Manuel Moyano

Dicen que lo bueno si breve, dos veces bueno y, si lo breve que es bueno lo escribe Manuel Moyano, coincidirán conmigo en que entonces resulta infinitamente mejor. Aún así, esta lectora no está del todo de acuerdo con la máxima, y se ha quedado con ganas de más al finalizar Los reinos de Otrora, obra publicada en 2019 por la editorial asturiana Pez de Plata.

En Los reinos de Otrora, Manuel Moyano nos lleva de viaje por una geografía, la del continente Otrora, que mezcla los olores y colores del medievo (o medioevo, como al autor le gusta escribirlo) con los sabores del mito, obteniendo de la mezcla un resultado exquisito. El narrador protagonista de la obra, un sexagenario innombrado, nos cuenta en el Exordio como, siendo muy niño aún, la peste lo dejó huérfano y desamparado y fue a parar a un hospicio. De allí lo rescató, por fortuna, su tío Nicodemo, junto al que vivirá un sinfín de experiencias y aventuras recorriendo el continente, que constituyen la materia prima de los siete relatos dispuestos a continuación y donde el tío Nicodemo, a modo del maestro de los cuentos clásicos, demostrará todo tipo de habilidades sorprendentes y donde interactuarán con personajes y elementos de lo más peculiar. Un rey dispuesto a preservar su estirpe a cualquier precio. Unas flores cuyo aroma provoca la melancolía en quien lo percibe. Un soberano genocida que guarda un tesoro poco común. Individuos de escasa estatura y enorme susceptibilidad. Un pobre diablo enajenado que se piensa caballero. Una posada habitada por un eco caprichoso y enloquecedor. Y, como colofón,  el destino manipulado de un monarca. En todas las aventuras se enfrentan a un dilema moral que ensanchará el conocimiento del narrador protagonista.

Manuel Moyano vuelve a brillar con su sintaxis narrativa perfecta, con su riqueza léxica y utilizando esta vez ciertos términos y estructuras arcaizantes que refuerzan su imaginado medioevo (más de una vez he tenido que usar el diccionario). Y, por supuesto, continúa rindiendo homenaje en la obra a una de sus pasiones, la literatura. Encontramos a Cervantes y su Quijote en el relato del caballero Alamor.  A Lovecraft en el Necronomicon escrito por Abdul Alhazred.  A R. L. Stevenson en la travesía que comparten los protagonistas con un monarca cuya codicia desemboca en enajenación. O a Swift y sus liliputienses en "Un encuentro en Xaor".

Toda una delicia, vamos. El único pero, el término "novela" que aparece en la portada, pero no voy a entrar en eso ahora. 

El perfil, de Pedro García Jiménez


Descubrir autores nuevos siempre es emocionante. Con el nombre de Pedro García me crucé, por casualidad, en el stand de la editorial MurciaLibro de la Feria del Libro de Alicante 2021. Compré, entre otros, los dos títulos que a este autor le había publicado la mencionada editorial y esa misma noche publiqué un post con mi botín de libros de ese día. Gran sorpresa cuando Pedro García respondió mi post lleno de agradecimiento y, mayor sorpresa aún cuando, al día siguiente, dejó firmado para mí (con una dedicatoria preciosa, por cierto) un ejemplar de su primera novela, El perfil, publicada por Ediciones Falsaria allá por el año 2014. Como la cronología de publicación suele ser el factor determinante en mi listado de lecturas de un mismo autor, escogí esta obra para empezar a conocerlo, y me complace afirmar que ha sido un buen comienzo.

El perfil empieza, a modo de introducción, presentándonos a Isaac, un niño de 8 años que toma una decisión drástica y espeluznante para dar a su vida un giro radical. Tras ejecutarla y dejar al lector boquiabierto, el escritor salta en el tiempo y nos sitúa en el momento presente de la narración, en el ala de urgencias de un hospital, en medio del gran revuelo ocasionado por el ingreso de un niño al que han intentado asesinar. El inspector Bayle y la residente de psiquiatría Gloria Miller, acompañados por otros personajes de menor calado, iniciarán entonces una carrera contra el tiempo y las circunstancias para desenmascarar la identidad del perfil psicopático que se oculta tras este crimen y otros que se irán descubriendo conforme avanza la trama. El desenlace es original, desde luego. Nada predecible.

El perfil es una novela difícil de clasificar (suponiendo que a mí se me diera bien, claro está, este asunto de las clasificaciones). Posee rasgos del género negro y del policíaco, aunque prescinde de elementos inherentes a los anteriores como pudiera ser la historia trágica y turbulenta del criminal o la existencia excesivamente atormentada de los investigadores. Los personajes, sin llegar a ser planos, no muestran una profundidad psicológica ni un background que permita al lector intuir el porqué de sus acciones, reacciones o pensamientos. Lo importante de la obra es que el lector confíe casi ciegamente en el instinto de sus protagonistas y, junto a ellos, vaya encajando las piezas de este puzle macabro. Es el ritmo trepidante, en ocasiones frenético, del thriller el que provoca en el lector la suspensión de la incredulidad. En definitiva, aunque la obra adolece de ciertos puntos débiles (el más incómodo sería la edición) me reafirmo en lo dicho y considero que es un buen comienzo, pues el autor demuestra en esta su primera obra su solvencia como narrador y constructor de tramas. Si tienen la oportunidad, acérquense a la obra y me cuentan qué opinan. 

jueves, 12 de agosto de 2021

Mamíferos que escriben, de Manuel Moyano

Los escritores que realmente consiguen trascender el papel impreso son aquellos que llegan a modificar nuestra percepción de la realidad.
 
Hay afirmaciones con las que un lector puede estar de acuerdo, y hay otras que el lector rubricaría con gotas de su propia sangre. La que encabeza esta entrada es una de estas últimas. Lo cierto es que he disfrutado leyendo a la mayoría de autores que han pasado por mis manos, pero hay tres en concreto (de momento) que han cambiado mi forma de percibir el mundo. Manuel Moyano es, sin duda, uno de ellos. 

Llegando ya al final del listado de sus obras, le ha tocado el turno a Mamíferos que escriben (Newcastle Ediciones, 2018), una obra pequeñita en tamaño pero magnífica en cuanto a las posibilidades de lectura que ofrece: tiene algo de ensayo, algo de cuaderno de viaje, algo de relato y mucho de posibilidad de conocer mejor al autor (al final yo también resultaré ser una lectora fetichista). Según cuenta el propio Moyano en su "Advertencia" inicial, los textos que conforman Mamíferos que escriben fueron concebidos como ensayos para El Kraken, revista literaria con la que colaboró mensualmente durante algún tiempo. Se trata, pues, de un conjunto de textos donde el autor nos muestra, de un modo "personal", en cierto modo "proselitista" pero "iconoclasta" (y así lo asevera él mismo), a los autores que realmente le han dejado huella.

Paul Auster, Lovecraft, Cioran, Bukowski, Bioy Casares, Dylan Thomas, García Lorca, Kipling, Álvaro Cunqueiro y, como no, Cortázar y Borges, junto a Bob Dylan y Stanley Kubrick, son las leyendas (casi mitos) que dan vida a las páginas de Mamíferos que escriben, y Manuel Moyano nos los dibuja cómo solo él podría hacerlo – pues nadie más es poseedor de su mirada de halcón–, de manera sincera y cercana (como si nos lo estuviera contando un amigo), mostrándonos con naturalidad sus luces y sus sombras, sus idiosincrasias, sus momentos de gloria y sus pozos de miseria. Aunando sus vidas y sus obras en un todo de lo más ilustrador. Visitando los lugares donde aún palpita el alma de los sujetos: sus hogares, los cafés que frecuentaban, sus tumbas. Rastros de su gozo quedan aún en la tinta desde la que nos lo narra.

Elegante y sutil, ácido a veces, ingenioso y brillante siempre, Manuel Moyano se reinventa en esta obra para volver a sorprenderme (sí, otra vez, y ya he perdido la cuenta de cuántas van). Todo un lujo viajar con él por cualquier senda, mucho más por las suyas propias. 


miércoles, 11 de agosto de 2021

Leyendas de Erodhar: la vara de Argoroth, de Cosmin F. Stircescu

Tras algunas semanas con las baterías algo descargadas, retomo una de las cosas que más me gusta en el mundo: traeros mis impresiones sobre las obras que voy leyendo. En esta ocasión, volvemos a adentrarnos en el amplio universo de la fantasía épica de la mano del autor Cosmin F. Stircescu y la primera entrega de Leyendas de Erodhar: La vara de Argoroth, publicada en 2017 por la almeriense Ediciones Arcanas. 

Durante aproximadamente 934 páginas, el autor combina de manera interesante elementos y personajes clásicos de la fantasía épica de espada y brujería al más puro estilo de Tolkien con tramas características de la vertiente política del género. La cosmogonía del mundo de Erodhar, su construcción a imagen y semejanza de la Europa del medioevo, las razas que lo habitan y el perfilado de algunos caracteres arquetípicos nos recuerda bastante a El señor de los anillos. Por otro lado, las intrigas políticas, las conspiraciones en la sombra y el cariz maquiavélico de alguno de los personajes nos traen a la mente a George R. R. Martin con su Canción de hielo y fuego.

En las primeras páginas de Leyendas de Erodhar, conocemos a Valiant Wetford, un joven justador de origen medio humano, medio elfo que combate en torneos de una punta a otra del reino de Aldaeron para pagar una deuda heredada de su padre fallecido. A una victoria de su liberación definitiva, ciertos acontecimientos provocan que tenga que huir para salvar el pellejo. De este modo, inicia un periplo por las tierras del continente de Thaldorim que le llevará a encontrarse en situaciones críticas y a unir su camino con la trama política de la novela: hará todo lo posible para que el príncipe Varian Nomenglaus, legítimo heredero de la corona de Aldaeron, venza a un cuervo usurpador que, por medio de malas artes, se ha apoderado del trono real. Le acompañarán en su viaje Reynaldo (agente secreto de la corona), la elfa Galadoriel (excelente rastreadora), Trianna, Elendhor, los magos Aghalid y Laurelinad, entre otros. Juntos tratarán de devolver el trono al legítimo heredero mientras intentan evitar que una secta fiel al dios del mal lleve a cabo con éxito sus oscuros propósitos. Magia, misterios, espadas, maquinaciones, lealtad, valor, traiciones (y algo de amor) serán el pan de cada día de nuestros personajes. ¿Conseguirán sus objetivos? ¿Vencerán las fuerzas del bien a las huestes del mal? Eso es algo que tendrán que averiguar ustedes mismos....

Si bien es cierto que las circunstancias han provocado una demora importante en la lectura de esta novela, no es menos verdad que la he disfrutado desde la primera hasta la última página. En primer lugar, porque está construida de un modo excelente, manteniendo la tensión y la expectación del lector en todo momento, combinando las tramas de manera hábil para que nunca decaiga el ritmo. En segundo lugar, porque la fantasía épica es uno de mis géneros preferidos y Cosmin F. Stircescu la borda. Si les gusta el género y quieren disfrutar de una buena lectura, aprovechen.

Un millón de gotas, de Víctor del Árbol

¿Qué es el océano, sino un millón de gotas? Qué difícil es a veces escribir sobre una novela cuando te ha gustado tanto que ha m...