martes, 23 de abril de 2024

El día que se perdió la cordura, de Javier Castillo


Hace unos días, en Estamos Leyendo Blog, publicaron una interesante entrevista en torno al thriller y la entrevistadora hizo una pregunta que me tuvo un rato pensando: ¿cuáles son los tres elementos clave necesarios para un buen thriller?  El entrevistado (un señor con bastante más experiencia y solera que yo en la lectura de este género) mencionó en primer lugar la tensión y el hecho de que la historia te enganche. ¿Estoy de acuerdo? Por supuesto, y una de las mejores armas para conseguir ambos es iniciar la novela de una forma tan potente que empuje al lector a seguir para averiguar qué es lo que el autor le quiere contar, qué se esconde tras el impacto de la primera escena. En la novela que acabo de terminar ocurre justamente así. 

El día que se perdió la cordura (Suma Editorial, 2018), de Javier Castillo, comienza de un modo absolutamente turbador. La noche anterior al día de Navidad, un hombre completamente desnudo y ensangrentado aparece por las calles de Boston portando la cabeza decapitada de una joven (no me negaréis que ya es motivo suficiente para quedarse pegado a las páginas y descubrir qué ha pasado). El hombre es detenido por la policía, se niega a soltar prenda de lo ocurrido y es internado en el centro psiquiátrico de la ciudad donde su salud mental deberá ser evaludada por el prestigioso Dr. Jenkins, que contará con la ayuda de la especialista en perfiles del FBI Stella Hyden. No han conseguido sacarle una palabra al "prisionero" cuando llega a las instalaciones una misteriosa caja a nombre del Dr. Jenkins que colocará a la agente Hyden al frente del interrogatorio y los embarcará a los tres en una investigación que los hará viajar diecisiete años atrás en el tiempo y volver al lugar donde comenzó todo. Intriga, ¿verdad? Pues a leerlo...

Aunque hay ciertos detalles que yo puliría un poco más, reconozco que la novela ha conseguido atraparme desde el inicio. En El día que se perdió la cordura se desarrollan tres tramas en paralelo en tres tiempos distintos. Una de ellas es con la que da comienzo el libro, otra narra lo que sucedió la noche anterior a ese acontecimiento, y la tercera nos remonta al año 1996 en Salt Lake, el origen de todo. Javier Castillo irá intercalando estas tres tramas a golpe de capítulo corto (encabezado por fecha y lugar, para que el lector no se pierda) con un lenguaje muy directo y con abundantes diálogos, logrando así una lectura ágil y fluida. Una lectura entretenida que me ha dejado con ganas de saber más. 

martes, 16 de abril de 2024

Mientras cae la lluvia, de Teresa Pérez Landa



Lluvia y amor son hijos de la misma madre. Ambos son melancolía. Ambos son inevitables. Ambos pueden calarnos hasta los huesos en el momento y el modo más inesperados. La diferencia es que del segundo no hay paraguas ni techo que nos proteja. Nada como disfrutar de una apacible tarde de lluvia tras los cristales, o dejar que nos moje y sonreír dando gracias por el regalo. Pero, ¿y si la tormenta es tan cruel y devastadora que arrasa con todo? ¿Y si acaso llueve donde algún dios prohibió que el cielo se derramara? ¿Sabéis lo que es amar a quien no debéis? ¿Sabéis lo que se siente al tenerlo/a cerca y no poder tocarlo/a? Duelen los besos huérfanos y las manos vacías como duele la tierra seca. ¿Sabéis lo que es marchitarse de tristeza y angustia y renacer al calor de un beso? ¿Subsistir día tras día y noche tras noche aferrados a la endeble esperanza de que se obre el milagro? Ojalá no lo sepáis o el tiempo se lo haya llevado a rincones donde no alcanza la memoria. Los que sí lo saben son los personajes de la novela que acabo de terminar. Lo llevan tatuado a fuego. Les llueve por dentro, y empapa tanto sus palabras como sus silencios. 

Ambientada entre la lejana Rusia y Madrid, Mientras cae la lluvia (2023), de Teresa Pérez Landa, es una historia de AMOR (así, con mayúsculas) y suspense conjugada en varios tiempos y un millón de lágrimas. Teresa y Joel Valls son una pareja de escritores cuyo matrimonio no atraviesa precisamente sus mejores horas. El declive personal de Joel parece haber llevado la relación a un punto insostenible, que se agrava cuando este recibe el encargo de escribir la biografía de la gran bailarina Tatiana Vasiliev, sueño que lleva persiguiendo durante años. Dicen que todos tenemos un Santo Grial, y Tatiana es el suyo desde que, a la edad de 10 años, lo fascinara mientras impartía una clase de baile. La ya anciana gloria de la danza le exige como condición para contarle su historia que se instale en su casa y viva allí hasta que termine de escribirla. A pesar de la insistencia de Teresa en contra, Joel no tarda en hacer la maleta y mudarse, sin ser muy consciente de que está cruzando una línea roja que no podrá ya jamás volverse de otro color. Teresa se queda sola y aturdida, y quién mejor para consolarla que Seth Brown, su editor, que bebe los vientos por ella desde que la vio por primera vez. Con estas premisas, la tormenta que se avecina no es pequeña. Ya en casa de Tatiana, la vida de Joel volverá a cruzarse con la de Natasha, su espina clavada en el corazón desde hace tres años, el catalizador de su descenso al infierno. Otra tormenta en el horizonte. Mientras tanto, Joel, Natasha y la propia Tatiana irán desgranando la vida de esta última haciendo viajar al lector a la fría y áspera Rusia de Stalin. Tatiana, Nikolay, María, un triángulo amoroso tan intenso como destructivo que oculta un misterio que pocos conocen. Dosis de sufrimiento de las que no es posible salir ileso. Una vida de guardar las apariencias mientras las heridas sangran a borbotones. Dos matrimonios. Una hija fallecida en accidente de tráfico. Conforme vaya avanzando la trama, alguno de los personajes irá haciendo descubrimientos que darán a su existencia un giro radical. Una historia de personas que aman con todas las consecuencias. 

Además del atractivo que ofrece la trama a priori, la forma de contarla de Teresa Pérez Landa escapa de los caminos convencionales por los que suele discurrir la novela y lo hace de manera tremendamente efectiva y eficiente. La narración se estructura en escenas encabezadas por el nombre del personaje o personajes que las protagonizan. A través de diálogos de una fuerza impresionante y monólogos interiores de una crudeza que a ratos te exige respirar profundo, la autora logra desde el primer instante que el lector entre de lleno en la historia y la viva, junto a los personajes, de forma muy intensa. Mientras cae la lluvia transcribe, en negro sobre blanco, un laberinto de emociones y sentimientos realistas, sin edulcorar, un laberinto donde el finísimo haz de luz de la esperanza gana la batalla al tinte fatalista que se agudiza con cada giro de la trama. Además, como toda buena obra (según mi criterio, faltaría más, así que no se me ofenda nadie), al acabarla deja un poso, un cierto sabor de boca ciertamente agridulce. Una reflexión sobre qué es en realidad el amor, y una única certeza: que amar de verdad implica desear sinceramente la felicidad del otro, incluso si las circunstancias no nos incluyen a nosotros en la foto. Lectura muy recomendable de la que os dejo unos fragmentos que me siguen lloviendo por dentro:

Nuestras miradas se cruzaron mientras caía la lluvia y fue cuando lo entendí todo, a veces las miradas son como palabras, y las palabras cárceles para nuestros sentimientos.

Tenías razón, es como una maldición, amarte es estar en un círculo que nunca se rompe. No puedo salir de él pero tú siempre estás fuera, al otro lado, donde no puedo alcanzarte.

El amor no puede explicarse. Nace y extiende sus ramas por todas las venas de mi cuerpo, se derrite dentro y pasa a formar parte de mí de tal forma que ya no puedo desprenderme del eco que has dejado en mí.

La vida es el tiempo de espera que hay entre revés y revés y nosotros los juguetes rotos que provoca.


 

jueves, 11 de abril de 2024

Un animal salvaje, de Joël Dicker

Es de sobra conocido que las apariencias en ocasiones engañan. Que el exterior de las personas y las cosas es susceptible de contribuir a generar una opinión por lo general equivocada. Hay corrientes de resaca en mares aparentemente en calma y sonrisas que disfrazan almas en ruinas. Fachadas opulentas que ocultan a la mirada indiscreta la más abyecta de las miserias. Cuando comenzamos la lectura de una novela negra, policíaca o de misterio, ya partimos de la premisa de que, muy probablemente, nada va a ser lo que parezca, pero hay autores extremadamente habilidosos que llevan el trampantojo a sus últimas consecuencias. Apariencias, engaños, medias verdades y estudiados giros argumentales son parte de la materia prima de la novela que acabo de terminar. Sí, señores, el maestro Dicker lo ha vuelto a hacer. Secuestrarme entre sus páginas y no dejarme respirar hasta haber alcanzado la última.

Un animal salvaje (Alfaguara, 2024), de Joël Dicker, salió la la venta hoy hace justo una semana, y esta lectora no ha podido resistirse a saltarse toda la cola de títulos pendientes y devorarlo con deleite. En esta ocasión, el genio suizo nos ofrece la historia de un atraco que huele a gato encerrado, con cinco personajes que sin duda sorprenderán al lector. La trama de Un animal salvaje comienza el 2 de julio de 2022 con dos individuos que van a cometer un atraco inminente en una importante joyería de Ginebra. A partir de ese momento se desliza hacia el pasado —hacia diferentes pasados, como es habitual en Dicker— y nos presenta a los personajes semanas antes de lo que ya se intuye no va a ser un vulgar robo. Dos familias que, si no se rasca la superficie, no abandonan nunca la cuadrícula que impone la norma. Un lobo solitario que reaparece en el escenario de unas vidas modélicas para desordenarlas. Mentiras, secretos, obsesiones, pasiones difíciles de satisfacer y una investigación que discurre por cauces poco o nada ortodoxos. No os voy a contar más, porque es preciso adentrarse en la obra con la mínima información posible.

En Un animal salvaje el lector se enfrentará a una lectura marcada por un ritmo trepidante, el habitual estilo dickeriano a varios tiempos y algunos giros de tuerca que tirarán por tierra las hipótesis que vayan formándose en su cabeza. Barra libre de emoción y suspense, como en todo lo que hasta la fecha he leído del mago helvético. Y una interesante reflexión sobre el amor, la pasión y las consecuencias que de ella se derivan. No podéis perderosla. Palabra de lectora.

lunes, 8 de abril de 2024

Nadie en esta tierra, de Víctor del Árbol




Aunque llevo muchos años leyendo (la bromita va ya casi para cuarenta), nunca dejará de sorprenderme el hecho de que en unas cuantas páginas puedan vivir tantas historias, tantos personajes, tantos sentimientos y tantas emociones. Tampoco deja de asombrarme la habilidad de los buenos autores que logran que me sumerja de tal forma en la historia que de vez en cuando necesite recordarme que es solo ficción. Ni que haya obras que tenga que leer despacito, a paso lento pero seguro, primero porque no quiera que se me escape ningún detalle, y segundo porque haga falta respirar profundo para poder continuar con lo que venga. La novela que acabo de terminar es una de esas obras para gozar y sufrir a sorbitos, para quedarte pensando después de voltear la última página y admirar al autor que durante días te ha hecho viajar a otros días y otras vidas.

Nadie en esta tierra (Ediciones Destino, 2023) ha sido la última novela de Víctor del Árbol en ver la luz (según comentan los que entienden de esto, la más negra hasta la fecha). Ambientada entre Barcelona y Galicia, la trama arranca con una premisa que capta enseguida la atención del lector. El inspector de la Policía Judicial Julián Leal –suspendido del servicio y en espera de juicio por secuestrar y propinar una brutal paliza a un empresario y ciudadano "ejemplar"– vuelve a la remota aldea gallega que le vio nacer tras tres décadas de ausencia. Su vida se acerca peligrosamente a la meta debido a un cáncer de riñón y, antes de mirar a la cara a la muerte, quiere enfrentarse a un pasado que en realidad nunca ha dejado atrás. Su estancia allí y los días posteriores coinciden con la muerte de una serie de personas relacionadas con su infancia. Todos los indicios lo señalan como principal sospechoso, mucho más cuando, por inquina personal, su superior pone todo el empeño en que así sea. Su ex-compañera Virginia, quien también atraviesa un momento personal delicado, y el subinspector Soria (quien no guarda mucho aprecio a Leal) deberán investigar el caso y se darán cuenta de que... Ah, no, de eso nada. Si queréis saber, leedlo. La amistad, los remordimientos, la culpa, la traición y la lealtad, la venganza y la justicia, seran los ejes temáticos alrededor de los cuales se articula una historia donde se entrelazan el presente, el pasado y las pesadillas que el tiempo no gobierna.
 
Es indiscutible que la prosa de Víctor del Árbol es magnífica, y con esa hermosa herramienta lleva a cabo una narración efectista a lo largo de la cual le irá presentando al lector las aristas de unos personajes que están rotos por la vida, tan rotos como los sueños que albergaron en otros tiempos. No es difícil conectar con muchos de ellos a nivel emocional.  Otra de las habilidades a admirar del autor es su capacidad de crear imágenes vívidas y llenas de emoción con unas pocas palabras, sin recurrir al aspaviento ni al dramatismo excesivo. Uno de los elementos que más me ha gustado de Nadie en esta tierra es la voz del misterioso personaje que comienza a oírse en el prólogo, y que luego seguirá los pasos del protagonista y otros personajes importantes, los acompañará como una sombra, ofreciendo al lector su versión de los hechos en primera persona. Resumiendo, que no quiero que esto se alargue más de lo necesario, Nadie en esta tierra es una novela que nos hace reflexionar sobre nuestro conceptos de héroe y de villano. Puede que su ritmo no sea frenético, pero la tensión y la intensidad son tal palpables que no permiten que el interés lector decaiga. Entre sus páginas se hallan frases y fragmentos que procurar una experiencia de lectura memorable. Aquí os dejo algunos:

Cuando llueve, como llueve hoy, cuando las tardes ya se alejan hacia el otoño, es mejor no escuchar cierta música, mejor no invocar ciertos recuerdos, mejor no escribir ciertas cosas y dejar que sea el silencio el que hable de lo que debe ser callado.

Uno necesita tiempo para cometer errores y luego desear no haberlos cometido.

El mundo era un Excel, un balance donde se buscaba el equilibrio entre gasto e ingreso, entre riesgo y beneficio. Ganancias y pérdidas. No había más.

Tenía en los ojos mil lunas vistas. 

Pocos entienden que un sueño es lo que te acompaña cuando estás despierto.

jueves, 4 de abril de 2024

El nido del lobo, de Gema Tacón


Como esta semana pintaba medio regular nada más ( y demasiado bien pintaba para como está saliendo), decidí apostar por lo seguro, por una lectura que, fuera del tipo que fuera, en algún momento me provocara una sonrisa cuando no una carcajada directa. A riesgo de ser reiterativa, insistente e "intensita", diré que, en ocasiones, una sonrisa nos salva de muchas cosas. Sin más dilación, lo consulté con mi asesor almohadil y lo tuvo claro: Gema Tacón. Y entonces mi TOC cronológico me susurró dulcemente al oído: taconea lo que quieras, pero por donde toca. Y no tocaba uno de risa, no, tocaba uno de muertecitos y muchos. Sin embargo, la Tacón tiene estilo propio y te ríes quieras o no, aunque estés mirando a la misma muerte a los ojos.

El nido del lobo (2018) ,de Gema Tacón, no pienso ni intentar etiquetarlo. Thriller seguro. ¿Negro? ¿Paranormal? ¿De misterio? Acabamos antes: de todo un poco. La novela está ambientada en Ochagavía, un tranquilo pueblecito del Valle de Salazar, en la sierra navarra donde se supone que todos se conocen y donde pocas cosas se salen de lo ordinario (pues menos mal). La trama comienza cuando Blanca, una gaditana treintañera cuyo destino la obliga a cambiar de aires, llega a Ochagavía a realizar sus prácticas en las "instalaciones" forenses de la localidad. Su supervisor, un buenorro de catálogo que responde al nombre de Haize. Sus primeras impresiones sobre el lugar y lo que allí percibe son ciertamente inquietantes pero ¿quién no pierde un poco el oremus la primera vez en una morgue? La primera noche que pasa en la casa que ha alquilado, Blanca será víctima de un sueño aterrador cuya protagonista es Aintzira, una joven del pueblo que murió ahogada en una cascada cercana al mismo una mañana que salió a correr. ¿No es la chica cuyo expediente estaba en la oficina y alguien hizo desaparecer? ¿Y si no ocurrió como cuentan y ese sueño significa algo? A Blanca, que no es ni un poquito cabezota (irony mode on), se le mete entre ceja y ceja desentrañar lo que considera un crimen sin resolver, incluso poniendo en riesgo su propia vida. De su salud mental ya ni hablamos, porque el tictac de un reloj la introduce siempre en un mundo de pesadillas del que su cuerpo siempre sale malparado. Secretos oscuros, aliados y enemigos simultáneos que aportan luz u oscuridad dependiendo de la página, suspense, terror y alguna escena espeluznante serán algunos de los ingredientes de esta original historia donde nada es lo que parece a primera vista. 

Con una prosa sencilla y directa, sin fuegos artificiales pero precisa en cuanto, por ejemplo, a términos técnicos, Gema Tacón le ofrece al lector en El nido del lobo una novela que engancha desde el inquietante prólogo. La autora juega muy bien con los personajes y la tensión, haciendo la lectura, ágil, amena y de una irreverencia genéticamente taconiana que tiñe de humor incluso la situación más tensa. Y que no digo nada más, que la leais y ya está.

martes, 2 de abril de 2024

La sirena roja, de Noelia Lorenzo Pino


Aquella mañana, temprano, una extraña sirena salió de las profundidades del mar...El cuerpo desnudo estaba sobre la arena y, como si se tratase de una variedad exótica de pez, todo, excepto la cabeza, estaba recubierto por una especie de tono rojizo.

La etimología de la palabra "tatuaje" procede de Tahití, una isla del archipiélago de Samoa, y deriva de la raíz "ta-" o "tattau-", que significa dibujar. Fue el capitán James Cook quien la introdujo en la lengua inglesa y de esta se extendió a otras. A lo largo de los siglos, el tatuaje ha acuñado varios significados o simbolismos. ¿Sabiaís que el origen de los tatuajes se remonta a cinco milenios atrás? Diversos descubrimientos arqueológicos demuestran que, ya en el Neolítico, el ser humano llevaba la piel tatuada, bien por razones relacionadas con lo místico, como ritos de paso, o como símbolo de lucha y ferocidad. Otras teorías apuntan a que el primer tatuaje de la historia se encuentra en el antiguo Egipto, donde las mujeres se tatuaban por motivos religiosos. Por otro lado, en la Antigua Grecia, y por herencia persa, los tatuajes eran la señal distintiva que identificaba con eficacia a esclavos y a criminales, práctica que también se adoptó en la Antigua Roma para marcar a los mercenarios de los que se nutrían sus ejércitos. Hoy en día, el tatuaje, aparte de su función simbólica (personal e intransferible) cumple, sin duda, un objetivo estético. Algunos son pura belleza, auténticas obras de arte que adornan el museo de nuestra piel. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien se obsesiona con estas manifestaciones artísticas o con el artista que las alumbra? Que se lo pregunten a los personajes de la novela que acabo de terminar...

La sirena roja (Erein, 2015), de Noelia Lorenzo Pino, es la primera entrega de una serie de novelas que se desarrollan en San Sebastián y cuyos protagonistas son la agente de la Ertzaintza, Eider Chassereau y el sub-oficial Jon Ander Macua. La crítica de esta obra era muy buena, y lo cierto es que, para esta lectora, ha superado las expectativas. La trama se inicia con la aparición de un cadáver al que le han desollado la espalda y le han envuelto la cabeza en film transparente, cual embutido en nevera. Bajo las órdenes de la oficial Juncal Baraibar, una mujer algo estirada que parece esconder algún secreto, los ertzainas Eider y Jon Ander comenzarán entonces a investigar el caso más importante de sus carreras, que adquirirá una nueva dimensión con el hallazgo del segundo cadáver, esta vez el de una jovel a la que han arrancado la piel de los hombros. Tras hablar con la familia de esta segunda víctima, se percatarán de que el nexo común entre ambas es que les han arrancado los tatuajes, lo que les conduce hasta Lorena Artiga, la mejor tatuadora de Donosti, en cuyo entorno descubrirán una antigua denuncia de malos tratos y una orden de alejamiento. Además, para mayor complejidad, se abren otras vías de investigación relacionadas una con un grupo religioso, y otra con un pariente de Lorena que se obsesionó con ella en el pasado. Eider y Jon Ander dedicarán la mayoría de su tiempo y sus energías al caso, puesto que es el más relevante en el que se han visto inmersos, lo que, sobre todo en el caso de Eider, tendrá consecuencias sobre sus vidas personales. A Eider, que no lleva ni medio año en la Unidad de Investigación Criminal, a veces le cuesta mucho controlar sus emociones. Su compañero Jon Ander es muy distinto, por carácter y por experiencia, y en ocasiones no le importa obviar las reglas si con ello consigue que la investigación avance. 

Esta es una de las cosas que me ha encantado de La sirena roja, lo bien que retrata Noelia el lado humano de sus personajes. El lector puede sentir cierta angustia ante las dificultades que atraviesa el matrimonio de Eider: incompatibilidad de horarios, cansancio, preocupación... Además, la ertzaina cuenta con la presión añadida de haber acogido a su sobrina, una adolescente poco comunicativa hija de una hermana fallecida por sobredosis hace años. Por su parte, Jon Ander está separado de su mujer y echa mucho de menos su hogar y a su pequeño... Honestamente, durante toda la lectura he sentido que estaba siendo testigo de la historia de personas reales, de carne y hueso. Otro punto a favor de la novela es la banda sonora rockera de la misma (he buscado algunos de los temas que no conocía, y me han encantado), y el tema de los tatuajes me ha picado aún más la curiosidad (a ver si va a ser porque me acabo de hacer el primero...)

Con respecto a sus aspectos narrativos, la historia está escrita en tercera persona de forma lineal casi en su totalidad, en capítulos cortos fechados que abarcan un mes desde la aparición del primer cadáver. Alternados en la narración aparecen también pasajes en primera persona donde el lector tendrá acceso a la voz del asesino, que le desvelará fragmentos de una infancia llena de crudeza, dolor y miedo que fue modelando al monstruo en el que se ha convertido hoy. A esto hay que añadir que Noelia Lorenzo le imprime a la obra un ritmo que, sin ser para morderse las uñas, no permite que ni la intriga ni el interés del lector decaigan en ningún momento, y que su estilo sencillo y directo, donde abunda el diálogo, hace posible que la lectura avance sin más escollos. La sirena roja es, sin duda, la historia de una obsesión que no deberían perderse.



domingo, 31 de marzo de 2024

La última noche en Tremore Beach, de Mikel Santiago


Una melodía es algo que todo el mundo ve, pero que muy pocos atrapan. Como si fuera una mariposa huidiza...

Las tormentas son fenómenos naturales que despiertan sensaciones contradictorias. Hay quien se siente atemorizado ante su fuerza imprevisible, mientras que a otros les fascina semejante espectáculo de la naturaleza. Los antiguos habitantes del mundo las consideraban como manifestaciones del poder divino. En todas las grandes civilizaciones se ha señalado a dioses como responsables de ellas: Raijin en Japón, Vajrapani para los budistas, para los hinduistas Paryania, Zeus en la mitología griega, Júpiter Fulgurator o Summanus en la romana, en la mitología nórdica estaba Thor y su martillo, y así muchos otros. Más adelante, otros pueblos buscarían una explicación más racional a estos fenómenos (por ejemplo, los etruscos del siglo VII a.C. creían que los rayos estaban causados por el choque entre las nubes), pero no sería hasta mediados del siglo XVIII cuando Benjamin Franklin comprendiera la naturaleza eléctrica del rayo... Pero, ¿todas las tormentas se pueden explicar en términos científicos? ¿Qué hay de esotérico en algunas? ¿Llegan en momentos concretos como señal de algo o con algún propósito concreto? ¿Cómo nos puede cambiar la vida una tormenta? Todas esas preguntas podría intentar responderlas, con mayor o menor probabilidad de éxito, Peter Harper, el protagonista de la novela que he terminado de leer esta madrugada, y que ha conseguido algo que echaba de menos desde hace tiempo: no me duermo hasta que no sepa cómo termina esta historia.

La última noche en Tremore Beach (Ediciones B, 2014), de Mikel Santiago, es un thriller psicológico en toda regla, un verdadero page turner que he devorado en poco más de un día. Su principal protagonista, Peter Harper, es un reconocido compositor de bandas sonoras que, tras un traumático divorcio y la pérdida de su inspiración, decide dejar su rutina de Amsterdam y buscar refugio en una casa de Tremore Beach, una solitaria playa irlandesa. Con este exilio voluntario tratará de poner su vida en orden y recuperar el favor de las musas que lo abandonaron en plena espiral de amargura. No tardará mucho en ganarse la amistad de sus únicos dos vecinos —Leo y Marie—, y comenzará una relación sentimental (sin etiquetar) con la preciosa Judie, que regenta una tienda y la única pensión para los turistas que visitan el lugar. Parece que, aunque no está siendo productivo a la hora de retomar sus composiciones, al menos ha conseguido la vida tranquila que buscaba hasta que, una noche, todo se le tuerce al ser atravesado por un rayo y sobrevivir de puro milagro. Al parecer, además, Peter ha recibido como herencia materna una especie de don que le avisa de situaciones de peligro. Él se resiste a reconocerlo, a hacer caso a esa voz interior que le dice lo que debería o no hacer. Después de salvarse milagrosamente del rayo, comienza a tener visiones donde ve que sus hijos –que han venido a pasar con él parte de las vacaciones—, sus vecinos y Judie están en peligro. Para los diferentes médicos que lo tratan no son más que pesadillas o alucinaciones causadas por el alto voltaje del rayo, pero él percibe que esas visiones son una aviso de algo... ¿Será todo producto de su mente o habrá algo de cierto en que Peter está intuyendo una amenaza futura? La intriga es enorme y desconcertante en ocasiones. Se difuminan las fronteras entre lo real y lo irreal. 

Peter será el encargado de narrar la historia en primera persona, lo que hace conocer mejor al protagonista y empatizar más con él. Durante la historia te pones en su piel de tal manera que hasta parece que te está ocurriendo a ti. Los demás personajes, aunque descritos en breves pinceladas, están llenos de vida; no son meros personajes secundarios, sino que todos tienen su papel. Las algo más de 400 páginas de la obra debut de Mikel Santiago están repletas de una intriga y una tensión excelentemente dosificadas y enganchan al lector desde el minuto cero. Como siempre digo de las novelas de Mikel, la ambientación es absolutamente perfecta. Ha sabido impregnar las páginas que desarrollan su historia del olor a turba mojada, del aullido del viento en sus paisajes agrestes, del frío de las solitarias costas norteñas y del calor de la chimenea de una pequeña taberna, incluso del sabor de una buena pinta de cerveza. Y lo hace con maestría, consiguiendo un realismo que hace que el lector se sumerja a pleno pulmón en la historia, un realismo que no se resiente cuando entran en juego los elementos sobrenaturales de la misma. Hace encajar lo misterioso de forma natural y sin fisuras. Con una prosa sencilla y rápida donde abunda el diálogo, Mikel Santiago nos mete de lleno de un adictivo thriller de misterio ambientado en un escenario realmente impresionante. ¿Os lo vais a perder?



viernes, 29 de marzo de 2024

Mejor muerto, de Susana Rodríguez Lezaun

Qué ganas tenía de reencontrarme con ella. Con la poli experta en saltarse las reglas y seguir su instinto y su sentido de la justicia ignorando las más que probables consecuencias. Con el ser frágil que esconde sus heridas bajo el tatuaje de un árbol seco y unos cuervos que ya no alzarán el vuelo. Con la mujer que halla paz en las tormentas probablemente porque su fragor y el ruido del trueno acallen en parte la voz de sus propios demonios. Qué ganas tenía de volver a leer a Susana Rodríguez Lezaun y a sentir a Marcela Pieldelobo, aunque a veces me enfade con ella porque esa criatura literaria me saca de mis casillas en ciertos momentos. Treintañera, con un carácter muy particular y poco agradable, y una trayectoria repleta de dolor. Aun así, caigo rendida ante su testarudez, su temeridad y su manera de transgredir las normas cuando la situación lo precisa. Me encandiló en Bajo la piel, me enganchó en En la sangre y ahora, con esta tercera entrega, me confirma que tengo motivos de sobra para seguirla hasta donde ella quiera.

En Mejor muerto (Harper Collins, 2024), Susana nos devuelve a una inspectora Pieldelobo al borde del abismo. Ya no puede apoyarse en su fiel compañero y amigo Bonachera pues, por razones que se explican en la anterior entrega, ha sido apartado del Cuerpo y se ha trasladado a Barcelona. Su lugar lo ocupa el subinspector Vila, cuya vida personal dará mucho juego y pondrá el punto de morbo en la novela. En esta ocasión, el tándem Pieldelobo-Vila deberá concentrar toda su atención y energía en resolver el secuestro de Francisco Sarasola, un conocido empresario del sector inmobiliario pamplonica. Poco tiempo después de denunciar su desaparición, la familia al completo recibe en sus dispositivos móviles un vídeo en el que se aprecia a Sarasola malherido en el suelo. Dos hijos de su primer matrimonio, una exmujer ofendida, un tercer hijo menor de edad de su actual esposa, fiel creyente del tarot... Conforme avance la investigación, quedará claro que a su familia le resulta tan sencillo vivir sin él... ¿Qué tipo de individuo es Sarasola para que los que se supone que deben quererlo solo estén de acuerdo en una cosa: en que estaría mejor muerto? Una investigación a contrarreloj, chantajes varios, rencillas y violencia son algunos de los ingredientes de la trama policial de esta obra.

En su vertiente personal, al principio de la novela parece que la relación sentimental de Marcela y el foral Damen Andueza se ha consolidado, pero pronto podremos ver que el interior de Marcela es un verdadero campo de batalla en el que cada vez tiene menos posibilidades de resultar vencedora. Ahí es justo donde se me clava en el alma y me hace sufrir lo indecible. Su pasado no termina de marcharse nunca y la lucha contra el dolor, contra sus miedos y sus dudas es extenuante y no le permite disfrutar del amor que siente (porque lo siente) y del que recibe (porque lo recibe). Se me encoge el corazón al pensar, y a veces se me olvida que Marcela es un personaje literario...

En Mejor muerto, Susana Rodríguez se mantiene fiel a su estilo sencillo y directo, a un ritmo narrativo que mantiene en vilo al lector a base de capítulos cortos y un manejo impecable de la tensión dramática, obteniendo como resultado un thriller intenso y altamente adictivo. Podría seguir, pero no quiero hacer esto más largo, que seguramente tendreis muchas páginas que leer. Os dejo unos cuantos fragmentos de la obra que me han hecho sentir...bueno, leedlos y sacad vuestras propias conclusiones:

Estaba cansada de dejarse el alma. Nunca había nada fácil. Sintió el peso de sus hombros, la debilidad de sus brazos. Se estaba rindiendo. Pensó que quizá no estuviera mal aceptar la realidad y dejarse llevar, admitir que no había nada que pudiera hacer y tirar la toalla. Solo por una vez, ¿qué más daba? ¿A quién le importaban sus esfuerzos, sus desvelos, las cicatrices de su cuerpo?

Por último —seguía tras el murmullo de protesta—, está la amistad por la virtud, por lo bueno. No se busca sacar provecho, no se busca pasarlo bien, sino que se siente un aprecio sincero por la otra persona. Es la amistad del corazón. Ojalá encontréis a alguien a quien llamar amigo de verdad.

—Más importante que callarse —dijo ella— es saber con quién estás hablando.

lunes, 25 de marzo de 2024

Un millón de gotas, de Víctor del Árbol

¿Qué es el océano, sino un millón de gotas?

Qué difícil es a veces escribir sobre una novela cuando te ha gustado tanto que ha marcado un antes y un después. En el fondo, sientes temor a no hacerle justicia, a no ser capaz de transmitir todo lo que te han hecho sentir sus páginas, todo lo que te ha revuelto por dentro y lo que, pese a la dureza y al dolor inherentes a su lectura, has disfrutado con ella. Nunca había leído nada de Víctor del Árbol —lo cierto es que la novela cayó en mis manos por recomendación más que explícita—, y esta primera aproximación al autor ha sido toda una revelación, gozada y sufrida a partes iguales.

En Un millón de gotas (Ediciones Destino, 2014) encontramos un thriller de gran intensidad articulado en torno a la traición, la venganza, el amor, el deseo y el miedo, entre otros. Ya desde las primeras páginas nos vamos a sentir atrapados por la historia, ya que Víctor del Árbol arranca la trama de modo brutal (en el sentido literal de la palabra), con el asesinato de un niño y el consecuente proceso de autodestrucción de su madre. Puede que a priori este inicio no sea originalísimo, pero pronto nos enteramos de que ella, Laura, es policía y se deja la piel en una investigación que intenta destapar una red de trata de blancas, abuso infantil, corrupción, etc. Cuando encuentren el cadáver del presunto asesino de su hijo, será señalada y acusada como principal sospechosa. Tras la desaparición de esta, su hermano Gonzalo, un abogado anodino cuya propia vida le es ajena y vive bajo la sombra de su omnipotente suegro, recibirá el testigo de seguir con la investigación y poner fin a la Matrioshka, una organización cuyos ramificaciones enturbian hasta los más altos niveles de la élite. Pero esto no es más que el principio. Si en algún momento pensáis que tenéis delante una trama sencilla, os equivocais, porque a lo largo de sus páginas se desarrolla una novela compleja, llena de misterios y secretos, cuyo final queda atado y bien atado de una forma totalmente coherente. Víctor del Árbol alterna en la narración dos periodos temporales diferentes, uno que empieza en el año 1933 y del que el protagonista principal, aunque no el único, es Elías Gil (padre de Laura y Gonzalo), y  otro que se desarrolla a partir del año 2002 como resultado y consecuencia del anterior. Los personajes de la novela, aunque a simple vista puedan parecer simples (el ingenuo, el anodino, el malvado...) son en realidad totalmente poliédricos, repletos de aristas y matices, y muchos de ellos se esconden tras una fachada creada con un propósito concreto, demostrando fehacientemente que todo lo que reluce no es oro.

Si tuviera que quedarme con un aspecto concreto de Un millón de gotas, lo tendría francamente difícil. Me ha encantado la forma de escribir del autor, su manera de hilvanar y ambientar la historia, su modo de engranar todos los elementos para construir con ellos una de las mejores lecturas que ha pasado por mis manos hasta la fecha. Me gusta cómo explora el tema de la maldad, que habitualmente endosamos a seres enfermos o despiadados, pero que quizá no nos sea tan ajena como pensamos. Victor del Árbol expone de manera magistral las pasiones y lo que conllevan. La venganza que perdura a través del tiempo. El amor fraternal. El amor que nunca se borra. El amor incondicional que se niega a ver la sombra de maldad que acecha al ser amado. El amor puro y simple del que no espera nada. Y por si no teníamos suficiente, el autor dosifica muy bien, a lo largo de la trama, pinceladas de misterio, de secretos familiares que hacen la historia más atractiva todavía. A pesar de que el ritmo narrativo va creciendo y nos genera la necesidad de seguir, no queremos hacerlo demasiado rápido, por si se nos escapara algún detalle. Se le agradece al autor también la prosa certera, sencilla y directa, y su habilidad para transmitir con ella el profundo horror que destilan algunas escenas sin necesidad de recrearse demasiado en lo escabroso o lo grotesco. Lo cierto es que consigue que duela igual o más incluso. Creo que no es necesario seguir, ¿no? ¿Habéis captado ya que os la recomiendo? 

Pues os dejo unos cuantos fragmentos de la novela que se quedan dentro de mí: 

Todo se pone en marcha con un simple gesto. La primera gota que cae es la que empieza a quebrar la piedra, ¿no es cierto?

...entonces cruzó aquella línea roja que ella misma había trazado: puedes fantasear con las vidas que quieras, pero ésta es la que tienes, la que has elegido y por la que debes pelear

Las cosas importantes no necesitan decirse para ser ciertas, y a veces el silencio es la única verdad posible.

¿...cómo se quema lo que te arde por dentro? ¿Qué hacer con las cenizas si, por mucho que uno se empeñe en esparcirlas, el viento las deja una y otra vez amontonadas en la puerta de tu casa?

Uno sabe cuándo camina hacia la destrucción, pero no tiene voluntad para impedirlo

Las palabras mienten, pero la mentira puede ser el único consuelo posible.

Nadie puede imaginar hasta qué punto llega a ser retorcido el ser humano cuando se le otorga el papel de verdugo, qué grado de sadismo y placer encuentra en el martirio de sus víctimas. 

Lo bueno que tiene el miedo, Gonzalo, es que cuando te libras de él es como si nunca hubiera estado doblándote la espald







martes, 12 de marzo de 2024

El caso Alaska Sanders, de Joël Dicker


Ya lo habré dicho antes pero, sin lugar a dudas, sé que algo me gusta cuando quiero más, y lo cierto es que me encanta cómo escribe Joël Dicker. Hablamos de un autor con un estilo inconfundible y una habilidad asombrosa para sorprender al lector y mantenerlo pegado a las páginas de forma casi patológica. Dicker es un mago contador de historias, un prestidigitador del engaño, un maestro del trampantojo. Un experto en el arte de las máscaras capaz de envolver a cualquier lector en sus narraciones. Y, por si eso fuera poco, las musas de las letras le han concedido el don de tocar el corazón como pocos. La novela que acabo de terminar es un thriller que demuestra, una vez más, que el suizo domina a la perfección los entresijos del suspense. 

Con un estilo sencillo, efectivo y una narración impoluta, en El caso Alaska Sanders (Debolsillo, de Penguin, 2023) Dicker logra mantener al lector hechizado durante las 590 páginas de la obra. Aunque cronológicamemte fuese publicada en último lugar en la trilogía protagonizada por Marcus Goldman, es la continuación de La verdad sobre el caso Harry Quebert, no porque la trama tenga nada que ver, sino por las continuas alusiones tanto a la obra anterior como a los acontecimientos que en ella se relatan. Principios de abril de 1999. El cadáver de una preciosa joven, de nombre Alaska Sanders, es hallado a orillas del lago de Mount Pleasant, una pequeña localidad de New Hampshire. En el bolsillo de su pantalón, un trozo de papel con el siguiente mensaje: «Sé lo que has hecho». En su día, el caso se cerró con rapidez debido a que ambos culpables confesaron. Once años después, en 2010, uno de ellos cumple cadena perpetua, pero una dolorosa muerte y una carta anónima darán pie a que Marcus Goldman, el famoso escritor, y el sargento Perry Gahalowood se unan de nuevo para emprender una investigación oficiosa y descubrir al verdadero culpable de aquel crimen que pesa en ciertas almas como una losa. Para colmo, Marcus arrastra la pena de haber perdido a su amigo Harry, pues tras los sucesos que aclararan la muerte de Nola Kellergan, este le hizo una visita fugaz en su piso de Nueva York y después desapareció como si se lo hubiese tragado la tierra. Y...y nada, si queréis saber más, lo leeis, faltaría más.

Una vez más, Dicker navega entre el presente y el pasado, entre lo que ocurrió en 2010 y lo acontecido en 1999, manejando con pulcritud los tiempos a golpe de flashback, desvelando momentos del pasado de sus personajes para construir, pieza a pieza, un puzle de acontecimientos con un enfoque narrativo múltiple, tanto en primera persona, de la mano de Marcus, como en tercera, con la voz de un narrador omnisciente. Con una prosa cuidada y asequible, a buen ritmo generado a golpe de capítulos de corta extensión, Dicker nos ofrece de nuevo una lectura fluida que provoca el ansia (sí, el ansia viva) de leer el siguiente capítulo para ver si en él se despeja alguna incógnita. El genio suizo tiene la habilidad de crear un constante clima de tensión, de intriga, en parte gracias a los constantes giros que se van presentando a medida que la trama avanza y al reguero de pistas y sospechosos que nos va dejando página a página. No cabe duda de que Dicker ha construido en El caso Alaska Sanders una novela magnética, una historia fértil con giros argumentales originales en la que se cuestiona en parte un sistema judicial imperfecto que condena tras investigaciones clausuradas de manera poco ortodoxa y juicios apresurados. Muy recomendable.

Aquí os dejo unos cuantos fragmentos que me han robado el corazón: 

«Cuando se quiere, se quiere a pesar de uno mismo; es para siempre»

«Un amigo no se busca, un amigo se revela como tal»

«No sé si tiene arreglo, escritor. ¿Y sabe qué le digo? Que mejor que no lo tenga. Eso quiere decir que hemos amado de verdad. Duele mucho, pero le presta todo su sentido a nuestra corta vida»

«...he entendido sobre todo que nuestros demonios no desaparecen nunca. Nos acostumbramos a ellos y acaban por compartir nuestra vida cotidiana sin mayores trabas»









jueves, 7 de marzo de 2024

El libro de los Baltimore, de Joël Dicker

Hay lecturas por las que una lectora pondría en pausa la vida y se dedicaría exclusivamente a devorarlas, obviando menesteres tales como dormir o comer (imaginaos los otros menos placenteros). Son obras que nos enganchan tanto los ojos y el cerebro como el corazón. Historias que te mantienen despierta aunque haga horas que el sueño ha llamado a tu puerta, solo para saber un poquito más de unos personajes que sabes a ciencia cierta que van a quedarse contigo mucho más allá de la última página. Y no te queda más que disfrutarlas y dar las gracias de corazón a quien te las recomendó.

El libro de los Baltimore (Debolsillo, de Penguin, 2018, con traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego), de Joël Dicker, supuso el regreso del personaje Marcus Goldman a las vidas de los lectores tras haber puesto patas arriba la pequeña población de Aurora en La verdad sobre el caso Harry Quebert. En esta obra,  ambientada simultáneamente antes y después de los hechos de esa primera novela, Goldman viajará de su presente de 2012 a los años de su infancia, adolescencia y primera juventud, en saltos temporales que irán cerrando círculos. La trama comienza cuando Marcus recibe una llamada telefónica de su tío Saul, el mismo día en que su primo Woody ha de ingresar en prisión, instándole a desplazarse hasta Baltimore porque ha sucedido algo grave. Es el 24 de octubre 2004 y está a punto de desencadenarse el "Drama" que marcará su vida para siempre. Mediante una deliciosa narración en primera persona, Goldman rememorará sus experiencias dentro de La banda de los Goldman, junto a sus primos Hillel y Woody (este último un chico conflictivo pero de gran corazón al que acogen los tíos de Marcus). La infancia, adolescencia y edad adulta de Marcus se irán construyendo en torno a los secretos de familia, los engaños y el amor. Conoceremos la envidia que profesaban los Goldman-de-Montclair hacia los Goldman-de-Baltimore, más ricos, más atractivos, más seguros de sí mismos. Y cómo idolatraba Marcus a su tío Saul, abogado de prestigio, y a su tía Anita. La relación fraternal de Hillel y Woody. La aparición de Alexandra y el amor al mismo tiempo. Hasta el gran "Drama" de 2004, cuando todos los sueños y todos los lazos se hacen añicos. En su presente de 2012, seremos testigos de cómo Marcus relata su historia a su vecino Leo Horowitz al tiempo que intenta recuperar como sea el amor que perdió. ¿Lo logrará? ¿Sanarán sus heridas? Si quereis saberlo, tendreis que leer...

En El libro de los Baltimore encontramos una novela perfecta, con una trama magnífica y bien hilada, llena de intriga y sentimientos. Como buen suizo, Dicker engrana todas las piezas con la precisión de un reloj. Las risas, la tensión, los miedos, los rencores, los secretos, las envidias, la inocencia, el amor… está todo tan bien narrado que es imposible no enamorarse de sus letras. Y los personajes están ideados para que asalten el corazón de los lectores sin pedir perdón ni permiso. Dicker muestra una habilidad pasmosa para engancharnos tanto a nivel literario como emocional. La historia que relata es muy potente, a ratos divertida y cruda en otros momentos. Nos hace reflexionar sobre dónde están los límites de nuestros instintos más primarios: el sexo, el odio, la envidia… pero es también una oda al amor que hace sombra a todo lo demás y nos lleva a sacrificarnos por las personas a las que queremos. Una lectura más que recomendable.




lunes, 4 de marzo de 2024

Flores en el ático, de V.C. Andrews

¿Qué es la familia? ¿Qué es una madre? ¿Qué es en realidad lo que mueve el mundo, el amor o el dinero? ¿Hasta dónde pueden llegar la ambición y la crueldad de una persona? ¿Cómo se transforman las flores de la dulzura y la inocencia en ponzoñosas espinas de dolor? Es fascinante como puede una historia encoger hasta tal punto el corazón de los lectores; es asombroso cómo es capaz una ficción de provocar la empatía de esta lectora y que esta tenga que cerrar el libro porque no le cabe una gota más de angustia. Sí, esto es lo que me ha ocurrido con la novela que acabo de terminar, disfrutada y sufrida a partes iguales.

Flores en el Ático (Ediciones Orbis, 1995, aunque la primera edición vio la luz en 1979), de V. C. Andrews, es la primera entrega de la saga Dollanganger y es, hasta la fecha, una de las obras más tristes y desgarradoras que he leído, el relato del padecimiento de cuatro niños encerrados a causa de un pecado que jamás cometieron. Al principio de la novela, se nos presenta a la familia Dollanganger como la familia ideal. Rubios, perfectos, amorosos, en excelente posición económica gracias al trabajo de un abnegado padre que solo pasa en casa los fines de semana. La voz de Cathy, la hija mayor, es la que narra la historia, la que cuenta cómo llegan al mundo sus dos hermanos pequeños, a los que primero detesta y luego querrá con locura. La que le relata al lector la rotura de la burbuja de ensueño en la que viven al fallecer su padre, en un accidente de tráfico, el mismo día en que hubiese cumplido 36 años. Una vez transcurrido el duelo y agotados los recursos económicos, Corrine, la madre, decide volver a casa de sus acaudalados padres, quienes la tacharon como hija a los 18 años por haber cometido un "delito" imperdonable. Contra todo pronóstico, la abuela acepta ayudarla, y los cinco se trasladan allí mientras Corrine consigue trabajo y dinero para mantener por sí sola a la familia. Corrine les explica a sus hijos que ellos tendrán que vivir en clausura en el ático de la enorme casa mientras ella logra que su padre la perdone y la incluya de nuevo en el testamento. Solo una noche, solo unos días... que se prolongarán durante años de indecible maltrato para unas criaturas que nada tuvieron que ver en la mácula del deshonor de su madre. Hasta aquí puedo contar para no hacer excesivo spoiler. 

Flores en el ático es adictiva a más no poder. El lector siempre piensa que nada puede empeorar para estos chiquillos, pero luego descubre que sí, que puede, y que lo hará, haciendo trizas el alma. El villano de la historia será la abuela, una implacable fanática religiosa que odia a sus nietos por el mero hecho de haber nacido y los considera hijos del diablo. La dulzura e inocencia de los niños se muestran en clara contraposición al mal y los prejuicios encarnados en los adultos. El lector será testigo de cómo esa inocencia infantil se irá corrompiendo ante la duda y la mentira, y acompañará a la joven narradora en la encrucijada que les parte el alma y los sitúa al borde del abismo entre el resentimiento y la capacidad infinita de amor de unos hijos hacia la que les dio la vida. Miles de preguntas (muchas sin respuesta) rondarán la mente lectora. ¿Qué es más deleznable, el azote o el olvido? V. C. Andrews también nos deja ver en sus páginas la dolorosa llama de la esperanza vestida de flores de papel que adornarán el ático y las ilusiones de los niños, y transmitirá la importancia de mantenerse fuerte hasta en los momentos más oscuros. Sin embargo, no escatimará en recursos para mostrar a todo color el abuso emocional, físico y verbal que recibirán los pequeños, y que generará en el lector una terrible sensación de impotencia. Uno de los puntos clave de la novela es, sin duda, el magnífico desarrollo y evolución de los personajes, cómo va forjándose poco a poco su carácter y su modo de pensar conforme transcurre la historia. La ambientación claustrofóbica y la descripción de las emociones también son soberbias. Es un hecho que te rompe el corazón y, al finalizar la lectura, una parte de él se ha quedado entre los pequeños y las flores del ático. 


lunes, 26 de febrero de 2024

Occulta Veritas, de Hugo S.C.


La ciencia avanza a pasos agigantados hacia horizontes a los que no nos atrevemos a asomarnos. Biotecnología, biomedicina o neurotecnología, entre otros, son términos de uso relativamente reciente que para unos enarbolan las banderas del futuro y la esperanza y para otros suponen una fuente inagotable de miedos y prejuicios. Los límites establecidos por la ética y la moral van cambiando con el tiempo y los beneficios obtenidos en el ámbito médico, pero cruzar ciertas fronteras supone un desafío tanto para el individuo como para la sociedad en conjunto. La novela que acabo de terminar ha sembrado cientos de dudas en mi mente. Preguntas para las que, de momento, no existe respuesta. 

Occulta veritas (2023), de Hugo S.C., es un thriller policíaco que, en algunos aspectos, roza los márgenes de la ciencia ficción. La obra tiene un inicio de lo más intrigante, en el que dos individuos cuyos nombres apuntan a Europa del este vigilan un edificio con intenciones delictivas. Más tarde, descubriremos, junto a una Olga taquicárdica que trata de sortear el tráfico de Valencia para llevar al colegio a su hija Mireia, que los sospechosos han secuestrado a Robert Queen, un actor cuya fama alcanza todos los rincones del orbe. Mientras huyen, un SUV, conducido supuestamente por una mujer, colisiona frontalmente con la ambulancia donde viajan secuestradores y rehén, y se monta un buen cirio que deriva en un embrollo de talla internacional . La Jefa de Inspectores Celia Blat y el inspector Marcos Luján deben interrumpir el ocio de su día libre y acudir prestos a la comisaría, donde les espera presión a niveles industriales para resolver un caso que preocupa a las más altas esferas, policiales y políticas. Por si les faltaba algo en una investigación que se presenta complicada, aparte de rendir cuentas a su superior, deberán hacerlo a un arrogante paladín de la Europol. Conforme avanzan las pesquisas, el lector irá descubriendo la tensa relación sentimental de Celia y Marcos, cincelada a base de fe y constantemente amenazada por el pasado de ambos. En el caso de Marcos, un shock postraumático crónico resultado de un accidente años atrás. En el caso de Celia, un mar de zozobra tras una relación ambigua pero profunda con la que fue su mejor amiga. Y de fondo, la voz de Laura, una mujer que se somete a un misterio procedimiento que la mantendrá sujeta a una silla metálica un largo período de tiempo. Interesante, ¿verdad? Pues si os ha picado la curiosidad, ya sabéis. 

Hugo S.C. ofrece al lector en Occulta Veritas una novela muy bien escrita, con una trama urdida con inteligencia y unos personajes bien perfilados, que atrapa al lector ya en la primera página y le hace partícipe de una historia que se desarrolla a ritmo vertiginoso. Una excelente combinación de investigación policial, acción y ciencia que no deja de lado temas cotidianos, la complejidad de los sentimientos y las emociones y una profunda reflexión filosófica. En definitiva, lectura recomendable.

jueves, 22 de febrero de 2024

El Monasterio de Piedra, de Ager Aguirre

Este lugar se ha convertido en la entrada del Mal a nuestro mundo porque nosotros se lo hemos permitido mirando hacia otro lado, olvidando las palabras de Dios y venerando a las tentaciones del Diablo como a dioses profanos… Solo Dios puede salvarnos. El tiempo se agota.

Ocho siglos de historia dibujan los paisajes del Monasterio de Piedra, joya natural sita en la comarca de Calatayud (Zaragoza) que originalmente fue una fortaleza musulmana y a finales del s. XII se transformaría en enclave cisterciense. La belleza de su entorno y su potente arquitectura hidráulica forman parte de su inigualable atractivo, al igual que las leyendas escritas sin tinta en sus piedras y en sus aguas. Cuenta una de ellas que un día, en el Monasterio de Piedra, se libró una feroz batalla entre ángeles y demonios. Cuando, con una bola de fuego, los ángeles acabaron con el último demonio, que portaba un gran peñasco, la enorme roca quedó depositada en el lugar de su muerte, que se llamó desde entonces la Peña del Diablo. Ager Aguirre, autor al que acabo de acercarme por primera vez, hace un excelente uso de dicha leyenda y el entorno privilegiado que la acoge para trasladar al s. XXI esa batalla entre el Bien y el Mal y ofrecerle al lector un thriller policíaco muy bien armado  y demostrarle que hasta en los lugares más hermosos caben el horror y la ignominia.

Queda claro, ya solo por el título, dónde se ambienta El Monasterio de Piedra (2023) de Ager Aguirre. La trama de esta novela comienza con la (pelín) estresante visita de una pareja, junto con su hiperactivo hijo, al paraje natural del monasterio. El niño no para quieto un minuto y ,en uno de sus arranques, descubre el cuerpo de una bella joven (como un ángel dormido) en una gruta. Dos agentes del puesto más cercano de la Guardia Civil, Paula Gallur y Germán Dávalos, son requeridos para personarse en el parque y esclarecer las circunstancias de la muerte de la chica. Cuando estas parecen indicar que no ha sido un accidente, llegará al monasterio un equipo de investigadores formado por el teniente Allué (de la UCO), la alférez Gascón (de la EMUME) e Inma Puertas, del laboratorio de criminalística. Al carecer del número suficiente de efectivos, el desagradable teniente se verá obligado a apoyarse en la joven e inexperta pareja de «guardias de pueblo», Paula y Germán. Juntos tendrán que hacer frente a una investigación más compleja de lo que parece a primera vista. Un asesino atrae a chicas jóvenes al parque, las desmaquilla, les cambia su ropa por vestidos blancos y vaporosos, y las mata. Como los recursos son tan escasos, tendrán que contar, además, con la ayuda de civiles para tareas de vigilancia nocturna. El autor juega con maestría con los personajes, haciendo al lector que sospeche de todos y cada uno de ellos. Un monje que predica el inminente triunfo del Mal, un fotógrafo que huele a café recién hecho, una enfermera un tanto extraña, entre otros, serán los personajes que pueblen estas páginas y que mantengan alerta la atención del lector de principio a fin. Y no le falta, por supuesto, la correcta dosis de eso que dicen que mueve el mundo.

En El Monasterio de Piedra hallará el lector un auténtico thriller, rebosante de intriga y de suspense. Ager Aguirre es muy preciso en las descripciones del entorno, sin hacerse pesado en ellas. Su trama está bien estructurada y sus personajes muy bien construidos. Su prosa es ágil y fluida, y maneja muy bien los giros que sorprenden al lector y lo mantienen en vilo. Lectura totalmente adictiva. 

lunes, 12 de febrero de 2024

Ora pro nobis y otras piezas de amor y desamor, de Teresa Pérez Landa



Se abre el telón. Es invierno en las calles y en las pieles despojadas de abrazos que ayer fueron flama imperecedera. Una ráfaga gélida cercena, inmisericorde, un hilo de esperanza. Una daga herrumbrosa asesta, implacable, una puñalada de realidad a un sueño. Una luz mortecina ilumina el proscenio y en el centro, él, el personaje probablemente más apreciado, más temido y más odiado desde que el mundo es mundo. Se alza, ufano y desafiante, sobre las tablas que rigen el destino de millones de almas que ni por asomo son conscientes de su poder.  ¿Adivinais la identidad del todopoderoso carácter?

A veces un lector necesita cambiar de aires y zambullirse en mares poco frecuentados,  y es entonces cuando encuentra, por casualidad, obras que le hacen recordar otros tiempos, otras épocas ya casi olvidadas. Hacía bastante que no leía teatro, y cruzarme con Ora pro nobis y otras piezas de amor y desamor, de Teresa Pérez Landa (2023) ha sido toda una revelación. Es una obra cortita, de cerca de 80 páginas, lo que me ha posibilitado combinarla con el proyecto (absorbente) que llevo entre manos ahora mismo. Ora pro nobis... es una recopilación de siete escenas teatrales que, cada una a su manera, versan, como su propio título anuncia, sobre amor y desamor, y la magnitud trágica que llega su antagonismo a alcanzar; a esta dicotomía por excelencia se suma la exploración otros temas, no menos universales y atemporales, como los celos, la duda, la amistad, la familia o la muerte. Desde el simbolismo más puro del absurdo beckettiano, pasando por reminiscencias lorquianas, isabelinas y un homenaje al neblinoso Valle-Inclán, hasta alcanzar el realismo más despiadado de los sueños rotos, Teresa Pérez Landa sumerge al lector en situaciones en las que podrá, sin duda, reconocerse. 

He disfrutado mucho la lectura de las siete escenas pero, claro, cada lector tiene sus debilidades, y las mías están claras como el agua. La Ofelia shakesperiana transmutada a Ofelia perdida en el Madrid del s. XXI me parece un ejercicio soberbio de metaliteratura y reinterpretación del personaje. Me encantaría saber la cara que se le hubiese quedado al gran Sófocles al presenciar la despedida de Antígona y Hemón. Y por último, el final trágico del romance imposible entre la niña Aurora y Juan, propiciado por el filo de una hoja de luna. 

Se baja el telón. Y ya sabéis, ahora que se acerca por ahí Cupido con sus flechas, mucho ojo, que no las reparte gratis.

sábado, 3 de febrero de 2024

El olor del miedo, de Manuel Ríos San Martín


El miedo es una emoción compleja que algunos animales son capaces de experimentar. Pero el miedo a la muerte es únicamente humano.

Según la ciencia, el miedo, en su ámbito físico-biológico, es el mecanismo responsable de regular las emociones en la lucha, la huida y, sobre todo, la conservación del individuo. Es una de las pocas emociones básicas que compartimos los miembros del reino animal. Para los animales no humanos parece ser una herramienta más de supervivencia pero, ¿y para los humanos? Sin duda, es una emoción desagradable de las que más nos pueden hacer sufrir. En realidad, no deja de ser una de las muchas reacciones químicas que se producen en nuestro organismo, en la cual se activan una serie de hormonas y neurotransmisores, entre ellas la adrenalina, que se expelen al exterior mediante el sudor. Los seres humanos, en general, no tenemos un sentido del olfato lo suficientemente desarrollado para detectarlo, pero está comprobado que la mayoría de animales sí puede hacerlo. ¿Que por qué os estoy soltando todo este rollo? Porque la novela que acabo de terminar tiene entre sus ingredientes el miedo (de un olor tan fuerte que debe percibirse hasta en Plutón) y los animales, humanos y no humanos. Una novela con un planteamiento muy original rebosante de preguntas y reflexiones sobre el mundo animal, y muy en la línea sobre el bien y el mal, igual que en sus obras anteriores.

El olor del miedo (Planeta, 2023) de Manuel Ríos San Martín, es un thriller policíaco que destila pasión por los animales y que he disfrutado y sufrido a partes iguales de principio a fin, robándole incluso horas a la vida para poder leer un par de páginas más. La trama comienza en un zoológico de Valencia, cuando alguien "asesina" (y entrecomillo porque, atendiendo a aspectos legales, el término tendrá su miga dentro de la obra) a Blanca, la elefanta albina insignia de la institución. Este insólito caso será investigado por la UDEV, con el inspector JP Casillas a la cabeza, acompañado de Violeta, una novata que apunta maneras. Pero, ¿tendrán que investigar un asesinato o un "simple" maltrato animal? ¿La vida de un ser humano vale más que la de un animal? La polémica está servida, incluso para el equipo de investigación. A partir de este incidente, Manuel Ríos nos sumerge en la vida de Elena, una dedicada veterinaria del zoológico que cuida a los animales con la máxima devoción y entrega. Elena inicia una investigación en paralelo a la policial, para la que cuenta con el apoyo de Cristina, su pareja, y Sidy, su amante y colega en el zoológico. Estas indagaciones de la veterinaria servirán como excusa para sumergirnos en la dinámica de un zoológico moderno, donde los animales conviven de un modo diferente al tradicional al recrearse sus propios hábitats naturales.Entre conflictos amorosos y sospechas inesperadas, la tensión se intensifica, y Elena podría ser la próxima en estar en la mira del criminal. Esta novela absolutamente vibrante plantea, sobre todo, dilemas éticos y emocionales en un escenario donde naturaleza y humanidad se enfrentarán en una batalla sin ganadores. Igual que si hiciera un puzle, el lector tendrá que ir encajando todas las piezas que el autor tiene a bien proporcionarle para ir desvelando una trama efectista y altamente intrigante que engancha desde la primera página debido, entre otras cosas, a su plasticidad y a su fuerza. A lo largo de las páginas de El olor del miedo, Manuel Ríos abordará temas universales como el miedo a la muerte, el amor, la maternidad, el instinto de supervivencia o el maltrato, que invitan al lector a la reflexión y dejan patentes las semejanzas en el comportamiento y los hábitos de los animales humanos y no humanos. Una de las piedras angulares de esta obra son, inevitablemente, los personajes que pueblan sus páginas, esbozados y coloreados en su justa medida, pero imprimiendo espíritu y ternura al negro sobre blanco. Sobre todo, los de Casillas y Elena. 

En resumen, El olor del miedo es un thriller policíaco con un enfoque diferente, muy original y urdido con mucha inteligencia, una narrativa ágil y giros argumentales trazados con meticulosidad, que ayudan a incrementar la tensión dramática, mantenido el suspense hasta el mismo final y convirtiendo la lectura en adictiva. Manuel Ríos nos ofrece en esta obra una historia de cadencia desbordante potenciada a golpe de capítulos de corta extensión. Muy recomendable y muy apta para la pantalla (es solo una sugerencia).






miércoles, 31 de enero de 2024

La huella del mal, de Manuel Ríos San Martín


El conjunto arqueológico de Atapuerca contiene algunos de los restos de seres humanos más antiguos de la Península Ibérica (que, además, son los más antiguos y los más numerosos de los hallados en suelo europeo), restos cuyo descubrimiento tuvo y tiene un considerable impacto en la investigacion científica sobre los orígenes y la evolución del ser humano. Tanto, que cambió las hipótesis que hasta ese momento se barajaban acerca de quienes fueron los primeros pobladores de Europa y en qué momento llegaron, de dónde procedían y cuáles eran sus características físicas y sociales. Es un hito, a todos los niveles, haber encontrado, por primera vez en la historia, en un mismo yacimiento, vestigios de todas las especies de homínidos que habitaron el continente. Y, como todos los grandes hallazgos y revelaciones a lo largo de los tiempos, podéis imaginar que ha dejado su impronta en páginas y páginas de negro sobre blanco. Desde que Jean Marie Auel inició la senda con su fabulosa saga Los hijos de la tierra, en la novela histórica la prehistoria —con sus misterios y posibilidades— se ha convertido por derecho propio en uno de los períodos más visitados, tanto por escritores como por lectores. Pero, ¿cómo ha llegado esa prehistoria y sus implicaciones filosóficas y socioculturales a inspirar y moldear una novela negra de las mejores que caerán nunca en manos de un lector? Sin duda, la versatilidad, la prodigiosa imaginación y la asombrosa forma de engranar tramas del autor de la novela que acabo de terminar, tiene mucho que ver. 

La huella del mal (Planeta, 2019) es la segunda obra publicada de Manuel Ríos San Martín y supone un cambio sustancioso con respecto a la anterior, Círculos. De una trama futurista y distópica salta a una historia donde los pasados, más remotos o más cercanos, van a tener mucho que decir. Ambientada en el yacimiento de Atapuerca y sus alrededores, Manuel Ríos inventa la población de Niebla como centro neurálgico de una investigación en la que la tensión y la intriga no dejan descanso al lector. Todo comienza cuando, durante la visita de un grupo escolar, uno de los chavales descubre que en la representación de un enterramiento prehistórico, en lugar del consabido muñeco con apariencia humana, yace el cadáver de una joven en posición fetal. El escenario y las circunstancias aparentes del crimen muestran numerosas similitudes con un asesinato semejante que ocurrió seis años atrás en una cueva de Asturias, y que quedó sin resolver. Por ello, se solicita que lleven el caso los dos policías que en su día investigaron el anterior. Ella se llama Silvia Guzmán y es inspectora de la UDEV (Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta). Él se llama Daniel Velarde, y en el pasado fue el compañero de Silvia, de investigaciones y de cama, y tras aquel caso no resuelto dejó la policía por un mucho más lucrativo puesto como director de seguridad en una empresa privada relacionada con el petróleo. Nadie conoce que seis años atrás mantuvieron una relación que acabó francamente mal y probablemente impidiera la resolución del caso. ¿Serán ahora capaces de trabajar de nuevo juntos y conducir la investigación con éxito? Difícil, muy difícil, aunque cuentan con la inteligencia y las ganas de Rodrigo Ajuria, para quien este será su primer caso importante. Conforme las pesquisas vayan avanzando, usando a veces métodos poco o nada rigurosos, irán encontrando un entramado donde cada testigo calla mucho más de lo que sabe por distintos motivos. Cada vez que creen tener al autor de los crímenes, alguna pieza del puzle se desencaja y han de investigar una nueva vía. Varios sospechosos. El tiempo se les echa encima y la presión de los altos mandos cada vez es mayor. Ninguna certeza hasta que... Hasta que nada, que no voy a contar más. Si os ha picado el gusanillo de la curiosidad, ya sabéis lo que tenéis que hacer.

La huella del mal encaja a la perfección en el género negro, pero algunos de sus aspectos la hacen muy particular. Por ejemplo, en muchos momentos de la novela se plantean reflexiones filosóficas sobre la naturaleza del ser humano. ¿Qué es lo que lo hace diferente del resto de animales y cuándo y por qué comenzó a ser así? Manuel Ríos indaga y reflexiona también sobre el origen y la causa de la violencia, sobre el bien y sobre el mal, recurriendo en muchas ocasiones a nuestros antepasados homínidos. De hecho, las prímeras líneas que abren el texto son ya toda una declaración de intenciones:

El instinto de la violencia se esconde dentro de nosotros, en lo más profundo, agazapado. En el ADN, en el alma. Cada uno puede llamarlo como quiera, pero la realidad es que está presente, que no se puede eliminar sin matar la esencia del ser humano. Es primitivo, atávico, esencial. Existe desde hace millones de años. Es el misterio que nos define. Y tan solo debemos esperar a que la rabia o el dolor lo despierten. O la envidia. O el miedo. O la lujuria...

Al margen de la trama de investigación, el interés del lector se va a centrar indefectiblemente en la evolución de la relación entre los dos protagonistas y su interacción con el caso anterior, por lo que en algunos capítulos el autor recurre a la analepsis y la acción retrocede seis años y se desplaza al entorno asturiano donde tuvo lugar aquel otro asesinato ritual de características tan similares. 

Como era de esperar, y aunque las referencias y las expectativas eran francamente muy altas con respecto a esta obra, he disfrutado de La huella del mal mucho más de lo que esperaba. Me ha enganchado desde el principio al ser una novela negra de excelente factura que a la vez es capaz de analizar las claves del mal, presentando diferentes alternativas pero dejándole suficiente espacio al lector para que saque sus propias conclusiones. A ello hay que añadirle el aliciente de una trama muy bien articulada y atractiva en la que, de una forma muy didáctica, se nos explican características y formas de vida y cultura de nuestros antecesores en la cadena evolutiva. El ritmo es ágil, la tensión siempre in crescendo y el desenlace, asombroso. ¿Queda claro y nítido que la recomiendo, verdad?

domingo, 28 de enero de 2024

Círculos, de Manuel Ríos San Martín



En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color, del cristal con que se mira. (Ramón de Campoamor)

En el "Mito de la Caverna" de Platón, alegoría epistemológica sobre el conocimiento, se nos dice que, a no ser que rompamos las cadenas que nos atan a nuestra propia cueva, la verdad será inaccesible. Ló único que percibiremos serán las sombras proyectadas por nuestro ego y nuestras circunstancias. Pero, ¿existe la Verdad en estado puro? ¿Que es más cierto, que llueve o que la lluvia me moja? Me temo que todo es una cuestión de foco. Y si ya es difícil acercarse a cualquier concepto de verdad en un contexto de pura constatación empírica, intentar acercarse a ella en un entorno dominado por los mass media y los tentáculos infinitos de la alianza internet-tecnología punta es una labor titánica y prácticamente imposible. En mayor o menor medida, todos los días de nuestra vida somos manipulados por intereses espúreos. La novela que acabo de terminar ahonda de manera incisiva en estos temas, y deja al lector en un estado de turbación, con mil preguntas martilleándole la cabeza, intentando dibujar fronteras entre lo que éticamente acepta y lo que rechaza.

Círculos (Suma de Letras, Penguin, 2017) es la primera novela que vio la luz de Manuel Ríos San Martín. Desde que leí Donde haya tinieblas supe que quería más de él y, como es habitual en mí, decidí empezar por los inicios. Cuando nos adentramos en Círculos, lo hacemos en un thriller complejo en el que debo reconocer que me costó entrar al principio (quizá por el cyberpunk distópico al que no estoy acostumbrada). Muy diferente de lo que había leído hasta la fecha. Una vez aceptada la dinámica de la obra y suprimidos ciertos complejos y clichés que me dificultaban fluir con ella, me encontré ante una novela interactiva que ofrece al lector la posibilidad de complementar la experiencia lectora con contenido en redes sociales y documentación online. Un poco complicado al comienzo pero, después, una experiencia satisfactoria. 
Manuel Ríos ambienta Círculos en un Londres de un futuro desafortunadamente no muy lejano, asfixiado por la atmósfera irrespirable resultado de la huelga de los servicios de recogida de basura que dura ya varias semanas, sumergido en una brutal crisis económica en la que el desempleo —sobre todo juvenil— alcanza cuotas estratosféricas.  Para colmo, los animales de los zoológicos muestran extraños comportamientos (agresividad, suicidios, etc.) carentes de explicación para los etólogos. Ajenos a las circunstancias del exterior, en los hogares, la gente contempla absorta sus televisiones y dispositivos electrónicos, contribuyendo a una sociedad gobernada por redes sociales y reality shows cada vez más radicales, más vulgares y más faltos de sentido. Ondaseven es una cadena de televisión especializada precisamente en ese tipo de realities. El arranque de la novela coincide con la final de uno de ellos: un concursante, para ser premiado con un apartamento en Miami, debe sumergirse en una pecera gigante custodiada por dos enormes hembras de tiburón toro. Contra todo pronóstico, pues se supone que todo estaba debidamente controlado y el riesgo en realidad era mínimo, el concursante, para consternación del público, tanto en el plató como en sus casas, es despedazado por los escualos, sin que se detenga la emisión en directo, lo que convierte al programa en trending topic mundial. Cuando llega la policía, con el inspector Jellineck al mando, el presentador del programa, Shultheiss, ha desaparecido. Sin embargo, a los pocos días, Shultheiss reaparece tras una extraña transformación física, se cuela en la emisión en directo de Ondaseven y lanza un mensaje como poco inquietante: "Os voy a joder la vida. A todos." Lo que en un principio tenía pinta de un desgraciado accidente toma un cariz más macabro que deberá ser investigado por Jellineck y su ayudante Fesser. Mientras, en paralelo, el autor nos presenta a Patrizia, una joven peculiar, obsesionada —patológicamente— con la televisión y las redes sociales, integrante de un grupo antisistema llamado Attak, novia de un niño pijo llamado Laszlo y torturada por un pasado que constantemente se le escurre por las heridas que se autoinflige en la piel cuchilla en mano. Una chica perdida que lanza al mundo mensajes de socorro sobre su cuerpo. 

Manuel Ríos nos ofrece en Círculos una novela con un estilo muy cinematográfico y visual. Su prosa es sencilla y directa, y navega entre la brusquedad de unos párrafos de frases cortas y precisas y la emotividad de otros, más íntimos y elaborados. Sus personajes, sobre todo Jellineck y Patrizia son tremendamente complicados y, por qué no decirlo, incómodos. Sus complejidades, junto con la trama de la obra, sacan al lector de su zona de confort y lo arrastran hacia sus propios rincones de penumbra, removiendo conciencias. El autor aprovecha el argumento de su obra para tratar varios temas: una crítica a los medios de comunicación y sus estrategias para aumentar la audiencia, la aterradora soledad del individuo y la alienación y manipulación provocadas en la sociedad por los mass media y las redes sociales. En resumen, Círculos, es un thriller diferente a todo lo que había leído con anterioridad. Con una trama ágil y absorbente, resulta una lectura turbadora, incómoda, molesta incluso, ya que nos permite vislumbrar un panorama desolador que quizá asuste por su verosimilitud y su más que probable cercanía. 

   

miércoles, 24 de enero de 2024

Huérfanos de sombra, de María Suré


El más pequeño cabello proyecta su sombra. (Johann Wolfgang von Goethe)

Hay ocasiones en las que la vida no tiene anverso ni reverso. Es más bien como una cinta de Moebius donde se encadenan acontecimientos y situaciones que podrían arrastrarnos hacia el fondo de un pozo cuya salida se vislumbra tan lejana como improbable. Y nos sentimos pequeños, insuficientes, insignificantes. El secreto está en no rendirse, en entender el significado de la cita con la que comienza esta reseña, que refleja de manera perfecta el espíritu de la novela que acabo de terminar. Que cada sonrisa arrancada a las lágrimas cuenta. Que hasta la cosa más pequeña proyecta su sombra y tiene su importancia. Que si dejamos de luchar y nos volvemos huérfanos de sombra, estamos perdidos. María Suré, la autora, lo tiene muy claro y lo muestra a la perfección en una obra donde la superación en mayúscula y, en mayor o menor medida, la culpa son los ejes principales en torno a los que gira el argumento.

Huérfanos de sombra (Maeva, 2023), de María Suré, combina dos géneros literarios muy dispares que se van trenzando como los hilos de un hermoso tapiz y acaban convergiendo en una pequeña población salmantina (inventada por la autora) que ambienta la obra y proporciona refugio a sus personajes. Por un lado, en la línea del tiempo presente, encontramos un noir rural que se desarrolla en Aldeanegra, un pueblo remoto y tranquilo localizado en la Sierra de Francia, cuya rutina se romperá con la desaparición, una noche de agosto, de Marcos, un niño de ocho años. Cerca de su casa, hallan los cadáveres de Rudy, el perro de Marcos, y de Regino, un vecino poco querido en el pueblo, con evidentes signos de violencia. La sargento de la Guardia Civil Cristina Albino y el agente Anselmo Picarzo (caracteres totalmente diferentes) tendrán que embarcarse en una carrera contra el tiempo y los pocos hilos de los que tirar para encontrarlo. En esta línea argumental, el lector conocerá los entresijos de la vida de la familia de Marcos y otras familias de la localidad. La línea argumental del pasado podría encuadrarse en la ficción histórica y está protagonizada por Hannah, una niña judía que, con solo siete años, debe escapar de Alemania justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Seguiremos sus pasos desde que llega a Inglaterra, donde formará parte de los grupos de niños que fueron evacuados a zonas rurales para ponerlos a salvo de la guerra, desconocedores de que el destino que les aguardaba no iba a ser mucho mejor. Con mucho acierto y mucha sensibilidad, María Suré refleja en esta historia la experiencia de cientos de niños judíos que huyeron del Holocausto casi con lo puesto y padecieron lo indecible, explotados y abusados, tras ser adoptados como mano de obra gratuita. Profundamente conmovedora.

Con una prosa sencilla y directa, una narrativa fluida y ágil vertebrada en capítulos cortos, unos cuantos inesperados y la voz de un narrador omnisciente, nos encontramos en Huérfanos de sombra con una novela de linealidad rota por los frecuentes saltos en el tiempo, en la que se exploran tópicos atemporales como la culpa, el perdón, la supervivencia y el amor. Su ambientación física contribuye indudablemente a su ambientación psicológica. Un entorno de bosques densos y húmedos donde los personajes cargan a sus espaldas con un amplio bagaje de dolor y sufrimiento, pero iluminados de vez en cuando por un atisbo de ternura. La relación entre Marcos y su abuelo que se traduce de sus conversaciones es un auténtico tesoro. 

En resumen, Huérfanos de sombra es una novela que, combinando dos géneros tan diferentes como el rural noir y la ficción histórica, engancha desde el principio porque espolea la curiosidad del lector, que necesita saber qué ha ocurrido con Marcos, un niño especial donde los haya, con un talento innato para iluminar la vida de los que tiene alrededor. Una lectura muy recomendable. Os dejo unas cuantas frases que... ya sabéis.

Dicen que lo que no se nombra se deja de recordar, y que lo que no se recuerda no existe (p. 192)

Porque hay perfumes que dejan aroma a recuerdos y esculpen una impronta en el cerebro que perdura durante años (p. 208)

...los recuerdos a veces se hacen agua y acaban derramándose por los ojos... (P. 247)

domingo, 21 de enero de 2024

La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker

La lectura es un ejercicio complejo que implica al lector en su totalidad. Al menos, para esta lectora que escribe es así. Con un libro no necesito fingir. Me adentro en él desnuda de todo lo que no sea yo como quien se sumerge en un mar profundo del que no se ve el fondo. Mis propios sentimientos y emociones tienen un papel importante en el proceso. A veces juegan a favor, y otras en contra. Habitualmente, leo y siento, me tenso, me emociono, me enfado, me río... Sin embargo, parece que hay obras que llegan para hacerte ver que aún hay más. Para mostrarte cuánto pueden escocerle unas palabras a unas ganas inmensas. Para enseñarte cuánto puede dolerle un párrafo a un silencio. Para que asumas que una ausencia hiere al amor pero no lo mata. Si a mi yo de antes alguien le dice que iba a llorar así con "la historia de amor más grande jamás contada" (así me la definió quien me la recomendó), me hubiese reído un rato. Ahora, sin embargo, sé de lo que hablaba.

La verdad sobre el caso Harry Quebert (Alfaguara, 2013) de Joël Dicker me ha vapuleado sentimental y emocionalmente de una forma que no esperaba. Es un thriller perfecto cuya trama comienza en 2008 cuando Marcus Goldman, un escritor aquejado del síndrome de la página en blanco, visita a su amigo y mentor, el afamado Harry Quebert, autor del aclamado best seller El origen del mal, en su residencia de Aurora, una preciosa población costera en New Hampshire, Nueva Inglaterra (EE. UU.). Una vez allí, husmeando entre las cosas de Harry buscando tal vez la inspiración, encuentra sin querer una caja con los vestigios de una relación que su mentor había mantenido en 1975, a la edad de 34 años, con una quinceañera de Aurora llamada Nola Kellergan, desaparecida en extrañas circunstancias aquel mismo verano y de la que nunca más se supo. Una relación que Harry le relata de manera sucinta pero con suma tristeza. Meses después de su regreso a Nueva York, y a punto de mandar al traste toda su carrera como escritor, Marcus recibe una llamada de un Harry lloroso: está muerta. Nola está muerta. Al parecer, una empresa de jardinería ha encontrado los restos de Nola Kellergan en el jardín de Goose Cove, la casa de Harry. Junto al cadáver, un bolso con el manuscrito de El origen del mal. Harry se encuentra detenido, acusado de su asesinato. Impulsado por la amistad y la lealtad inquebrantable que siente hacia Quebert, y seguro completamente de su inocencia, Marcus se desplaza hasta Aurora para apoyarlo e investigar de manera paralela a la policía (con la ayuda del sargento Perry Gahalowood) qué ocurrió aquel 30 de agosto de 1975. En una carrera contrarreloj para salvar el honor y posiblemente la vida de su amigo, Marcus dedicará su tiempo a grabar testimonios de todos los habitantes de Aurora que puedan darle pistas para demostrar la inocencia de Quebert, involucrándose de lleno en la historia de un crimen donde todos parecen tener algo que ocultar y la verdad es de difícil acceso, salpicándola con detalles de cómo empezó y se consolidó su amistad con Harry y, sobre todo, narrándonos una historia de amor hermosa y dolorosa. Un amor capaz de todo con tal de existir que desafía al dios tiempo y a las leyes de los hombres. 

Historia de amor y escritura en tiempo real de un true crime con un sinfín de personajes turbios que pueblan sus páginas, La verdad sobre el caso Harry Quebert es sin duda un éxito literario desde todos los puntos de vista:  narrativo, trama, investigación de Goldman, reflexiones sobre la literatura, etc. Desde el inicio hasta el final, es una obra de arte que atrapa al lector, sumergiéndolo en un laberinto de pistas que no le permitirán ni un minuto de descanso. Aparte de la trama de investigación y del soberbio ejercicio metaliterario, Joël Dicker nos muestra cómo dos personas pueden amarse y llegar a donde sea por su amor, por muy prohibido que sea, aunque encontremos más espinas que rosas; nos habla sobre el poder de la amistad, otra forma de amor, por encima de todas las cosas; nos enseña que huir de nuestros problemas y nuestras miserias pocas veces ayuda a solucionarlos. Honestamente, un thriller perfecto que me ha dejado huella. Y, para acabar, que esto ya se va haciendo demasiado largo, dos fragmentos se la obra que se me han quedado dentro:

Que seguramente mucha gente no había conocido nunca el amor. Que en el fondo se conformaban con buenos sentimientos, que se enterraban en la comodidad de una vida vulgar y que se perdían sensaciones maravillosas, que son probablemente las únicas que justifican la existencia.

La verdad no cambia nada de lo que puede uno sentir por otro. Es el gran drama de los sentimientos.

El día que se perdió la cordura, de Javier Castillo

Hace unos días, en Estamos Leyendo Blog, publicaron una interesante entrevista en torno al thriller y la entrevistadora hizo una...