miércoles, 28 de junio de 2023

Del bar Josepe al Cielo, de José Fernández Belmonte

Quizá el secreto de la felicidad (o al menos la clave para no morir de realidad) esté en no dejarse vencer por el tedio y la apatía. En no dejar nunca de mirar el mundo con los ojos vivos e inquietos de un niño revoltoso empeñado en exprimir hasta la última gota de lo que le rodea y aprender de ello. El autor de la obra que acabo de terminar debe de saberlo bien, puesto que lo pone en práctica cada vez que respira y en cada paso que da.

Del bar Josepe al Cielo (Editorial Tirano Banderas, 2023) es lo primero que leo de José Fernández Belmonte y ya le tengo que dar las gracias. Valoro muchísimo que me hagan sonreír, y él lo ha hecho tanto en persona como en negro sobre blanco. Del bar Josepe al Cielo es un crisol de letras donde tiene cabida desde el humor más sutil hasta la emoción más honda. El propio autor nos cuenta que prácticamente nació en el bar -regentado por su familia- que da título a la obra, y que el alcohol y la cafeína que ingirió desde su más tierna infancia podrían ser los causantes de cierta configuración neuronal poco normativa. Yo no sé si eso es así, pero sí que su imaginación, su creatividad y su arte son difíciles de encontrar combinados con la sencillez de una persona como él. La obra es una recopilación de textos de diferente extensión (relatos, microrrelatos y aforismos) y dibujos suyos en tinta china que ya constituyen en sí mismos narraciones visuales llenas de color y fuerza.

A José Fernández le gusta hacer collages (más bien lo necesita de vez en cuando para dejar salir todo lo que le bulle por dentro) y en Del bar Josepe al Cielo hace justamente eso. A través de los distintos textos podemos hacernos una idea de cómo es la persona que hay detrás, que lo mismo escribe una oda a una sopa, se pone unos calcetines mágicos que te vuelven lituano, transcribe palabra por palabra la carta que el único sapo del mundo que sabe escribir dirige a todos los niños del mundo, o nos cuenta su particular vivencia en un hotel fantasmagórico en la campiña sueca. Un tipo ingenioso capaz de mezclar en el mismo relato a Cristo, a Chopin y las croquetas de su madre o de emocionarnos con un réquiem lleno de contrastes. Si quieren pasar un buen rato de lectura, no se la pierdan. Yo les dejo dos fragmentos de los que más me han gustado:
La sociedad está llena de personas piedra. Que defienden dogmas de otro tiempo. Que se rasgan las vestiduras ante todo progreso. Que, al negarse su propia evolución, quieren obligar a los demás a no avanzar.

Tengo claro que existe una escala mágica para medir el tiempo. He vivido semanas que parecían años, y momentos que durarán una eternidad.

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