sábado, 10 de junio de 2023

Los que merecen morir, de Carlos Salem


obsecuencia (Del lat. obsequentia)
1. f. Sumisión, amabilidad, condescendencia.

Me encanta descubrir nuevos autores que salgan de las páginas como un huracán, me arrollen con su forma de narrar y de escribir (sí, las dos) y me dejen con la boca abierta y con ganas de más. Si, además, me hacen buscar alguna palabra en el diccionario y se me queda grabada, la dicha alcanza ya el nivel máximo. La definición que encabeza esta entrada es buen ejemplo de ello, y la búsqueda frenética de orden en la que ahora mismo se halla inmerso mi cerebro para intentar transmitir todas las ideas que se agolpan en él, signo mayúsculo de mi entusiasmo lector.

La causante de este triatlón cerebral se titula Los que merecen morir (Editorial Alrevés, 2021) y es hija de Carlos Salem, una pluma peculiar y excepcional donde las haya. Ya saben que soy bastante novata como lectora de novela negra (van ya unas cuantas, pero sigo siendo casi virgen en el noir), pero diría que Salem le aporta una perspectiva totalmente diferente a lo que vengo leyendo. Quizá, si culmino con éxito esta reseña, puedan entender de qué les hablo (por si no fuera el caso, ya les pido disculpas de antemano). Ambientada en Madrid, la trama principal de Los que merecen morir nos regala un malo malísimo pero de los malos de verdad: un justiciero, megalómano y mesiánico bautizado paradójicamente como Nadie (lo que le permite al autor unos juegos de palabras brutales). En su delirio de dios vengador y redentor de la humanidad –el resto de humanos son poco más que hormigas–, y con reminiscencias de los serial killers americanos, diseña un plan ritualístico para acabar con la vida de ciertos culpables que escaparon de la justicia (esa que se supone que es ciega) por las grietas del sistema. La amenaza mediática empuja al Ministro de Interior a crear una brigada especial de chivos expiatorios que carguen con las culpas cuando no consigan atrapar al asesino y se desate la histeria colectiva. Dicha brigada, más tarde apodada la "Brigada de los Apóstoles", será encabezada por Severo Justo, ex-sacerdote, viudo y policía exiliado en Bruselas por delito de obsecuencia (o sea, tan fan de las normas que había incomodado a los de arriba). Otro nombre de personaje que es pura metáfora. Justo elegirá, como miembros de su equipo, a antiguos conocidos peculiares también por uno u otro motivo. Dalia Fierro, suave como su nombre y dura como su apellido, psiquiatra, psicóloga, conocedora de más idiomas de los que cree y desquiciada por las mil voces que siempre la acomppañan. El forense Caronte García, que habla con los muertos (Caronte, forense, y hablar con los muertos, no diré nada más). Los comisarios Acuña y Bermúdez, burócrata el primero y hostiócrata el segundo. El inspector Frontela, cuya mejor baza es aportar al equipo al mejor hacker del mundo, una octogenaria que combina hacer calceta con un talento informático insuperable. Si existe una posibilidad de atrapar al asesino, solo este grupo heterogéneo y casi paranormal lo logrará. El plan vengador de Nadie seguirá su curso aunque, una vez conocida la identidad y currículum de su adversario Justo –que le inspirará admiración y odio al mismo tiempo– se verá obligado a variarlo y... De eso nada. Si quieren saber más, la leen. Faltaría más.

Capítulos cortos que proporcionan una agilidad pasmosa a la lectura, tensión dramática constante que no decae, engranaje de tramas y subtramas preciso e impecable. ¿Qué más puedo decirles para convencerles? La prosa de Carlos Salem, por supuesto. Como un camaleón, se mimetiza con el tono acorde con la situación sin que el lector se percate. Preciosista cuando es necesario, las reflexiones de su narrador o de sus personajes son filos que en ocasiones sajan sin piedad yugular o carótida. Gamberro cuando hace falta, se vale de la sonrisa o la carcajada para evitar el colapso coronario del lector.  ¿Y sus personajes? Magníficamente ensamblados. Complejos, profundos y reos cada cual de su condena, abolen los conceptos de héroe y anti-héroe con un simple parpadeo. Notable aplauso merece la construcción de su galería de secundarios, sobre todo del personaje de Dolores  (que no se note que es uno de mis favoritos). Y ya no les robo más tiempo, que además me espera la siguiente entrega de la saga...

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