miércoles, 31 de enero de 2024

La huella del mal, de Manuel Ríos San Martín


El conjunto arqueológico de Atapuerca contiene algunos de los restos de seres humanos más antiguos de la Península Ibérica (que, además, son los más antiguos y los más numerosos de los hallados en suelo europeo), restos cuyo descubrimiento tuvo y tiene un considerable impacto en la investigacion científica sobre los orígenes y la evolución del ser humano. Tanto, que cambió las hipótesis que hasta ese momento se barajaban acerca de quienes fueron los primeros pobladores de Europa y en qué momento llegaron, de dónde procedían y cuáles eran sus características físicas y sociales. Es un hito, a todos los niveles, haber encontrado, por primera vez en la historia, en un mismo yacimiento, vestigios de todas las especies de homínidos que habitaron el continente. Y, como todos los grandes hallazgos y revelaciones a lo largo de los tiempos, podéis imaginar que ha dejado su impronta en páginas y páginas de negro sobre blanco. Desde que Jean Marie Auel inició la senda con su fabulosa saga Los hijos de la tierra, en la novela histórica la prehistoria —con sus misterios y posibilidades— se ha convertido por derecho propio en uno de los períodos más visitados, tanto por escritores como por lectores. Pero, ¿cómo ha llegado esa prehistoria y sus implicaciones filosóficas y socioculturales a inspirar y moldear una novela negra de las mejores que caerán nunca en manos de un lector? Sin duda, la versatilidad, la prodigiosa imaginación y la asombrosa forma de engranar tramas del autor de la novela que acabo de terminar, tiene mucho que ver. 

La huella del mal (Planeta, 2019) es la segunda obra publicada de Manuel Ríos San Martín y supone un cambio sustancioso con respecto a la anterior, Círculos. De una trama futurista y distópica salta a una historia donde los pasados, más remotos o más cercanos, van a tener mucho que decir. Ambientada en el yacimiento de Atapuerca y sus alrededores, Manuel Ríos inventa la población de Niebla como centro neurálgico de una investigación en la que la tensión y la intriga no dejan descanso al lector. Todo comienza cuando, durante la visita de un grupo escolar, uno de los chavales descubre que en la representación de un enterramiento prehistórico, en lugar del consabido muñeco con apariencia humana, yace el cadáver de una joven en posición fetal. El escenario y las circunstancias aparentes del crimen muestran numerosas similitudes con un asesinato semejante que ocurrió seis años atrás en una cueva de Asturias, y que quedó sin resolver. Por ello, se solicita que lleven el caso los dos policías que en su día investigaron el anterior. Ella se llama Silvia Guzmán y es inspectora de la UDEV (Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta). Él se llama Daniel Velarde, y en el pasado fue el compañero de Silvia, de investigaciones y de cama, y tras aquel caso no resuelto dejó la policía por un mucho más lucrativo puesto como director de seguridad en una empresa privada relacionada con el petróleo. Nadie conoce que seis años atrás mantuvieron una relación que acabó francamente mal y probablemente impidiera la resolución del caso. ¿Serán ahora capaces de trabajar de nuevo juntos y conducir la investigación con éxito? Difícil, muy difícil, aunque cuentan con la inteligencia y las ganas de Rodrigo Ajuria, para quien este será su primer caso importante. Conforme las pesquisas vayan avanzando, usando a veces métodos poco o nada rigurosos, irán encontrando un entramado donde cada testigo calla mucho más de lo que sabe por distintos motivos. Cada vez que creen tener al autor de los crímenes, alguna pieza del puzle se desencaja y han de investigar una nueva vía. Varios sospechosos. El tiempo se les echa encima y la presión de los altos mandos cada vez es mayor. Ninguna certeza hasta que... Hasta que nada, que no voy a contar más. Si os ha picado el gusanillo de la curiosidad, ya sabéis lo que tenéis que hacer.

La huella del mal encaja a la perfección en el género negro, pero algunos de sus aspectos la hacen muy particular. Por ejemplo, en muchos momentos de la novela se plantean reflexiones filosóficas sobre la naturaleza del ser humano. ¿Qué es lo que lo hace diferente del resto de animales y cuándo y por qué comenzó a ser así? Manuel Ríos indaga y reflexiona también sobre el origen y la causa de la violencia, sobre el bien y sobre el mal, recurriendo en muchas ocasiones a nuestros antepasados homínidos. De hecho, las prímeras líneas que abren el texto son ya toda una declaración de intenciones:

El instinto de la violencia se esconde dentro de nosotros, en lo más profundo, agazapado. En el ADN, en el alma. Cada uno puede llamarlo como quiera, pero la realidad es que está presente, que no se puede eliminar sin matar la esencia del ser humano. Es primitivo, atávico, esencial. Existe desde hace millones de años. Es el misterio que nos define. Y tan solo debemos esperar a que la rabia o el dolor lo despierten. O la envidia. O el miedo. O la lujuria...

Al margen de la trama de investigación, el interés del lector se va a centrar indefectiblemente en la evolución de la relación entre los dos protagonistas y su interacción con el caso anterior, por lo que en algunos capítulos el autor recurre a la analepsis y la acción retrocede seis años y se desplaza al entorno asturiano donde tuvo lugar aquel otro asesinato ritual de características tan similares. 

Como era de esperar, y aunque las referencias y las expectativas eran francamente muy altas con respecto a esta obra, he disfrutado de La huella del mal mucho más de lo que esperaba. Me ha enganchado desde el principio al ser una novela negra de excelente factura que a la vez es capaz de analizar las claves del mal, presentando diferentes alternativas pero dejándole suficiente espacio al lector para que saque sus propias conclusiones. A ello hay que añadirle el aliciente de una trama muy bien articulada y atractiva en la que, de una forma muy didáctica, se nos explican características y formas de vida y cultura de nuestros antecesores en la cadena evolutiva. El ritmo es ágil, la tensión siempre in crescendo y el desenlace, asombroso. ¿Queda claro y nítido que la recomiendo, verdad?

domingo, 28 de enero de 2024

Círculos, de Manuel Ríos San Martín



En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color, del cristal con que se mira. (Ramón de Campoamor)

En el "Mito de la Caverna" de Platón, alegoría epistemológica sobre el conocimiento, se nos dice que, a no ser que rompamos las cadenas que nos atan a nuestra propia cueva, la verdad será inaccesible. Ló único que percibiremos serán las sombras proyectadas por nuestro ego y nuestras circunstancias. Pero, ¿existe la Verdad en estado puro? ¿Que es más cierto, que llueve o que la lluvia me moja? Me temo que todo es una cuestión de foco. Y si ya es difícil acercarse a cualquier concepto de verdad en un contexto de pura constatación empírica, intentar acercarse a ella en un entorno dominado por los mass media y los tentáculos infinitos de la alianza internet-tecnología punta es una labor titánica y prácticamente imposible. En mayor o menor medida, todos los días de nuestra vida somos manipulados por intereses espúreos. La novela que acabo de terminar ahonda de manera incisiva en estos temas, y deja al lector en un estado de turbación, con mil preguntas martilleándole la cabeza, intentando dibujar fronteras entre lo que éticamente acepta y lo que rechaza.

Círculos (Suma de Letras, Penguin, 2017) es la primera novela que vio la luz de Manuel Ríos San Martín. Desde que leí Donde haya tinieblas supe que quería más de él y, como es habitual en mí, decidí empezar por los inicios. Cuando nos adentramos en Círculos, lo hacemos en un thriller complejo en el que debo reconocer que me costó entrar al principio (quizá por el cyberpunk distópico al que no estoy acostumbrada). Muy diferente de lo que había leído hasta la fecha. Una vez aceptada la dinámica de la obra y suprimidos ciertos complejos y clichés que me dificultaban fluir con ella, me encontré ante una novela interactiva que ofrece al lector la posibilidad de complementar la experiencia lectora con contenido en redes sociales y documentación online. Un poco complicado al comienzo pero, después, una experiencia satisfactoria. 
Manuel Ríos ambienta Círculos en un Londres de un futuro desafortunadamente no muy lejano, asfixiado por la atmósfera irrespirable resultado de la huelga de los servicios de recogida de basura que dura ya varias semanas, sumergido en una brutal crisis económica en la que el desempleo —sobre todo juvenil— alcanza cuotas estratosféricas.  Para colmo, los animales de los zoológicos muestran extraños comportamientos (agresividad, suicidios, etc.) carentes de explicación para los etólogos. Ajenos a las circunstancias del exterior, en los hogares, la gente contempla absorta sus televisiones y dispositivos electrónicos, contribuyendo a una sociedad gobernada por redes sociales y reality shows cada vez más radicales, más vulgares y más faltos de sentido. Ondaseven es una cadena de televisión especializada precisamente en ese tipo de realities. El arranque de la novela coincide con la final de uno de ellos: un concursante, para ser premiado con un apartamento en Miami, debe sumergirse en una pecera gigante custodiada por dos enormes hembras de tiburón toro. Contra todo pronóstico, pues se supone que todo estaba debidamente controlado y el riesgo en realidad era mínimo, el concursante, para consternación del público, tanto en el plató como en sus casas, es despedazado por los escualos, sin que se detenga la emisión en directo, lo que convierte al programa en trending topic mundial. Cuando llega la policía, con el inspector Jellineck al mando, el presentador del programa, Shultheiss, ha desaparecido. Sin embargo, a los pocos días, Shultheiss reaparece tras una extraña transformación física, se cuela en la emisión en directo de Ondaseven y lanza un mensaje como poco inquietante: "Os voy a joder la vida. A todos." Lo que en un principio tenía pinta de un desgraciado accidente toma un cariz más macabro que deberá ser investigado por Jellineck y su ayudante Fesser. Mientras, en paralelo, el autor nos presenta a Patrizia, una joven peculiar, obsesionada —patológicamente— con la televisión y las redes sociales, integrante de un grupo antisistema llamado Attak, novia de un niño pijo llamado Laszlo y torturada por un pasado que constantemente se le escurre por las heridas que se autoinflige en la piel cuchilla en mano. Una chica perdida que lanza al mundo mensajes de socorro sobre su cuerpo. 

Manuel Ríos nos ofrece en Círculos una novela con un estilo muy cinematográfico y visual. Su prosa es sencilla y directa, y navega entre la brusquedad de unos párrafos de frases cortas y precisas y la emotividad de otros, más íntimos y elaborados. Sus personajes, sobre todo Jellineck y Patrizia son tremendamente complicados y, por qué no decirlo, incómodos. Sus complejidades, junto con la trama de la obra, sacan al lector de su zona de confort y lo arrastran hacia sus propios rincones de penumbra, removiendo conciencias. El autor aprovecha el argumento de su obra para tratar varios temas: una crítica a los medios de comunicación y sus estrategias para aumentar la audiencia, la aterradora soledad del individuo y la alienación y manipulación provocadas en la sociedad por los mass media y las redes sociales. En resumen, Círculos, es un thriller diferente a todo lo que había leído con anterioridad. Con una trama ágil y absorbente, resulta una lectura turbadora, incómoda, molesta incluso, ya que nos permite vislumbrar un panorama desolador que quizá asuste por su verosimilitud y su más que probable cercanía. 

   

miércoles, 24 de enero de 2024

Huérfanos de sombra, de María Suré


El más pequeño cabello proyecta su sombra. (Johann Wolfgang von Goethe)

Hay ocasiones en las que la vida no tiene anverso ni reverso. Es más bien como una cinta de Moebius donde se encadenan acontecimientos y situaciones que podrían arrastrarnos hacia el fondo de un pozo cuya salida se vislumbra tan lejana como improbable. Y nos sentimos pequeños, insuficientes, insignificantes. El secreto está en no rendirse, en entender el significado de la cita con la que comienza esta reseña, que refleja de manera perfecta el espíritu de la novela que acabo de terminar. Que cada sonrisa arrancada a las lágrimas cuenta. Que hasta la cosa más pequeña proyecta su sombra y tiene su importancia. Que si dejamos de luchar y nos volvemos huérfanos de sombra, estamos perdidos. María Suré, la autora, lo tiene muy claro y lo muestra a la perfección en una obra donde la superación en mayúscula y, en mayor o menor medida, la culpa son los ejes principales en torno a los que gira el argumento.

Huérfanos de sombra (Maeva, 2023), de María Suré, combina dos géneros literarios muy dispares que se van trenzando como los hilos de un hermoso tapiz y acaban convergiendo en una pequeña población salmantina (inventada por la autora) que ambienta la obra y proporciona refugio a sus personajes. Por un lado, en la línea del tiempo presente, encontramos un noir rural que se desarrolla en Aldeanegra, un pueblo remoto y tranquilo localizado en la Sierra de Francia, cuya rutina se romperá con la desaparición, una noche de agosto, de Marcos, un niño de ocho años. Cerca de su casa, hallan los cadáveres de Rudy, el perro de Marcos, y de Regino, un vecino poco querido en el pueblo, con evidentes signos de violencia. La sargento de la Guardia Civil Cristina Albino y el agente Anselmo Picarzo (caracteres totalmente diferentes) tendrán que embarcarse en una carrera contra el tiempo y los pocos hilos de los que tirar para encontrarlo. En esta línea argumental, el lector conocerá los entresijos de la vida de la familia de Marcos y otras familias de la localidad. La línea argumental del pasado podría encuadrarse en la ficción histórica y está protagonizada por Hannah, una niña judía que, con solo siete años, debe escapar de Alemania justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Seguiremos sus pasos desde que llega a Inglaterra, donde formará parte de los grupos de niños que fueron evacuados a zonas rurales para ponerlos a salvo de la guerra, desconocedores de que el destino que les aguardaba no iba a ser mucho mejor. Con mucho acierto y mucha sensibilidad, María Suré refleja en esta historia la experiencia de cientos de niños judíos que huyeron del Holocausto casi con lo puesto y padecieron lo indecible, explotados y abusados, tras ser adoptados como mano de obra gratuita. Profundamente conmovedora.

Con una prosa sencilla y directa, una narrativa fluida y ágil vertebrada en capítulos cortos, unos cuantos inesperados y la voz de un narrador omnisciente, nos encontramos en Huérfanos de sombra con una novela de linealidad rota por los frecuentes saltos en el tiempo, en la que se exploran tópicos atemporales como la culpa, el perdón, la supervivencia y el amor. Su ambientación física contribuye indudablemente a su ambientación psicológica. Un entorno de bosques densos y húmedos donde los personajes cargan a sus espaldas con un amplio bagaje de dolor y sufrimiento, pero iluminados de vez en cuando por un atisbo de ternura. La relación entre Marcos y su abuelo que se traduce de sus conversaciones es un auténtico tesoro. 

En resumen, Huérfanos de sombra es una novela que, combinando dos géneros tan diferentes como el rural noir y la ficción histórica, engancha desde el principio porque espolea la curiosidad del lector, que necesita saber qué ha ocurrido con Marcos, un niño especial donde los haya, con un talento innato para iluminar la vida de los que tiene alrededor. Una lectura muy recomendable. Os dejo unas cuantas frases que... ya sabéis.

Dicen que lo que no se nombra se deja de recordar, y que lo que no se recuerda no existe (p. 192)

Porque hay perfumes que dejan aroma a recuerdos y esculpen una impronta en el cerebro que perdura durante años (p. 208)

...los recuerdos a veces se hacen agua y acaban derramándose por los ojos... (P. 247)

domingo, 21 de enero de 2024

La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker

La lectura es un ejercicio complejo que implica al lector en su totalidad. Al menos, para esta lectora que escribe es así. Con un libro no necesito fingir. Me adentro en él desnuda de todo lo que no sea yo como quien se sumerge en un mar profundo del que no se ve el fondo. Mis propios sentimientos y emociones tienen un papel importante en el proceso. A veces juegan a favor, y otras en contra. Habitualmente, leo y siento, me tenso, me emociono, me enfado, me río... Sin embargo, parece que hay obras que llegan para hacerte ver que aún hay más. Para mostrarte cuánto pueden escocerle unas palabras a unas ganas inmensas. Para enseñarte cuánto puede dolerle un párrafo a un silencio. Para que asumas que una ausencia hiere al amor pero no lo mata. Si a mi yo de antes alguien le dice que iba a llorar así con "la historia de amor más grande jamás contada" (así me la definió quien me la recomendó), me hubiese reído un rato. Ahora, sin embargo, sé de lo que hablaba.

La verdad sobre el caso Harry Quebert (Alfaguara, 2013) de Joël Dicker me ha vapuleado sentimental y emocionalmente de una forma que no esperaba. Es un thriller perfecto cuya trama comienza en 2008 cuando Marcus Goldman, un escritor aquejado del síndrome de la página en blanco, visita a su amigo y mentor, el afamado Harry Quebert, autor del aclamado best seller El origen del mal, en su residencia de Aurora, una preciosa población costera en New Hampshire, Nueva Inglaterra (EE. UU.). Una vez allí, husmeando entre las cosas de Harry buscando tal vez la inspiración, encuentra sin querer una caja con los vestigios de una relación que su mentor había mantenido en 1975, a la edad de 34 años, con una quinceañera de Aurora llamada Nola Kellergan, desaparecida en extrañas circunstancias aquel mismo verano y de la que nunca más se supo. Una relación que Harry le relata de manera sucinta pero con suma tristeza. Meses después de su regreso a Nueva York, y a punto de mandar al traste toda su carrera como escritor, Marcus recibe una llamada de un Harry lloroso: está muerta. Nola está muerta. Al parecer, una empresa de jardinería ha encontrado los restos de Nola Kellergan en el jardín de Goose Cove, la casa de Harry. Junto al cadáver, un bolso con el manuscrito de El origen del mal. Harry se encuentra detenido, acusado de su asesinato. Impulsado por la amistad y la lealtad inquebrantable que siente hacia Quebert, y seguro completamente de su inocencia, Marcus se desplaza hasta Aurora para apoyarlo e investigar de manera paralela a la policía (con la ayuda del sargento Perry Gahalowood) qué ocurrió aquel 30 de agosto de 1975. En una carrera contrarreloj para salvar el honor y posiblemente la vida de su amigo, Marcus dedicará su tiempo a grabar testimonios de todos los habitantes de Aurora que puedan darle pistas para demostrar la inocencia de Quebert, involucrándose de lleno en la historia de un crimen donde todos parecen tener algo que ocultar y la verdad es de difícil acceso, salpicándola con detalles de cómo empezó y se consolidó su amistad con Harry y, sobre todo, narrándonos una historia de amor hermosa y dolorosa. Un amor capaz de todo con tal de existir que desafía al dios tiempo y a las leyes de los hombres. 

Historia de amor y escritura en tiempo real de un true crime con un sinfín de personajes turbios que pueblan sus páginas, La verdad sobre el caso Harry Quebert es sin duda un éxito literario desde todos los puntos de vista:  narrativo, trama, investigación de Goldman, reflexiones sobre la literatura, etc. Desde el inicio hasta el final, es una obra de arte que atrapa al lector, sumergiéndolo en un laberinto de pistas que no le permitirán ni un minuto de descanso. Aparte de la trama de investigación y del soberbio ejercicio metaliterario, Joël Dicker nos muestra cómo dos personas pueden amarse y llegar a donde sea por su amor, por muy prohibido que sea, aunque encontremos más espinas que rosas; nos habla sobre el poder de la amistad, otra forma de amor, por encima de todas las cosas; nos enseña que huir de nuestros problemas y nuestras miserias pocas veces ayuda a solucionarlos. Honestamente, un thriller perfecto que me ha dejado huella. Y, para acabar, que esto ya se va haciendo demasiado largo, dos fragmentos se la obra que se me han quedado dentro:

Que seguramente mucha gente no había conocido nunca el amor. Que en el fondo se conformaban con buenos sentimientos, que se enterraban en la comodidad de una vida vulgar y que se perdían sensaciones maravillosas, que son probablemente las únicas que justifican la existencia.

La verdad no cambia nada de lo que puede uno sentir por otro. Es el gran drama de los sentimientos.

viernes, 19 de enero de 2024

El psicoanalista, de John Katzenbach



Cuando conocí a Rumpelstiltskin, dudo mucho que hubiera sabido pronunciar su nombre (cuanto menos escribirlo). Era muy pequeña, y aquel Enano Saltarín del cuento que me contaba mi madre me cayó mal enseguida. Un duendecillo aprovechado y trepa que chantajeaba a la hija de un molinero para salir del embrollo regio en el que se encontraba por culpa del bocazas de su padre. Su futuro primogénito era nada más y nada menos la prenda que exigía Rumpelstiltskin por prestar su ayuda. Cuando llegó el momento, y vino el enano a cobrar su deuda, sometió a la pobre madre a una tortura adivinatoria: tres días para averiguar su nombre y condonaría la deuda. Este antagonista por excelencia, procedente del folklore alemán y trasladado  a la literatura por los Hermanos Grimm es fuente recurrente de inspiración para diversos personajes, entre ellos el "malo" de la novela que acabo de terminar. 

El psicoanalista (Ediciones B, 2005) es una de las obras más leídas y aclamadas de John Katzenbach, y llevaba años en mi lista de pendientes. Su protagonista, Frederick Starks ("Ricky") disfruta de una vida sosegada instalado en una confortable rutina de psicoanalista metódico hasta que, el día de su 53 cumpleaños, su mundo da un giro insospechado al recibir una extraña carta que comienza así:

Feliz aniversario, doctor. Bienvenido al primer día de su muerte.

Dicha amenaza contiene una amenaza explícita a su vida y lo convierte en partícipe forzoso de un macabro "quién es quién". Si quiere sobrevivir, tendrá que descubrir la identidad del remitente de la carta en el plazo de quince días. Si no lo logra, se verá en la obligación de elegir entre suicidarse o ver cómo el señor R perjudica de cualquier forma la vida de sus familiares. Para averiguar el verdadero nombre de Rumpelstiltskin y salvarse a sí mismo y a su familia, tendrá que seguir ciertas pistas que tanto el señor R como sus ayudantes le irán dejando en el camino y que implicarán volver la vista hacia un pasado que no consideraba susceptible de marcar su futuro. Sin embargo, en el transcurso de esos quince días se irá desencadenando una serie de acontecimientos —ataques a sus finanzas y a su reputación y la destrucción de su hogar— que desestabilizarán al doctor Starks y le impedirán centrarse en su objetivo. La presencia quasi constante de la belleza y actitud provocadora de Virgil, personaje de reminiscencias dantescas cuyo propósito es guiarlo en su camino hacia el infierno, tampoco se lo pondrá fácil. 

El psicoanalista se divide en tres partes que, en mi opinión, van de menos a más. La primera parte de la novela es quizá la que más carga psicológica comporta, y puede que la más complicada de leer. La segunda parte ya es más dinámica y curiosa porque implica cambios que el lector no esperaba y, la tercera, tensión pura y dura. Otro de los puntos fuertes de la novela es la evolución de Rick, el protagonista. Es fascinante ver cómo comienza afrontando la situación desde una perspectiva analítica y sosegada y va cambiando hacia métodos más expeditivos. En resumen, El psicoanalista es un thriller psicológico —de trama fascinante sin perder atención al detalle— que gana en fuerza conforme protagonista y lector se van adentrando en un juego siniestro donde el premio es la vida. Muy recomendable.

sábado, 13 de enero de 2024

Chamusquina, de Noelia Lorenzo Pino


Hay autores/as que están en nuestra lista de pendientes desde hace años y, no sé muy bien por qué, no nos decidimos a abordarlos. Cuando por fin damos el paso y los escogemos, casi nos maldecimos por no haberlo hecho antes. Noelia Lorenzo Pino es, para mí, uno de esos casos (pero por fortuna ya no lo va a ser más). Sus Majestades de Oriente y ciertas recomendaciones por fin me han acercado a ella. ¿Y cómo suelen comenzarse las cosas? Pues por el principio, así que, haciendo caso al TOC cronológico lector que padezco y al que a veces me rindo, he empezado por su opera prima (aunque por su solidez y lo bien elaborada que está no parezca una primera obra) y asistiré encantada a su más que probable evolución hacia uno de los referentes femeninos del género negro a nivel nacional. 

Tras ciertos desencuentros con una editorial pirata que debieron dejarle a la autora un mal o peor sabor de boca, en 2017 la editorial donostiarra Erein publica Chamusquina, un thriller bien llevado, ambientado en Irún, que atrae la curiosidad del lector desde la primera página. La novela comienza con Laura, una treintañera ex-toxicómana que, en uno de sus paseos por el Parque Natural de Peñas de Aia para escapar de la adicción que intenta superar, descubre unos pájaros muertos sobre el suelo. Se lo comenta a su médico de toda la vida quien, para su sorpresa, intenta disuadirla para que no averigüe más sobre el tema. No obstante ella, curiosa por naturaleza, le lleva uno de estos pequeños cadáveres a la veterinaria que se ocupa de sus dos gatas, y los resultados de su análisis son como poco inquietantes. Casualmente, Jaime, el médico, muere en un accidente de tráfico pocos días después, dejando a Laura muy preocupada por la situación, lo que hace que se implique de lleno para hallar la verdad. Tendrá que hacer frente, con la ayuda de Gorka, su hermano ertzaina (con quien no se habla desde hace meses por una situación relacionada con su antigua drogodependencia), a un entramado mucho más amplio y peligroso de lo que pudiera haber imaginado, pues sus responsables, vinculados a importantes instituciones, no dudarán en quitar de enmedio a cualquiera que ponga en riesgo sus intereses. La compleja investigación alrededor de la que se articula el argumento se imbrica en un contexto donde la ambición, el amor y el sexo se combinan a la perfección, mostrándonos una fotografía bastante realista del paisaje de la corrupción en la sociedad actual.

Para ser una primera novela, Chamusquina es bastante extensa, y el número de sus personajes nada despreciable. En cuanto a esos personajes, son muy verosímiles y están muy bien perfilados, marcados por una personalidad muy clara e interconectados por las circunstancias. Noelia Lorenzo se vale de la trama de la novela para tratar temas que, desafortunadamente, siempre son de actualidad, como la corrupción, la drogadicción y el ecologismo, y se muestra especialmente incisiva en su forma de tratar la ambición desmedida. Al mismo tiempo, otorga gran relevancia al amor y a las relaciones familiares. Pese a que no es una novela con grandes giros argumentales que nos deparen grandes sorpresas, está muy bien hilada y mantiene la tensión y el interés del lector hasta el final. Para despedirme ya, os digo que es una lectura muy recomendable y os dejo una de las frases que más poso me ha dejado:

...esto es la vida, no su simulacro (p. 413) 

domingo, 7 de enero de 2024

El tiempo que nos une, de Alejandro Palomas


Emociones, sentimientos, miedos... Complejos e informes, moradores habituales de nuestro insomnio y de nuestra intimidad en penumbra. Reclusos forzosos tras barrotes y cerrojos autoimpuestos de forma consciente o inconsciente. Accesibles para pocos, incluidos nosotros mismos, sus carceleros. Qué difícil a veces hablar de ellos, y mucho más escribirlos desde la calma y la belleza, con una prosa natural y sin aspavientos. Y qué complicado en ocasiones redactar unas cuantas líneas a modo de reseña cuando la obra que acabas de leer es tan conmovedora, tan turbadora en lo personal, que resulta en una suerte de catarsis de lectora. 

El tiempo que nos une (Planeta, 2023), de Alejandro Palomas, es una novela cuya lectura deja poso, un poso sereno y agridulce, de los que seguramente se queden en esta lectora durante mucho tiempo. Es de esas obras donde el argumento es lo de menos, pues los personajes tienen tanta fuerza que la vertebran sin necesidad de andamiaje. Las protagonistas son cinco mujeres de la misma familia, parte de una red de agravio, dolor, amor y protección. La inolvidable Mencía quien, pese a su cansancio nonagenario, derrochadora irredenta de sarcasmos, ironías y verdades como puños, sigue en guardia, rabiosamente empeñada en velar “por los suyos". La callada Lía, hija y madre y experta en silencios, que no acepta la muerte de su hija mayor y vive doliente en los grilletes de la culpa. La arisca y paradójica Flavia quien, tras una vida entera atrapada en la herida del amor-odio apuesta por su propia felicidad poniendo tierra de por medio y se topa con la suerte disfrazada de amor. Inés, marcada por la transparencia de la mediana, madre de unos ojos que solo vieron seis inviernos, rota más allá de cualquier frontera imaginable del dolor. Y Bea, nieta, hija y hermana pequeña, incapaz de apreciar su poder y su hermosura, temerosa del propio miedo. Nada ni nadie será obstáculo suficiente para detener a la inconmensurable Mencía cuando, sacando fuerzas de flaqueza, decida salvarlas a todas del no ser, del no decir, del no sentir. 

En El tiempo que nos une, Alejando Palomas ofrece al lector una novela coral absolutamente conmovedora, la historia de cuatro generaciones de mujeres urdidas todas con mimbres de realidad, entre sonrisas y lágrimas, vivencias y sufrimientos, pero que sobre todo se necesitan por encima de todas las cosas. Con mil matices y registros, y con la belleza salvaje de un tsunami que arrasa una playa, el autor articula, desde la serenidad y la sencillez, una novela de emociones acerca de mujeres únicas que desborda humor, cariño, sabiduría y valor.

El día que se perdió la cordura, de Javier Castillo

Hace unos días, en Estamos Leyendo Blog, publicaron una interesante entrevista en torno al thriller y la entrevistadora hizo una...