domingo, 5 de mayo de 2024

La leyenda Jurado, de Gema Tacón


De forma genérica, podríamos definir las leyendas como composiciones literarias que narran sucesos imaginarios en cuya base se entremezclan datos históricos, personajes fantásticos y fenómenos sobrenaturales, entre otros elementos. Los hermanos Grimm, por ejemplo, las consideraron relatos folclóricos dotados de base histórica. Las leyendas involucran valores, son evocadoras de emociones así como vehículos de transmisión de experiencias, interpretan o explican fenómenos de la naturaleza y muestran un potencial importante (aparte de un gran contenido simbólico) para conocer la idiosincrasia de la cultura en la que se han desarrollado. Multitud de autores han usado las leyendas como materia prima de sus narraciones, pero pocos con la gracia y el desparpajo de la autora de la novela que acabo de terminar. 

La leyenda Jurado (2020), de la gaditana Gema Tacón, se articula en torno al hecho de que, en ocasiones, esas leyendas escapan de los límites que constriñen el folclore y se vuelven reales como la vida misma, convirtiéndose en una penitencia para los protagonistas hasta que estos no averiguan el porqué de los extraños acontecimientos que se desarrollan a su alrededor. Ambientada en Málaga, en el Cortijo Jurado, sobre el que pesa un amplio bagaje leyendístico, La leyenda Jurado conjuga dos tramas separadas casi un siglo en el tiempo. En el pasado, en 1920, Elena es una joven que desempeña la función de sirvienta en el Cortijo Jurado, propiedad entonces de la familia Gasset. A sus primeras experiencias amorosas con los dos hijos de una señora a todas luces insoportable ha de añadir los horrendos gritos que se escuchan de vez en cuando en el cortijo y la aparición de algún cadáver en el tramo de río donde acude a lavar la ropa. Una noche, presa de su propia curiosidad, decide investigar el origen de unos gritos y, sin querer, se da de bruces con un secreto que más le valdría no haber descubierto, porque a partir de entonces una serie de giros dramáticos pondrán su sencilla vida patas arriba. En el presente, año 2018, la protagonista es Amalia, una treintañera áspera y ácida como ella sola (me encantan el perfil de personaje femenino taconiano), que estrena puesto de relaciones públicas en el momento de la apertura del Gran Hotel Jurado (evolución del antiguo cortijo). Ya el primer día en el hotel, comienzan a sucederle cosas extrañas y a asaltarla visiones de personajes fantasmagóricos. Además, la madre de Amalia sufre de una dolencia que la mantiene encerrada en su mundo interior en una clínica, y de repente empieza a sufrir extraños desórdenes de comportamiento. Con la ayuda de Germán, encargado de mantenimiento del hotel, Amalia tendrá que desentrañar el origen de todas sus experiencias sobrenaturales e incluso a averiguar el misterio de su propia familia mediante una investigación a través de pasadizos, sombras y sótanos llenos de polvo (del que flota en el ambiente, ¿eh?).

Gema Tacón nos ofrece en La leyenda Jurado dos historias en paralelo, donde la sangre va a ser uno de los elementos principales del atrezzo, que convergen en un punto. Las protagonistas en el presente y en el pasado deberán desentrañar la telaraña de secretos, mentiras y espantosos crímenes que las rodea antes de que esta las fagocite. Nos encontramos en esta novela ante otro thriller taconiano donde lo paranormal y el suspense se dan la mano (como en El nido del Lobo o El último susurro, por ejemplo). A riesgo de parecer repetitiva (que lo pareceré, seguro), diré que la autora tiene una habilidad pasmosa para hacer que esta lectora entre en la historia de inmediato y tarde medio segundo en empatizar con las protagonistas. Además, conjuga muy bien los dos tiempos de la narración, lo cual no siempre es fácil. Y, sobre todo, valoro enormemente esos toques de humor que te hacen soltar la carcajada de tu vida por grotesca y horrenda que sea la escena donde te hallas. ¿Que si lo recomiendo? Pues si a estas alturas no os ha quedado claro... En fin, que ya está, que lo dejo ya, que va a ser más larga esta reseña que las 170 páginas de la novela. Permitidme solo que os deje un par de fragmentos que...bueno, ya me conocéis:

A veces, tenemos que poner punto y final a las historias que tan solo llevan puntos y aparte, seguidos de más puntos suspensivos...

...la mayoría de las cosas se ven con el corazón y no con los ojos.





jueves, 2 de mayo de 2024

El día que se perdió el amor, de Javier Castillo


Lo cierto es que, con todo lo que tengo pendiente de leer, no entraba en mis planes leer dos títulos seguidos del mismo autor, pero el destino (poca broma con el Señor Destino tras leer los últimos dos libros que han caído en mis zarpitas) ha elegido por mí. «¿El destino? Será lo cotilla que eres», me dice la voz de mi Pepito Grillo particular. Y razón que tiene, oigan, porque fue terminar El día que se perdió la cordura y, después del final que invitaba a continuar con la historia, replantearme mi siguiente lectura. Y así, volvemos hoy con Javier Castillo al blog. 

En El día que se perdió el amor (Suma, 2018), Javier Castillo nos sitúa en diciembre de 2014. Un año después de los sucesos ocurridos en Boston y relatados en El día que se perdió la cordura, Amanda Maslow y Jacob intentan rehacer su vida en Nueva York y recuperar todos los años de amor que una maldita secta de desquiciados les robó. Sin embargo, una turbadora llamada y la aparición de una espiral negra pintada en una de las paredes de su salón evidenciarán que la pesadilla todavía no ha acabado, como demuestra la nueva desaparición de Amanda. Al mismo tiempo, una joven desnuda aparece por las calles de Nueva York portando un taco de papelitos amarillos con nombres y fechas escritos en ellos. El FBI no tarda mucho en detenerla por escándalo público, y el inspector Boring Boring (telita con el nombre) se dispondrá a interrogarla con el tedio de aquel que se ve obligado a hacer lo que menos le apetece. Para su sorpresa, la detenida parece saber mucho sobre su vida y sobre el caso que hace unos años no pudo resolver y se le quedó clavado en el alma como una espina. La aparición de un cadáver propietario del nombre de uno de los papelitos amarillos desatará una investigación a ritmo frenético para tratar de averiguar la conexión con su caso no resuelto. Mientras tanto, en capítulos entremezclados con las dos tramas anteriormente mencionadas, el narrador nos lleva a un lugar desconocido nueve años antes de lo relatado en el presente, un enclave escondido donde conoceremos la voz y las vivencias de una adolescente que desapareció hace dieciocho años para el mundo y está tocada por el don de ver aquello que pocos pueden.

No cabe duda de que Javier Castillo vuelve a ofrecernos una novela con un inicio inquietante (una joven desnuda en el centro de Nueva York que afirmará ser conocedora del destino). Al mismo tiempo, es hábil para generar la empatía del lector hacia unos personajes poco dibujados pero con contornos definidos. El día que se perdió el amor es una obra de lectura fácil y rápida que aumenta el nivel de intriga al final de cada uno de los capítulos, breves y bastante concisos, que van picando la curiosidad lectora generando la necesidad de resolver los enigmas que plantean, que ya se ve desde un principio que están vinculados. Llama la atención que, aunque la novela está escrita en tercera persona, los capítulos de Jacob están escritos en primera persona y tiempo presente, transmitiendo de modo más directo sus emociones y su preocupación. Misterio, familias, secuestros y extorsiones, enfermedades mentales y mucho amor serán algunos de los ingredientes de un thriller entretenido que permite una lectura cómoda (gracias a su estructura clara y a su estilo directo) que te hará disfrutar de buenas ratos, sin más pretensiones. Termino con unos fragmentos que me han gustado especialmente:

«Pero la casualidad comparte el defecto de la ambigüedad con el destino»

«La casualidad no es más que el destino disfrazado de inocencia»

«No hay dolor más intenso que el que te transmite, con su mirada, el amor de tu vida»

«Dentro de la felicidad siempre subyace el miedo a perderla»

«A veces el amor te pone en el camino equivocado para que sepas cuánto duele».


La leyenda Jurado, de Gema Tacón

De forma genérica, podríamos definir las leyendas como composiciones literarias que narran sucesos imaginarios en cuya base se e...