Dijo Walt Disney que una buena historia puede llevarnos a un viaje fantástico, y esta lectora no podría estar más de acuerdo. Los mejores destinos son, sin duda, aquellos que creamos en nuestra imaginación y podemos disfrutar una y otra vez sin depender del factor espacio-tiempo. Hay universos de fábula que nos hechizan de tal forma que pasan a formar parte del mapa de nuestros sueños —dormidos o despiertos—. Por ejemplo, Ostrom, territorio legendario dibujado a cuatro manos (precioso y complejo a la vez eso de la creación a cuatro manos) por Mónica Cueto y David Espada para su saga de Las lágrimas de Kaiu, de donde acabo de volver con unas ganas inmensas de más (y ya sabéis, sé que algo me gusta cuando quiero más).
Promesas de sangre es el título elegido por los autores para la segunda entrega de Las lágrimas de Kaiu, casi recién salidito del horno, y no sé si podría ser más acertado. Nos presenta a los personajes que ya conocimos en la primera entrega aliviados por un lado al haber salido victoriosos (si es que en realidad se puede obtener la victoria tras una batalla con incontables pérdidas humanas) tras los sucesos acaecidos en Berford, y por otro preocupados y expectantes ante la amenaza sin definir que se cierne sobre su mundo encarnada en el plan de Serehod (personaje cuya construcción me ha encantado, por cierto) para transformarlo y liberarlo de la ignominia. El todopoderoso reino de Roresland va a ser el primero en sufrir las nefastas consecuencias. Por si no tuviesen bastante con los oscuros presagios relacionados con Serehod, cada uno de los personajes tendrá que compaginar sus batallas personales con las obligadas por las circunstancias. Kardán intentará convencer a su hermana Verenice de una verdad que no está dispuesta a aceptar (mientras vigila que no lo mate). Illia, el amor de Kardán, guardará un secreto susceptible de dar un giro de 180 grados a sus vidas. Khislae buscará la forma de acabar con su maldición eterna. Tae'sha tendrá que volver a sus tierras dekyrianas al no tener noticias de lo acontecido tras su precipitada huida, y lo hará acompañada de su inseparable herrero Hargar. Conoceremos a nuevos personajes de un lugar llamado Ashtaria que se verán obligados a... No, no, de eso nada, no voy a seguir contando más. Si acaso os hubiese picado la curiosidad, ya sabéis qué tenéis que hacer...
Promesas de sangre, al igual que la primera entrega de la saga, es un ejemplo inequívoco de que autopublicación y calidad no son términos necesariamente enfrentados. Mónica Cueto y David Espada son verdaderos artistas que diseñan, construyen, esculpen y dibujan personajes, escenarios y sentimientos con maestría y solvencia demostrada. Su engranaje de tramas, subtramas, contextos y macrocontextos es sencillamente soberbio. Si en Las lágrimas de Kaiu la tensión y la intriga son palpables, en Promesas de sangre el nivel llega justo al umbral de la taquicardia. Suerte que contamos con los entrañables gorgims Mimón y Menta, a los que ahora se unirá Trevin Humm, para respirar y relajarnos de cuando en cuando. En definitiva, una mezcla de ingredientes de primera y buen hacer literario cuyo resultado es una lectura excelente (y cierta adicción, pero guardadme el secreto).
No hay comentarios:
Publicar un comentario