sábado, 3 de mayo de 2025

Las otras niñas, de Santiago Díaz

La mañana del 14 de noviembre de 1992 amaneció fría y convulsa en Alcàsser, un pueblo de Valencia del que muchos no habíamos oído hablar nunca. Las niñas Miriam, Toñi y Desirée, de catorce y quince años, no habían vuelto a casa la noche anterior, y comenzó a cundir el pánico en la pequeña localidad valenciana. Pronto comenzó una búsqueda que mantuvo al país entero con el corazón en vilo y se convirtió en un caso que tuvo un impacto mediático sin precedentes que provocó que en mi casa no se apagara la tele nada más que para dormir, por si aparecían las niñas. Setenta y cinco días después, las noticias del 27 de enero ponían fin a la poca esperanza que quedaba ya de hallarlas, pues habían encontrado sus cadáveres enterrados con signos de violencia sexual y física extrema. Detuvieron a uno de los agresores, Miguel Ricart, pero el otro, Antonio Anglés, logró fugarse y se cree que murió en las frías aguas de la bahía de Dublín tras saltar de un barco en el que viajaba como polizón. Pero, ¿y si no hubiera muerto y hubiera vivido durante décadas ocultando su identidad? Interesante, ¿verdad? Pues es en torno a esta premisa que se articula la novela que acabo de terminar de leer (y digo leer por no decir devorar, creedme).

En Las otras niñas (Penguin, 2022), segunda entrega de la trilogía protagonizada por la peculiar inspectora Indira Ramos, Santiago Díaz explora la posibilidad de que el sádico Anglés siguiera con vida y construye, a partir de esta hipótesis, una historia de alta tensión que me ha mantenido absolutamente pegada a sus páginas. Tras haber cerrado el complicado caso que se narra en El buen padre y con su vida personal en precario equilibrio, Indira Ramos se refugia en un pequeño pueblo extremeño en compañía de su madre. Tras tres años alejada del cuerpo de policía, debe volver si quiere mantener su plaza, y su regreso no va a ser precisamente un camino de rosas. Las relaciones (personales y laborales) con el ahora inspector Iván Moreno van a ser muy tensas (por decirlo con suavidad), sobre todo cuando le haga participe de un "pequeño" secreto que le ha ocultado durante todo ese tiempo, y el caso al que van a tener que enfrentarse no va a ser precisamente fácil: a raíz del atraco a una gasolinera, la dactiloscopia arroja un resultado inesperado, al hallar una huella de Antonio Anglés. A pesar de detenerlo, legalmente el crimen de Alcàsser ha prescrito, por lo que Indira e Iván, que no se resignan a que quede libre, deberán hacer lo imposible por encontrar en el pasado del asesino algún delito por el que pueda ser encausado. Con esta trama principal, Santiago Díaz combinará otra trama ética y moralmente compleja en la que se verá inmersa de manera personal otra policía del equipo de investigación y dotará a la novela de más tensión aún si cabe.

Estructurada en capítulos cortos y narrada en tercera persona, Las otras niñas es sin duda una novela arriesgada puesto que parte de un crimen real que en su momento conmocionó a toda España y copó durante semanas el panorama mediático; sin embargo, no es este el foco de la novela, sino el planteamiento de qué ocurriría si el autor material de tan atroz crimen resurgiera de entre las sombras de su presunta muerte. Ficción es ficción, y quien no esté dispuesto a comprenderlo quizá debería dedicarse a otros menesteres. El estilo de la prosa de Díaz es sobre todo ágil y tremendamente visual, enganchando al lector a sus páginas sin posibilidad de tregua, ya que tanto interés despiertan las tramas del presente como las del pasado, donde conocemos cómo se forjó la nueva identidad del asesino. A lo anterior se une una excelente construcción de los personajes, equilibrados con sus caras y sus cruces, y alguna vuelta de tuerca que no esperábamos. Solo me queda deciros que acabo ya, porque estoy desando hincarle el diente a la siguiente.

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