lunes, 26 de octubre de 2020

El Globo de Hitler, de Rubén Castillo


Juzgar es un privilegio que no debería estar al alcance de los seres humanos.

A finales de 2007, un millonario estadounidense adquiere en subasta el globo terráqueo que utilizaba Adolf Hitler en su baluarte del Berghof, en Baviera. Ansioso por descubrir cualquier mensaje que el führer pudiera haber legado al mundo, somete el objeto a rigurosos análisis científicos que no arrojan los resultados que anhela. Empecinado en su búsqueda, finalmente halla un pequeño trozo de papel con un mensaje de puño y letra del infame genocida. Desvelar el misterio que encierra el viejo pedazo de celulosa se convertirá ahora en su prioridad y, para ello, contará con el cerebro historiador de Katherine Gordon, ilustre profesora de Oxford, y la experiencia de Walter Irving, antiguo miembro de los green berets. ¿Y si Hitler hubiera pergeñado un complot para ejecución póstuma? El punto de partida de la investigación: todos los posibles implicados en la trama, muertos según la información oficial. Perspectiva, pues, entre poco y nada halagüeña. ¿Lograrán despejar la incógnita? ¿Será necesario reescribir la Historia? Mmm, me temo que tendrán que leer la novela para obtener respuestas.

Ese es mi pequeño resumen de las 384 páginas que conforman El Globo de Hitler, otra muestra más del gran talento literario de Rubén Castillo. Intriga y tensión garantizadas convierten esta novela en un auténtico thriller, narrado de forma casi cinematográfica (contextualiza incluso cada escena con fecha y lugar). Maestra es también la forma en la que construye a los dos personajes principales de la historia, profundizando psicológicamente en ellos bien sea a través del diálogo o de la voz narradora.

En las primeras páginas de la obra me dio la impresión de tener delante a un Rubén Castillo distinto al de obras anteriores, más aséptico en forma y fondo pero, con gran satisfacción, poco después pude comprobar que no era así. Aparte de narrar con dinamismo y verbo certero, el autor nos sigue regalando sintagmas y frases que solo hubiera podido escribir él. Su adjetivo “tibio”, su “pátina de dulzura”, su “cerebro con voluntad de katana” nos sonríen desde las páginas para placer de los que adoramos recorrer sus sendas.

La ironía es un arma que se engrasa con el aceite de la lentitud (pág. 30)

…la vida humana es siempre un diccionario de claudicaciones (pág. 36)

la calma silenciosa de las montañas y los moluscos (pág. 69)

Nadie regala paraísos (pág. 78)

un muchacho ajeno a la dictadura de los peines, vestido con despreocupación agropecuaria (pág. 79)

Son solo algunas frases subrayadas que van de cabeza al álbum de la memoria.

No obstante, y para que puedan apreciar el modo maravilloso, único, intenso, de narrar de este autor, les dejo en el vídeo uno de los fragmentos de la obra. Uno de esos fragmentos que hacen al lector LEER Y SENTIR. Si no aparece directamente al final de la entrada del blog, click en:

https://www.youtube.com/watch?v=l5Eu3PhpYOg


 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aurora no se durmió, de Judith Romero

Cuando era pequeña me encantaba que me contaran cuentos. Mi madre me enseñó a leer muy pronto y comencé a leerlos a una velocida...