lunes, 1 de septiembre de 2025

Lo que oculta la noche, de May R. Ayamonte


Todos sabemos que, en ocasiones, la realidad supera con creces la ficción, que ocurren cosas en nuestro entorno que nos dejan boquiabiertos y que nos parecen increíbles, pero son. Y también sabemos que hay personas con un talento especial para entretejer esos mimbres de realidad con hilos de imaginación creando así una urdimbre literaria que nos atrapa y nos mantiene en vilo hasta que ellos deciden liberarnos. Cuenta la hemeroteca que allá por 1990 un suceso oscuro y turbio sorprendió a los habitantes de la ciudad de Granada: la aparición del cadáver de una mujer, tras un supuesto exorcismo, en una vivienda del barrio del Albaicín. El caso siempre estuvo envuelto en un halo de misterio y nunca llegó a conocerse a ciencia cierta la verdad de lo que ocurrió. Ese es el punto de partida de la novela que acabo de terminar, cuya autora conserva en ella lo esencial de aquel acontecimiento y lo integra a la perfección en una trama repleta de misterio y oscuridad.

En Lo que oculta la noche (Contraluz, 2025), May R. Ayamonte se sirve de dos líneas temporales separadas por un margen muy pequeño. Por un lado, la primera trama cronológicamente hablando se sitúa en 1987 y la protagoniza Dolores García, una granadina del barrio del Albaicín que, harta de la vida que lleva en la que ella no ha elegido nada, decide fugarse con su amante cubano y establecerse en Cuba, donde creerá rozar la libertad con la punta de los dedos. Dolores, mujer profundamente creyente en Dios y en otros asuntos paranormales, descubrirá la santería, una muestra de sincretismo religioso proveniente de la diáspora africana muy extendida en la isla y que combina deidades yorubas con santos católicos. El lector será testigo en las páginas que conforman este hilo de la evolución y el desenlace del sueño cubano. La línea temporal más cercana al presente comienza en Granada a principios de 1990. Aquella misma Dolores García fallece en el hospital tras un extraño episodio de violencia que la voz popular asimila a un exorcismo. Polet Hatero, una joven subinspectora, lesbiana y madre soltera, será la encargada de investigar el caso con el apoyo del inspector Luis Rodríguez, su superior y amigo, que opina que este caso le viene como un guante porque Polet es una feminista comprometida con la causa. Aunque todos los indicios apuntan al mencionado exorcismo, Polet, mujer racional donde las haya, no puede asumir la intervención de lo paranormal en este crimen, e intentará averiguar la verdad empírica a toda costa, a pesar de que la familia de la fallecida, que parece ocultar algún secreto, no se lo vaya a poner fácil. ¿Conseguirá tirar de los hilos hasta llegar al ovillo? En paralelo a la investigación, Polet también tendrá que enfrentarse a los sentimientos que le despierta Teresa, componente del equipo forense, y... Nada, si queréis saber más, la tendréis que leer.

Lo que oculta la noche sería, entonces, una combinación de hechos reales e investigación ficcionada aderezada con toques esotéricos y paranormales, enriquecida sin duda por una gran sensibilidad social presente en cada una de sus páginas y rodeada de una atmósfera muy lograda por parte de la autora. La estructura dual de la novela es un plus a la tensión narrativa. Los capítulos se nos presentan como piezas de un puzle que casi sabemos cómo encajar pero difícil de completar porque falta la pieza clave, ya que May se mueve con soltura entre lo visible y lo que queda oculto. Sus protagonistas, eminentemente femeninas, son muy distintas entre sí, pero ambas tienen un nexo común: ser mujeres que luchan contra la opresión a la que las somete el mundo. Su prosa es sencilla y asequible, pero también se apoya en ciertos fragmentos no exentos de lirismo y hace muy fácil sumergirse en el plano emocional de los personajes. En resumen, una lectura muy recomendable. 

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