¿Os ha pasado alguna vez que al acabar un libro se os queda el cuerpo como si os hubiera arrollado un tren? Pues a mí es justo lo que me ha pasado con la novela que acabo de terminar. Qué tensión. Qué nervios. Que ganas de saber pero al mismo tiempo de que no acabara. Cuánto me alegro de haber descubierto a este autor. Me da que va a ser uno de mis preferidos. Su primera novela, La vida secreta de Sarah Brooks, me gustó mucho, pero esta cuya última página acabo de cerrar lo ha hecho todavía más, una obra construida con mucha habilidad donde se mezcla con acierto el pasado, el presente, el paisaje y unos personajes que irán creciendo conforme pasan las páginas.
En La última muerte en Goodrow Hill (Ediciones B, 2023), Santiago Vera sitúa al lector en Goodrow Hill, otro pequeño pueblo estadounidense tranquilo en apariencia, pero donde algo pasó veinticinco años atrás y, aunque a muchos les gustaría olvidar, parece del todo imposible. La trama se divide en dos líneas temporales. La del presente comienza cuando Mark Andrews, fotógrafo freelance, recibe una fotografía de su pandilla de la adolescencia en la cual a uno de sus miembros le han tachado los ojos. Casi al mismo tiempo, su teléfono suena y al otro lado escucha la voz de Helen, también de la pandilla, que le anuncia que Tom Parker, uno de sus viejos amigos (el que aparece en la imagen con los ojos tachados) ha sido asesinado. Ni corto ni perezoso, Mark decide regresar a Goodrow Hill, el pueblo donde se crió y donde no ha vuelto desde hace años, para asistir al entierro de Tom e intentar averiguar el motivo de su muerte. Aquí es donde comenzaría la línea temporal del pasado, ya que todo apunta a que el crimen estaría relacionado con los sucesos acaecidos en la misma localidad el caluroso estío de 1995. Aquel verano Helen Blunt, Vance Galloway, Carrie Davis, Tom Parker, Jesse Tannenberg y Cooper Summers fueron interrogados por el jefe Blunt (el padre de Helen) acerca de la muerte de un hombre, el secuestro de un niño y la desaparición de un muchacho, sobre los que podrían tener información relevante. Todos negaron saber nada al respecto y los casos se cerraron sin resolver. Ahora, Helen es policía y junto a su padre, tendrá que averiguar quién es el responsable de las muertes de Tom Parker y de alguno más, y todo apunta a que aquellos jóvenes puede que no dijeran toda la verdad. ¿Será cuestión de venganza? ¿Estarán pagando por su silencio? Si queréis averiguarlo, ya sabéis...
El planteamiento de La última muerte en Goodrow Hill es uno de los más originales que he leído en estos últimos tiempos, y no diré por qué no vaya a ser que incurra en el ignominioso pecado del spoiler. Estructurada en un prólogo y tres partes que se subdividen en 83 capítulos, el argumento de la novela nos llega a través de dos voces narrativas: una en primera persona, la de Mark, y un narrador en tercera para las demás, aunque siempre desde el punto de vista de los diferentes personajes. Santiago Vera imprime a la obra un ritmo ágil, aunque no frenético, ya que dedica su tiempo a crear la atmósfera, a presentarnos a los personajes y, poco a poco, proveernos de la información necesaria de lo ocurrido tanto en el pasado como en el presente. Aunque se pueda tener cierta intuición acerca de quién es el culpable, la trama es lo suficientemente compleja para no descubrirlo hasta el mismo final. Insisto en que uno de los puntos fuertes de la novela es la ambientación, así como el equilibrio con el que se mueven los personajes sobre la cuerda floja de la paradoja. Me ha encantado el juego del autor con las dos líneas temporales, y su modo, medido y pausado, de ir revelando datos, que logra que la tensión y la intriga se mantengan hasta la última página, mediante una serie de giros que dejan al lector con la boca abierta. En definitiva, una lectura más que recomendable.
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