martes, 6 de junio de 2023

El pozo de Granados, de Saray Ramírez

El universo de las emociones es un entramado sumamente complejo e inabarcable. Una de las tareas más difíciles para nosotros, humanos imperfectos y desportillados (si no rotos) en algún lance de la vida, es asumirlas y gestionarlas en la medida en que nos es posible. Sin embargo, en numerosas ocasiones se nos atragantan y luchamos contra ellas como si fueran el enemigo, en lugar de abrazarlas, reconocer su existencia y dejarlas fluir para que alguna vez se marchen por donde vinieron. Las negamos, las callamos, y dejamos que se nos pudran dentro, contaminándonos cada latido e infectando hasta el último rincón del alma en una suerte de septicemia aniquiladora. Queda claro que el refuerzo de la inteligencia emocional de un niño no es una de las preocupaciones de las mentes preclaras que diseñan las estrategias, los objetivos y los contenidos de los programas educativos. Nunca lo ha sido y dudo que alguna vez lo sea, y así nos va. Si intento buscar un lado positivo a esta situación, no se me ocurre otro que la posibilidad de generar tramas tan devastadoras y poderosas como la pergeñada por la autora en la novela que acabo de terminar. 

El pozo de Granados (2023), de Saray Ramírez Martín, es una de esas obras que le devuelven a esta lectora ciertos valores importantes. Por un lado, la fe en mi intuición, porque en cuanto vi la cubierta y el título algo me saltó por dentro. Por otro, la posibilidad de decir que "bendita serendipia". Y por otro más, la admiración por una obra bien armada, bien escrita y bien cerrada (aquí creo que habla más la correctora que la lectora, pero tendrán que perdonarme). El pozo de Granados es un thriller de terror psicológico (normalmente no suelo ver claras estas etiquetas, pero en este caso es cristalino) que nos habla de lazos familiares, de monstruos en pozos y del miedo inmenso de enfrentarse a ambos. Ambientada en la tranquilidad de una isla canaria (supongamos que Fuerteventura), la novela comienza en la época infantil de Abel, Lola y Benjamín, los retoños de la familia Domínguez Parra. Sus travesuras infantiles les llevan una noche, junto con sus inseparables amigos Fenchu y Blas, a las inmediaciones de la finca del fallecido Eulalio Granados, donde vivirán una experiencia que los marcará a fuego y sobre la cual acordarán un pacto de silencio que mantendrán hasta la edad adulta. Abel, que se erige en protagonista de la novela, tendrá la mala fortuna de caer a un pozo y compartirlo con unos ojos amarillos que vivirán ya por siempre en sus pesadillas. Ya en la edad adulta, a causa de la ruptura con su mujer, Abel se ve obligado a regresar al pueblo, del que escapó en cuanto tuvo la mínima oportunidad y al que apenas ha regresado, y convivir con su familia, lo que desatará un baile de demonios donde pasado y presente se confundirán en dolor y miedo. Un manuscrito de su hermano Benjamín actuará de catalizador y... De eso nada, si quieren saber más, tendrán que leerla. 

Breve pero intensa, El pozo de Granados supone todo un despliegue de talento y solvencia narrativa. La construcción y el ahondamiento psicológico en las diversas facetas de los personajes son magníficos. El manejo de los tempos y la dosificación de la tensión dramática, soberbios. Intriga hasta el final y ese retorcerse de tripas para adentro que hace que a una no le importe robarle un ratito al sueño. En definitiva, una sorpresa muy agradable y realmente bienvenida a mi hogar de negro sobre blanco. Si se animan, ya saben...

1 comentario:

El día que se perdió el amor, de Javier Castillo

Lo cierto es que, con todo lo que tengo pendiente de leer, no entraba en mis planes leer dos títulos seguidos del mismo autor, p...