Dicen que es de bien nacido ser agradecido y en Libridinosum –creo que nací bien, o al menos eso me han contado– queremos dar públicamente las gracias al Festival de novela Cartagena Negra por nutrir las estanterías de nuestra biblioteca con obras maestras de un género que hasta ahora no había estado entre los visitados con asiduidad. Tras unas cuantas lecturas de las recomendadas en diferentes ediciones del festival –todo aciertos–, creemos que en Libridinosum vamos a empaparnos de noir con más frecuencia todavía (al menos de los títulos que los señores demiurgos de Cartagena tengan a bien ofrecernos). Uno de los autores a los que tuve la oportunidad de conocer y escuchar en la edición del festival celebrada en 2021 fue a Paco Gómez Escribano. A decir verdad, me impresionó (y me proporcionó cierto morbo lector) su peculiar forma de hablar y de desenvolverse defendiendo sus letras y, año y medio después (ya saben, la interminable lista de títulos pendientes), por fin hemos resuelto la incógnita.
La obra que aquel día comentaba lleva por título 5 Jotas ( Editorial Alrevés, 2020) y, cuando uno la lee, puede escuchar perfectamente la voz de su autor narrando: su estilo sencillo y al grano, su cadencia chulesca. Paco Gómez Escribano es oriundo del madrileño barrio de Canillejas, así que se mueve por territorio conocido al convertirlo en el epicentro alrededor del cual se desarrolla la trama de la novela. Una trama, por cierto, de lo más original donde el protagonismo no recae sobre el lado de la ley ni la investigación, sino sobre la materia prima del delito: un robo, los ejecutores y la planificación del mismo. El objeto del robo, distinto de los habituales. Ni dinero, ni joyas, ni armas, ni droga. Jamones. Sí, señores, como suena, jamones de la más alta calidad. Los organizadores, un cerebro con un cociente intelectual de 180 apodado el Banderines y su fiel compañero el Charli, ambos ex toxicómanos y varados en la playa de los 80 madrileños. El proceso de preparación del robo, morbo total (cuando llega el momento, te das cuenta de que lees con los dedos cruzados para que todo salga bien y no los pillen). El Charli, tirando de contactos del barrio y del trullo, va a reclutar una serie de personajes bastante pintorescos para dar el palo. Entre ellos destacaría sin duda al Pestañas, un “jácquer" (me encanta leerlo escrito así) que bebe Coca-Cola en cantidades industriales cuya pericia en «movidas de esas de ordenatas» va a resultar imprescindible en el tinglao que quieren montar. En paralelo, mientras asistimos a los preparativos del robo, mediante flashbacks (analepsis o técnica retrospectiva, no se me vaya a enfadar nadie), conoceremos ciertos aspectos de la vida del Banderines (o de Nora, según en que momento lo pilles). Pero al final, ¿logran robar los jamones e irse de rositas o los trincan? Para saberlo, les recomiendo que la lean, puesto que yo no se lo voy a desvelar.
Los personajes de 5 Jotas no son héroes (mas bien podríamos calificarlos como anti héroes), sino personas reales que constituyen un fiel reflejo del barrio, de las calles donde han crecido. Ellos y los antros donde ahogan sus penas exhalan el inconfundible aroma quinqui de finales de los 70 y los 80. Delincuentes de baja extracción social, toxicómanos (ex o poli), gente que habita las afueras de todos los márgenes. No es difícil tomarles cariño. No falta, por supuesto, la crítica social en sus páginas, ni las notas del blues que tanto agradan a su protagonista. En definitiva, totalmente recomendable.
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