martes, 1 de diciembre de 2020

Lo que está por venir, de Pablo de Aguilar González

Las historias las cuenta quien las vive.
Aunque esa no es toda la verdad; al menos, no la verdad completa: las historias las cuenta quien las conoce, quien las descubre, quien las adivina, quien las siente, quien las comparte...
Después de tanto tiempo, se ha cerrado el círculo. Hoy se termina todo. Yo soy quien conoce esta historia.

Y una historia magníficamente narrada, sí señor. Año 1936. Madrid se prepara para los bombardeos de las fuerzas fascistas sublevadas contra la Segunda República. Ese es el telón de fondo histórico contra el que recorta Pablo de Aguilar los retazos de vida de Fidel, Lisandro, Magdalena, Victoria, Matías, Don Onofre, Don Adolfo, y algún que otro personaje más. Cuerpos y almas arrastrados por la vorágine de una guerra en la que todos, independientemente del bando al que sean afines, pierden algo en el camino. Salvar el pellejo y medrar será el objetivo de unos. Salvar las pinturas del Museo del Prado, el de otros. Tramas entrelazadas de amores, desamores, traiciones, heroísmos, vilezas y otras pasiones humanas conforman el paisaje narrativo de esta novela y empujan al lector a beberse página tras página con los ojos bien abiertos para no perder detalle.

Lo que está por venir es una obra que me ha sorprendido gratamente: las expectativas eran buenas, pero las ha superado con creces. Por un lado, por la forma en que el autor presenta a los personajes, dejando que el lector los vaya conociendo poquito a poco, hasta que se vuelven tan reales que casi saltan de la página y se sientan contigo en el sofá. Destacaría incluso su magnífica construcción del anti-héroe. Por otro lado, la voz narrativa en primera persona que se esconde en una tercera persona cuando cuenta la historia de otros es, sencillamente, una maravilla. Otro punto a favor es cómo se aleja el autor del maniqueísmo a la hora de dar vida a sus personajes: ni buenos ni malos, simplemente humanos con todo lo que ello conlleva. Una verdadera delicia de la obra es, a mis ojos, el ritmo que le imprime el escritor a la narración mediante el uso de frases o coletillas a modo de coro, de letanía: "lo que está por venir", "las primeras veces nunca se olvidan", "a veces las cosas son lo que parecen".

En definitiva, lectura más que recomendable, tanto por contenido como por calidad literaria. Si tuviera que escoger qué personaje se queda conmigo para siempre, lo tendría claro: Magdalena. La puta bíblica. La de las tetas preciosas. La conocedora de pitos. La que folla de una manera para ganarse la vida y de otra muy distinta cuando la traspasa el amor. Sin duda, uno de los mejores personajes que he tenido la oportunidad de conocer.

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