Hay páginas a las que el negro se les queda corto, muy corto. Oscuridades que nunca han atrapado la luz porque esta siempre viaja más rápido. Hay letras que dan forma a historias y hay cuchillos que las esculpen en las páginas a base de dolor y de la más abyecta de las miserias. Los futuros cadáveres no saben aún que lo son, excepto aquellos cuyos bonus de vida giran en torno a un único objetivo: la venganza. Ella es el leit motif de la novela que acabo de terminar, una historia durísima y narrada de forma prodigiosa.
Sinántropos (Editorial Alrevés, 2022), es la primera obra que leo de Carlos Bassas del Rey y lo cierto es que me ha sorprendido gratamente, tanto por el planteamiento de la historia como por la exquisitez de la narración. Sinántropos son aquellos seres animales o vegetales que han desarrollado la capacidad de adaptarse a las condiciones ambientales de un entorno urbano impuestas por el hombre. Sinántropos son también los hombres y mujeres que habitan entornos en ruinas, en permanente amago de catástrofe, solo que no la ven porque nacieron bajo su auspicio, y que apenas viven porque emplean su aliento en sobrevivir. Así es Corto, el protagonista de la novela, un joven cuyo verdadero nombre se esfumó de los anales de la historia, que vuelve al agujero en el que nació diez años después de su misteriosa partida, vestido de traje y zapatos lustrosos, tan diferente al de antes que solo lo reconoce un chucho que en su ausencia ha cambiado hasta de nombre. ¿Por qué se marchó del barrio? Y lo que es más importante, ¿por qué vuelve ahora? Página tras página conoceremos las razones de su huida y de su regreso, suministradas a cuentagotas que generan altas dosis de suspense que incita al lector a devorar el libro. Solo os diré que durante esos diez años de ausencia, en la que los mafiosos del barrio tuvieron mucho que ver, Corto quiso llamarse Bruno y que, trabajando de escort conoció a Candela, una joven de clase alta responsable de que al chico le nacieran sueños alguna vez, pero... mejor lo descubrís vosotros si decidís leer la novela.
Como he dicho al principio, Sinántropos es una obra durísima, para estómagos que soporten novelas negras que no se anden con contemplaciones. El barrio donde se desarrolla es puro escombro, material y moral; las relaciones entre quienes lo habitan son complejas y a menudo crueles; las jerarquías están claras, al igual que las consecuencias de no respetarlas. La violencia, intrínseca. Aparte de la historia, lo que me ha encantado es el estilo del autor. Que fuera revelando poco a poco las respuestas a tantas preguntas. La anáfora, el paralelismo, las copulativas y, sobre todo, la yuxtaposición que dota a la narración de un ritmo tan propio que en numerosas ocasiones la prosa coquetea con la forma de un verso. Además, Carlos Bassas deja patente en sus páginas su amor por el léxico, que utiliza con la precisión de un cirujano, incluyendo a veces tecnicismos de diferentes disciplinas que armonizan y contrastan a la vez con el resto. He disfrutado también sus continuas referencias a la literatura antigua, sobre todo al Antiguo Testamento y a la tragedia griega. En resumen, una novela que pisa fuerte y no se anda con rodeos narrada de modo exquisito. Os dejo uno de los fragmentos que más me ha gustado:
Ciertas personas no desean las cosas, sino el deseo de poseerlas; han nacido rotos, condenados a la insatisfacción, a no saciarse jamás, tienen una fuga por la que les gotea la felicidad (p. 167)
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