sábado, 27 de diciembre de 2025

La hija de las mareas, de Pilar Sánchez Vicente


Leer una novela bien escrita es una cosa. Vivirla, sentirla, gozarla y sufrirla, otra muy distinta. Eso me ha ocurrido con la obra que acabo de terminar (no sé por qué, pero he continuado con histórica. Lo mismo le estoy pillando el truco, o es que estoy teniendo mucha suerte), una novela que, desde el primer párrafo, sumerge al lector en un universo donde la fuerza salvaje del mar, protagonista silencioso, se entrelaza con la de sus personajes, dando vida a una trama que late con inusitada y genuina intensidad, una trama que fluye como las olas meciendo a personajes con un alma única.

La hija de las mareas (Roca Editorial, 2021), de Pilar Sánchez Vicente, es una magnífica novela de ficción histórica que destaca principalmente por rescatar del olvido la voz de las mujeres en una época muy convulsa a nivel social y político. Ambientada entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, en plena desintegración del Antiguo Régimen en Europa, la obra tiene como protagonista en primera persona a Andrea Carbayo de Jovellanos, a quien apodarán "la Gabacha", una supuesta hija ilegítima del ilustrado asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos. A través de la vida de Andrea, su madre y su abuela, la autora construye una saga de mujeres pertenecientes a una familia marcada por la mala suerte y un acoso que pasa de generación en generación, pero que desafían a los tiempos que les tocó vivir, a las leyes de Dios y de los hombres. El relato hará al lector recorrer escenarios diversos como Gijón, Oviedo, Oxford y París, para regresar nuevamente a la maravillosa tierra asturiana que vio nacer tanto a la protagonista como a su autora.

En La hija de las mareas, Pilar Sánchez Vicente combina con maestría el pasado y el presente, tejiendo una narración que viaja entre generaciones. La protagonista, marcada por secretos familiares, ansias de libertad e independencia y por la llamada incesante del mar, emprende un viaje personal que es tanto físico como emocional. La autora consigue que cada capítulo avance con el ritmo de las mareas: unas veces sereno, otras veces turbulento, pero siempre llevando al lector hacia adelante. Uno de los mayores aciertos de la obra es sin duda el modo de construir a los personajes. No se limitan a ser meras figuras que cumplen un papel en la trama, sino que abundan en complejidad, en luces y en sombras, y destilan verdad. Cada uno tiene su propia voz y sus diálogos fluyen con naturalidad, como si presenciásemos conversaciones reales. Más que utilizar el mar como un escenario, Pilar Sánchez Vicente lo convierte en un personaje en sí mismo, una metáfora de la memoria, la libertad y, en ocasiones, el peligro. Sus descripciones son tan vívidas que casi se puede oler la sal y sentir el viento en la piel. Este elemento simbólico refuerza el tono poético de la narración y conecta profundamente con la identidad de la historia. La prosa de Sánchez Vicente es cercana, cuidada y envolvente, y su estilo atrapa. Sabe a la perfección cuándo detenerse en un detalle y cuándo dejar que la acción avance sin freno. El equilibrio entre emoción y tensión narrativa mantiene al lector enganchado hasta la última página. En definitiva, La hija de las mareas es una novela que habla de raíces, de secretos y de la fuerza imparable de la verdad, a la par que un homenaje a la invisibilidad femenina. Es un viaje emocional que deja huella, que logra mantener el interés tanto por su trama aventurera como por su valor histórico y que gustará a quienes buscan historias con alma y escenarios que se sienten tan reales como los recuerdos.

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