De ahora en adelante, el deber nos ordena sospechar los unos de los otros (Diez Negritos, Agatha Christie)
Hay citas que cobran pleno sentido tras leer algunos libros. Este es uno de esos casos. Arantza Portabales la escogió para encabezar la novela que acabo de terminar y la elección no pudo ser más acertada. No recuerdo si en alguna lectura anterior había barajado tantos sospechosos, pero en esta desde luego la lista es extensa, por lo que la intriga y el suspense de la misma estaban garantizados desde el inicio.
El hombre que mató a Antía Morgade (Lumen, 2023), de Arantza Portabales, es la tercera entrega de la serie protagonizada por el inspector Santi Abad y la subinspectora Ana Barroso (¿me volveré a encontrar con estos personajes en el futuro? Espero que sí), una historia tremendamente compleja donde todos los tiempos verbales se reducen trágicamente a pasado. La trama comienza con el reencuentro de seis personas, que hace ya más de dos décadas cohabitaron el mismo piso de menores tutelados, la víspera de la Fiesta de Santiago Apóstol. Aunque las vidas de cada uno de los seis ha tomado diferentes derroteros, el regreso de uno de ellos a Galicia los reúne de nuevo en una cena donde solo cinco quedarán con vida. El pasado siempre vuelve a cobrarse sus deudas, y el suicidio de una de sus compañeras de piso, Antía Morgade, veintitrés años tendrá mucho que ver con los sucesos del presente. El principal sospechoso, según el testimonio de los afectados, es uno de los cuidadores que velaban por ellos en aquel piso tutelado, recién salido de prisión tras cumplir veinte años de condena por abuso sexual a menores que se encontraban bajo su tutela. Al mismo tiempo, la lógica dice que la explicación más sencilla sería que uno de los presentes en la cena fuera el asesino... Con esa complicada disyuntiva tendrán que lidiar Abad y Barroso, cuyas situaciones personales parecen haberse estabilizado, pero ya sabemos que todo lo que reluce no es oro. Una vez más, los investigadores tendrán que intentar dejar de lado esos sentimientos que los unen y los separan al mismo tiempo para hacer frente a un rompecabezas en el que se solapan pasado y presente.
Mediante capítulos cortos que imprimen agilidad al ritmo de la novela, en El hombre que mató a Antía Morgade, Arantza Portabales sumerge al lector en una historia en la que todo parece estar claro al inicio, pero que nos demuestra una vez más que las apariencias son engañosas. Una historia perfectamente estructurada repleta de misterio e intriga donde abundan los giros y cuyas páginas están pobladas de personajes que luchan o se rinden antes sus propios demonios interiores y encajan tanto en el rol de víctima como en el de verdugo, lo que provoca que la sospecha no tenga un objetivo claro en el que enfocarse. Los personajes son capaces de mostrar a la vez lo mejor y lo peor del ser humano, lo que les otorga un alto grado de verosimilitud. En definitiva, El hombre que mató a Antía Morgade es una de esas lecturas que, una vez empezadas, no se pueden soltar, por lo que no queda más que recomendarla.