martes, 27 de mayo de 2025

Las Soliña. Brujas, ángeles y demonios celebran la Navidad, de Gema Tacón

Pocas cosas se me dan bien, pero parece que una de ellas es llevar la contra. A lo que sea. Que hace frío, pues yo calor. Que dicen que esta semana ya suben las temperaturas y va a parecer verano, pues yo a leer una historia navideña. Que de todo tiene que haber en el mundo, como decía el sabio de mi abuelo, y a mí me debió tocar el palito más corto (¿o era el más largo? Vete tú a saber). ¿Veis? Ya me estoy quedando yo como la Sarah Soliña de mis amores, que todo se pega menos, evidentemente, la hermosura.

Cuando leí las dos entregas anteriores de Las Soliña, pensé que ya más no le podía descarrilar la imaginación a Gema Tacón, pero anda que no estaba equivocada. Noniná... Las Soliña. Brujas, ángeles y demonios celebran la Navidad (2023) es una ida de olla maravillosa. Imaginad a un grupito de personajes sobrenaturales escondidos en un sótano cada uno a hacer sus cositas y, ¡tachán!, de repente aparece la cabra alcohólica barra oráculo barra tocapelotas máxima y los encierra a todos en una preciosa bolita de esas navideñas con su nieve dentro y todo. Como un escape room pero sin entender un caraj... lo que tienen que hacer para poder salir, ya que el mensaje que les deja más críptico no puede ser. ¿Lograrán los diez personajes entenderse y cumplir las expectativas de la caprina beoda? Menudo disparate de bolas y muñecos de nieve, hechizos y besos, alas, cuernos y rabos (sí, rabos, de todos los tipos). 

Gema Tacón consigue en este relato de poco más de 80 páginas que nos ríamos lo más grande, pero también nos pellizca el corazón a ratitos. O a mí al menos, que últimamente a moñas no me gana nadie. Ni a perturbada, que puedo llorar y reírme siete veces en la misma página. Si podéis, leedla, y dejad que su magia os descacharre la cabeza más de lo que ya la podáis tener. ¿O a vosotros no os gustaría que os metieran en una bola de cristal con nievecita y os obligaran a ser lo que realmente sois y a sentir aquello de lo que estáis huyendo?

lunes, 26 de mayo de 2025

Las Soliña. Brujas, sapos, ángeles y demonios, de Gema Tacón


Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, y suele atinar bastante en eso la sabiduría popular. Sin embargo, casi toda regla tiene su excepción y, en este caso, la norma deja de cumplirse cuando de libros se trata. Esa sensación de terminar un libro y que te puedan las ganas de saber qué ocurre con los personajes en el siguiente es incomparable. Y, si hablamos de las locuras de la Tacón, ya para qué contar... Como un cencerro es poco, pero qué cencerro más maravilloso (que no se note que estoy tratando de darles jabón a las vacas y a las cabras sicarias, ¿eh?).

Si en la primera entrega de Las Soliña disfruté como una cría con el berenjenal paranormal y surrealista que había escrito la gaditana, solo deciros que la segunda, Las Soliña. Brujas, sapos, ángeles y demonios (2023) la he devorado en dos tardes (bueno, puede que alguna hora noctura también) y la he gozado como una enana, aunque en esta me haya hecho soltar un par de lagrimillas. Tras el final apoteósico de la entrega anterior, el mundo de las Soliña se ha quedado un pelín patas arriba, aunque seguirán haciendo de las suyas hasta lograr que nos tronchemos de risa. La trama de la novela comienza con Sarah, la bruja más encantadora y locuela que conozco, encerrada en su habitación, triste y apática. Ay, el mal de amores que no da tregua ni a los seres sobrenaturales. James lleva días desaparecido en compañía de una angelical tetona, sin conexión mental alguna con su brujita preferida. Lo que no saben en la Tierra es que el hechicero descubrirá su origen en el Cielo, y volverá con la misión de salvar a la humanidad de un nuevo Diluvio Universal. Al parecer, cierta Soliña inquieta, con su peculiar manera de viajar a lomos de un estornudo, ha abierto demasiadas grietas en el velo que separa el mundo de los vivos y el de los que ya no lo están y, o consiguen atajar el problema, o...agua para todos. Entre aventura y aventura de nuestra protagonista, Sarah, que parece no dar pie con bola, iremos desvelando más misterios sobre su vida a la vez que conoceremos personajes nuevos. A los que ya aparecían en la entrega anterior se unirán ahora ángeles y demonios para romper estereotipos y hacernos dudar sobre el Cielo y el Infierno. Ah, que queréis saber más... pues a leerlas se ha dicho (y en orden, que si no luego no os enteráis).

Fiel a su estilo, Gema Tacón vuelve a ofrecernos en esta segunda parte de Las Soliña una mezcla que no sé bien cómo definir pero que me encanta. Que tiene arte es un hecho, porque a ver si no quién consigue que convivan en las mismas páginas unas brujas desquiciadas y desquiciantes pero entrañables, hechiceros mestizos y sus Pinochos, un cónclave sobrenatural para tirarse de los pelos, ángeles de blanco Neutrex con demonios encerrados, ninfas vengadoras, monjes asesinos y posesiones de lo más salido...sin olvidar un gremlin del infierno, un sapo fantasma y lamedor y una cabra alcohólica que...bueno, mejor dejemos a la cabra tranquila. Y no me enrollo más. Si queréis disfrutar de ratitos de lectura donde no os falten las carcajadas (que si, que alguna lagrimilla también), no os perdáis a Las Soliña. Yo voy de cabeza a por el siguiente.

domingo, 25 de mayo de 2025

Las Soliña. Brujas, sapos, cabras y sanguijuelas, de Gema Tacón

Desde pequeñita siempre me gustaron las brujas. Desconozco el motivo, pero nunca inspiraron en mí el terror que se esperaba (será que lo de no acatar las normas fue el don con el que fui bendecida al nacer). En lugar de miedo cuando las nombraban, lo que sentía era una enorme curiosidad. La bruja Curuja, su homóloga Piruja, la madrastra de Blancanieves y la que trató de engordar a Hansel y Gretel para comérselos sin duda fueron las heroínas de mis primeros años de lectura. ¿Sería la malvada Bruja del Oeste que aterrorizaba Oz verde de verdad? Ya desde niña fui consciente de que se las trataba fatal en el imaginario colectivo, y eso que aún no sabía nada de la Santa Inquisición... cuando supe del Santo Oficio todo empezó a encajar. Samantha, la bruja que movía la nariz, me decepcionó un poco, pero la que rompió mis esquemas de forma brutal fue la bruja Avería, que me causaba (y me causa) pavor y fascinación a partes iguales. ¿Que por qué esta disertación brujeril a estas horas de un domingo por la mañana? Pues porque los personajes de la novela que acabo de terminar son brujas y hechiceros acompañados de sapos y cabras fantasmas. Pinta bien, ¿verdad? Y si os digo que la autora es Gema Tacón, pinta mejor todavía, ¿a que sí?

Hoy os traigo Las Soliña. Brujas, sapos, cabras y sanguijuelas (publicada en 2023), la primera entrega de una saga que garantiza dos cosas básicas: excelentes ratos de lectura y numerosos episodios de risa que hace que la gente te mire un poco regular cuando estás leyendo en la playa. Gema Tacón combina en esta saga una especie de fantasía urbana con los mejores ingredientes de la comedia familiar y romántica (y algún puntito de nudo en la garganta también, ¿eh?), sumergiendo al lector de inmediato en un mundo de brujas y otros seres mágicos. Las Soliña son el aquelarre más poderoso que se ha visto en los últimos siglos. Todas menos Sarah Soliña, la protagonista, cuyos poderes se limitan a hablar con animales muertos y a desaparecer cuando estornuda, apareciendo en el primer lugar que se le pasa por la cabeza de formas un tanto embarazosas. La acompaña siempre una ricura de sapo del Más Allá y pronto se unirá a ellos una cabra que también está más para allá que para acá... Pero, ¿por qué empieza la novela con Sarah crucificada en top less y rodeada de vacas? Os lo va a explicar, pero tendréis que esperar unos cuantos capítulos para averiguarlo, y mientras tanto conocer a las Soliña en plena preparación de su viaje a la reunión anual de aquelarres, donde Sarah tendrá que hacer gala de sus poderes para obtener el certificado oficial de bruja por derecho propio (todas las brujas han de hacerlo al cumplir los 21 años). Sin embargo, Sarah no podrá llegar a hacer el esperado ridículo porque de repente un hecho inesperado provoca el caos en el macroaquelarre y su preocupación principal pasa a ser proteger y defender a su familia. Para ello, contará al mismo tiempo con la ayuda y la distracción que le aportará James, un misterioso y atractivo hechicero que la hará perder la cabeza en más de un sentido (si es que no la tenía ya suficientemente perdida). En medio de todo ese barullo, puede que Sarah y el lector empiecen a sospechar que a lo mejor, solo a lo mejor, Sarah no es el desastre de bruja que se nos presenta en las primeras páginas... pero tendréis que leer, porque yo no os pienso contar más.

Además de la excelente ambientación que permite al lector adentrarse en un mundo de seres sobrenaturales y visualizar a los personajes a todo color, y la divertida trama repleta de locuras, uno de los puntos fuertes de esta primera entrega de Las Soliña es ir descubriendo la extraordinaria relación que mantiene Sarah con su familia y los secretos que esta guarda, que intuyo van a dar mucho juego. Gema Tacón opta, de forma muy atinada, por la narración en primera persona, que elicita de inmediato la implicación y empatía del lector, y lo hace, como es habitual, de una forma muy ágil, directa y coloquial, concediendo a cada personaje su propia voz y marcando mucho cada una de sus personalidades, provocando que los queramos casi al instante. Una historia repleta de misterio, de enredos, de diversión y de carcajadas, pero también de una importante reflexión que queda clara como el agua en la nota de la autora. Dadles una oportunidad a Las Soliña y no os arrepentiréis (que os recuerdo que las arrugas de la risa son más sexys que las que salen por fruncir mucho el entrecejo).

sábado, 17 de mayo de 2025

Los nueve reinos, de Santiago Díaz


Qué gustazo descubrir la versatilidad de un autor al que admiras, y tener la sensación de que va a ser bueno escriba lo que escriba. Merece la pena salir de vez en cuando del género en el que nos sentimos más cómodos para disfrutar de novelas como la que acabo de terminar. En ella, Santiago Díaz cambia el negro que tan bien le sienta por un thriller histórico con tintes de novela de aventuras.

En Los nueve reinos (Alfaguara, 2024), Santiago Díaz cambia de registro y nos transporta a la época del reinado de los Reyes Católicos, relatando de forma espectacular, mediante una mezcla de datos históricos contrastados y pura ficción, la conquista de las Islas Canarias. La novela comienza con un breve episodio, allá por el s. I a.C., en el que un grupo de prisioneros bereberes se amotinan en el barco en el que son transportados hacia Roma como esclavos. Tras días a la deriva, son arrastrados por las corrientes hasta la isla de Tenerife, donde poco a poco construirán su propia civilización y vivirán ajenos al resto del mundo hasta que los Reyes Católicos deciden conquistar y cristianizar los nueve reinos en los que se divide la isla. A partir de ahí, viviremos la historia de un pueblo guerrero con unas costumbres y creencias peculiares conectadas al Teide y a la lava que contienen sus entrañas. Luchas por el poder, desavenencias personales y traiciones, amores y pasiones que transgreden las normas establecidas, sacrificios rituales y una encomiable lucha por la libertad. Asimismo, en otra trama ambientada más de dos décadas después, Santiago Díaz narra las vivencias de una esclava llamada Elena que desconoce sus orígenes, cuya perspectiva constituye un relato asombroso y ameno de la España de principios del s. XVI.

En Los nueve reinos, Santiago Díaz relata, apoyándose por supuesto en una deliciosa ficción, el controvertido origen y la inevitable caída de la misteriosa civilización guanche, así como los inicios del descubrimiento de América por parte de Colón. Si bien es cierto que el autor cambia radicalmente de género con respecto a sus publicaciones anteriores, también lo es que no olvida esa forma suya de narrar que tanto gusta a sus lectores. Agilidad, entretenimiento y un excelente engranaje de tramas y subtramas con multitud de personajes se combinan una vez más para atrapar al lector ya en las primeras páginas y no liberarlo hasta la última. En conclusión, un novelón con el que he disfrutado mucho y, además, me ha servido para aprender muchas cosas que no sabía. Echaré de menos a los "guacanchas" y a los "guañameñes". Si podéis, hincadle el diente, porque de seguro no os defraudará.

sábado, 10 de mayo de 2025

Jotadé, de Santiago Díaz


Desde la primera vez que leí El buen padre (que ha sido una de las pocas novelas que he leído dos veces), supe que el nombre del autor iba a convertirse en sinónimo de calidad. Luego, por unas cosas o por otras, he tardado un poquito más en leer las siguientes, pero ya tengo claro que de Santiago Díaz pienso leer hasta las listas de la compra que escriba. Me encanta su forma de comenzar, fuerte, a lo grande, la tensión continua que se vive en sus páginas y la agilidad con la que relata. Si Talión y la trilogía protagonizada por Indira Ramos me han hecho devorar letras, su última novela no iba a ser menos y he terminado de leerla con la boca abierta y ganas de más.

En Jotadé (Alfaguara, 2025), Santiago Díaz nos ofrece una obra de estructura compleja de alto suspense, pero de una maravillosa claridad y sencillez narrativa que invita a leer página tras página sin descanso. Diferentes hilos que se engarzan con precisión en una misma trama, diferentes escenarios, infinidad de indicios, pero nada previsible. El personaje central de la novela es Juan de Dios Cortés, Jotadé para los amigos, el subinspector gitano al que conocimos en la última entrega de Indira, un tipo peculiar e imprevisible que me ha enganchado hasta la médula. Ambientada en Madrid, la trama comienza con dos hombres a los que cuelgan de uno de los puentes que cruzan la M-30 tras ser eviscerados (vamos, que les sacan las tripas). Ello provoca un accidente en el que muere la hija pequeña del comisario, que no va a parar hasta dar con los asesinos, y quién mejor que Jotadé, que se desenvuelve como pez en el agua en ambientes criminales, para conseguirlo. El narcotráfico y la violencia intrínseca a este serán las bases en torno a las que Santiago Díaz construirá el argumento, serio pero al mismo tiempo entretenido. A esta trama el autor incorpora diversas historias personales que aportan al relato más interés aún si cabe. Lucía Navarro, a quien también conocimos en novelas anteriores, está en la cárcel y es misteriosamente trasladada a un centro de menores para seguir cumpliendo su condena. Allí conocerá a Andrea, un adolescente con una impactante historia. También conoceremos las idas y venidas de Hilario Garza, uno de los capos del narcotráfico y sus hijos, la relación de Jotadé con su ex, y la vida de Iván Moreno en el pueblecito donde se ha recluido tras los sucesos de Indira. Con esa habilidad a la que ya nos tiene acostumbrados, Santiago Díaz armoniza muy bien las diferentes historias y el resultado es espectacular.

Lo cierto es que Jotadé lo tiene todo para gustar a los lectores del género. Es una novela absorbente de una fuerza enorme. No se centra únicamente en la investigación de dos muertes violentas, ya que en sus poco más de cuatrocientas páginas narradas en capítulos cortos de gran dinamismo el autor pone también el foco en el narcotráfico, en ajustes de cuentas y asesinatos varios, en la experiencia de varios reclusos, y en relaciones personales y familiares. A la acción rápida se le suma entonces un relevante componente psicológico y, todo hay que decirlo, al autor se le da de lujo pellizcarnos la emoción entre tiro y tiro. Sin duda, una de las claves del éxito de la novela está en su protagonista, Jotadé un policía duro y sin pelos en la lengua que se frena poco o nada ante la adversidad. Un hombre sencillo, pero con una personalidad arrolladora. Desobediente e irreverente pero leal hasta el tuétano. Dentro y fuera de la ley al mismo tiempo. Un personajazo, vamos, de los que más me han gustado. Y del final, ni hablemos, que estoy ya deseando que publique el siguiente. ¿Hace falta ya que diga que os la recomiendo?


martes, 6 de mayo de 2025

Indira, de Santiago Díaz

Nunca me han gustado las despedidas. Se me dan fatal o peor en el mundo real, y con los personajes de los que me encariño me suele pasar lo mismo. Cuando la conocí lo primero que pensé fue: qué tipa más rara. Tras unas cuantas páginas, me acostumbré a ella y a sus excentricidades. Me he reído con ella, me ha hecho abrir los ojos como platos en ocasiones y rescatar el gel hidroalcohólico del fondo del cajón. A veces he pensado que si saliera del libro y viera mi mesa de trabajo cuando estoy en plena faena lo más seguro es que hiperventilara. He sufrido con ella y he llorado con ella (bueno, yo más que ella, que soy un trasto llorón). Pero todo tiene un final, sobre todo las buenas historias, y hoy toca decirle adiós a un personaje que me ha hecho plantearme muchas cosas y darme cuenta de otras. 

Con Indira (Penguin, 2023), Santiago Díaz pone el punto y final a la saga protagonizada por la inspectora Indira Ramos. La novela comienza de forma muy impactante, pero no comprenderá el lector el principio hasta el mismo final. A continuación, se encontrará a una Indira con una vida personal que parece estable (pero solo lo parece) pero con una faceta profesional de lo más enrevesado. Tras haber elegido en Las otras niñas al hombre de su vida, su relación con el inspector Iván Moreno es cada vez más tensa, a pesar de que cada uno lidera su propio equipo y trabajan por separado, hasta que el comisario les obliga a trabajar una vez más juntos. El caso del que deberán ocuparse va a ser una pesadilla: en una obra de Getafe aparece un cadáver, el primero de cinco enterrados en el mismo terreno. Personas en principio sin ningún nexo común. El único hilo del que tirar es el anterior propietario del solar pero, cuando van a interrogarle, se encuentran con que tanto él como su familia, asistenta incluida, han sido asesinados en su propia vivienda. Ante una investigación de tal complejidad, y bajo la presión de las altas esferas, que no desean que la atención del público se disperse de cara a las cercanas elecciones generales, Indira e Iván tendrán que colaborar sí o también para obtener resultados. Con lo que nadie contará es que, en mitad de esa investigación, las ansias de venganza de un ser abyecto les obligarán a enfrentarse al caso más difícil y doloroso de su vida, un caso que hará que se unan o se alejen para siempre.

Estructurada en cuatro partes y narrada en tercera persona a golpe de capítulo corto, lo que imprime gran agilidad al relato, Indira permitirá al lector completar el puzle conformado por sus distintas tramas al engranar las perspectivas de varios personajes. Por un lado, tendrá la trama de los cadáveres hallados en Getafe, conociendo sus vidas y lo que les ha llevado a morir. Mientras tanto, un indeseable recluso diseñará un maquiávelico plan para originar un motín en la prisión de Alcalá de Henares que le permitirá escapar y aplacar su sed de venganza. Además, la agente Lucía Navarro se reincorporará a su puesto tras los sucesos acaecidos en la anterior entrega, y los remordimientos no la dejarán vivir tranquila ni disfrutar de la compañía de Juan de Dios Cortés, alias Jotadé, la última adquisición del equipo de Indira, un perspicaz policía gitano que deberá luchar contra los prejuicios de unos y otros, y encontrar el equilibrio entre su faceta profesional y la lealtad hacia su familia. Todo un descubrimiento este personaje, de verdad. No me queda más que recomendar la lectura de la novela y deciros que váis a disfrutar con ella (a sufrir también, claro, pero es parte del juego), pero con la mente abierta y sin rezarle al dios de la justicia poética. Dicen que dar las gracias es una buena forma de despedirse, así que: gracias, Indira, y gracias, Santiago, por hacerla posible.




sábado, 3 de mayo de 2025

Las otras niñas, de Santiago Díaz

La mañana del 14 de noviembre de 1992 amaneció fría y convulsa en Alcàsser, un pueblo de Valencia del que muchos no habíamos oído hablar nunca. Las niñas Miriam, Toñi y Desirée, de catorce y quince años, no habían vuelto a casa la noche anterior, y comenzó a cundir el pánico en la pequeña localidad valenciana. Pronto comenzó una búsqueda que mantuvo al país entero con el corazón en vilo y se convirtió en un caso que tuvo un impacto mediático sin precedentes que provocó que en mi casa no se apagara la tele nada más que para dormir, por si aparecían las niñas. Setenta y cinco días después, las noticias del 27 de enero ponían fin a la poca esperanza que quedaba ya de hallarlas, pues habían encontrado sus cadáveres enterrados con signos de violencia sexual y física extrema. Detuvieron a uno de los agresores, Miguel Ricart, pero el otro, Antonio Anglés, logró fugarse y se cree que murió en las frías aguas de la bahía de Dublín tras saltar de un barco en el que viajaba como polizón. Pero, ¿y si no hubiera muerto y hubiera vivido durante décadas ocultando su identidad? Interesante, ¿verdad? Pues es en torno a esta premisa que se articula la novela que acabo de terminar de leer (y digo leer por no decir devorar, creedme).

En Las otras niñas (Penguin, 2022), segunda entrega de la trilogía protagonizada por la peculiar inspectora Indira Ramos, Santiago Díaz explora la posibilidad de que el sádico Anglés siguiera con vida y construye, a partir de esta hipótesis, una historia de alta tensión que me ha mantenido absolutamente pegada a sus páginas. Tras haber cerrado el complicado caso que se narra en El buen padre y con su vida personal en precario equilibrio, Indira Ramos se refugia en un pequeño pueblo extremeño en compañía de su madre. Tras tres años alejada del cuerpo de policía, debe volver si quiere mantener su plaza, y su regreso no va a ser precisamente un camino de rosas. Las relaciones (personales y laborales) con el ahora inspector Iván Moreno van a ser muy tensas (por decirlo con suavidad), sobre todo cuando le haga participe de un "pequeño" secreto que le ha ocultado durante todo ese tiempo, y el caso al que van a tener que enfrentarse no va a ser precisamente fácil: a raíz del atraco a una gasolinera, la dactiloscopia arroja un resultado inesperado, al hallar una huella de Antonio Anglés. A pesar de detenerlo, legalmente el crimen de Alcàsser ha prescrito, por lo que Indira e Iván, que no se resignan a que quede libre, deberán hacer lo imposible por encontrar en el pasado del asesino algún delito por el que pueda ser encausado. Con esta trama principal, Santiago Díaz combinará otra trama ética y moralmente compleja en la que se verá inmersa de manera personal otra policía del equipo de investigación y dotará a la novela de más tensión aún si cabe.

Estructurada en capítulos cortos y narrada en tercera persona, Las otras niñas es sin duda una novela arriesgada puesto que parte de un crimen real que en su momento conmocionó a toda España y copó durante semanas el panorama mediático; sin embargo, no es este el foco de la novela, sino el planteamiento de qué ocurriría si el autor material de tan atroz crimen resurgiera de entre las sombras de su presunta muerte. Ficción es ficción, y quien no esté dispuesto a comprenderlo quizá debería dedicarse a otros menesteres. El estilo de la prosa de Díaz es sobre todo ágil y tremendamente visual, enganchando al lector a sus páginas sin posibilidad de tregua, ya que tanto interés despiertan las tramas del presente como las del pasado, donde conocemos cómo se forjó la nueva identidad del asesino. A lo anterior se une una excelente construcción de los personajes, equilibrados con sus caras y sus cruces, y alguna vuelta de tuerca que no esperábamos. Solo me queda deciros que acabo ya, porque estoy desando hincarle el diente a la siguiente.

Ofrenda a la tormenta, de Dolores Redondo

Trust I seek and I find in you Every day for us something new Open mind for a different view And nothing else matters. (Nothing ...