martes, 22 de agosto de 2023

Donde haya tinieblas, de Manuel Ríos Sanmartín

...donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría...
(Fragmento de la oración franciscana por la paz)

"Pecado" y "culpa" son dos conceptos de raigambre judeocristiana que han trascendido los márgenes de la doctrina religiosa y han permeado los diferentes estratos de la sociedad civil. Cambien la palabra "pecado" por "transgresión" y hallarán la versión laica del cuento. Como ejemplo, podríamos señalar que tanto ciertos programas de televisión como las redes sociales se han erigido en virtuales campos de batalla donde se libran las nuevas cruzadas, en desnortados púlpitos desde los que se proclaman catecismos pelín trasnochados, en postmodernas aras de juicio y de venganza. La justicia divina de la estulticia en masa a un solo click. Somos un estado con etiquetado laico fraudulento, qué le vamos a hacer. Manuel Ríos Sanmartín, director, productor, guionista de cine y televisión, y escritor al que acabo de leer por primera vez, combina esta coyuntura social con ingredientes de una investigación de primera y el resultado es una novela absolutamente magnífica (y negra, muy negra).

Donde haya tinieblas (Planeta, 2021), thriller de ritmo marcado y trama intensa, comienza con la desaparición en Madrid de una joven modelo rusa. La chica había viajado a la capital española para asistir a la inauguración de una tienda de lencería de una marca de primer nivel, pero no acudió al evento. Se hará cargo del caso un equipo de la UDEV (Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta), liderado por los inspectores Martínez y Pieldelobo. Sin embargo, lo que parecía un secuestro se complicará con la aparición de un cadáver en el altar de la pequeña Ermita de la Virgen del Ara, en Extremadura. A partir de ese momento, el autor demuestra su habilidad urdiendo una trama efectista en la que se van a mezclar diferentes líneas de investigación, relacionadas con la prostitución de alto standing y la doctrina cristiana, que llevarán al lector a distintos enclaves sagrados de la geografía española. Aparte del excelente engranaje de la trama, otro de los elementos clave de Donde haya tinieblas es el antagonismo de sus personajes principales. El inspector Martínez y la inspectora Pieldelobo son seres radicalmente opuestos, tanto en su modo de ver la vida como en su forma de investigar, con un punto importante en común. Al caos de un baby boomer algo carca con una divertida dispersión mental (me he reído mucho con él, y también me ha hecho llorar) se le opone la tozudez cuadriculada y feminista de una millennial que me ha sacado de mis casillas en más de una ocasión y a la que más tarde he comprendido (sin justificar su basura de carácter, que conste). No obstante, ambos tienen carisma de sobra y apostarán por entenderse en más de un plano. ¿Qué? ¿Ya les ha picado la curiosidad?

Con un ritmo ágil marcado a golpe de capítulo breve y una prosa intimista (lo narra el inspector Martínez en primera persona), sencilla y de una plasticidad tremenda, Manuel Ríos Sanmartín consigue en Donde haya tinieblas un thriller de acción de primera calidad que pone su foco de atención en el arma de doble filo que suponen las redes sociales (información vs. sobreexposición) y en una reinterpretación sui generi del Génesis (imagino el arduo trabajo de investigación previo a la escritura, dada el peso en la obra de la iconografía religiosa), así como en elicitar en el lector reflexiones en torno a la violencia y el machismo derivadas del discurso de sus personajes. Más que recomendable lectura. 



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