Último día del año. Última reseña de 2022. Acabamos este año que ha sido un poco bastante regular en cuanto a lectura (he podido leer poquísimo) con fantasía, con Silvana de Mari, una autora italiana poco reconocida como tal quizá por sus polémicas declaraciones sobre la homosexualidad. Controversias aparte –literatura es, al fin y al cabo, literatura–, llegó a mis manos por casualidad y hoy es la encargada de despedir el año lector en Libridinosum.
Silvana de Mari es principalmente conocida por la obra que nos ocupa, El último elfo (Belacqua, 2004). Publicada originalmente en italiano en 2004 y traducida posteriormente a 18 idiomas sin mucha unanimidad en la elección de título (en algunos países fue publicada como El último dragón), esta novela de fantasía a caballo entre el público juvenil e infantil (nada de sexo, poca sangre y ninguna complejidad en la trama) consta de dos partes. En la primera, "El último elfo", se nos presenta al protagonista (de nombre impronunciable y demasiado costoso de transcribir) cuando huye, de niño, de su lugar de origen tras unas inundaciones que, al parecer, han acabado con todos sus congéneres. En un mundo donde los elfos son seres proscritos, su camino se cruza con el de dos humanos que, pese a sus reticencias iniciales, lo protegen y juntos, emprenderán un camino que dará con sus huesos en las mazmorras de la ciudad de Daligar. Allí, mientras escapan, descubrirán grabada en piedra la profecía que a partir de entonces guiará sus pasos. El último elfo habrá de encontrar al último dragón, y juntos deberán romper el círculo que restaure el equilibrio meteorológico de la tierra. En la segunda parte, "El último dragón", cuya acción transcurre trece años después del fin de la primera parte, el joven elfo deberá cuidar de un bebé dragón, hijo del viejo Erbrow, enseñarle a volar (ardua tarea para una criatura sin alas) y evitar que lo calcine todo con sus berrinches. Cuando aprenda a volar, el reptil alado reconfigurará sus habilidades lingüísticas e intelectuales, que le fueron transferidas antes de romper el cascarón, y ayudará al elfo en la culminación del cumplimiento de la profecía. Encontrarán a Robi, hija de los humanos que salvaron al último elfo y, todos juntos, liderarán a una muchedumbre de desheredados hacia la orilla del mar, hacia la libertad.
Pese a la simpleza de la trama, lo cierto es que he disfrutado de El último elfo. Al principio, sus pretensiones élficas de precisión en el lenguaje y su desconocimiento de parte de las expresiones que utilizan los humanos generan situaciones de lo más cómico. Luego, el pequeño de orejas puntiagudas se gana un lugar en el corazón del lector con su bondad, su ternura y su visión sencilla del mundo. Obra apta sin lugar a dudas para las almas lectoras repletas de inocencia.
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