martes, 14 de junio de 2022

La rosa de los cuatro estados II. Lágrimas de fuego, de Amador Peña

Ya habré escrito alguna vez (seguro) en este blog que sé que algo me gusta realmente cuando quiero más. Hay historias y personajes que pasan por nuestras vidas lectoras sin pena ni gloria, que no nos demandan más allá de lo leído hasta el momento de finalizarlas. Otros, sin embargo,   nos cautivan tanto y espolean de tal modo nuestra curiosidad que necesitamos –irremediablemente– avanzar en ellos hasta conocer el desenlace de desenlaces. Si encima son sagas que constan de más de dos títulos (y no nos percatamos antes de empezar a leerlas) nos obligan a ejercitar la virtud de la paciencia. Y en esas me hallo yo, metafóricamente mordiéndome las uñas, deseando saber qué les ocurre a Lulcio y a sus compañeros de viaje en su intento de salvar el Viejo Elion.

Acabo de leer la última página de La rosa de los cuatro estados II. Lágrimas de fuego (Ediciones Arcanas, 2019), de Amador Peña, y ya me pregunto cuándo (¡¡¿CUÁNDO?!!) se publicará el siguiente título de la saga. Tras el final –esperanzador por un lado, inquietante por otro– de la primera entrega (ver entrada anterior del blog), nos encontramos a un Lulcio más crecido, más maduro, capaz ya de tomar ciertas decisiones. Con uno de sus compañeros herido de gravedad en el Bosque de Cromos, y otro escindido del grupo con la intención de encontrar aliados que les aporten número y fuerza en su lucha, lo que conciben como una separación momentánea (para intentar salvar la vida del herido) deriva hacia el desastre. Lulcio y su tío Lesmes son capturados por los perseverantes grecos, que los conducen hacia la fortaleza de Aktum. Irineo queda al cuidado de Ercilia y de sus nuevas hermanas las sirenas, que arriesgarán su eterna belleza por ayudarlos en su misión. El hechicero Gerclass y el leñador Lizauro seguirán el rastro de Lulcio y Lesmes para rescatarlos, hasta darse de bruces con una amenaza que los hace desistir en su empeño y encaminarse hacia el desierto de Barum en busca de Evelio, el segundo de los Prestél que duerme bajo el hechizo de Aktum. Mientras tanto, el cazador Delio sufrirá lo indecible para recabar el apoyo de los francos, cuyo objetivo es acabar con los cuatro Prestél y poner fin así a los poderes del hechicero malvado. En el lado oscuro tampoco marchan muy bien las cosas: Lulcio se esfuma de su prisión con inesperada compañía, mientras una figura enormemente poderosa le recuerda a Aktum que debe restaurar el equilibrio del Viejo Elion si quiere continuar su proyecto. Para colmo de males, la maldición de Prisca (la madre de Aktum) es cada vez más evidente e incontrolable. ¿Quieren saber más? Pues ya saben, léanlo.

Una trama muy sólida, unos personajes bien construidos que se definen tanto por sus acciones en el presente como por sus vivencias en el pasado, y hasta un par de dragones son algunos de los alicientes para embarcarse en esta aventura de espada y brujería. Además, en esta entrega, aparte de magia, batallas y criaturas fantásticas, tenemos nuevos elementos que aderezan la intriga. Por un lado, la interacción de Lulcio con jóvenes de sus edad que lo colocará en una posición de liderazgo. Por otro, esa emoción indefinible que surge de un primer beso, de una primera complicidad. Esa que nos aloja bellos insectos en el estómago y nos impulsa a acciones descabelladas o ilógicas. ¿Sabrían ustedes ponerle nombre? 

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