jueves, 2 de junio de 2022

La noche de los Niños Eternos, de Francisco Javier García Hernández

Quienes me conocen o me siguen ya sabrán que la lectura es una de mis mayores pasiones, y que disfruto de prácticamente todos los géneros literarios. También sabrán que mi debilidad es la literatura fantástica. Es mi principal herramienta de desconexión en estos momentos. Abrir un libro y que desaparezcan los problemas, la rutina, y hasta este calor que ya me está pareciendo insoportable. Hoy les vuelvo a traer narrativa fantástica juvenil –que por fortuna goza cada vez de mejor salud–, con una obra que me ha traído a la memoria (con mucha emoción, por cierto) la fantasía heroica de la entrañable Historia interminable de Michael Ende. Qué quieren que les diga, lo de salvar un mundo mágico me fascina hasta límites indescriptibles.

La obra se titula La noche de los Niños Eternos (Raspabook, 2015) y a su autor, Francisco Javier García Hernández, lo conocí como ilustrador de Las aventuras del piloto Rufus, de Manuel Moyano (también de Raspabook). García Hernández construye en esta novela una historia maravillosa repleta de aventuras, y con un bello mensaje que el lector ya irá intuyendo conforme avanza en la lectura. Nos presenta a Alabilú, el protagonista, un joven duende, en una inquietante noche de tormenta que le cambiará la vida, aunque no será consciente de ello en ese momento. Al día siguiente, la gran familia de Alabilú, al igual que los demás habitantes de La Ladera, se sumergirán en una jornada frenética de preparativos para la Gran Fiesta preludio de la llegada de los esperados Niños Eternos, portadores de un mensaje de vital importancia para la comunidad. Ese mensaje será transmitido a través del Eslabón, cuya elección siempre es un misterio. En esta ocasión, será Alabilú el elegido, por circunstancias completamente opuestas a las deseadas. Los Niños Eternos y el mundo en el que vive están en grave peligros. Seres oscuros y malignos acechan en las sombras dispuestos a acabar con la luz y la bondad e instaurar su reinado de dolor y desesperanza. El valiente Alabilú, junto con su inseparable Búho Kruku (que no es un búho en realidad), Brillúbilla (la reina de las Hadas de la Luz), la Bruja Libélula y otra serie de personajes simpáticos y pintorescos tendrá que involucrarse en una búsqueda arriesgada, sorteando todo tipo de peligros y circunstancias insólitas, que pondrá fin a la siniestra amenaza. Para ello, deberá enfrentarse a las Brujas Negras, los Gatos Aparentes y otra serie de criaturas que intentarán boicotear su complicada misión. Finalmente... Y se habrán pensado que se lo voy a contar. Si quieren saber, pasen y lean, señores.

Reconozco que aunque al principio de la lectura me pareció que La noche de los Niños Eternos era demasiado junior, no tardé en darme cuenta de que estaba equivocada, al engancharme a las pocas páginas. Uno de los alicientes de la obra es la fascinante capacidad imaginativa del autor a la hora de crear criaturas mágicas peculiares, asombrosas, extravagantes e incluso, en ocasiones, disparatadas, que más de una vez te hacen sonreír, y denominarlas de formas divertidas, literales e incluso poéticas. Las descripciones de los escenarios son minuciosas y, sobre todo en lo referente a paisajes naturales, rebosantes de belleza. Su modo de pintar la luz con palabras es sencillamente prodigioso. En resumen, una lectura muy adecuada para juniors de cualquier edad. 

1 comentario:

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