Pocas emociones conozco en la vida como la que provoca comenzar una obra y y tener que dedicar cada uno de tus momentos de asueto a devorarla porque no aguantas un minuto más sin saber qué les ocurrirá a sus personajes. Desear durante todo el día el ansiado momento en que te encuentras con sus páginas y te pierdes en ellas. Querer avanzar y saber pero, al mismo tiempo, ser consciente de que estás disfrutando tanto que realmente no quieres terminarla. Es un auténtico regalo encontrar obras así.
Hoy os hablo del segundo volumen de la saga de fantasía de Carola Vercaigne, que lleva por título Imperia. Portadores de luz (Editorial Palabras de Agua, 2018). Reconozco que hacía tiempo que no había devorado un libro con tantas ganas como lo he hecho con este. En Imperia. Portadores de luz partimos justo del momento final de Imperia. Los predestinados, con los cinco jóvenes (sí, sí, eran cinco) a punto de dejar atrás su amurallada ciudad y cruzar el umbral que los conducirá al otro lado, al universo oscuro y salvaje que les enseñaron a temer desde el mismo momento de su nacimiento, empujados por la necesidad de encontrar respuestas que les ayuden a hallar la solución que devuelva a sus petrificados congéneres a la vida. Acompañaremos a Eris, Daniel, Nathan, Yered y Zack a través de un bosque siniestro donde acecha el peligro, los veremos realizar proezas inimaginables hasta para ellos mismos, y compartiremos su sufrimiento al descubrir la gran mentira que, hasta ahora, les ha acompañado durante toda su vida. Los primeros habitantes de Imperia no fueron los únicos supervivientes tras la destrucción de la Tierra (por motivos que todavía no se nos desvelan). Hay otros ahí afuera, y constatan este hecho al vislumbrar la Ciudad del Abismo, primera de las ciudades del Reino de Liras, gobernado por un esperpéntico personaje y cuya estructura social es radicalmente distinta a la imperiana. En este nuevo territorio, los cinco chicos vivirán una serie de experiencias que les harán crecer y pondrán a prueba su capacidad de modelar su carácter imperiano en su propio beneficio. ¿Lograrán nuestros protagonistas su objetivo? ¿Les serán de ayuda los lirenses? Si quieren saberlo, ya saben...
Ritmo trepidante, a veces frenético, personajes muy bien construidos –e insisto, muy humanos–, una bien lograda arquitectura narrativa, una complicada historia de amor (no podía faltar) y algún giro sorpresivo son algunos de los ingredientes de esta obra que me ha embelesado durante un par de días. Y ahora, si me disculpan, me espera la tercera entrega de la saga. Mientras tanto, ustedes, pasen y lean.
La verdad es que no soy muy devoto de la lectura de sagas, pero de la forma en que la pintas...
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