«Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias» (Eduardo Galeano)
Comienzo esta entrada con la célebre cita del periodista y escritor uruguayo porque, no sé si será una verdad universal que nos aplique a todos, pero está claro que no podría ser más certera en el caso del escritor-mercero que ostenta la autoría de esta obra, que no es otro que el molinense Paco López Mengual, un exepcional contador de historias que, encima, sabe escribirlas. No es mi afán adularlo (no se me suelen dar bien esas cosas), pero pocos le hacen sombra en ese terreno.
En esta ocasión, López Mengual nos invita a ponernos calzado cómodo y activar nuestra imaginación para dar Un paseo literario por las calles de Murcia (La Fea Burguesía, 2016) y dejarnos seducir por las historias de su historia, vivas en sus muros y en sus adoquines para todo aquel que quiera leerlas y disfrutarlas. En primer lugar, nos habla de "El árbol de Santo Domingo", un enorme ficus (enorme ahora, claro, pues han pasado más de 120 años desde que fue plantado) situado en la plaza bautizada con el nombre de tan descansado santo gracias a Ricardo Codorniu (personaje interesante este, responsable de la repoblación forestal de ciertas partes del Levante español). ¿Sabían ustedes que este anciano gigante llegó a Murcia como un pequeño esqueje desde Australia oriental? ¿Y que el inocente vegetal cuenta ya con tres muertos en su historial? Además, esa misma plaza donde está ubicado el ficus, la de Santo Domingo, fue testigo del ajusticiamiento público de "Jaime Alfonso el barbudo", un bandolero que sembró el terror en el sureste español durante el siglo XIX (impresiona leer la rapidez con la que pasa uno de villano a héroe y viceversa), y presenció "El milagro de San Vicente Ferrer" en el siglo XV, cuando el fraile quizá más peculiar de toda la cristiandad pronunció un vehemente sermón que expulsó, según el testimonio de los que allí estuvieron, al maligno de la capital murciana. Si el lector atraviesa el Arco de Santo Domingo llegará a otra hermosa plaza que le narrará, si tiene a bien escucharla, "La maldición del Romea", pronunciada por un fraile loco hace más de siglo y medio al contemplar la exhumación de sus difuntos hermanos de hasta aquel entonces su camposanto para edificar el Teatro Romea (leyenda o no, se siguen tomando ciertas precauciones que eviten que la maldición se cumpla). Fueron los alrededores del teatro maldito por aquel orate los que acogieron los primeros correteos y los juegos infantiles de Don José Echegaray y Don Jacinto Benavente, ambos notables académicos de la Lengua y premios Nobel de Literatura. Por lo que nos cuenta López Mengual, la capital murciana es la única del mundo que puede presumir de tener "Dos premios Nobel de Literatura". También en los aledaños del Romea, la calle Alfaro, una de las antiguas callejuelas que integraban la Murcia del siglo XVIII, tiene algo que contarnos: "El asombroso caso del caballero cornudo", cuyas astas eran protuberancias reales y no alusión metafórica a infidelidad alguna. Si los lectores continúan paseando por las páginas de esta ilustradora obra, llegarán al antiguo Pórtico de San Antonio, ahora calle Sánchez Madrigal, donde tuvo lugar “El crimen del hostal La Perla", quizá el más popular de los acaecidos en Murcia y el que propició la última ejecución pública realizada en nuestro país. También nos lleva el autor de la mano a conocer el antiguo Café Santos, centro neurálgico de las letras murcianas, donde tantas veces acudiera el grandísimo escritor caravaqueño "Miguel Espinosa" (injustamente ignorado por nuestras instituciones), y a la casa Díaz Cassou, sita en la calle de Santa Teresa, donde una dama de negro se asoma a un balcón acristalado para contemplar la Murcia que la vio nacer y morir demasiado joven, circunstancia que utiliza el autor para explicarle al lector la arraigada creencia murciana en "Las ánimas". Si aún les aguantan los pies y las ganas, sigan paseando hasta la misma puerta del Ayuntamiento, abran bien la mente y empápense de la historia de Antonete Gálvez, una de las figuras más destacadas del republicanismo federal español en el siglo XIX (lean, lean que fuimos los primeros independentistas y que incluso pudimos ser el 51° estado de E.E.U.U). Nuestro paseo finaliza en "La plaza de Santa Catalina" , lugar elegido por "La Santa Inquisición" para sus castigos ejemplares, por el Consejo de Hombres Buenos para sus primeras reuniones y donde se sitúa la vivienda donde nació el célebre actor teatral Julián Romea. El olor a pastel de carne de las calles que rodean la plaza viene acompañado por las andanzas de Charo Baeza, famosa murciana afincada en E.E.U.U.
Con los pies algo cansados de tanto andar y plena conciencia de lo ignorante que era acerca de muchas de las historias que cuenta el autor, acabo este viaje por el espacio y el tiempo de nuestra capital murciana agradecida por un lado y con la curiosidad muy despierta por otro. Procuraré caminar más atenta cuando transite sus calles para ver si a mí también me cuentan algo.
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