sábado, 12 de junio de 2021

La agenda negra, de Manuel Moyano

Es cierto que ya desde las primeras páginas de El amigo de Kafka –su descripción del ecosistema de la pensión Malabo es simplemente soberbia–tuve claro que leer a Manuel Moyano iba a resultar una experiencia de lo más gratificante. Verdad es también que ya había sido advertida (con mucho acierto, todo hay que decirlo) de la asombrosa calidad literaria de sus obras. Lo que no esperaba de ninguna manera es que fuera capaz de sorprenderme en cada una de ellas, ni imaginaba el poder de atracción que su prosa perfecta terminaría ejerciendo sobre mí.

La agenda negra, publicada por la editorial asturiana Pez de Plata en 2016, es la decimotercera de sus obras que cuentan ya en mi haber lector, y debo reconocer que me ha dejado algo descolocada. En concordancia con su título, la historia narrada en la obra es oscura, rozando el negro. Ulises Roma, la voz que en primera persona relata al lector lo acontecido durante las 154 páginas de la novela, es un hombre que, atormentado por la muerte de su esposa en un fatídico (y estúpido) accidente de tráfico, se deja engullir por un vórtice de caos y autodestrucción a todos los niveles. Una serie de circunstancias provocan que encuentre una agenda de tapas negras y contenido perturbador que lo obligará a relacionarse con una organización secreta de vengadores adeptos a la justicia retributiva y dispuestos a resucitar el obsoleto Código de Hammurabi. Y hasta aquí puedo contar sin destripar nada de la trama...

Un descenso al infierno íntimo donde pulsiones y límites morales y éticos libran sin descanso la batalla más encarnizada narrado con ritmo trepidante y la prosa adictiva de Moyano. Escenas truculentas y giros argumentales sorprendentes mientras el lector transita los luctuosos senderos de la duda: ¿qué es justicia?, ¿qué es venganza? ¿Hobbes o Rousseau? «Quizá la justicia no sea un mito menos fabuloso que la fraternidad o la solidaridad en esta sociedad de lobos», se nos dice en la primera página. Inquietante, desasosegante y adictiva. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aurora no se durmió, de Judith Romero

Cuando era pequeña me encantaba que me contaran cuentos. Mi madre me enseñó a leer muy pronto y comencé a leerlos a una velocida...