sábado, 8 de mayo de 2021

La memoria de la especie, Manuel Moyano

Hoy acaricio las últimas horas de un día inusual –empezó de un magnífico azul libidinoso y luego se tiñó de un gris plomizo y monocorde– leyendo las últimas páginas de una obra también inusual, una miscelánea de misceláneas: La memoria de la especie, de Manuel Moyano, publicada por la editorial Xordica en 2005.

Reconozco que tras acabarla he pasado un rato buscando el elemento común que aporte unidad al conjunto de textos que la integran, y me seduce la idea de que ese nexo sea la tragedia, tan propensa a excitar el morbo y la curiosidad de los lectores, pero no estoy del todo convencida. Percibo en el narrador un distanciamiento, una ironía, que me impele a dudarlo una y otra vez. Quizá sea que no existe un nexo común entre los distintos textos que la conforman, y puede que la obra sea un reflejo de las yuxtaposiciones casuales que se dan en el complejo Universo, ese engranaje caótico donde no somos más que microscópicas partículas de petulancia cósmica.

La memoria de la especie se articula en torno a cuatro apartados. El primero, titulado "Plaudite, amici", aglutina una serie de relatos exprés de la vida y, sobre todo, de las postrimerías de ciertos personajes célebres de las más diversas categorías. Cada texto va encabezado por la fecha de la muerte de la celebridad en cuestión, y resulta todo un reto intentar averiguar la identidad del personaje antes de que Moyano escriba su nombre en las líneas finales del texto. En el segundo apartado, "Archivo de atrocidades", el autor demuestra su valentía literaria al transformar acontecimientos extraídos de la sección de sucesos de algún periódico en verso clásico. Horror y lírica se toman de la mano con el único objetivo de provocar la perplejidad del lector. La tercera sección, "Interludio onírico", como su mismo título sugiere, consta de una serie de breves narraciones surrealistas derivadas de ciertos sueños inquietantes que asaltaron en su descanso a la mente creadora. El sueño del peluquero en su propio cuarto de baño me pone directamente la piel de gallina. La sección final es un "Bazar" de reflexiones personales (muchas de ellas relacionadas con el catálogo de dolores que aguijonean los textos precedentes) y aforismos, algunos de los cuales se instalarán en la memoria lectora de forma indefinida. Personalmente, yo me quedo con este: 

"De entre las atrocidades en que es pródigo el Universo, acaso ninguna mayor que nuestra aptitud para la tristeza"

Obra, como he dicho al principio, inusual, diferente a lo que hasta ahora he ido leyendo, pero escrita por Manuel Moyano y rubricada con su propio sello de calidad literaria. Acabar el día leyéndolo a él es, sin duda, de agradecer. 

1 comentario:

  1. Has captado espléndidamente el aliento de Moyano en este libro. Gracias por compartirlo con nosotros.

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