sábado, 23 de agosto de 2025

Las aguas sagradas, de May R. Ayamonte


Dijo el filósofo George Santayana que «quienes no aprenden de la historia están condenados a repetirla». La historia nos proporciona lecciones valiosas sobre el comportamiento humano y las consecuencias de determinadas acciones. Si hacemos caso omiso de estas lecciones, como suele ser el caso, corremos el peligro de cometer los mismos errores en un futuro. Por eso hay autores y autoras que, aparte de practicar el noble arte de la literatura, dedican su tiempo y su talento a rescatar la memoria de las garras del olvido. La novela que acabo de terminar es fruto de esa admirable labor y, además, de la innegable capacidad de su autora para integrarla en una trama donde el suspense está servido. 

Las aguas sagradas (Contraluz, 2023), de May R. Ayamonte, es una novela negra con alta carga histórica, social y política. En ella, y aunque se trata de una historia independiente, el lector volverá a encontrarse con Jimena Cruz, protagonista de Las niñas salvajes, cuatro años después de la resolución del caso de la Asesina de la Cruz. Gracias a horas de terapia, la periodista ha sido capaz de encontrar un cierto equilibrio, superar sus adicciones y afrontar las consecuencias del varapalo emocional que le supuso descubrir la dolorosa verdad. Como en la novela anterior, May R. Ayamonte juega con dos líneas temporales. Breves y misteriosos flashbacks nos remitirán a la Granada de los 50, los 60 y los 70, donde conoceremos a un personaje sin nombre que sufrió en sus carnes las aciagas consecuencias de una desgracia. El hilo del presente comienza en enero de 2021, cuando Jimena recibe una llamada de la policía de Granada solicitando sus servicios y su experiencia, pues ha aparecido en el centro de la ciudad un cadáver y la disposición de la escena del crimen evoca ciertas reminiscencias de los escenarios de la Asesina de la Cruz. Para poder encarar la investigación, la periodista solicitará trabajar en equipo con expertos en otras áreas. Así, contará con la colaboración de Gari Atxa, reputado criminólogo con el que surgirá una relación más allá de lo laboral, y con Fátima Suárez, la otra protagonista de esta novela, historiadora en proceso de acabar su tesis en la Universidad de Granada y con una situación personal compleja y delicada, ya que está intentando ser madre y no lo consigue. Pronto descubrirán que atrapar a este asesino es más complejo de lo que esperaban, y tendrán que emprender una carrera contrarreloj, pues aparecen unas pancartas en lugares señalados de la ciudad que parecen anunciar nuevas muertes. El asesino marca sus tiempos y deja una serie de pistas que tendrán que interpretar... Y no os cuento más porque merece la pena adentrarse en la novela con la mínima información posible. 

Como he avanzado al principio, en Las aguas sagradas el lector encontrará una combinación equilibrada entre la trama de novela negra, memoria histórica (pues una de las protagonistas es un bebé robado en los 80) y cuestiones de actualidad como, por ejemplo, la reproducción asistida y lo que ella implica, el patrimonio histórico y los secretos ocultos de una ciudad que fue y será siempre cruce de culturas. Se apreciará también la diferencia entre las voces de las dos protagonistas, dos mujeres muy diferentes que crearán entre ellas un vínculo genuino y sincero. Si queréis saber más, ya sabéis, a leerla.

viernes, 15 de agosto de 2025

Las niñas salvajes, de May R. Ayamonte

¿Os he dicho alguna vez que me encanta leer por primera vez a autores que no había leído antes y, acabada la lectura, saber que voy a continuar con ellos porque me han atrapado entre sus letras? Pues es lo que me ha pasado con la novela que acabo de terminar, una historia fascinante en la que un engranaje de secretos y memorias del pasado dan lugar a una trama repleta de misterio, venganza y redención.

Las niñas salvajes (Contraluz, 2022) es la primera novela que leo de May R. Ayamonte. Ambientada en las calles y alrededores de la cautivadora ciudad de Granada, está dividida en dos líneas temporales. La primera, y la más breve en extensión, se remonta a 1975 y nos sitúa en un colegio religioso de la ciudad andaluza, una institución que acoge a alumnas externas (cuyas familias viven lejos de los centros educativos) e internas, muchas de las cuales esperan una familia adoptiva. En ella, la autora nos cuenta las rutinas de las niñas, sus quehaceres diarios, sus juegos y sus ilusiones. Pasados los años, una de esas huérfanas está a punto de ser adoptada, y justo ese es el momento en el que la línea temporal del pasado establece el vínculo con la del presente de la narración, pues sus consecuencias arrastrarán hasta 2017. En esta trama del presente, Jimena Cruz, una periodista que no pasa precisamente por su mejor momento a ningún nivel, adopta el rol protagonista. Jimena trabaja en un periódico local de escasa relevancia escribiendo artículos que no la llenan hasta que una mañana recibe una llamada de su jefe anunciándole el hallazgo de un cadáver en una plaza de Granada. Jimena aún no lo sabe, pero esa noticia le cambiará la vida para siempre. A nivel profesional porque significa periodismo de investigación, que es la rama que la apasiona y, a nivel personal, porque la víctima resulta ser María, una religiosa que formaba parte de su familia. Con el afán de esclarecer la autoría del crimen, la periodista iniciará un proceso de investigación por su cuenta para el que contará con la ayuda de Hugo, su amante y uno de los policías asignados al caso, y deberá enfrentarse a su propia identidad, descubriendo que la verdad, en ocasiones, libera y condena a partes iguales.

La prosa de May R. Ayamonte es ágil y directa, sin rodeos, y pone en marcha con fluidez los engranajes de la trama. He de confesar que el personaje de Jimena Cruz no me lo puso fácil al principio. Me costó conectar con ella porque en muchas ocasiones me pareció tener delante a una niñata malcriada y exasperante. Aun así, su determinación y su carácter inquebrantable (vamos, una cabezota de manual) terminaron por ganarme la partida, y reconozco que su empeño en seguir adelante con la investigación contra viento y marea le añade a la trama un punto de tensión y de intriga que mantiene al lector atrapado hasta el final. Conforme avanzan los capítulos, se aprecia una crítica draconiana a la España de los 70 y a sus tremendas desigualdades sociales. Si bien es cierto que las descripciones de Granada podrían parecer excesivas a algunos lectores, también lo es que aportan una gran plasticidad al escenario y crean una atmósfera única y peculiar. En definitiva, Las niñas salvajes es sin duda una novela que engancha ya que su autora sabe contarnos bien su historia. Una novela para disfrutar y reflexionar al mismo tiempo, de esas que no se acaban al leer la última página. 

 

 


lunes, 11 de agosto de 2025

No detenga a mi ladrón, de Gema Tacón


Caos. Locura. Un disparate detrás de otro. Carcajadas que borran el gris de los días feos. Cuando piensas que ya ha superado con creces las barreras del desequilibrio mental (transitorio o no tanto), vuelve a sorprenderte una vez más demostrando que no, que siempre es posible un poquito más, que la imaginación no tiene límites, ni obedece a normas de este mundo ni de ningún otro. Que la magia de las letras es infinita al igual que su talento para plasmarla en negro sobre blanco. Veinte, que se dice pronto, son ya las obras que han visto la luz de la gaditana más majara de todas las dimensiones y todos los tiempos, y veinte son las que llevo leídas, gozadas al máximo y pidiéndole a las musas que no la abandonen nunca.

Su último homenaje a la magia de los libros y al nivel de insania que puede ocultarse bajo una pluma se titula No detenga a mi ladrón, está recién salido del horno y, como siempre, hace gala de su habilidad en la mezcla de géneros que dan al traste con cualquier atisbo de cordura. Una combinación de romántica-erótica (sin pasarse ni en lo uno ni en lo otro), intriga y suspense, y humor del más descacharrante. La novela empieza con un ladrón de identidades que recala en un transatlántico huyendo no sabemos muy bien de qué. Su intención , por supuesto, es la de pasar desapercibido y llegar a un nuevo destino donde empezar de cero, pero la suerte le tiene preparada una sorpresa que le romperá los esquemas y los planes. Todavía no ha puesto un pie en el barco cuando su camino se cruza con el de Isabella de la Cosa Pargo, una joven psicóloga y paradójicamente el colmo de la superstición, que se embarca junto a su excéntrica familia y su prometido ideal para celebrar una boda de ensueño en el Caribe. Ya os podéis imaginar que el flechazo es prácticamente instantáneo, y que la hoja se ruta de la una y del otro van a variar sustancialmente en una travesía donde los secretos, los disfraces y los DESPROPÓSITOS absolutos y con mayúsculas van a estar a la orden del día. Como si alguien hiciese una fusión literaria entre Vacaciones en el mar, una sitcom con toques picantes y Vídeos de primera. No os voy a contar más porque la gracia es ir leyendo y abriendo la boca hasta que se os desencaje la mandíbula.

La trama de No detenga a mi ladrón es muy original, fresca y altamente adictiva, con el toque justo de romance y erotismo para darle algo de vidilla, está narrada por las voces en primera persona de los protagonistas mediante escenas y diálogos que en numerosas ocasiones rozan el surrealismo más hilarante. Los personajes, siguiendo la línea habitual de la autora, son profundamente humanos, irreverentes y están como una orquesta de maracas. Mención especial a esa yaya mafiosa y camorrista que cree firmemente que Ramiro, su mascota gallina, porta el alma reencarnada de su difunto esposo, y a la prima lesbiana gótica que las mata siempre callando. Si queréis disfrutar un buen rato y reíros hasta la extenuación, no os la perdáis.

viernes, 8 de agosto de 2025

Lady Mayfair y la condesa muerta, de Gema Tacón


Princesas Disney en la treintena a las que no les suben los vaqueros de la cadera, científicas que se encogen y no de hombros precisamente, relaciones públicas de hoteles que la lían ya en su primer día de trabajo, gaditanas perdidas por el norte que sin comerlo ni beberlo se meten en la guarida del lobo, escritoras al borde de un ataque de nervios que por no escribir se dedican a juguetear con misteriosas cajas, wiccanas salvando el planeta, detectives irreverentes y adorables que resuelven tanto como enredan, brujas de estirpes variopintas propensas a todo tipo de desaguisados. Ángeles y demonios caídos o al menos tropezados, sapos fantasma deslenguados, seres mitológicos transtornadísimos y hasta una cabra con cierta tendencia al alcoholismo. No, esta enumeración no es la consecuencia de ningún desvarío ni ningún esguince cerebral (que podría serlo perfectamente, claro), sino un homenaje sincero y de corazón a los personajes de una autora que, sin que yo pueda remediarlo, se empeña en pintarles una sonrisa a los días que tienen pinta de andar un poco cuesta arriba. Ahora acabo de terminar su penúltima locura, y no puedo más que reconocer su talento, y esa maldita manera que tiene de hacerme soltar una carcajada en medio de misa si hace falta.

En Lady Mayfair y la condesa muerta (2025), Gema Tacón nos ofrece un cozy mistery adictivo y con esa mezcla de humor y ternura que solo consigue ella. En un ejercicio de escritura impecable y letras al servicio de la enajenación mental, Gema Tacón nos traslada a una pequeña aldea próxima al Londres victoriano (frecuentado por personajes como Jack el Destripador y el magnífico Sherlock Holmes, a quienes rinde debido homenaje), y elige como personaje central a Lady Audrey Mayfair (Dru para los muy amigos), una joven cuyo comportamiento dista bastante del apropiado a su status social y con una marcada tendencia a encontrarse en el lugar menos adecuado en el momento menos oportuno. En una de esas ocasiones, Lady Mayfair es la primera en llegar al escenario del crimen que sacudirá la tranquilidad de la villa: el asesinato de la Condesa Sandwish. Al ser la única presente cuando se descubre el cadáver, todas las sospechas recaerán sobre ella, en especial las del atractivo sargento de Scotland Yard, Arnold Merrit. En sus intentos por esclarecer la autoría del asesinato y alejar el escándalo de su apellido, Lady Mayfair logrará justo lo contrario, pues se encontrará en el epicentro o como mucho en los aledaños de nuevos escenarios criminales. Pero, ¿creéis que eso la detendrá? Pues no. Ni eso ni la amenaza que se cierne sobre su cabeza de pasar el resto de sus días en un convento. Tozuda e incombustible, irá a donde haga falta para hallar la verdad, incluso hasta la casa de una bruja, y contará con la inestimable ayuda de Frederick, el misteroso y también guaperas cochero de la familia, y de una ardilla con mucha mala follá (pero que luego dejará en mantillas a Chip y Chop, los Rescatadores) que responde al nombre de Lady Colitas. Eso sí, los arranques de la ardillita y la tableta del cochero acercarán su mundo al borde del caos. Suerte que cuenta con las dosis justas de cordura y protocolo que le imponen su queridísima señora Jones y Alfred, el mayordomo. ¿En que acabará todo este lío? ¿Encontrarán al asesino o irá Lady Mayfair presa? Ya sabéis ... a leerla si os ha picado la curiosidad.

En Lady Mayfair y la condesa muerta, Gema Tacón vuelve a engancharnos con una trama verdaderamente entretenida y fácil de leer que atrapa desde los primeros párrafos, concienzudamente documentada, lo que obra a favor de la ambientación y la verosimilitud del contexto del relato, apoyada también por la adaptación del lenguaje a la época en que se desarrolla. Está claro que Gema Tacón es una maestra en la mezcla de géneros, combinando el misterio, el suspense, su particular humor y ciertas pinceladas de ironía. Otro acierto, sin duda, son sus personajes, carismáticos, entrañables y con un alto grado de «adoptabilidad». Además, por la forma en que termina, sabemos que habrá más, y eso siempre es una buena noticia. ¿Que si la recomiendo? ¿Pero es que no os ha quedado claro ya?

jueves, 7 de agosto de 2025

Un fuego azul, de Pedro Feijoo


Avanza, lenta pero inexorable, la lectura de la infinita lista de pendientes de Libridinosum, y por fin le ha llegado el turno a Pedro Feijoo. Las opiniones sobre el autor y la novela leídas en redes eran inmejorables y, si sumamos a eso el hecho de que su nombre apareciera en la lista de autores invitados a Gata Negra, podríamos concluir que las expectativas estaban a un nivel bastante alto al inicio de la lectura. Pues bien, una vez acabada, confieso que la realidad ha superado con creces a cualquier planteamiento inicial. Sinceramente, me ha roto los esquemas ya que, si bien es cierto que en la mayoría de novela negra se explora y se reflexiona sobre la maldad, la difusa frontera entre la insania y la cordura, etc., en este caso lo que encontramos en las páginas de la novela, un thriller muy oscuro, duro y escrito con contundencia, es el MAL (con mayúsculas) en su acepción más genuina y brutal que, sin embargo, no es incompatible con cierto grado de empatía y con mi siempre latente debilidad por la justicia poética.

En Un fuego azul (Ediciones B, 2020), Pedro Feijoo se aplica en mostrarle al lector la capacidad y las posibilidades del ser humano para ejercer la maldad, coreografiándola en una serie de situaciones espeluznantes y escenarios cada cual más dantesco que el anterior (y no uso el término «dantesco» de un modo figurado). Tras unas primeras páginas que apuntan claramente a una purificación pirolítica, la Brigada Criminal de Vigo, con el inspector Mateo a la cabeza, encuentra en una vicienda, gracias a la llamada de un vecino, a una pareja de ancianos asesinados en una bañera de una forma peculiar, ya no solo por el tremendo ensañamiento, sino porque el escenario en sí parece querer trasladarles algún mensaje del criminal. Este será solo el primero de una serie de crímenes al que se tendrá que enfrentar la Brigada Criminal, crímenes que en principio no parecen tener más nexo común que la avanzada edad de las víctimas y un elevadísimo nivel de sadismo. Mateo y su equipo apenas tendrán hilos de los que tirar, y encontrarán grandes dificultades hasta para encontrar la identidad de los cadáveres. La conexión entre todos ellos se resumirá en una serie de interrogantes y de preguntas sin respuesta. Sin embargo, esas respuestas de las que carece el equipo investigador le irán siendo reveladas al lector en la dosis justa y necesaria para no querer abandonar por ningún motivo las páginas de la novela. Retazos de historia, flashbacks que nos conducirán de cabeza al infierno donde germinó la semilla de la maldad presente regada y abonada por la más abyecta depravación moral. De nuevo, nos hallamos ante una obra cuya negritud es infinita, en la que la trama policial quedará incluso subyugada por la disección del miedo y el dolor en estado puro. 

Un fuego azul es una de esas novelas desconcertantes en las que los giros argumentales se agazapan para coger al lector desprevenido. Aparte de la trama, uno de los puntos fuertes de la obra son sus personajes. Complejos y verosímiles, algunos serán la misma encarnación del mal. Sin embargo, una vez escuchada su voz tras superar el rechazo inicial, serán capaces de generar empatía, provocando un giro radical en nuestras emociones. Otra de las fortalezas de la obra es la forma de narrar de su autor, una mezcla de belleza y brutalidad a partes iguales, con profusión de diálogos que imprimen a la lectura un ritmo ágil, para construir una trama hilada a la perfección que mantiene altísimos los niveles de suspense y tensión narrativa hasta la última página. Absolutamente recomendable. Palabra de lectora.

domingo, 3 de agosto de 2025

Sinántropos, de Carlos Bassas del Rey


Hay páginas a las que el negro se les queda corto, muy corto. Oscuridades que nunca han atrapado la luz porque esta siempre viaja más rápido. Hay letras que dan forma a historias y hay cuchillos que las esculpen en las páginas a base de dolor y de la más abyecta de las miserias. Los futuros cadáveres no saben aún que lo son, excepto aquellos cuyos bonus de vida giran en torno a un único objetivo: la venganza. Ella es el leit motif de la novela que acabo de terminar, una historia durísima y narrada de forma prodigiosa. 

Sinántropos (Editorial Alrevés, 2022), es la primera obra que leo de Carlos Bassas del Rey y lo cierto es que me ha sorprendido gratamente, tanto por el planteamiento de la historia como por la exquisitez de la narración. Sinántropos son aquellos seres animales o vegetales que han desarrollado la capacidad de adaptarse a las condiciones ambientales de un entorno urbano impuestas por el hombre. Sinántropos son también los hombres y mujeres que habitan entornos en ruinas, en permanente amago de catástrofe, solo que no la ven porque nacieron bajo su auspicio, y que apenas viven porque emplean su aliento en sobrevivir. Así es Corto, el protagonista de la novela, un joven cuyo verdadero nombre se esfumó de los anales de la historia, que vuelve al agujero en el que nació diez años después de su misteriosa partida, vestido de traje y zapatos lustrosos, tan diferente al de antes que solo lo reconoce un chucho que en su ausencia ha cambiado hasta de nombre. ¿Por qué se marchó del barrio? Y lo que es más importante, ¿por qué vuelve ahora? Página tras página conoceremos las razones de su huida y de su regreso, suministradas a cuentagotas que generan altas dosis de suspense que incita al lector a devorar el libro. Solo os diré que durante esos diez años de ausencia, en la que los mafiosos del barrio tuvieron mucho que ver, Corto quiso llamarse Bruno y que, trabajando de escort conoció a Candela, una joven de clase alta responsable de que al chico le nacieran sueños alguna vez, pero... mejor lo descubrís vosotros si decidís leer la novela. 

Como he dicho al principio, Sinántropos es una obra durísima, para estómagos que soporten novelas negras que no se anden con contemplaciones. El barrio donde se desarrolla es puro escombro, material y moral; las relaciones entre quienes lo habitan son complejas y a menudo crueles; las jerarquías están claras, al igual que las consecuencias de no respetarlas. La violencia, intrínseca. Aparte de la historia, lo que me ha encantado es el estilo del autor. Que fuera revelando poco a poco las respuestas a tantas preguntas. La anáfora, el paralelismo, las copulativas y, sobre todo, la yuxtaposición que dota a la narración de un ritmo tan propio que en numerosas ocasiones la prosa coquetea con la forma de un verso. Además, Carlos Bassas deja patente en sus páginas su amor por el léxico, que utiliza con la precisión de un cirujano, incluyendo a veces tecnicismos de diferentes disciplinas que armonizan y contrastan a la vez con el resto. He disfrutado también sus continuas referencias a la literatura antigua, sobre todo al Antiguo Testamento y a la tragedia griega. En resumen, una novela que pisa fuerte y no se anda con rodeos narrada de modo exquisito. Os dejo uno de los fragmentos que más me ha gustado:

Ciertas personas no desean las cosas, sino el deseo de poseerlas; han nacido rotos, condenados a la insatisfacción, a no saciarse jamás, tienen una fuga por la que les gotea la felicidad (p. 167)

miércoles, 30 de julio de 2025

El hombre que mató a Antía Morgade, de Arantza Portabales

De ahora en adelante, el deber nos ordena sospechar los unos de los otros (Diez Negritos, Agatha Christie)

Hay citas que cobran pleno sentido tras leer algunos libros. Este es uno de esos casos. Arantza Portabales la escogió para encabezar la novela que acabo de terminar y la elección no pudo ser más acertada. No recuerdo si en alguna lectura anterior había barajado tantos sospechosos, pero en esta desde luego la lista es extensa, por lo que la intriga y el suspense de la misma estaban garantizados desde el inicio. 

El hombre que mató a Antía Morgade (Lumen, 2023), de Arantza Portabales, es la tercera entrega de la serie protagonizada por el inspector Santi Abad y la subinspectora Ana Barroso (¿me volveré a encontrar con estos personajes en el futuro? Espero que sí), una historia tremendamente compleja donde todos los tiempos verbales se reducen trágicamente a pasado. La trama comienza con el reencuentro de seis personas, que hace ya más de dos décadas cohabitaron el mismo piso de menores tutelados, la víspera de la Fiesta de Santiago Apóstol. Aunque las vidas de cada uno de los seis ha tomado diferentes derroteros, el regreso de uno de ellos a Galicia los reúne de nuevo en una cena donde solo cinco quedarán con vida. El pasado siempre vuelve a cobrarse sus deudas, y el suicidio de una de sus compañeras de piso, Antía Morgade, veintitrés años tendrá mucho que ver con los sucesos del presente. El principal sospechoso, según el testimonio de los afectados, es uno de los cuidadores que velaban por ellos en aquel piso tutelado, recién salido de prisión tras cumplir veinte años de condena por abuso sexual a menores que se encontraban bajo su tutela. Al mismo tiempo, la lógica dice que la explicación más sencilla sería que uno de los presentes en la cena fuera el asesino... Con esa complicada disyuntiva tendrán que lidiar Abad y Barroso, cuyas situaciones personales parecen haberse estabilizado, pero ya sabemos que todo lo que reluce no es oro. Una vez más, los investigadores tendrán que intentar dejar de lado esos sentimientos que los unen y los separan al mismo tiempo para hacer frente a un rompecabezas en el que se solapan pasado y presente.

Mediante capítulos cortos que imprimen agilidad al ritmo de la novela, en El hombre que mató a Antía Morgade, Arantza Portabales sumerge al lector en una historia en la que todo parece estar claro al inicio, pero que nos demuestra una vez más que las apariencias son engañosas. Una historia perfectamente estructurada repleta de misterio e intriga donde abundan los giros y cuyas páginas están pobladas de personajes que luchan o se rinden antes sus propios demonios interiores y encajan tanto en el rol de víctima como en el de verdugo, lo que provoca que la sospecha no tenga un objetivo claro en el que enfocarse. Los personajes son capaces de mostrar a la vez lo mejor y lo peor del ser humano, lo que les otorga un alto grado de verosimilitud. En definitiva, El hombre que mató a Antía Morgade es una de esas lecturas que, una vez empezadas, no se pueden soltar, por lo que no queda más que recomendarla.



Las aguas sagradas, de May R. Ayamonte

Dijo el filósofo George Santayana que «quienes no aprenden de la historia están condenados a repetirla». La historia nos proporc...