Hay autores cuyas letras desprenden tanto magnetismo que sus páginas te atrapan como luz a una polilla. Sus historias están narradas de una forma tan particular que, sin ser capaz de definirla, la reconoces al leerlas. La que acabo de terminar es la segunda novela que leo de Paul Pen, y encaja a la perfección con la descripción de las dos primeras frases. Honestamente, no sabría decir por qué me engancha tanto, si es por los personajes, por las historias en sí (que plasman en negro sobre blanco el lado más oscuro de la psique humana envuelto en una capa de asombrosa cotidianeidad), por su modo de generar suspense, o por una mezcla de todo, pero una vez empiezo no puedo parar de leer hasta que acabo con ellas.
La casa entre los cactus (Plaza & Janés, 2017), de Paul Pen, es un thriller de ritmo propio ambientado en el desierto del norte de Méjico. Entre arena y cactus, y alejados de cualquier signo de civilización, la pareja formada por Elmer y Rose han creado una vida idílica junto a sus cinco hijas, todas con nombre de flor. Elmer trabaja en una gasolinera a muchas millas de su hogar, Rose se ocupa de la casa y de sus hijas, y todos viven en un estado de felicidad aparentemente solo contaminada a ratos por las inquietudes de las hijas adolescentes. Sin embargo, esa balsa de aceite de sus vidas se verá alterada con la llegada de Rick, un joven excursionista que supuestamente realiza una caminata a pie por la zona. La aparición del muchacho provocará un súbito giro de ciento ochenta grados en su desértica existencia, y pondrá de manifiesto que nada y nadie son lo que parecen, excepto las niñas, ¿o ellas también? Los sentidos de los habitantes de la casa entre los cactus se pondrán en alerta y viajarán al presente recuerdos pasados, inconfesables secretos sepultados en la arena y en el tiempo que habrá que proteger a toda costa.
La casa entre los cactus resulta un thriller como poco inquietante en el que Paul Pen explora el lado oscuro, siniestro y malvado de la naturaleza humana, concretamente qué límites se pueden llegar a transgredir para hacer realidad los deseos, y qué fronteras somos capaces de cruzar por amor (sea este del tipo que sea). Su historia engancha desde la primera página, los personajes están construidos con un alto grado de verosimilitud y el lector entrará enseguida en su mundo y quedará fascinado por la devoción de Elmer hacia su familia, se agobiará con la excesiva protección de Rose sobre sus hijas o se inquietará por el hecho de que a veces sean cinco las niñas de las que se habla, otras veces cuatro, y otras solo tres, y sufrirá lo indecible con Rick, un personaje que generará empatía desde el primer momento. Suspense e intriga a raudales, y la boca abierta cuándo descubres qué está sucediendo realmente. Muy recomendable, en definitiva.