domingo, 30 de marzo de 2025

La casa entre los cactus, de Paul Pen


Hay autores cuyas letras desprenden tanto magnetismo que sus páginas te atrapan como luz a una polilla. Sus historias están narradas de una forma tan particular que, sin ser capaz de definirla, la reconoces al leerlas. La que acabo de terminar es la segunda novela que leo de Paul Pen, y encaja a la perfección con la descripción de las dos primeras frases. Honestamente, no sabría decir por qué me engancha tanto, si es por los personajes, por las historias en sí (que plasman en negro sobre blanco el lado más oscuro de la psique humana envuelto en una capa de asombrosa cotidianeidad), por su modo de generar suspense, o por una mezcla de todo, pero una vez empiezo no puedo parar de leer hasta que acabo con ellas.

La casa entre los cactus (Plaza & Janés, 2017), de Paul Pen, es un thriller de ritmo propio ambientado en el desierto del norte de Méjico. Entre arena y cactus, y alejados de cualquier signo de civilización, la pareja formada por Elmer y Rose han creado una vida idílica junto a sus cinco hijas, todas con nombre de flor. Elmer trabaja en una gasolinera a muchas millas de su hogar, Rose se ocupa de la casa y de sus hijas, y todos viven en un estado de felicidad aparentemente solo contaminada a ratos por las inquietudes de las hijas adolescentes. Sin embargo, esa balsa de aceite de sus vidas se verá alterada con la llegada de Rick, un joven excursionista que supuestamente realiza una caminata a pie por la zona. La aparición del muchacho provocará un súbito giro de ciento ochenta grados en su desértica existencia, y pondrá de manifiesto que nada y nadie son lo que parecen, excepto las niñas, ¿o ellas también? Los sentidos de los habitantes de la casa entre los cactus se pondrán en alerta y viajarán al presente recuerdos pasados, inconfesables secretos sepultados en la arena y en el tiempo que habrá que proteger a toda costa.  

La casa entre los cactus resulta un thriller como poco inquietante en el que Paul Pen explora el lado oscuro, siniestro y malvado de la naturaleza humana, concretamente qué límites se pueden llegar a transgredir para hacer realidad los deseos, y qué fronteras somos capaces de cruzar por amor (sea este del tipo que sea). Su historia engancha desde la primera página, los personajes están construidos con un alto grado de verosimilitud y el lector entrará enseguida en su mundo y quedará fascinado por la devoción de Elmer hacia su familia, se agobiará con la excesiva protección de Rose sobre sus hijas o se inquietará por el hecho de que a veces sean cinco las niñas de las que se habla, otras veces cuatro, y otras solo tres, y sufrirá lo indecible con Rick, un personaje que generará empatía desde el primer momento. Suspense e intriga a raudales, y la boca abierta cuándo descubres qué está sucediendo realmente. Muy recomendable, en definitiva. 

viernes, 28 de marzo de 2025

Quién recuerda a Theresa Baker, de Santiago Vera


Leer por primera vez a Santiago Vera en La vida secreta de Sarah Brooks fue todo un descubrimiento (dicho sea de paso, agradezco enormemente la recomendación). Me gustó su manera de narrar y cómo iba cocinando la trama a fuego lento, generando grandes dosis de intriga y suspense y manteniéndolos hasta el final. Disfruté y sufrí a partes iguales La última muerte en Goodrow Hill, obra donde la voz del autor gana en intensidad y la tensión dramática se mantiene en niveles altísimos página a página hasta llegar a un final como poco sorprendente. Con la novela que acabo de terminar, Santiago Vera cierra su Trilogía americana y lo hace con broche de oro, terminando de confirmarme que va a ser un autor al que siga obra tras obra con indudable garantía de disfrutarlas.

En Quién recuerda a Theresa Baker (Ediciones B, 2025), Santiago Vera vuelve a transportar al lector a una pequeña localidad de la zona central de Estados Unidos, de nombre Harmony Lake, un pueblecito de esos de estampa bucólica donde nunca pasa nada hasta que pasa, donde la apacible superficie oculta un fondo repleto de misterio y sórdidos secretos que a veces ni la muerte es capaz de borrar. La novela comienza con el asesinato de una mujer en las proximidades del cementerio de Harmony Lake. Las circunstancias de este crimen traen inevitablemente a la memoria el drama vivido en la misma población un año atrás, cuando el apodado "El Desfigurador" segó la vida de tres mujeres de un modo idéntico, al menos en apariencia. El inspector Baker, de la policía de Harmony Lake, no llegó a tiempo de evitar la última muerte a manos de tan abyecto criminal: la de su esposa Theresa y el hijo que portaba en su vientre. Baker acabó con la vida del asesino in situ. ¿Cómo es que ahora aparece el cadáver de otra mujer con la sonrisa dibujada a machetazos en el rostro? Que sepamos, de momento los muertos no resucitan...¿o sí? Con todo el dolor de su corazón, el inspector Baker, acompañado de Rebecca Sanders, Perkie y Collins, y los nervios a flor de piel del comisario Werner, deberá esclarecer la identidad del asesino luchando contra las agujas del reloj, reabriendo el caso que creyó cerrado con la muerte de Norman Greene y las heridas del alma que aún no han dejado de sangrarle. Para ello contará con la inestimable (e indeseada, al principio) ayuda de Declan Jacobson, periodista (escritor, dice él) del Stoneheaven Chronicle, a quien conocimos en La vida secreta de Sarah Brooks. No os cuento nada más de la trama, porque merece que la descubráis poco a poco, bailando al ritmo que marca el autor. 

En Quién recuerda a Theresa Baker, Santiago Vera vuelve a ofrecernos una trama altamente adictiva desde la primera página donde los giros inesperados y las sorpresas mantendrán al lector en vilo hasta el final. Su construcción de los personajes, impecable, y la generación de atmósfera que va acompañando el tono del relato en cada momento, magnífica. Si bien es cierto que las tres entregas de la Trilogía americana pueden leerse por independiente, recomiendo leerlas en orden de publicación para no perderse los crossovers que aparecen a partir de la segunda. Porque queda claro que las recomiendo, ¿verdad?

martes, 18 de marzo de 2025

Los amantes de Hiroshima, de Toni Hill


Hay caminos a cuyo final un lector llega con la satisfacción de haber alcanzado la meta y, al mismo tiempo, con la nostalgia anticipada de la despedida en ciernes. Hay personajes a los que uno/a sabe que va a extrañar, pues de un modo u otro le han tocado el alma y se han convertido en compañeros/as de vida durante unos cuantos días. Héctor Salgado y Leire Castro, protagonistas de la novela que acabo de terminar, que supone el colofón final de la trilogía iniciada en El verano de los juguetes muertos, son sin duda de ese tipo de personajes, y la saga que encabezan como caracteres, de la clase de sagas que va creciendo exponencialmente en cada entrega. 

Con Los amantes de Hiroshima (Debolsillo, 2014), Toni Hill pone fin (al menos de momento) a las peripecias vitales del argentino Héctor Salgado, y lo hace con una novela cuya complejidad ha aumentado con respecto a las entregas anteriores. A diferencia de estas, el autor comienza Los amantes de Hiroshima por el final: Héctor Salgado en una sala de interrogatorios preparándose para mentir, pero desconocemos acerca de qué. Lo siguiente que sabemos nos sitúa en mayo 2011 en Barcelona, cuyas principales plazas (al igual que las del resto del país) han sido invadidas por una multitud de indignados que pretenden hacer frente al poder establecido. Lejos de esas plazas, en una casa abandonada cercana al aeropuerto, se hallan los cadáveres de dos amantes, abrazados, envueltos en un sudario de flores y acompañados de una importante suma de dinero. Podría tratarse de una pareja desaparecida siete años atrás, un caso muy mediático que se cerró en falso tras no haberse hallado los cuerpos. Héctor Salgado y su equipo deberán hacerse cargo de la investigación, que resulta un puzle donde las pistas son demasiadas y dispersan la atención. Por otro lado, Héctor Salgado, junto a la agente Leire Castro (más juntos que nunca en todos los sentidos) seguirá investigando la desaparición de su ex mujer, Ruth, debiendo indagar donde jamás imaginó y llegando a unas conclusiones totalmente imprevisibles.

La trama de Los amantes de Hiroshima se bifurca en varios hilos que mantienen al lector en vilo hasta el mismo final, puesto que no solo interesa la resolución del caso que se plantea al principio de la novela, sino la de todas las subtramas, sobre todo la concerniente a la desaparición de la ex-mujer del inspector Salgado. Toni Hill nos plantea en esta obra una novela coral, con todos sus caracteres, con personalidad propia y alejados de estereotipos, muy bien definidos, tanto que las relaciones entre ellos conforman en gran parte la calidad y complejidad de la novela. Con un lenguaje claro, sencillo, directo, y unos capítulos cortos que se interrumpen en el momento justo y necesario, Toni Hill nos ofrece una trama bien urdida, compleja, una sesuda investigación policial en la que, por instinto, lo que en principio parece claro exige otro análisis para dibujar el escenario global del crimen. En resumen, una lectura más que recomendable.

jueves, 13 de marzo de 2025

Los buenos suicidas, de Toni Hill

Todos guardamos secretos. Inocuos en ocasiones, auténticos seísmos en otras. Solemos guardarlos para protegernos a nosotros y a los nuestros. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando los mantenemos ocultos por obligación, por presión de grupo, por no faltar a nuestra palabra dada en un momento de aturdimiento? ¿Y si las consecuencias de que no salgan a la luz son más nocivas que lo que acarrearía revelarlos? En la novela que acabo de terminar, el autor nos muestra con precisión el engranaje de un secreto, la mecánica de la mentira y el fruto ya podrido que de ella germina.

Los buenos suicidas (Debolsillo, 2012). Así titula Toni Hill, el autor, la segunda entrega de la trilogía protagonizada por el inspector Héctor Salgado, un thriller donde los personajes y su evolución tendrán tanta relevancia como los acontecimientos que conforman la trama. La novela comienza con un artículo de prensa firmado por la periodista Lola Martínez, con quien Héctor tuvo un affaire en el pasado, que relata el asesinato de una mujer y su hija a manos del marido y padre, Gáspar Ródenas, aparentemente un tipo normal con una buena posición laboral y económica y sin grandes problemas conocidos, y el posterior suicidio de este. Típico caso de violencia machista, ¿no? La noticia toma por sorpresa a propios y ajenos, ya que en principio Gaspar no era un individuo violento, no existían antecedentes de maltrato y la relación de pareja discurría por los cauces normativos. Unos meses después, la noche de Reyes de 2011, el inspector Salgado, insomne y en bucle desde la desaparición de Ruth, su ex mujer, recibe una llamada del agente Fort en la que se le informa de que una mujer ha fallecido tras arrojarse a las vías del metro. Se identifica a la suicida como Sara Mahler, secretaria de dirección de una conocida empresa de cosméticos donde también trabajaba Gaspar Ródenas. ¿Dos suicidios de trabajadores de la misma empresa en tan breve lapso de tiempo? Huele raro, piensa Salgado, y más aún puesto que Sara ha recibido en el móvil una imagen de tres perros ahorcados colgados de las ramas de un árbol acompañada de un «No te olvides». Otra fotografía encontrada en la habitación de la mujer pondrá a los investigadores sobre la pista de que en la empresa se cuece algo, y no precisamente bueno, lo que coloca a cierta parte de la plantilla en el punto de mira. Por otro lado, como trama paralela, la agente Leire Castro, de baja por riesgo de parto prematuro, hastiada de la soledad y la inactividad que resume sus días, se propone indagar en la desaparición de Ruth Valldaura, la ex mujer del inspector, pretendiendo derribar los muros que otros no han podido. Una exhaustiva revisión del expediente, un par de entrevistas y la aparición de un periodista permitirán a Leire hacer ciertos decubrimientos sobre Ruth que... Nada, si os ha picado la curiosidad lo leéis, porque yo no os lo pienso contar. 

La lectura de Los buenos suicidas me ha resultado amena y gratificante. En sus páginas conviven oscuros secretos y misterios con amores que regresan del pasado, expedientes de adopción que guardan gato encerrado, relaciones clandestinas de dominación y sumisión, pactos se silencio, y miedo y desconfianza en cantidades industriales. En una narración en tercera persona, Toni Hill combina unos personajes muy bien construidos y desarollados, creíbles y tangibles, con grandes dosis de suspense y de intriga y abundante diálogo. Lectura muy recomendable (pero leed primero la anterior, El verano de los juguetes muertos, para no perderos nada de la historia y la evolución de los personajes), rematada con un colofón final que exige al lector no demorarse ni un segundo más en abrir la siguiente entrega.

domingo, 9 de marzo de 2025

El verano de los juguetes muertos, de Toni Hill


Hace años que llevo escuchando y leyendo críticas excelentes del autor cuya novela acabo de terminar pero, por una cosa o por otra, no había empezado con él hasta ahora. No es que me lamente yo de muchas cosas en lo relacionado a la lectura pero... ojalá lo hubiera hecho antes, porque la primera de sus novelas ya es un auténtico page-turner que me ha secuestrado entre sus páginas. Quedaos con su nombre, Toni Hill, porque probablemente pase a formar parte de los favoritos de esta lectora. 

La primera novela publicada de Toni Hill se titula El verano de los juguetes muertos (Debolsillo, 2011) y está ambientada en Barcelona. Su protagonista, Héctor Salgado, es un mosso d'esquadra de origen argentino que, al comienzo de la trama, se reincorpora al trabajo en comisaría tras un mes de vacaciones "forzosas" cortesía de la brutal paliza que propinó a un sospechoso relacionado con una red de prostitución de menores nigerianas. El comisario Savall, que se ha portado bien con él y no lo ha arrojado a los leones por su desliz, le pide que investique de manera extraoficial la muerte de Marc Castells, un joven perteneciente a la alta sociedad barcelonesa, al caer por una ventana de su casa. ¿Fue un suicidio? ¿Un accidente? La madre del chico lo abandonó cuando era un bebé, pero ahora insiste en que se investigue a fondo dado que no da por buena ninguna de las dos teorías. El caso, que en apariencia es sencillo, va a tener más miga de lo que pensaban, extendiendo sus tentáculos hacia el pasado común de varios personajes. Para colmo, el sospechoso al que Héctor agredió ha desaparecido y todo señala al inspector como culpable. Al mismo tiempo que se desarrollan las investigaciones, el lector es testigo de cómo afectan sus circunstancias personales a Héctor: separado hace un año desde que Ruth, su ex-mujer, le pidiera vía libre para explorar su sexualidad, trata de asimilar la nueva situación sin perder el contacto ni el cariño de su hijo.

La acción de El verano de los juguetes muertos transcurre en un espacio temporal muy limitado: un breve ayer y un escueto hoy (que te deja con ganas de más) separados por un lapso de 5 días. La prosa de Toni Hill es sencilla y directa, y concede gran peso al diálogo, imprimiendo agilidad al ritmo narrativo. La trama de la novela es sólida, bien construida y desarrollada, y el autor es experto en dejar al lector con la miel en los labios de manera que es inevitable que devore página tras página. El protagonista, Héctor Salgado, está muy bien dibujado, muy cercano, muy humano, y el resto de personajes principales le hacen el coro perfecto. Si os gusta la novela negra, haceos con esta, porque os va a encantar.

miércoles, 5 de marzo de 2025

La catedral de ébano, de Pedro González Nuñez

A menudo, cuando nos enfrentamos a una nueva novela, tenemos ciertas expectativas generadas bien por el nombre del autor, bien por el género o la temática de la obra. Sin embargo, hay lecturas a cuyo comienzo uno no sabe bien qué esperar de ellas (no suelo leer las sinopsis para evitar los posibles spoilers). Este ha sido el caso de la novela que acabo de finalizar. Si bien es verdad que la portada ya apunta hacia una determinada dirección y sugiere unas determinadas texturas, lo que dentro de sus páginas se despliega es como poco sorprendente. 

La catedral de ébano (M.A.R. Editor, 2020), de Pedro González Nuñez, es una novela corta y multirreferencial en cuyas páginas hallará el lector el agradable sabor de ciertos clásicos del terror y la ciencia ficción de los siglos XIX y XX. La trama comienza con una nota de misterio: el doctor y científico Jacinto Masegosa relata en primera persona que ha recibido una extraña carta de un desconocido, de nombre Carlos Iniesta, que afirma estar a punto de morir y le exhorta a no buscar su cadáver en un período de tiempo en las inmediaciones de la catedral de ébano, edificio en desuso, maldito según las leyendas y creencias populares. A pesar de las advertencias, Masegosa es un hombre de ciencia y, por principio, debe demostrar la supremacía de esta frente a las supercherías del populacho, y más aún si ello le permite poner en práctica sus años de estudio sobre la transmigración de las almas. ¿Hasta dónde llegará para poder demostrarlo? Si queréis saber, tendréis que leer...

La catedral de ébano resulta una obra muy original ambientada temporalmente en el s. XIX pero de localización geográfica imprecisa. Tanto el protagonista como la historia en sí misma se sustentan en un equilibrio de dicotomías por lo general metafísicas: la ciencia de la mano del esoterismo, lo real bailando en armonía junto a lo sobrenatural... Jacinto Masegosa reniega de Dios pero sin embargo aspira a ser la deidad inmortal capaz de conocer y dominar el alma, perdiendo los escrúpulos de la moral consuetudinaria. La novela presenta dos tramas simultáneas que convergerán hacia el final de la misma: el misterio de la carta y de la catedral de ébano por un lado, y los experimentos científicos del doctor por otro. A lo largo de las páginas, el autor mezcla sucesos y personajes reales con mitología o pura invención, haciendo uso de los giros argumentales y la tensión y la intriga siempre in crescendo para mantener en vilo al lector. En definitiva, un excelente ratito de lectura, así que, si gustáis, adelante con ella.

lunes, 3 de marzo de 2025

El bosque de los inocentes, de Graziella Moreno


Según la ciencia, cuando dormimos, nuestra mente ejecuta una suerte de reordenación de experiencias, emociones, etc. que conforman la materia primigenia de nuestros sueños (sean estos sueños o pesadillas). Miles de páginas se han dedicado a elucubrar sobre posibles interpretaciones del fenómeno onírico, sin alcanzar al parecer un consenso entre lo esotérico y lo científico. Decía Calderón de la Barca que los sueños, sueños son, pero no creo que la protagonista de la novela que acabo de terminar estuviese de acuerdo. Una autora que se dedica a la judicatura, una portada y un título muy sugerentes y un argumento original serían algunas de las características a resaltar de la obra.

La protagonista de El bosque de los inocentes (Grijalbo, 2016), de Graziella Moreno, se llama Iris. Recientemente divorciada de un hombre de quien se ha dado cuenta de que no está enamorada, ejerce la abogacía en su Barcelona natal. Iris arrastra además unas relaciones familiares complejas y, desde su más tierna infancia, una tendencia a los sueños premonitorios, lo que en una época la llevó de psicólogo en psicólogo hasta que decidió rebelarse al alcanzar la mayoría de edad. En el momento donde comienza la trama, esos desasosegantes sueños han vuelto a su vida y no la dejan descansar. Tragando de escapar de ellos y del estrés diario, Iris decide regresar, tras muchos años de ausencia, al paraíso de su infancia, a Rocablanca, un pequeño pueblo a las puertas del Parque Natural del Montseny. Se dispone a pasar un agradable fin de semana en casa de su tía Dalia, con la que sí mantiene una buena relación pero, nada más entrar en el pueblo, ve una pancarta que reza: "Vamos a entontrar a Julián", y el coche de un forastero embiste el suyo por detrás. Al estrecharle la mano al responsable del siniestro, a Iris se le pone la piel de gallina, y esa misma noche sus pesadillas se recrudecen, involucrándola en una investigación criminal que quizá les de sentido. Niños desaparecidos, el posible imitador de uno de los asesinos más crueles de la historia y los misterios familiares de Iris son algunos de los ingredientes del argumento de la novela, cuya lectura he disfrutado mucho.

La historia de El bosque de los inocentes está narrada a dos voces: la de Iris, que explica en primera persona lo que le va sucediendo, y la de un narrador omnisciente que relata lo que sucede con los demás personajes. El argumento nos sumerge a ratos en el cuento de Barba Azul, que hunde sus raíces en el pasado, en un personaje histórico real: Giles de Rais, un sádico aristócrata francés del siglo XV que acabó con la vida de cientos de niños, de las formas más crueles posibles, por puro placer. fue capaz de los actos más sádicos con el único fin de su placer, acabando con la vida de cientos de niños de las formas más crueles posibles. ¿Será un nuevo Barba Azul el asesino de Rocablanca? El bosque de los inocentes me ha resultado una lectura amena y original, con ritmos muy bien marcados, que combina la verosimilitud con lo sobrenatural de forma armoniosa. En definitiva, lectura muy recomendable.

La casa entre los cactus, de Paul Pen

Hay autores cuyas letras desprenden tanto magnetismo que sus páginas te atrapan como luz a una polilla. Sus historias están narr...